domingo, 2 de noviembre de 2014

¿Brasil, Bolivia y Ecuador, el eje de la ‘mala’ izquierda?

Los izquierdistas ‘puros’ de nuestro continente no se explican ni procesan los triunfos de Dilma y Evo, mucho menos por qué Rafael Correa sostiene una alta popularidad y el modelo económico reciba elogios de entidades, instituciones y personalidades. Todo eso a pesar de que la prensa privada y comercial de Brasil, Bolivia y Ecuador hagan enormes esfuerzos por dibujar otros países, escenarios catastróficos y ponderen, con un elevado moralismo, un autoritarismo pernicioso por impulsar proyectos auténticos.
En esos tres países (mencionados ahora sin incluir a Argentina y Venezuela, porque se hallan en momentos distintos) las izquierdas ‘puras’, aquellas que no se equivocan porque no se ‘mojan el poncho’, pronostican con aspavientos el advenimiento del peor capitalismo, solo porque ellas no conducen el Gobierno, porque no están al frente de un ministerio o porque sus más destacadas figuras ahora solo hacen revolución vía Twitter.
Nadie puede asegurar que en las tres naciones se viva el socialismo ideal o en el paraíso terrenal. Al contrario, gracias a la tensión desatada por políticas y acciones de los tres gobiernos hay unas disputas intensas, unas contradicciones y hasta la emergencia de unas manifestaciones políticas en las derechas e ‘izquierdas’ de lo más inverosímiles.
Tras los resultados electorales en Bolivia y Brasil y luego de la posibilidad de aprobar la reelección en Ecuador (porque hay una mayoría legítima en la Asamblea), esos izquierdistas ‘puros’ han elaborado una teoría común, con sus particulares matices: Correa, Rousseff y Morales son unos prominentes agentes del capitalismo más rancio y no hacen nada para fundar el socialismo en esos tres países. Ninguno de esos ‘puros’ va a reconocer los cambios de fondo ocurridos en los pueblos, la salida de la pobreza de millones de brasileños, bolivianos y ecuatorianos, la consecución de instancias regionales para la autodeterminación y las políticas soberanas para avanzar hacia otro escenario geopolítico.
Quizá no cuadre en ningún manual de esas izquierdas las fórmulas con las que Brasil llegó a ser una de las mayores economías del mundo o que Bolivia sostenga la mejor administración de la economía sin rendirse a los pies de los ‘expertos’ neodesarrollistas y a las ONG con financiamiento gringo. Tampoco les cuadra a los de acá que la transición a una sociedad del Buen Vivir pase también por extraer recursos naturales ante la falta de una estructura industrial y agrícola para el autosostenimiento.
Y vaya casualidad, en esas tres naciones las ‘izquierdas puras’ coinciden, se reúnen y hasta votan con los liberales, derechosos e incluso con los ‘sin ideología’ (tal como hizo el movimiento indígena quiteño con el actual Alcalde). ¿No fue eso lo que hicieron los ecologistas de Marina Silva al pedir el voto a sus huestes para Aécio Neves? ¿Esos indigenistas puros no armaron su propio movimiento en Bolivia y fueron un puntal en contra de Evo Morales?
Posiblemente los procesos políticos de América Latina logren algo que ni todos los gobiernos neoliberales pudieron: transparentar las verdaderas pulsiones ideológicas en la izquierda, sus verdaderas posturas frente al capital o a las libertades, al mercado y al sistema interamericano de derechos humanos establecido en Washington del que viven algunas ONG de esos prominentes izquierdistas ‘puros’.
Incluso esa división entre izquierdas malas y buenas reproduce aquellas disputas de la década del 60 con respecto a Cuba en la que se embarcaron famosos intelectuales y que, al final, llevaron a la polarización extrema. Y son las mismas que ahora se sonrojan al pedir el fin del embargo a Cuba.
Lo cierto es que el presente siglo se desarrolla bajo una gran tensión política y hasta teórica: ¿qué es ser de izquierda tras la existencia de varios gobiernos en América Latina y de organizaciones que disputan a esos gobiernos el modelo y hasta las formas? ¿Las cosas cambian cuando se ejerce el poder político en franca tensión con los poderes económicos, empresariales e imperiales? ¿Sacar de la pobreza a millones de latinoamericanos es una responsabilidad de la izquierda, sin considerar las realidades concretas de la economía y el contexto mundial?
Si las izquierdas argentina y venezolana atraviesan por un momento crítico, también es porque tuvieron y tienen dificultades para responder a las preguntas anteriores. En cambio, en Brasil, Bolivia y Ecuador esas respuestas han llegado desde cierto pragmatismo y, sobre todo, por un entendimiento mucho más lúcido de la realidad y sus acciones han permeado en discursos y relatos del quehacer gubernamental, a pesar de todos los obstáculos y contradicciones.
¿Acaso todas esos gobiernos reciben el aval político y hasta académico de esos grandes centros de pensamiento en los que se apoyan los izquierdistas ‘puros’ para justificar su existencia política en el lado de la oposición más rancia?

No hay comentarios:

Publicar un comentario