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sábado, 21 de junio de 2025

"LIBERADO DEL PENSAMIENTO ÚNICO" - Maurizio Pallante - La Revolución Cultural de la Espiritualidad



“Liberado del Pensamiento Único” bajo el subtítulo “La revolución cultural de la espiritualidad”, es un libro del ensayista, licenciado en Literatura y activista ambiental italiano,

Maurizio Pallante, publicado en italiano en 2024, y todavía no traducido al español.El autor plantea la existencia de lo que llama “Pensamiento Único” que es el pensamiento dominante de que la única posibilidad del sistema es impulsar el crecimiento económico para apuntalar la ideología del consumismo. A pesar de la intensificación y empeoramiento de los fenómenos climáticos extremos, los partidos políticos, los empresarios, los economistas y los medios de comunicación, siguen preocupados por el crecimiento económico, siendo que el crecimiento económico es la causa de la crisis ecológica, con su necesidad imparable de mayores recursos energéticos. 

Pallante sostiene que existe un Pensamiento Único que considera que el bienestar significa poseer cosas para satisfacer necesidades materiales, pero eso no le da sentido a la vida. El sentido de la vida está en las experiencias existenciales, como buenas relaciones humanas que satisfagan las necesidades emocionales, sentirse importante para alguien que ames, hacer un trabajo al menos algo gratificante, alimentar tu deseo de conocimiento, poder expresar tu sensibilidad artística, al tiempo que vivir en ambientes saludables. 

Las experiencias existenciales más significativas no se pueden comprar, ni son contabilizadas en el PBI. ¿Qué cosa puede romper ese Pensamiento Único materialista que relaciona Crecimiento con Progreso? La espiritualidad, responde Pallante. 

La espiritualidad entendida como la capacidad de descubrir la maravilla contenida en lo ordinario de la vida, la capacidad de percibir los lazos de interdependencia mutua que conecta a los seres humanos entre sí y con la naturaleza. 

La espiritualidad es lo que nos hace perder la noción de espacio y tiempo escuchando una canción, fascinarnos por una pintura, leyendo un libro, o buscando comprender un conocimiento nuevo, o meditando, o rezando en caso de la fe. Después de décadas comienza a resquebrajarse esta estructura cultural que tiende a dirigir toda nuestra riqueza interior a buscar el sentido de la vida en la posesión de las cosas.

lunes, 12 de agosto de 2024

How Much Sex a Person Has Could Be Linked to Their Mortality Risk

Health10 August 2024
ByCarly Cassella
(kali0/Getty Images)


Women who regularly have sex are likely to live longer, according to a nationally representative study in the United States.

The findings are derived from interviews and physical exams of male and female participants between the ages of 20 and 59, conducted as part of the National Health and Nutrition Examination Survey (NHANES).

In a study led by Walden University public health scientist Srikanta Banerjee, 14,542 adults were asked, "In the past 12 months, about how many times have you had vaginal or anal sex?" Roughly 38 percent claimed to have sex an average of once a week or more.

Even when accounting for education, ethnicity, and socioeconomic status, female participants who claimed to have sex less than 52 times in a year were three times more likely to die from any cause over the five-year study period.

No such association was found for male participants. Yet sexual activity seemed to be particularly important for men – and women – with poor mental health. Participants who had depression and engaged in sexual activity fewer than 52 times in a year were found to have nearly 200 percent higher chance of dying than comparable individuals without depression, while just 75 percent higher chance for those who had sex more than 52 times a year.

The findings build upon the result of another recent study which found a similar association using different years of the NHANES survey. This analysis combined male and female participants together, however, and didn't take into account the exacerbating impact of depression.

Depression on its own has been linked with an increased risk of premature death, and women are twice as likely to suffer from depression as men.

Previous studies have shown that partnered sex is good for the mental and physical health of both males and females, improving cardiovascular health, reducing distress, boosting happiness and well-being, and protecting brain health.

Even solo sexual behaviors, like masturbation, have documented health benefits, including reduced stress, improved sleep, and boosted mood.

But at this point, no one knows how different types of sexual activity may influence a person's long-term health outcomes. Even in this study, the nature of the sexual activity isn't detailed, with authors conceding the inclusion of a sexual satisfaction subscale could overcome study limitations in the future.

"There is mounting interest in understanding how precisely sexual health affects overall health," write the study's authors.

"Although the connections between physical health, social determinants of health, mental health, and poor health are well known, there is a paucity of research regarding the connection between sexual health and long-term mortality outcomes."

Clearly, there is still much left to learn, but the general takeaway seems to be that regular sexual activity, in the broadest sense, is good for human health. At least, that is, to a certain extent.

The recent NHANES study also found that male participants who engaged in daily sexual activity were six times more likely to experience premature death than females who did the same.

Have fun out there, but listen to your body, and make sure to give it a break when needed.

The study was published in the Journal of Psychosexual Health.

martes, 31 de enero de 2023

Los embudos multidimensionales son la base del marketing actual

Javier Echaleku, fundador y director creativo de Kuombo y autor del libro ‘Marketing online. La gran burbuja del siglo XXI’, revisiona las bases del marketing tradicional, que no es eficiente, y lo reformula a través del embudo multidimensional.

Javier Echaleku Kuombo

Recientemente, hemos asistido a una charla de Javier Echaleku, fundador y director creativo de Kuombo, y hemos descubierto perplejos la forma en la que este experto propone una reformulación del marketing actual, que se ha basado tradicionalmente en una visión unidireccional, para gestionarlo desde una estrategia de embudos multidimensionales.

El marketing, tal y como lo estábamos entendiendo hasta ahora, ya no sirve. Esta es la contundente reflexión que hace este empresario del sector del marketing, publicidad y ventas, con más de 30 años de experiencia en diferentes sectores, profesor en varias escuelas de negocio y universidades públicas y privadas y autor del libro Marketing online. La gran burbuja del siglo XXI.

Echaleku ha revisionado las bases del marketing tradicional a través del estudio de los grandes clásicos como Elmo Lewis y su embudo de la publicidad (AIDA), John Henry Patterson y su embudo de ventas (The Primer), y de otros autores no tan clásicos como Steve Blank y su embudo de necesidades o Dave McClure y su embudo de Métricas Pirata (AARRR).

Con el objetivo de simplificar el problema complejo en el que se ha convertido el marketing actual, Echaleku ha propuesto reestructurar los pilares del marketing tradicional a través del embudo multidimensional.

“Seguimos viendo el marketing como una forma lineal, un embudo unidireccional, cuando la realidad tiene bastantes más dimensiones. Por eso, hablamos del embudo multidimensional. Hoy en día, el mundo ha cambiado tanto que el marketing ya no es lineal, sino que tiene múltiples dimensiones y hay que verlo desde ese plano más multidimensional. No hacerlo, hace que sigamos gastando dinero en estrategias que no funcionan. De ahí esa burbuja, porque quien realmente gana en todo esto son las grandes plataformas publicitarias (Facebook, Google, TikTok…) y los grandes medios online (periódicos, revistas, blogs, medios audiovisuales…), que siguen ingresando cantidades ingentes de dinero con estrategias que, normalmente, ya no funcionan. Se han incrementado mucho los costes por clic (CPC), los costes por impresiones (CPM)… y cada vez es más difícil conseguir llamar la atención a un posible cliente porque el mercado está muy masificado. Esto tiene que explotar en algún momento”, sostiene.

En su opinión, la clave o la solución a todo esto es entender mejor en qué consiste y cómo funciona el marketing actual “y no quedarse anclado con los parámetros del marketing tradicional que no funcionan e intentando aplicarlos a un mundo que ha cambiado. Y, sobre todo, preocuparse en comprender mejor qué es lo que hay detrás de las grandes plataformas publicitarias. Si no sabes lo que es una audiencia personalizada, si no sabes cómo funciona una plataforma publicitaria programática por dentro, si no sabes lo que es un algoritmo, si no sabes lo que es la Inteligencia Artificial… si tú, como anunciante, no lo sabes y te dejas llevar por la promesa de una gran plataforma publicitaria, que te dice que sabe a quién le va a mostrar tu anuncio, estás muerto. Lo primero que debes hacer es preocuparte por entender si lo que nos están ofreciendo es tan real como nos cuentan y, en base a eso, tomar tus propias medidas. La clave está en entender las múltiples dimensiones del marketing actual para saber lo que estás haciendo”.

Internet cambió las reglas

Para Echaleku, al igual que para otros muchos autores, la aparición de Internet y, sobre todo, de las redes sociales, cambió las reglas. “Primero, porque el algoritmo ya no dependía de ti. Segundo, porque la aparente sencillez para acceder a ellas sobrecargó el número de personas que las utilizaban. Y tercero, porque pervirtió el concepto del marketing, haciendo creer a cualquier persona sin formación que podía establecer estrategias que dieran resultado. 

Hoy, al igual que ha desaparecido el proceso lineal y unidireccional en las cadenas de valor de creación y distribución de productos y servicios, los canales de publicidad no solamente son diversos, sino que en una misma campaña de marketing mantienen una relación de interdependencia. Un contenido se transmite a través de las redes sociales, pero puede hacerlo de manera orgánica, pagada o ambas a la vez. Al mismo tiempo, los consumidores visitan no solo webs, sino comparadores y hasta artículos y foros que hablan de un producto y servicio. Y, sin rastro digital, comparten información valiosa con personas cercanas o afines. Todo ello deriva en una nueva manera de entender el marketing, la publicidad y las ventas.

Echaleku asegura que, en la actualidad, se siguen usando las mismas herramientas. “Seguimos necesitando los diferentes embudos (publicidad, ventas, necesidades y métricas), pero se tienen que conectar de una manera diferente como se ha hecho hasta ahora, que ha sido de forma lineal. Ahora, el mercado es mucho más complejo. Hay que coger esos cuatros sistemas, que son cuatro dimensiones diferentes, sacarlos del embudo lineal y entenderlos desde un punto de vista más complejo, que es multidimensional”.

Este experto utiliza un símil más ‘terrenal’ para explicar por qué lo que antes era lineal, ahora hay que verlo desde múltiples dimensiones. ¿Por qué todo esto ha cambiado? “Por ejemplo, en el deporte. Antes se decía que el cardio era magnífico y que había que salir a correr. Ahora, cuando sales a correr, los expertos dicen, uno, que el descanso es muy importante; dos, que tienes que cuidar la alimentación; tres, que como mínimo, una vez a la semana, tienes que hacer ejercicios de fuerza, porque sino vas a tener un problema, y cuatro, que, incluso corriendo bien desde hace tiempo, debes mejorar tu técnica de carrera”.

Al igual que en el ejemplo anterior, antes se creaban y distribuían anuncios de publicidad y contenidos que hablaban de producto en ciertos nichos, con la esperanza de que los públicos objetivos los descubrieran para que tarde o temprano los pudieran comprar. Hoy es todo más complejo. Tenemos que ser capaces de llegar a diferentes públicos que están en diferentes etapas de toma de conciencia de necesidades o búsquedas de soluciones, para primero adquirirlos y luego activarlos, en diferentes momentos, además siendo conscientes de que a la gran mayoría los vamos a perder en el proceso y tendremos que generar nuevas acciones para que los podamos retener y los podamos volver a llevar al complejo proceso de venta. Es como si el inbound marketing hubiera evolucionado a otro nivel en el largo camino de los embudos multidimensionales.

En su opinión, algunos de los problemas por los que el marketing actual no funciona son la masificación de anunciantes y la disparidad de canales de adquisición y de activación. Es decir, ya no hay atajos. Hasta ahora, “cuando utilizabas cualquiera de los cuatro embudos clásicos te servían como atajo. Ya no hay atajos, porque se ha masificado y complicado todo tanto que la tecnología ha hecho que ya no existan atajos. Esta realidad hace que tengas que buscar otros caminos alternativos en un panorama mucho más complicado como es el mercado actual y, para solucionarlo, el embudo multidimensional es el que ayuda a visualizar esos mundos complejos del marketing actual. Los atajos antes funcionaban, pero ya no. Los caminos son más complejos y, aunque tienes que utilizar las mismas herramientas, ahora tienes que usarlas de una manera diferente porque hay muchos más caminos que llegan al mismo sitio”.

Volviendo al símil del deporte, Echaleku plantea: ¿Es que ahora es más complicado correr? “No, es que ahora tenemos más información y entendemos el cuerpo como un mecanismo mucho más complejo y solo correr, que sería el atajo, ya no sirve, porque si solo corres y no musculas, no haces descanso y no cuidas tu alimentación, te acabarás lesionando”.

Métodos lineales para un mercado complejo

Para este experto, los cuatro sistemas ‘clásicos’ siguen en vigor, pero se muestran como métodos lineales, son atajos para cosas concretas (comunicación y publicidad, ventas, gestión y entendimiento de necesidades y métricas y acciones). “Pero el marketing actual, el mercado actual, ya no es un sistema lineal sino mucho más complejo porque el mundo ha cambiado. Y el cómo se relacionan entre sí estos cuatro atajos hace que se forme la nueva autopista que es el embudo multidimensional, donde se interrelacionan los cuatro embudos clásicos”.

“Me quedo con una frase de Javier RecuencoLa mayoría de los problemas sencillos están resueltos. Los problemas complejos necesitan soluciones complejas. El lío viene con los problemas complejos. Y el marketing actual es un problema complejo. Los problemas ‘sencillos’ están resueltos, si por sencillo se entiende la publicidad, las necesidades, las ventas, las métricas y las acciones. Sobre estos temas ya hay mucho escrito y estudiado históricamente. Pero el cómo juntarlas todas en un entorno de marketing actual es un problema realmente complejo que supone un gran reto estratégico y táctico. Y un problema complejo se tiene que resolver con una solución compleja, como es el embudo multidimensional”, subraya Echaleku.

Este experto parte de la idea de cómo visualiza el público objetivo, el buyer persona, que está influenciado de multitud de relaciones online y offline y que tiene a su disposición mucho contenido en un montón de software de Internet, desde plataformas de contenido audiovisual y de texto, portales sectoriales, redes sociales…, utiliza multitud de dispositivos inteligentes con conexión a Internet y usa infinidad de navegadores más los navegadores nativos de las propias redes sociales. Entonces, “una empresa, cuando tiene que hacer una estrategia de marketing, cada vez lo tiene más complicado, porque es una maraña de relaciones e influencias”.

A este conglomerado, le sumas la multitud de fuentes de adquisición de tráfico que hay, más allá de Facebook y Google, normalmente, de pago. Y luego, la diversidad de los canales que puedes crear como anunciante para activar las diversas emociones de tu público objetivo. Y diferentes elementos de activación como descarga de contenido, seguidores, formularios, Whatsapp, etc. Todo esto es muy difícil gestionarlo desde una comprensión lineal del marketing.

La creación del lienzo Sales Funnel Canvas, como metodología y marco de trabajo para visualizar todo el entramado de los embudos multidimensionales en el marketing actual, y que nace como un zoom al bloque de relaciones con los clientes del Business Model Canvas, de Alexander Osterwalder, le ha permitido a Echaleku un aprendizaje que no había sido capaz de visualizar hasta ese momento, “y que ha consistido en investigar mucho más todo lo relacionado con los embudos y darme cuenta de que todo lo que hoy conocemos como embudos de marketing es un conglomerado que no tiene ningún sentido”.

“Si haces una búsqueda en Google de imágenes sobre ‘embudos de marketing’ o ‘embudos de venta’, te aparecen muchas imágenes de embudos entremezclados sin tener en cuenta de dónde nace cada cosa. Es decir, el embudo de necesidades es un contexto y el embudo de publicidad es otro, así como los embudos de ventas y métricas, por lo que si se mezclan sin diferenciar las múltiples dimensiones, y se plasman únicamente como los pasos de un proceso lineal, se termina creando algo confuso que no permite ver el mapa real de los diferentes momentos de un comprador en un proceso de ventas”.

Si buscas ‘embudo multidimensional’, podrás encontrar la propuesta gráfica de Echaleku.

Los cuatro embudos interrelacionados

Este experto recuerda que el proceso de llamar la atención para retener la escucha sería el embudo de la comunicación y publicidad de Lewis. Otro contexto sería el de la gestión de necesidades de Blank, que es el que te hace descubrir una necesidad para luego ofrecerte una solución. Otra dimensión sería la del embudo comercial de Patterson, que es el que te ayuda a entender con qué discurso tienes que hablar en cada etapa. Es decir, en la etapa más fría tienes que utilizar un discurso más de acercamiento para averiguar información y luego, poco a poco, debes ir teniendo un discurso más hacia la venta. Y, por último, la dimensión de las acciones y las métricas de McClure, que es el que te lleva a entender la diferencia entre adquirir, activar y retener, es decir, adquiero usuarios, activo emocionalmente y retengo para no perderlos.

¿Cualquier empresa puede adaptar su negocio a este proceso? Echaleku entiende que, “al igual que las 4 P del marketing (producto, precio, punto de venta y promoción) le sirven a todo el mundo, cuando eres capaz de comprender todas las piezas que se involucran en el marketing, en la publicidad y en las ventas y cómo se conectan entre sí, da igual que vendas un producto en un punto físico, que tengas una franquicia, que vendas por Internet. Esto te ayuda a entender todos los elementos del marketing en la compleja situación actual”.

“Descubro que hay muchas formas de visualizar cómo se conectan los cuatro embudos y planteo mi propuesta. Es lo que yo llamo el embudo multidimensional. Cuando uno ya entiende bien estos conceptos y comprende bien estos cuatro sistemas por separado y ve mi propuesta de embudo multidimensional, es cuando ya puede llegar a entender el marketing actual”.

Este embudo muestra el mapa del viaje que un cliente va a hacer cuando entra a través de tus herramientas de comunicación y cómo va atravesando todos los contenidos que has ido creando.

En su opinión, la evolución de los cuatro sistemas permite ver que el mundo ha cambiado, se ha hecho más complejo en cuanto a plataformas, mecánicas, canales… y se han ido mezclando cosas que no se tenían que haber mezclado. “Son 4 ecosistemas diferentes que te permiten entender mejor lo que es cada uno de estos sistemas (publicidad, ventas, necesidades y métricas y acciones), y aunque alguno de ellos lleva más de 120 años entre nosotros, si los utilizamos por separado nos pueden dar muchas claves de cómo mejorar nuestras acciones de marketing, pero cuando somos capaces de verlos conectados, los resultados son increíbles”.

Echaleku subraya que el mundo del marketing ha dejado de ser un tobogán lineal, por culpa de la gran cantidad de canales que hay, de la mezcla de lo offline y lo online y la diversidad de posibilidades de venta, para convertirse en una multitud de toboganes con infinidad de interconexiones entre ellos. Y cuando llegas a conectarlos, gracias al embudo multidimensional, consigues entender mejor el marketing actual.

“Este embudo multidimensional da visibilidad a un sistema complejo de embudos que muestran múltiples dimensiones. Si el mundo ha cambiado en los canales, ¿por qué no ha cambiado en la manera de entender cómo se conectan todas las piezas del puzzle? Y es ahí dónde actúa el embudo multidimensional sobre el marco de trabajo de Sales Funnel Canvas: ayuda a simplificar la complejidad del marketing actual”.

domingo, 2 de octubre de 2022

SABER VIVIR ‘DESPACITO’: ELOGIO DE LA LENTITUD DESDE LA FILOSOFÍA

La ilusión de la velocidad es la creencia de que ahorra tiempo pero, en realidad, la prisa y la rapidez lo aceleran. En el mundo actual, la lentitud es tremendamente subversiva: necesitamos ir más despacio para poder vivir.




Txetxu Ausín

Pasito a pasito, suave suavecito, poquito a poquito. Es un ritmo machacón que nos ha acompañado en los últimos tiempos y que ha causado furor en todo el mundo.

Quién le iba a decir a Luis Fonsi que con Despacito estaba declarando los principios de un enfoque filosófico para nuestra era, para un tiempo de velocidad y de prisa, para una modernidad velociferina ―en términos del pensador R. Koselleck-, como expone Faustino Oncina: «Cada vez gira más rápido el carrusel del futuro, del futuro presente, al que le es intrínseco una soteriología del ahora, cuyos coetáneos lo quieren todo y lo quieren ya. Ante este penoso ejemplo de autodenigración, ¿qué ocurriría si se redujera la velocidad y redescubriese ese precioso airbag, la lentitud?».


Vivimos corriendo, sumidos en la rapidez, la prisa y lo inmediato; el running es el epítome de nuestro tiempo. Corremos como pollos sin cabeza, viajando hacia ninguna parte, en una rueda sin fin como ratones de laboratorio. Deprisa, deprisa fue una polémica y premiada película de Carlos Saura que reflejaba con crudeza la vida sin destino de unos jóvenes delincuentes del extrarradio madrileño, acelerados, violentos, sin rumbo (¿como nuestro mundo?).


La lentitud es tremendamente subversiva: necesitamos ir más despacio para poder vivir

Se conoce como la Gran Aceleración al fenómeno de rápidas transformaciones socioeconómicas y biofísicas que se inició a partir de mediados del siglo XX como consecuencia del enorme desarrollo tecnológico y económico acontecido tras el final de la Segunda Guerra Mundial y que ha sumido al planeta Tierra en un nuevo estado de cambios drásticos inequívocamente atribuible a las actividades humanas, dando lugar a lo que se conoce como era de los humanos o Antropoceno, caracterizada por el enorme crecimiento del sistema económico-financiero mundial, el desarrollo tecnológico y la profunda crisis ecológica y biofísica.

Ante este panorama apresurado, acelerado, necesitamos parar, sosegarnos, reflexionar, determinar fines para la vida buena, tomar perspectiva. En este sentido, la lentitud es tremendamente subversiva. Necesitamos ir más despacio para poder vivir. Mirar, contemplar, recrearse, fijarse en el detalle, caminar y no correr, y hacer camino al andar, en palabras del maestro Antonio Machado.


La razón exige demora

Decía ya hace unos años Carl Honoré que vivir deprisa no es vivir, es sobrevivir, que estamos atrapados en la cultura de la prisa y de la falta de paciencia, en un estado constante de hiperestimulación e hiperactividad que nos resta capacidad de gozo, de disfrutar de la vida.


La prisa es llenarse la vida con actividades febriles que no dejan tiempo para afrontar lo esencial

Como ha explicado brillantemente la psicología, la razón exige demora mientras la prisa nos carga de sesgos y prejuicios. Y aunque nuestro modo de pensamiento rápido pueda resultar adaptativo en muchas circunstancias, la falta de reflexión y de sosiego nos aboca a la irracionalidad y a las malas decisiones. Esto es realmente peligroso en todo en lo que atañe a la determinación de los fines y a la organización de la vida en común. Sesgos como los de disponibilidad, polarización grupal, confirmación, género y raciales, provocan un efecto deformante sobre el juicio humano que conduce muchas veces a un miedo excesivo hacia acontecimientos improbables y, a la vez, una confianza infundada hacia situaciones que plantean un peligro genuino.

La prisa es llenarse la vida con actividades febriles, velocidad, de suerte que no queda tiempo para afrontar las verdaderas cuestiones, lo esencial. Sin embargo, la prisa en la que vivimos no responde casi nunca a que tengamos cosas importantes que hacer con urgencia, sino a los requerimientos de un modo de vida que trata de mantenernos distraídos y ocupados todo el tiempo.
La vida móvil y precaria

Por un lado, los teléfonos móviles y las redes sociales están diseñados para captar nuestra atención el mayor tiempo posible y con la mayor intensidad, a fin de mercantilizar y monetizar esta atención al máximo.

Jonathan Crary lo ha explicado con meridiana claridad: la vida sin pausa fomenta «una cultura vacía de autopromoción y autoabsorción, de una instantaneidad a demanda, de adquirir y tener manteniéndose aislado de la presencia física de otros y de cualquier sentido de la responsabilidad que esta pueda conllevar. El sistema 24/7 también mina la paciencia y la deferencia individuales que son cruciales para cualquier forma de democracia directa: la paciencia de escuchar a los otros y de esperar a que llegue el turno para hablar. El problema de esperar, de intervenir por turnos, está ligado a una incompatibilidad más amplia del capitalismo del 24/7 con cualquier práctica social en la que intervengan el compartir, la reciprocidad o la cooperación».


En su libro 24/7. El capitalismo al asalto del sueño, Crary describe el sueño como el enemigo del capitalismo turboacelerado de nuestra era del Antropoceno. Dormir es subversivo, nos libera de una pléyade de necesidades simuladas y su pasividad intrínseca ocasiona incalculables pérdidas en tiempo de producción, circulación y consumo: «La mayoría de las necesidades en apariencia irreductibles de la vida humana -hambre, sed, deseo sexual y, recientemente, amistad- se han reformulado como formas mercantilizadas o financiarizadas. El sueño plantea la idea de una necesidad humana y de una temporalidad que no pueden ser colonizadas y aprovechadas para alimentar el gran motor de la rentabilidad y, por lo tanto, sigue siendo una anomalía incongruente y un lugar de crisis en el presente global».

Por otro lado, como recordaba mi colega Rosana Triviño, la falta de seguridad y vínculos asociados a la esfera laboral, los turnos y los horarios intempestivos, la incertidumbre, el desajuste entre lo que se demanda que se haga, lo que se recibe a cambio y lo que se desea hacer, provocan una profunda quiebra y angustia vital.

Equivocarse está bien

Es imposible terminarlo todo en nuestras sociedades del rendimiento, da igual si nos proponemos mucho o poco. La impresión de no poder concluir nunca algo satisfactoriamente conduce a un remolino que nos hunde incesantemente. Nos falta tiempo; para todo lo que hacemos, utilizamos menos tiempo y sin embargo tenemos menos tiempo que la generación anterior. Cuanto más nos apresuramos, menos tiempo nos queda. Y el tiempo se convierte en un instrumento de dominación porque hay una insatisfacción constante por el tiempo (supuestamente) desperdiciado.


La impresión de no poder concluir nunca algo conduce a un remolino que nos hunde incesantemente


Esto es lo que pasa con la ciencia y la investigación, como señalaba Manuel Souto en un reciente artículo en The Conversation. La ciencia y la investigación necesitan tiempo para pensar, preguntar, estudiar, experimentar, probar, proponer. Hay que enlentecer los tiempos de la investigación. La ciencia necesita tiempo para indagar y tiempo también para fallar. El error posee un indudable valor epistémico y moral: reconocer los errores, corregirlos y repararlos es el fundamento para el cambio, la innovación y la transformación individual y social. Y es aquello que caracterizaría una racionalidad crítica y modesta (à la Popper), abierta a la pluralidad, la contingencia, el disenso y, en definitiva, al futuro.
El tiempo acelerado

Pero también es lo que pasa con las relaciones personales, que se han acelerado igualmente, primando el fast sex aunque ello lleve a un sentimiento de falta de intimidad y de conexión porque no es posible una fast-track intimacy. Los seres humanos necesitamos conexiones, deseamos intimidad pero las relaciones son complejas y precisan tiempo, trabajo, dedicación y cuidado. Apelar a la tecnología (como hacen algunos desde webs de citas y contactos) es una trampa y un engaño. Y más aún, la gente usa muchas veces sus smartphones para escapar de las demandas de intimidad. Si la primera cosa que usted toca por la mañana y la última por la noche es su teléfono móvil y no a su pareja, hay un problema sobre sus prioridades.

Las facilidades de las que disponemos hoy para comprar, movernos, trabajar, comunicarnos, son micro-liberaciones que constituyen, por otro lado, aceleraciones de un sistema que nos aprisiona más fuertemente. Aquello que parece liberarnos del tiempo y del espacio nos aliena en la velocidad y la prisa. La ilusión de la velocidad es la creencia de que ahorra tiempo. Pero en realidad, la prisa y la velocidad aceleran el tiempo, que pasa más rápidamente, acortando los días. Estar con prisa significa hacer varias cosas a la vez y rápidamente y el tiempo se llena hasta estallar, como en un cajón mal arreglado donde metes un montón de cosas sin orden ni concierto.

Así, que ya saben, caminen, no corran, miren, observen, escuchen, reflexionen, duerman, amen (aunque no sea fácil); la vida es corta como para perderla corriendo con prisa. Nos lo jugamos todo, la vida personal y el futuro del planeta.

Des-pa-ci-to.

(*) Txetxu Ausín, Científico Titular, Instituto de Filosofía, Grupo de Ética Aplicada, Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS – CSIC).

domingo, 22 de mayo de 2022

The Great Simplification - Full Movie

 This 32 minute animation -in 4 Acts - describes the backdrop for The Great Simplification - an economic/cultural transition beginning in the not-too-distant future.

We made this movie, originally as a framing 'teaser' for the new podcast thegreatsimplification.com, but the project....expanded over time. Part 1 describes how our species got to this point, and the role of energy in our economies Part 2 gives an overview of the relationship between energy, technology, money and the environment and how global human society is (currently) akin to a metabolic heat engine Part 3 gives an overview of individual (and aggregate) human behavior tendencies in a novel modern environment and why these dynamics are relevant to our current challenges Part 4 describes how people look at the future wearing different popular lenses, but when wearing a 'systems' lens, it becomes clear that a Great Simplification is soon approaching. There are show notes pinned in the comments and also at thegreatsimplification.com Please subscribe to this channel or the podcast for more content and context about what we can do to meet the future halfway.
Here are show notes and references hosted on the podcast site: thegreatsimplification.com

lunes, 6 de septiembre de 2021

A SELF-FULFILLING PROPHECY: SYSTEMIC COLLAPSE AND PANDEMIC SIMULATION

Ayear and a half after the arrival of Virus, some may have started wondering why the usually unscrupulous ruling elites decided to freeze the global profit-making machine in the face of a pathogen that targets almost exclusively the unproductive (over 80s). Why all the humanitarian zeal? Cui bono? Only those who are unfamiliar with the wondrous adventures of GloboCap can delude themselves into thinking that the system chose to shut down out of compassion. Let us be clear from the start: the big predators of oil, arms, and vaccines could not care less about humanity.

Follow the money

In pre-Covid times, the world economy was on the verge of another colossal meltdown. Here is a brief chronicle of how the pressure was building up:

June 2019: In its Annual Economic Report, the Swiss-based Bank of International Settlements (BIS), the ‘Central Bank of all central banks’, sets the international alarm bells ringing. The document highlights “overheating […] in the leveraged loan market”, where “credit standards have been deteriorating” and “collateralized loan obligations (CLOs) have surged – reminiscent of the steep rise in collateralized debt obligations [CDOs] that amplified the subprime crisis [in 2008].” Simply stated, the belly of the financial industry is once again full of junk.

9 August 2019: The BIS issues a working paper calling for “unconventional monetary policy measures” to “insulate the real economy from further deterioration in financial conditions”. The paper indicates that, by offering “direct credit to the economy” during a crisis, central bank lending “can replace commercial banks in providing loans to firms.”

15 August 2019: Blackrock Inc., the world’s most powerful investment fund (managing around $7 trillion in stock and bond funds), issues a white paper titled Dealing with the next downturn. Essentially, the paper instructs the US Federal Reserve to inject liquidity directly into the financial system to prevent “a dramatic downturn.” Again, the message is unequivocal: “An unprecedented response is needed when monetary policy is exhausted and fiscal policy alone is not enough. That response will likely involve ‘going direct’”: “finding ways to get central bank money directly in the hands of public and private sector spenders” while avoiding “hyperinflation. Examples include the Weimar Republic in the 1920s as well as Argentina and Zimbabwe more recently.”

22-24 August 2019: G7 central bankers meet in Jackson Hole, Wyoming, to discuss BlackRock’s paper along with urgent measures to prevent the looming meltdown. In the prescient words of James Bullard, President of the St Louis Federal Reserve: “We just have to stop thinking that next year things are going to be normal.”

15-16 September 2019: The downturn is officially inaugurated by a sudden spike in the repo rates (from 2% to 10.5%). ‘Repo’ is shorthand for ‘repurchase agreement’, a contract where investment funds lend money against collateral assets (normally Treasury securities). At the time of the exchange, financial operators (banks) undertake to buy back the assets at a higher price, typically overnight. In brief, repos are short-term collateralized loans. They are the main source of funding for traders in most markets, especially the derivatives galaxy. A lack of liquidity in the repo market can have a devastating domino effect on all major financial sectors.

17 September 2019: The Fed begins the emergency monetary programme, pumping hundreds of billions of dollars per week into Wall Street, effectively executing BlackRock’s “going direct” plan. (Unsurprisingly, in March 2020 the Fed will hire BlackRock to manage the bailout package in response to the ‘COVID-19 crisis’).

19 September 2019: Donald Trump signs Executive Order 13887, establishing a National Influenza Vaccine Task Force whose aim is to develop a “5-year national plan (Plan) to promote the use of more agile and scalable vaccine manufacturing technologies and to accelerate development of vaccines that protect against many or all influenza viruses.” This is to counteract “an influenza pandemic”, which, “unlike seasonal influenza […] has the potential to spread rapidly around the globe, infect higher numbers of people, and cause high rates of illness and death in populations that lack prior immunity”. As someone guessed, the pandemic was imminent, while in Europe too preparations were underway (see here and here).

18 October 2019: In New York, a global zoonotic pandemic is simulated during Event 201, a strategic exercise coordinated by the Johns Hopkins Biosecurity Center and the Bill and Melinda Gates Foundation.

21-24 January 2020: The World Economic Forum’s annual meeting takes place in Davos, Switzerland, where both the economy and vaccinations are discussed.

23 January 2020: China puts Wuhan and other cities of the Hubei province in lockdown.

11 March 2020: The WHO’s director general calls Covid-19 a pandemic. The rest is history.

Joining the dots is a simple enough exercise. If we do so, we might see a well-defined narrative outline emerge, whose succinct summary reads as follows: lockdowns and the global suspension of economic transactions were intended to 1) Allow the Fed to flood the ailing financial markets with freshly printed money while deferring hyperinflation; and 2) Introduce mass vaccination programmes and health passports as pillars of a neo-feudal regime of capitalist accumulation. As we shall see, the two aims merge into one.

In 2019, world economy was plagued by the same sickness that had caused the 2008 credit crunch. It was suffocating under an unsustainable mountain of debt. Many public companies could not generate enough profit to cover interest payments on their own debts and were staying afloat only by taking on new loans. ‘Zombie companies’ (with year-on-year low profitability, falling turnover, squeezed margins, limited cashflow, and highly leveraged balance sheet) were rising everywhere. The repo market meltdown of September 2019 must be placed within this fragile economic context.

When the air is saturated with flammable materials, any spark can cause the explosion. And in the magical world of finance, tout se tient: one flap of a butterfly’s wings in a certain sector can send the whole house of cards tumbling down. In financial markets powered by cheap loans, any increase in interest rates is potentially cataclysmic for banks, hedge funds, pension funds and the entire government bond market, because the cost of borrowing increases and liquidity dries up. This is what happened with the ‘repocalypse’ of September 2019: interest rates spiked to 10.5% in a matter of hours, panic broke out affecting futures, options, currencies, and other markets where traders bet by borrowing from repos. The only way to defuse the contagion was by throwing as much liquidity as necessary into the system – like helicopters dropping thousands of gallons of water on a wildfire. Between September 2019 and March 2020, the Fed injected more than $9 trillion into the banking system, equivalent to more than 40% of US GDP.

The mainstream narrative should therefore be reversed: the stock market did not collapse (in March 2020) because lockdowns had to be imposed; rather, lockdowns had to be imposed because financial markets were collapsing. With lockdowns came the suspension of business transactions, which drained the demand for credit and stopped the contagion. In other words, restructuring the financial architecture through extraordinary monetary policy was contingent on the economy’s engine being turned off. Had the enormous mass of liquidity pumped into the financial sector reached transactions on the ground, a monetary tsunami with catastrophic consequences would have been unleashed.

As claimed by economist Ellen Brown, it was “another bailout”, but this time “under cover of a virus.” Similarly, John Titus and Catherine Austin Fitts noted that the Covid-19 “magic wand” allowed the Fed to execute BlackRock’s “going direct” plan, literally: it carried out an unprecedented purchase of government bonds, while, on an infinitesimally smaller scale, also issuing government backed ‘COVID loans’ to businesses. In brief, only an induced economic coma would provide the Fed with the room to defuse the time-bomb ticking away in the financial sector. Screened by mass-hysteria, the US central bank plugged the holes in the interbank lending market, dodging hyperinflation as well as the ‘Financial Stability Oversight Council’ (the federal agency for monitoring financial risk created after the 2008 collapse), as discussed here. However, the “going direct” blueprint should also be framed as a desperate measure, for it can only prolong the agony of a global economy increasingly hostage to money printing and the artificial inflation of financial assets.

At the heart of our predicament lies an insurmountable structural impasse. Debt-leveraged financialization is contemporary capitalism’s only line of flight, the inevitable forward-escape route for a reproductive model that has reached its historical limit. Capitals head for financial markets because the labour-based economy is increasingly unprofitable. How did we get to this?

The answer can be summarised as follows: 1. The economy’s mission to generate surplus-value is both the drive to exploit the workforce and to expel it from production. This is what Marx called capitalism’s “moving contradiction”.[1] While it constitutes the essence of our mode of production, this contradiction today backfires, turning political economy into a mode of permanent devastation. 2. The reason for this change of fortune is the objective failure of the labour-capital dialectic: the unprecedented acceleration in technological automation since the 1980s causes more labour-power to be ejected from production than (re)absorbed. The contraction of the volume of wages means that the purchasing power of a growing part of the world population is falling, with debt and immiseration as inevitable consequences. 3. As less surplus-value is produced, capital seeks immediate returns in the debt-leveraged financial sector rather than in the real economy or by investing in socially constructive sectors like education, research, and public services.

The bottom line is that the paradigm shift underway is the necessary condition for the (dystopian) survival of capitalism, which is no longer able to reproduce itself through mass wage-labour and the attendant consumerist utopia. The pandemic agenda was dictated, ultimately, by systemic implosion: the profitability downturn of a mode of production which rampant automation is making obsolete. For this immanent reason, capitalism is increasingly dependent on public debt, low wages, centralisation of wealth and power, a permanent state of emergency, and financial acrobatics.

If we ‘follow the money’, we will see that the economic blockade deviously attributed to Virus has achieved far from negligible results, not only in terms of social engineering, but also of financial predation. I will quickly highlight four of them.

1) As anticipated, it has allowed the Fed to reorganise the financial sector by printing a continuous stream of billions of dollars out of thin air; 2) It has accelerated the extinction of small and medium-sized companies, allowing major groups to monopolise trade flows; 3) It has further depressed labour wages and facilitated significant capital savings through ‘smart working’ (which is particularly smart for those who implement it); 4) It has enabled the growth of e-commerce, the explosion of Big Tech, and the proliferation of the pharma-dollar – which also includes the much disparaged plastic industry, now producing millions of new facemasks and gloves every week, many of which end up in the oceans (to the delight of the ‘green new dealers’). In 2020 alone, the wealth of the planet’s 2,200 or so billionaires grew by $1.9 trillion, an increase without historical precedent. All this thanks to a pathogen so lethal that, according to official data, only 99.8% of the infected survive (see here and here), most of them without experiencing any symptoms.

 

Doing capitalism differently

The economic motif of the Covid whodunit must be placed within a broader context of social transformation. If we scratch the surface of the official narrative, a neo-feudal scenario begins to take form. Masses of increasingly unproductive consumers are being regimented and cast aside, simply because Mr Global no longer knows what to do with them. Together with the underemployed and the excluded, the impoverished middle-classes are now a problem to be handled with the stick of lockdowns, curfews, mass vaccination, propaganda, and the militarisation of society, rather than with the carrot of work, consumption, participatory democracy, social rights (replaced in collective imagination by the civil rights of minorities), and ‘well-earned holidays.’

It is therefore delusional to believe that the purpose of lockdowns is therapeutic and humanitarian. When has capital ever cared for the people? Indifference and misanthropy are the typical traits of capitalism, whose only real passion is profit, and the power that comes with it. Today, capitalist power can be summed up with the names of the three biggest investment funds in the world: BlackRock, Vanguard and State Street Global Advisor. These giants, sitting at the centre of a huge galaxy of financial entities, manage a mass of value close to half the global GDP, and are major shareholders in around 90% of listed companies. Around them gravitate transnational institutions like the International Monetary Fund, the World Bank, the World Economic Forum, the Trilateral Commission, and the Bank for International Settlements, whose function is to coordinate consensus within the financial constellation. We can safely assume that all key strategic decisions – economic, political and military – are at least heavily influenced by these elites. Or do we want to believe that Virus has taken them by surprise? Rather, SARS-CoV-2 – which, by admission of the CDC and the European Commission has never been isolated nor purified – is the name of a special weapon of psychological warfare that was deployed in the moment of greatest need.

Why should we trust a mega pharmaceutical cartel (the WHO) that is not in charge of ‘public health’, but rather of marketing private products worldwide at the most profitable rates possible? Public health problems stem from abysmal working conditions, poor nutrition, air, water, and food pollution, and above all from rampant poverty; yet none of these ‘pathogens’ are on the WHO’s list of humanitarian concerns. The immense conflicts of interest between the predators of the pharmaceutical industry, national and supranational medical agencies, and the cynical political enforcers, is now an open secret. No wonder that on the day COVID-19 was classified as a pandemic, the WEF, together with the WHO, launched the Covid Action Platform, a “protection of life” coalition run by over 1,000 of the world’s most powerful private companies.

The only thing that matters for the clique directing the health emergency orchestra is to feed the profit-making machine, and every move is planned to this end, with the support of a political and media front motivated by opportunism. If the military industry needs wars, the pharmaceutical industry needs diseases. It is no coincidence that ‘public health’ is by far the most profitable sector of the world economy, to the extent that Big Pharma spends about three times as much as Big Oil and twice as much as Big Tech on lobbying. The potentially endless demand for vaccines and experimental gene concoctions offers pharmaceutical cartels the prospect of almost unlimited profit streams, especially when guaranteed by mass vaccination programmes subsidised by public money (i.e., by more debt that will fall on our heads).

Why have all Covid treatments been criminally banned or sabotaged? As the FDA candidly admits, the use of emergency vaccines is only possible if “there are no suitable, approved and available alternatives”. A case of truth hidden in plain sight. Moreover, the current vaccine religion is closely linked to the rise of the pharma-dollar, which, by feeding on pandemics, is set to emulate the glories of the ‘petro-dollar’, allowing the United States to continue to exercise global monetary supremacy. Why should the whole of humanity (including children!) inject experimental ‘vaccines’ with increasingly worrying yet systematically downplayed adverse effects, when more than 99% of those infected, the vast majority asymptomatic, recover? The answer is obvious: because vaccines are the golden calf of the third millennium, while humanity is ‘last generation’ exploitation material in guinea pig modality.

Given this context, the staging of the emergency pantomime succeeds through an unheard-of manipulation of public opinion. Every ‘public debate’ on the pandemic is shamelessly privatised, or rather monopolised by the religious belief in technical-scientific committees bankrolled by the financial elites. Every ‘free discussion’ is legitimised by adherence to pseudo-scientific protocols carefully purged from the socio-economic context: one ‘follows the science’ while pretending not to know that ‘science follows the money’. Karl Popper’s famous statement that “real science” is only possible under the aegis of liberal capitalism in what he called “the open society”,[1] is now coming true in the globalist ideology that animates, among others, George Soros’s Open Society Foundation. The combination of “real science” and “open and inclusive society” makes the Covid doctrine almost impossible to challenge.

For COVID-19, then, we could imagine the following agenda. A fictitious narrative is prepared based on an epidemic risk presented in such a way as to promote fear and submissive behaviour. Most likely a case of diagnostic reclassification. All that is needed is an epidemiologically ambiguous influenza virus, on which to build an aggressive tale of contagion relatable to geographical areas where the impact of respiratory or vascular diseases in the elderly and immunocompromised population is high – perhaps with the aggravating factor of heavy pollution. There is no need to make much up, given that intensive care units in ‘advanced’ countries had already collapsed in the years preceding the arrival of Covid, with mortality peaks for which no one had dreamed of exhuming quarantine. In other words, public health systems had already been demolished, and thus prepared for the pandemic scenario.

But this time there is method in madness: a state of emergency is declared, which triggers panic, in turn causing the clogging up of hospitals and care homes (at high risk of sepsis), the application of nefarious protocols, and the suspension of medical care. Et voilà, the killer Virus becomes a self-fulfilling prophecy! The propaganda raging across the main centres of financial power (especially North America and Europe) is essential to maintaining the ‘state of exception’ (Carl Schmitt), which is immediately accepted as the only possible form of political and existential rationality. Entire populations exposed to heavy media bombardment surrender through self-discipline, adhering with grotesque enthusiasm to forms of ‘civic responsibility’ in which coercion morphs into altruism.

The whole pandemic script – from the ‘contagion curve’ to the ‘Covid deaths’ – rests on the PCR test, which was authorised for the detection of SARS-CoV-2 by a study produced in record time on commission from the WHO. As many will know by now, the diagnostic unreliability of the PCR test was denounced by its inventor himself, Nobel laureate Kary Mullis (unfortunately passed away on 7 August 2019), and recently reiterated by, among others, 22 internationally renowned experts who demanded its removal for clear scientific flaws. Obviously, the request fell on deaf ears.

The PCR test is the driving force behind the pandemic. It works through the infamous ‘cycle thresholds’: the more cycles you make, the more false positives (infections, Covid-deaths) you produce, as even guru Anthony Fauci recklessly admitted when he stated that swabs are worthless above 35 cycles. Now, why is it that during the pandemic, amplifications of 35 cycles or more were routinely carried out in laboratories all over the world? Even the New York Times – certainly not a den of dangerous Covid-deniers – raised this key question last summer. Thanks to the sensitivity of the swab, the pandemic can be turned on and off like a tap, allowing the health regime to exert full control over the ‘numerological monster’ of Covid cases and deaths – the key instruments of everyday terror.

All this fearmongering continues today, despite the easing of some measures. To understand why, we should return to the economic motif. As noted, several trillions of newly printed cash have been created with a few clicks of a mouse by central banks and injected into financial systems, where they have in great part remained. The aim of the printing-spree was to plug calamitous liquidity gaps. Most of this ‘magic-tree money’ is still frozen inside the shadow banking system, the stock exchanges, and various virtual currency schemes that are not meant to be used for spending and investment. Their function is solely to provide cheap loans for financial speculation. This is what Marx called ‘fictitious capital’, which continues to expand in an orbital loop that is now completely independent of economic cycles on the ground.

The bottom line is that all this cash cannot be allowed to flood the real economy, for the latter would overheat and trigger hyperinflation. And this is where Virus continues to come in handy. If it initially served to “insulate the real economy” (to quote again from the BIS paper), it now oversees its tentative reopening, characterized by submission to the vaccination dogma and chromatic methods of mass regimentation, which may soon include climate lockdowns. Remember how we were told that only vaccines would give us back our ‘freedom’? All too predictably, we now discover that the road to freedom is littered with ‘variants’, that is to say, iterations of Virus. Their purpose is to increase the ‘case count’ and therefore prolong those states of emergency that justify central banks’ production of virtual money aimed at monetizing debt and financing deficits. Rather than returning to normal interest rates, the elites opt to normalize the health emergency by feeding the contagion ghost. The much-publicised ‘tapering’ (reduction of monetary stimulus) can therefore wait – just like Pandexit.

In the EU, for instance, the European Central Bank’s €1.85 trillion ‘pandemic emergency purchase program’, known as PEPP, is currently set to continue until March 2022. However, it has been intimated it might need to be extended beyond that date. In the meantime, the Delta variant is wreaking havoc on the travel and tourism industry, with new restrictions (including quarantine) disrupting the summer season. Again, we seem to be caught within a self-fulfilling prophecy (especially if, as Nobel laureate Luc Montagnier and many others have intimated, variants, however mild, are the consequence of aggressive mass vaccination campaigns). Whatever the case, the fundamental point is that Virus is still needed by senile capitalism, whose only chance of survival depends on generating a paradigm shift from liberalism to oligarchic authoritarianism.

While their crime is far from perfect, the orchestrators of this global coup must nevertheless be credited with a certain sadistic brilliance. Their sleight of hand succeeded, perhaps even beyond expectations. However, any power aiming at totalisation is destined to fail, and this applies also to the high priests of the Covid religion and the institutional puppets they have mobilised to roll out the health emergency psyop. After all, power tends to delude itself about its omnipotence. Those sitting in the control room fail to realise the extent to which their dominance is uncertain. What they do not see is that their authority depends on a ‘higher mission’, to which they remain partly blind, namely the anonymous self-reproduction of the capitalist matrix. Today’s power lies with the profit-making machine whose only purpose is to continue its reckless journey, potentially leading to the premature extinction of Homo sapiens. The elites who have conned the world into Covid-obedience are the anthropomorphic manifestation of the capitalist automaton, whose invisibility is as cunning as that of Virus itself. And the novelty of our era is that the ‘locked-down society’ is the model that best guarantees the reproducibility of the capitalist machine, irrespective of its dystopian destination.

 

Notes:

[1] Karl Marx, Grundrisse (London: Penguin, 1993), 706.

[2] Karl Popper, The Open Society and its Enemies, 2 volumes (Princeton: Princeton UP, 2013).

sábado, 21 de agosto de 2021

HERBERT MARCUSE: "LA LIBERTAD PUEDE CONVERTIRSE, EN UN PODEROSO INSTRUMENTO DE DOMINACIÓN"

Herbert Marcuse: "la libertad puede convertirse, en un poderoso instrumento de dominación"


Texto de Herbert Marcuse, publicado en 1964, en su libro "El hombre unidimensional"
 


Ilustración: 
Steve Cutts 


Por: Herbert Marcuse

En la civilización industrial avanzada prevalece una libertad libre, cómoda, razonable, y democrática, una muestra de progreso técnico. De hecho, ¿qué podría ser más racional que la supresión de la individualidad en la mecanización de actuaciones socialmente necesarias pero dolorosas; la concentración de empresas individuales en corporaciones más efectivas y productivas; la regulación de la libre competencia entre sujetos económicos desigualmente equipados; la restricción de prerrogativas y soberanías nacionales que impiden la organización internacional de los recursos. Que este orden tecnológico también implique una coordinación política e intelectual puede ser un desarrollo lamentable pero prometedor.

Los derechos y libertades que fueron factores tan vitales en los orígenes y las primeras etapas de la sociedad industrial dan lugar a una etapa superior de esta sociedad: están perdiendo su racionalidad y contenido tradicionales. La libertad de pensamiento, expresión y conciencia eran, al igual que la libre empresa, que servían para promover y proteger, ideas esencialmente críticas , diseñadas para reemplazar una cultura material e intelectual obsoleta por una más productiva y racional. Una vez institucionalizados, estos derechos y libertades compartieron el destino de la sociedad de la que se habían convertido en una parte integral. El logro cancela las premisas.

En la medida en que la libertad de la necesidad, la sustancia concreta de toda libertad, se está convirtiendo en una posibilidad real, las libertades que pertenecen a un estado de menor productividad están perdiendo su contenido anterior. La independencia de pensamiento, la autonomía y el derecho a la oposición política se ven privados de su función crítica básica en una sociedad que parece cada vez más capaz de satisfacer las necesidades de los individuos a través de la forma en que se organiza. Tal sociedad puede exigir justamente la aceptación de sus principios e instituciones, y reducir la oposición a la discusión y promoción de políticas alternativas dentro deel status quo. A este respecto, parece hacer poca diferencia si la satisfacción creciente de las necesidades se logra mediante un sistema autoritario o no autoritario. Bajo las condiciones de un nivel de vida creciente, la no conformidad con el sistema en sí parece ser socialmente inútil, y más aún cuando conlleva desventajas económicas y políticas tangibles y amenaza el buen funcionamiento del conjunto. De hecho, al menos en lo que respecta a las necesidades de la vida, no parece haber ninguna razón por la cual la producción y distribución de bienes y servicios deba realizarse mediante la concurrencia competitiva de las libertades individuales.

La libertad de empresa desde el principio no fue del todo una bendición. Como la libertad de trabajar o morir de hambre, significaba trabajo, inseguridad y miedo para la gran mayoría de la población. Si el individuo ya no se viera obligado a demostrar su valía en el mercado, como sujeto económico libre, la desaparición de este tipo de libertad sería uno de los mayores logros de la civilización. Los procesos tecnológicos de mecanización y estandarización pueden liberar energía individual en un reino de libertad aún desconocido hasta el momento. La estructura misma de la existencia humana sería alterada; el individuo sería liberado del mundo laboral imponiéndole necesidades extrañas y posibilidades extrañas. El individuo sería libre de ejercer autonomía sobre una vida que sería suya. Si el aparato productivo pudiera organizarse y dirigirse hacia la satisfacción de las necesidades vitales, su control bien podría centralizarse; dicho control no impediría la autonomía individual, sino que lo haría posible.

Este es un objetivo dentro de las capacidades de la civilización industrial avanzada, el "fin" de la racionalidad tecnológica. En realidad, sin embargo, opera la tendencia contraria: el aparato impone sus requisitos económicos y políticos de defensa y expansión en el tiempo laboral y el tiempo libre, en la cultura material e intelectual. En virtud de la forma en que ha organizado su base tecnológica, la sociedad industrial contemporánea tiende a ser totalitaria. Porque "totalitario" no es solo una coordinación política terrorista de la sociedad, sino también una coordinación económico-técnica no terrorista que opera a través de la manipulación de necesidades por intereses creados. Por lo tanto, impide el surgimiento de una oposición efectiva contra el todo.

Hoy el poder político se afirma a través de su poder sobre el proceso de la máquina y sobre la organización técnica del aparato. El gobierno de las sociedades industriales avanzadas, puede mantenerse y asegurarse solo cuando logra movilizar, organizar y explotar la productividad técnica, científica y mecánica disponible para la civilización industrial. Y esta productividad moviliza a la sociedad en su conjunto, más allá de cualquier interés individual o grupal en particular. El hecho bruto de que el poder físico de la máquina (¿solo físico?) Supera el del individuo y el de cualquier grupo particular de individuos, convierte a la máquina en el instrumento político más efectivo en cualquier sociedad cuya organización básica es la del proceso de la máquina. Pero la tendencia política puede revertirse; esencialmente el poder de la máquina es solo el poder almacenado y proyectado del hombre. En la medida en que el mundo laboral se concibe como una máquina y se mecanice en consecuencia, se convierte en elbase potencial de una nueva libertad para el hombre.

La civilización industrial contemporánea demuestra que ha alcanzado la etapa en que "la sociedad libre" ya no puede definirse adecuadamente en los términos tradicionales de las libertades económicas, políticas e intelectuales, no porque estas libertades se hayan vuelto insignificantes, sino porque son demasiado significativas. estar confinado dentro de las formas tradicionales. Se necesitan nuevos modos de realización, que correspondan a las nuevas capacidades de la sociedad.

Dichos modos nuevos solo pueden indicarse en términos negativos porque equivaldrían a la negación de los modos predominantes. Así, la libertad económica significaría liberarse de la economía, de ser controlado por fuerzas y relaciones económicas; libertad de la lucha diaria por la existencia, de ganarse la vida. La libertad política significaría la liberación de los individuos depolítica sobre la cual no tienen control efectivo. Del mismo modo, la libertad intelectual significaría la restauración del pensamiento individual ahora absorbido por la comunicación de masas y el adoctrinamiento, la abolición de la "opinión pública" junto con sus creadores. El sonido poco realista de estas proposiciones es indicativo, no de su carácter utópico, sino de la fuerza de las fuerzas que impiden su realización. La forma más efectiva y duradera de guerra contra la liberación es la implantación de necesidades materiales e intelectuales que perpetúan formas obsoletas de la lucha por la existencia.

La intensidad, la satisfacción e incluso el carácter de las necesidades humanas, más allá del nivel biológico, siempre han sido preacondicionadas. Si la posibilidad de hacer o irse, disfrutar o destruir, poseer o rechazar algo se considera una necesidad depende de si se puede ver como deseable y necesario para las instituciones e intereses sociales prevalecientes. En este sentido, las necesidades humanas son necesidades históricas y, en la medida en que la sociedad exige el desarrollo represivo del individuo, sus propias necesidades y su reclamo de satisfacción están sujetas a estándares críticos primordiales.

Podemos distinguir tanto las necesidades verdaderas como las falsas. "Falso" son aquellos que se superponen al individuo por intereses sociales particulares en su represión: las necesidades que perpetúan el trabajo duro, la agresividad, la miseria y la injusticia. Su satisfacción puede ser muy gratificante para el individuo, pero esta felicidad no es una condición que deba mantenerse y protegerse si sirve para detener el desarrollo de la capacidad (la suya y la de los demás) para reconocer la enfermedad del todo y comprender la enfermedad. posibilidades de curar la enfermedad. El resultado entonces es euforia de infelicidad. La mayoría de las necesidades prevalecientes para relajarse, divertirse, comportarse y consumir de acuerdo con los anuncios, amar y odiar lo que otros aman y odian,

Dichas necesidades tienen un contenido y una función social determinados por poderes externos sobre los cuales el individuo no tiene control; El desarrollo y la satisfacción de estas necesidades es heterónomo. No importa cuánto tales necesidades puedan haberse convertido en propias, reproducidas y fortificadas por las condiciones de su existencia; no importa cuánto se identifique con ellos y se sienta satisfecho, ellos continúan siendo lo que fueron desde el comienzo de una sociedad cuyo interés dominante exige represión.

La prevalencia de las necesidades represivas es un hecho consumado, aceptado en la ignorancia y la derrota, pero un hecho que debe deshacerse en interés del individuo feliz, así como de todos aquellos cuya miseria es el precio de su satisfacción. Las únicas necesidades que tienen un reclamo incondicional de satisfacción son las vitales: alimentación, vestimenta, alojamiento en el nivel de cultura alcanzable. La satisfacción de estas necesidades es el prerrequisito para la realización de todas las necesidades, tanto de las sublimadas como de las sublimadas.

Para cualquier conciencia y conciencia, para cualquier experiencia que no acepte el interés social prevaleciente como la ley suprema del pensamiento y el comportamiento, el universo establecido de necesidades y satisfacciones es un hecho que debe cuestionarse en términos de verdad y falsedad. Estos términos son históricos y su objetividad es histórica. El juicio de las necesidades y su satisfacción, bajo las condiciones dadas, involucra estándares de prioridad, estándares que se refieren al desarrollo óptimo del individuo, de todos los individuos, bajo la utilización óptima de los recursos materiales e intelectuales disponibles para el hombre. Los recursos son calculables. "Verdad" y "falsedad" de necesidades designan condiciones objetivas en la medida en que la satisfacción universal de las necesidades vitales y, más allá de eso, el alivio progresivo del trabajo y la pobreza, son estándares universalmente válidos. Pero como estándares históricos, no solo varían según el área y la etapa de desarrollo, sino que también se pueden definir en (mayor o menor)contradicción con los imperantes. ¿Qué tribunal puede reclamar la autoridad de decisión?

En último análisis, la pregunta de cuáles son las necesidades verdaderas y falsas deben ser respondidas por los propios individuos, pero solo en el último análisis; es decir, si y cuando son libres de dar su propia respuesta. Mientras se mantengan incapaces de ser autónomos, mientras sean adoctrinados y manipulados (hasta sus propios instintos), su respuesta a esta pregunta no puede tomarse como propia. Sin embargo, de la misma manera, ningún tribunal puede arrogarse justamente el derecho de decidir qué necesidades deben desarrollarse y satisfacerse. Cualquier tribunal de este tipo es censurable, aunque nuestra repulsión no elimina la pregunta: ¿cómo pueden las personas que han sido objeto de una dominación efectiva y productiva por sí mismas crear las condiciones de libertad?

Cuanto más racional, productiva, técnica y total se vuelve la administración represiva de la sociedad, más inimaginables son los medios y las formas en que los individuos administrados pueden romper su servidumbre y apoderarse de su propia liberación. Sin duda, imponer la razón a toda una sociedad es una idea paradójica y escandalosa, aunque uno podría cuestionar la rectitud de una sociedad que ridiculiza esta idea al convertir a su propia población en objetos de administración total. Toda liberación depende del consciente. de servidumbre, y el surgimiento de esta conciencia siempre se ve obstaculizado por el predominio de necesidades y satisfacciones que, en gran medida, se han convertido en propias del individuo. El proceso siempre reemplaza un sistema de preacondicionamiento por otro; El objetivo óptimo es la sustitución de las necesidades falsas por las verdaderas, el abandono de la satisfacción represiva.

La característica distintiva de la sociedad industrial avanzada es su sofocación efectiva de aquellas necesidades que exigen liberación-liberación también de lo que es tolerable, gratificante y cómodo, mientras sostiene y absuelve el poder destructivo y la función represiva de la sociedad acomodada. Aquí, los controles sociales exigen el final. abrumadora necesidad de producción y consumo de residuos; la necesidad de trabajo estupefacto donde ya no es una necesidad real; la necesidad de modos de relajación que alivien y prolonguen esta estupefacción; la necesidad de mantener libertades tan engañosas como la libre competencia a precios administrados, una prensa libre que se censura a sí misma, la libre elección entre marcas y aparatos.

Bajo el gobierno de un todo represivo, la libertad puede convertirse en un poderoso instrumento de dominación. El rango de elección abierto al individuo no es el factor decisivo para determinar el grado de libertad humana, sino quése puede elegir y lo que elija el individuo. El criterio para la libre elección nunca puede ser absoluto, pero tampoco es enteramente relativo. La libre elección de amos no elimina a los amos ni a los esclavos. La libre elección entre una amplia variedad de bienes y servicios no significa libertad si estos bienes y servicios mantienen controles sociales sobre una vida de trabajo y miedo, es decir, si mantienen la alienación. Y la reproducción espontánea de necesidades superpuestas por parte del individuo no establece autonomía; solo da testimonio de la eficacia de los controles.

Nuestra insistencia en la profundidad y eficacia de estos controles está abierta a la objeción de que sobrevaloramos en gran medida el poder de adoctrinamiento de los "medios", y que por sí mismos las personas sentirían y satisfarían las necesidades que ahora se les imponen. La objeción pierde el punto. El preacondicionamiento no comienza con la producción en masa de radio y televisión y con la centralización de su control. La gente entra en esta etapa como receptáculos precondicionados de larga data; La diferencia decisiva está en el aplanamiento del contraste (o conflicto) entre lo dado y lo posible, entre las necesidades satisfechas y las insatisfechas. Aquí, la llamada igualación de las distinciones de clase revela su función ideológica. Si el trabajador y su jefe disfrutan del mismo programa de televisión y visitan los mismos lugares turísticos. si la mecanógrafa está tan atractiva como la hija de su empleador, si el negro posee un Cadillac, si todos leen el mismo periódico, esta asimilación indica no la desaparición de las clases, sino la medida en que las necesidades y satisfacciones: servir a la preservación del Establecimiento son compartidos por la población subyacente.

De hecho, en las áreas más desarrolladas de la sociedad contemporánea, el trasplante de las necesidades sociales en las individuales es tan efectivo que la diferencia entre ellas parece ser puramente teórica. ¿Se puede realmente distinguir entre los medios de comunicación como instrumentos de información y entretenimiento, y como agentes de manipulación y adoctrinamiento? ¿Entre el automóvil como molestia y como conveniencia? ¿Entre los horrores y las comodidades de la arquitectura funcional? ¿Entre el trabajo para la defensa nacional y el trabajo para el beneficio corporativo? ¿Entre el placer privado y la utilidad comercial y política involucrada en aumentar la tasa de natalidad?

Nuevamente nos enfrentamos con uno de los aspectos más irritantes de la civilización industrial avanzada: el carácter racional de su irracionalidad. Su productividad y eficiencia, su capacidad para aumentar y difundir comodidades, para convertir los desechos en necesidad y la destrucción en construcción, la medida en que esta civilización transforma el mundo de los objetos en una extensión de la mente y el cuerpo del hombre hace que la noción de alienación sea cuestionable. La gente se reconoce a sí misma en sus bienes; encuentran su alma en su automóvil, equipo de música, hogar de dos niveles, equipo de cocina. El mecanismo mismo que vincula al individuo con su sociedad ha cambiado, y el control social está anclado en las nuevas necesidades que ha producido.

Las formas predominantes de control social son tecnológicas en un nuevo sentido. Sin duda, la estructura técnica y la eficacia del aparato productivo y destructivo ha sido un instrumento fundamental para someter a la población a la división social del trabajo establecida a lo largo del período moderno. Además, dicha integración siempre ha estado acompañada de formas más obvias de compulsión: la pérdida de medios de vida, la administración de justicia, la policía, las fuerzas armadas. Sigue siendo. Pero en el período contemporáneo, los controles tecnológicos parecen ser la encarnación misma de la Razón para el beneficio de todos los grupos e intereses sociales, hasta tal punto que toda contradicción parece irracional e imposible de contrarrestar.

No es de extrañar entonces que, en las áreas más avanzadas de esta civilización, los controles sociales hayan sido introyectados hasta el punto en que incluso la protesta individual se vea afectada desde sus raíces. La negativa intelectual y emocional de "ir" parece neurótica e impotente. Este es el aspecto sociopsicológico del evento político que marca el período contemporáneo: el paso de las fuerzas históricas que, en la etapa anterior de la sociedad industrial, parecían representar la posibilidad de nuevas formas de existencia.

Pero el término "introyección" quizás ya no describe la forma en que el individuo por sí mismo reproduce y perpetúa los controles externos ejercidos por su sociedad. La introyección sugiere una variedad de procesos relativamente espontáneos por los cuales un Ser (Ego) transpone lo "externo" en lo "interno". Por lo tanto, la introyección implica la existencia de una dimensión interna distinguida e incluso antagónica de las exigencias externas: una conciencia individual y un inconsciente individual, aparte de la opinión pública y el comportamiento . La idea de "libertad interior" aquí tiene su realidad: designa el espacio privado en el que el hombre puede convertirse y permanecer "él mismo".

Hoy este espacio privado ha sido invadido y reducido por la realidad tecnológica. La producción en masa y la distribución en masa reclaman a todo el individuo, y la psicología industrial hace mucho tiempo que dejó de limitarse a la fábrica. Los múltiples procesos de introyección parecen estar osificados en reacciones casi mecánicas. El resultado es, no el ajuste, sino la mimesis: una identificación inmediata del individuo con su sociedad y, a través de ella, con la sociedad en su conjunto.

Esta identificación automática e inmediata (que puede haber sido característica de formas primitivas de asociación) reaparece en la alta civilización industrial; Sin embargo, su nueva "inmediatez" es el producto de una gestión y organización científica sofisticada. En este proceso, se reduce la dimensión "interna" de la mente en la cual la oposición al status quo puede arraigarse. La pérdida de esta dimensión, en la que el poder del pensamiento negativo (el poder crítico de la razón) está en casa, es la contrapartida ideológica del proceso muy material en el que la sociedad industrial avanzada silencia y reconcilia a la oposición. El impacto del progreso convierte la razón en sumisión a los hechos de la vida, y a una capacidad demasiado dinámica de producir hechos más y más grandes del mismo tipo de vida. La eficiencia del sistema también reduce el reconocimiento de los individuos de que no contiene hechos que no comuniquen el poder represivo del conjunto. Si los individuos se encuentran en las cosas que dan forma a su vida, lo hacen, no dando, sino aceptando la ley de las cosas, no la ley de la física sino la ley de su sociedad.

Acabo de sugerir que el concepto de alienación parece volverse cuestionable cuando los individuos se identifican con la existencia que se les impone y tienen en sí su propio desarrollo y satisfacción. Esta identificación no es ilusión sino realidad. Sin embargo, la realidad constituye una etapa más progresiva de alienación. Este último se ha vuelto completamente objetivo; el sujeto alienado es tragado por su existencia alienada. Solo hay una dimensión, y está en todas partes y en todas sus formas. Los logros del progreso desafían la acusación ideológica y la justificación; ante su tribunal, la "falsa conciencia de su racionalidad se convierte en la verdadera concienciaxxx.

Sin embargo, esta absorción de la ideología en la realidad no significa el "fin de la ideología". Por el contrario, en un sentido específico, la cultura industrial avanzada es más ideológica que su predecesora, ya que hoy la ideología está en el proceso de producción  [. En una forma provocativa, esta proposición revela los aspectos políticos de la racionalidad tecnológica predominante. El aparato productivo y los bienes y servicios que produce "venden" o imponen el sistema social en su conjunto. Los medios de transporte y comunicación masivos, los productos de alojamiento, comida y ropa, la producción irresistible de la industria del entretenimiento y la información llevan consigo actitudes y hábitos prescritos, ciertas reacciones intelectuales y emocionales que unen a los consumidores de manera más o menos placentera. productores y, a través de este último, al conjunto. Los productos adoctrinan y manipulan; promueven una falsa conciencia que es inmune a su falsedad. Y a medida que estos productos beneficiosos estén disponibles para más personas en más clases sociales, el adoctrinamiento que llevan a cabo deja de ser publicitario; se convierte en una forma de vida. Es una buena forma de vida, mucho mejor que antes, y como buena forma de vida, milita contra el cambio cualitativo. Así emerge un patrón dePensamiento y comportamiento unidimensional en el que las ideas, aspiraciones y objetivos que, por su contenido, trascienden el universo establecido del discurso y la acción son repelidos o reducidos a los términos de este universo. Se redefinen por la racionalidad del sistema dado y de su extensión cuantitativa.

La tendencia puede estar relacionada con un desarrollo en el método científico: operacionalismo en lo físico, conductismo en las ciencias sociales. La característica común es un empirismo total en el tratamiento de conceptos; su significado está restringido a la representación de operaciones y comportamientos particulares. El punto de vista operativo está bien ilustrado por el análisis de PW Bridgman del concepto de longitud  :

Evidentemente, sabemos a qué nos referimos con longitud si podemos decir cuál es la longitud de todos y cada uno de los objetos, y para el físico no se requiere nada más. Para encontrar la longitud de un objeto, tenemos que realizar ciertas operaciones físicas. Por lo tanto, el concepto de longitud se fija cuando las operaciones por las cuales se mide la longitud son fijas: es decir, el concepto de longitud involucra tanto y nada más que el conjunto de operaciones por el cual se determina la longitud. En general, entendemos por concepto nada más que un conjunto de operaciones; El concepto es sinónimo del conjunto de operaciones correspondiente.

Bridgman ha visto las amplias implicaciones de este modo de pensamiento para la sociedad en general: 

Adoptar el punto de vista operativo implica mucho más que una mera restricción del sentido en el que entendemos el "concepto", pero significa un cambio de gran alcance en todos nuestros hábitos de pensamiento, en el sentido de que ya no nos permitiremos usarlo como herramientas en nuestros conceptos de pensamiento de las cuales no podemos dar una explicación adecuada en términos de operaciones.

La predicción de Bridgman se ha hecho realidad. El nuevo modo de pensamiento es hoy la tendencia predominante en filosofía, psicología, sociología y otros campos. Muchos de los conceptos más problemáticos se están "eliminando" al mostrar que no se puede dar una explicación adecuada de ellos en términos de operaciones o comportamiento. El ataque empirista radical (posteriormente, en los capítulos VII y VIII, examinaré su afirmación de ser empirista) proporciona la justificación metodológica para la desacreditación de la mente por parte de los intelectuales, un positivismo que, al negar los elementos trascendentes de la Razón , forma la contraparte académica del comportamiento socialmente requerido.

Fuera del establecimiento académico, el "cambio de largo alcance en todos nuestros hábitos de pensamiento" es más grave. Sirve para coordinar ideas y objetivos con los exigidos por el sistema prevaleciente, encerrarlos en el sistema y repeler aquellos que son irreconciliables con el sistema. El reinado de tal realidad unidimensional no significa que el materialismo gobierne y que las ocupaciones espirituales, metafísicas y bohemias se estén agotando. Por el contrario, hay una gran cantidad de "Adorar juntos esta semana", "¿Por qué no probar a Dios?", Zen, existencialismo y formas de vida golpeadas, etc. Pero tales modos de protesta y trascendencia ya no son contradictorios con el estado. quo y ya no es negativo.

El pensamiento unidimensional es promovido sistemáticamente por los creadores de la política y sus proveedores de información masiva. Su universo de discurso está poblado por hipótesis autovalidantes que, repetidas incesante y monopolísticamente, se convierten en definiciones o dictados hipnóticos. Por ejemplo, "gratis" son las instituciones que operan (y operan) en los países del Mundo Libre; Otros modos de libertad que trascienden son, por definición, el anarquismo, el comunismo o la propaganda. "Socialista" son invasiones de empresas privadas que no son emprendidas por la empresa privada en sí (o por contratos gubernamentales), como un seguro de salud universal e integral, o la protección de la naturaleza de una comercialización demasiado amplia. o el establecimiento de servicios públicos que pueden perjudicar el beneficio privado. Esta lógica totalitaria de hechos consumados tiene su contraparte oriental. Allí, la libertad es la forma de vida instituida por un régimen comunista, y todos los demás modos de libertad que trascienden son capitalistas, o revisionistas, o sectarismos de izquierda. En ambos campos, las ideas no operativas son no conductuales y subversivas. El movimiento del pensamiento se detiene en las barreras que aparecen como los límites de la razón misma. o revisionista, o sectarismo de izquierda. En ambos campos, las ideas no operativas son no conductuales y subversivas. El movimiento del pensamiento se detiene en las barreras que aparecen como los límites de la razón misma. o revisionista, o sectarismo de izquierda. En ambos campos, las ideas no operativas son no conductuales y subversivas. El movimiento del pensamiento se detiene en las barreras que aparecen como los límites de la razón misma.

Tal limitación de pensamiento ciertamente no es nueva. El racionalismo moderno ascendente, en su forma especulativa y empírica, muestra un sorprendente contraste entre el radicalismo crítico extremo en el método científico y filosófico, por un lado, y un quietismo acrítico en la actitud hacia las instituciones sociales establecidas y en funcionamiento. Así, el ego cogitans de Descartes debía dejar intactos los "grandes cuerpos públicos", y Hobbes sostuvo que "el presente siempre debe ser preferido, mantenido y considerado mejor". Kant estuvo de acuerdo con Locke en justificar la revolución si ha logrado organizar todo y evitar la subversión.

Sin embargo, estos conceptos acomodaticios de la razón siempre estuvieron en contradicción con la evidente miseria e injusticia de los "grandes organismos públicos" y la rebelión efectiva, más o menos consciente contra ellos. Existían condiciones sociales que provocaban y permitían una disociación real. del estado de cosas establecido; existía una dimensión privada y política en la que la disociación podía convertirse en una oposición efectiva, probando su fuerza y ​​la validez de sus objetivos.

Con el cierre gradual de esta dimensión por parte de la sociedad, la autolimitación del pensamiento adquiere un significado mayor. La interrelación entre los procesos científico-filosóficos y sociales, entre la razón teórica y la práctica, se afirma "a espaldas" de los científicos y filósofos. La sociedad prohíbe todo tipo de operaciones y comportamientos opositores; en consecuencia, los conceptos relacionados con ellos se vuelven ilusorios o sin sentido. La trascendencia histórica aparece como trascendencia metafísica, no aceptable para la ciencia y el pensamiento científico. El punto de vista operacional y conductual, practicado como un "hábito de pensamiento" en general, se convierte en la visión del universo establecido del discurso y la acción, necesidades y aspiraciones La "astucia de la razón" funciona, como solía hacerlo, en interés de los poderes fácticos. La insistencia en conceptos operacionales y de comportamiento se vuelve contraesfuerzos para liberar el pensamiento y el comportamiento de la realidad dada y de las alternativas suprimidas. La razón teórica y práctica, el conductismo académico y social se encuentran en un terreno común: el de una sociedad avanzada que convierte el progreso científico y técnico en un instrumento de dominación.

"Progreso" no es un término neutral; se mueve hacia fines específicos, y estos fines están definidos por las posibilidades de mejorar la condición humana. La sociedad industrial avanzada se está acercando a la etapa en la que el progreso continuo exigiría la subversión radical de la dirección y organización del progreso predominante. Esta etapa se alcanzaría cuando la producción de material (incluidos los servicios necesarios) se automatice en la medida en que se puedan satisfacer todas las necesidades vitales mientras el tiempo de trabajo necesario se reduce a un tiempo marginal. A partir de este momento, el progreso técnico trascendería el ámbito de la necesidad, donde servía como instrumento de dominación y explotación, lo que limitaba su racionalidad;

Tal estado se visualiza en la noción de Marx de la "abolición del trabajo". El término "pacificación de la existencia" parece más adecuado para designar la alternativa histórica de un mundo que, a través de un conflicto internacional que transforma y suspende las contradicciones dentro de las sociedades establecidas, avanza al borde de una guerra global. "Pacificación de la existencia" significa el desarrollo de la lucha del hombre con el hombre y con la naturaleza, en condiciones donde las necesidades, deseos y aspiraciones en competencia ya no están organizadas por intereses creados en el dominio y la escasez, una organización que perpetúa las formas destructivas de este Dificil.

La lucha de hoy contra esta alternativa histórica encuentra una base de masa firme en la población subyacente, y encuentra su ideología en la rígida orientación del pensamiento y el comportamiento al universo de hechos dado. Validado por los logros de la ciencia y la tecnología, justificado por su creciente productividad, el status quo desafía toda trascendencia. Ante la posibilidad de pacificación por sus logros técnicos e intelectuales, la sociedad industrial madura se cierra contra esta alternativa. El operacionalismo, en teoría y práctica, se convierte en la teoría y la práctica de la contención.Debajo de su dinámica obvia, esta sociedad es un sistema de vida completamente estático: autopropulsado en su productividad opresiva y en su coordinación beneficiosa. La contención del progreso técnico va de la mano con su crecimiento en la dirección establecida. A pesar de las cadenas políticas impuestas por el statu quo, cuanto más parezca la tecnología capaz de crear las condiciones para la pacificación, más se organizarán las mentes y los cuerpos del hombre contra esta alternativa.

Las áreas más avanzadas de la sociedad industrial exhiben a través de estas dos características: una tendencia hacia la consumación de la racionalidad tecnológica, y esfuerzos intensos para contener esta tendencia dentro de las instituciones establecidas. Aquí está la contradicción interna de esta civilización: el elemento irracional en su racionalidad. Es la muestra de sus logros. La sociedad industrial que hace suyas la tecnología y la ciencia está organizada para la dominación cada vez más efectiva del hombre y la naturaleza, para la utilización cada vez más efectiva de sus recursos. Se vuelve irracional cuando el éxito de estos esfuerzos abre nuevas dimensiones de la realización humana. La organización por la paz es diferente de la organización por la guerra; Las instituciones que sirvieron a la lucha por la existencia no pueden servir a la pacificación de la existencia. La vida como fin es cualitativamente diferente de la vida como medio.

Este modo de existencia cualitativamente nuevo nunca puede considerarse como el mero subproducto de los cambios económicos y políticos, como el efecto más o menos espontáneo de las nuevas instituciones que constituyen el requisito previo necesario. El cambio cualitativo también implica un cambio en la base técnica sobre la que descansa esta sociedad, una que sostiene las instituciones económicas y políticas a través de las cuales se estabiliza la "segunda naturaleza" del hombre como objeto agresivo de administración. Las técnicas de industrialización son técnicas políticas; como tal, prejuzgan las posibilidades de la razón y la libertad.

Para estar seguros, el trabajo debe preceder a la reducción del trabajo, y la industrialización debe preceder al desarrollo de las necesidades y satisfacciones humanas. Pero como toda libertad depende de la conquista de la necesidad ajena, la realización de la libertad depende de las técnicas de esta conquista. La productividad más alta del trabajo puede usarse para perpetuar el trabajo, y la industrialización más eficiente puede servir para restringir y manipular las necesidades.

Cuando se alcanza este punto, la dominación, en forma de riqueza y libertad, se extiende a todas las esferas de la existencia pública y privada, integra toda oposición auténtica, absorbe todas las alternativas. La racionalidad tecnológica revela su carácter político, ya que se convierte en el gran vehículo de una mejor dominación, creando un universo verdaderamente totalitario en el que la sociedad y la naturaleza, la mente y el cuerpo se mantienen en un estado de movilización permanente para la defensa de este universo.

(1964)