viernes, 26 de agosto de 2011

Tensión sexual


Tensión sexual

Puede resolverse en una noche o mantenerse años
Marian Benito - 03/08/2011
    Pareja besándose en cocina. Foto: Hearst.



























    La sensibilidad erógena ante la visión de otra persona es un mecanismo psicobiológico previo a cualquier contacto. Está condicionado por la testosterona en ambos sexos, y por otros factores cerebrales-cognitivos y ambientales que despiertan el deseo de consumar. No se considera un instinto. Al compararse con el hambre, la sed y el sueño, estos últimos continúan aun en situaciones extremas, mientras que la tensión sexual desaparece por completo.
    Detectamos tensión
    Manifestaciones físicas que difícilmente la dejarían pasar inadvertida.
    • Aumenta el flujo sanguíneo que hace que se contraigan las venas de la región abdominal, lo que ocasiona una sensación similar a un cosquilleo en el estómago.
    • Es habitual sentir taquicardia, respiración entrecortada y enrojecimiento.
    • En la mujer, la vagina se lubrica y los pezones se ponen firmes.
    • En el hombre, mayor sensibilidad en los testículos y el perineo, y erección del pene, que puede aumentar hasta 3 veces su tamaño.
    • Las pupilas se dilatan. Este es un signo muy evidente y con gran poder de atracción para el sexo opuesto.
    • En general, los cinco sentidos se hipersensibilizan. Por eso, la tensión sexual crece cuando intervienen estímulos olfativos, auditivos, táctiles, gustativos y visuales.
    • El cerebro recibe esta tensión activando el sistema límbico, que es el área que regula tanto el placer como el dolor.
    Si no se resuelve
    Para ellos: La tensión sexual no resuelta acaba desbordándose con erecciones y poluciones nocturnas, o proyectada sobre otras personas.
    Para ellas: Hay momentos álgidos y declives relacionados con su ciclo menstrual. Cuando este finaliza, las hormonas les dan un respiro.
    El suspense prolonga la pasión
    Una investigación en la Universidad Stony Brook de Nueva York ha convertido la tensión sexual en la clave para prolongar la pasión más allá de los veinte años de convivencia, burlando la teoría que mantiene que el proceso neuroquímico del enamoramiento empieza a apagarse a partir del primer año. La idea es establecer en la pareja premisas de relación que alimentan la tensión sexual: cierto riesgo de pérdida, erotismo, seducción permanente y sensualidad cotidiana.
    Tensión de cine
    James Bond y la secretaria de su jefe, la señorita Moneypenny, siempre están tirándose los tejos, pero al final… nada de nada.
    ‘Casablanca’ Tensión sexual en blanco y negro. Humphrey Bogart e Ingrid Bergman perdurarán en la memoria del celuloide como metáfora de la pareja que no pudo ser. El debate está entre el amor y la virtud.
    ‘El secreto de sus ojos’. En la película de Campanella, también hay una historia de tensión sexual no resuelta entre la pareja protagonista. ¿Será este el secreto del Oscar recibido a la mejor película extanjera?
    ‘El baile’, de Edgar Neville. Una mujer casada que no puede consumar su matrimonio porque quiere ser fiel al hombre que ama. Pero tampoco se acuesta con él, porque no quiere engañar a su marido. Al final, huye tras decir a sus enamorados: “Gracias por vuestro amor.”
    ‘Luz de luna’, un ejemplo de serie basada en este concepto. Sus secuelas: Bones, El mentalista, etc. Empatizamos con los protagonistas, pero no tenemos la traba mental que ellos sí tienen al ser compañeros.
    Entrevista a Miguel Angel Cueto
    Director de Cepteco, Centro Psicológico de Terapia de Conducta, y secretario general de la Federación Española de Sociedades de Sexología.
    “A veces, los demás perciben esta tensión más claramente que uno mismo”
    ¿Cuánto deseo hay en la tensión sexual?
    Digamos que el deseo es su expresión corporal. Dos personas que sienten atracción mutua desprenden tensión sexual. Algunos autores la definen como la presencia de un estado de excitación anterior a un interés sexual manifiesto, independientemente de que seamos conscientes de esa atracción. Puede que los demás la perciban más claramente que uno mismo.
    ¿Seducción y tensión son sinónimas?
    La tensión es muy importante en una buena seducción, ya que nos llevaría a elaborar formas de seducción variadas para conseguir el objetivo que se pretenda.

    jueves, 25 de agosto de 2011

    Los adultos mayores aprenden mejor por ensayo y error


    AFP | OTTAWA
    Investigadores canadienses hallaron la primera evidencia de que los cerebros más viejos recuerdan mejor la información si ésta se aprende por ensayo y error.
    Investigadores canadienses hallaron la primera evidencia de que los cerebros más viejos recuerdan mejor la información si ésta se aprende por ensayo y error.
    Investigadores canadienses hallaron la primera evidencia de que los cerebros más viejos recuerdan mejor la información si ésta se aprende por ensayo y error en lugar de forma pasiva, indicó un estudio publicado el miércoles.

    "Aprender de la manera más difícil resultó ser la mejor manera", dijo a la AFP la principal investigadora del estudio, Andree-Ann Cyr.

    El hallazgo fue publicado en la edición online de la revista Psychology and Aging.

    Educadores y médicos de rehabilitación cognitiva se sorprendieron de los resultados, que cuestionan muchos trabajos científicos anteriores que indicaron que cometer errores durante el aprendizaje perjudica el rendimiento de la memoria en adultos mayores, y que el aprendizaje pasivo se adapta mejor a los cerebros más viejos.

    "La literatura científica ha apoyado tradicionalmente el aprendizaje sin errores para los adultos mayores", dijo Cyr.

    "Sin embargo, nuestro estudio ha demostrado que si los adultos mayores están aprendiendo algo muy conceptual, donde pueden hacer una relación significativa entre los errores y la información correcta que se supone que debemos recordar, en esos casos los errores pueden de hecho ser muy beneficiosos para el proceso de aprendizaje".

    En dos pruebas distintas, los científicos del Instituto de Investigación Rotman Baycrest de Toronto compararon los resultados de ejercicios de memoria realizados por 45 adultos veinteañeros con los de 45 adultos mayores con una edad media de 70 años.

    Dos métodos de aprendizaje fueron aplicados. El primero supuso aprendizaje pasivo, en el que a los participantes se les pidió que recordaran una categoría como "flor" y una palabra relacionada, como "rosa".

    Otro método fue el aprendizaje a partir de errores, en el cual se daba la categoría, pero el participante tenía que adivinar la palabra relacionada antes de que eventualmente ésta se les proporcionara.

    La diferencia entre los dos métodos es similar a la distinción entre leer un libro y ver pasivamente una película. "Se requiere más esfuerzo cognitivo cuando uno tiene que procurarse las respuestas", dijo Cyr.

    El cerebro hace asociaciones y vínculos más ricos cuando se codifica la información si se tiene que esforzar para buscar las respuestas, en tanto el aprendizaje pasivo o sin errores es menos exigente para el cerebro, porque la respuesta correcta simplemente le es dada.

    En ambas pruebas, los participantes recordaron mejor el contexto de las palabras clave si las habían aprendido por ensayo y error. Pero esto fue especialmente cierto para los adultos mayores.

    "Los adultos mayores suelen experimentar una disminución de la memoria relacionada con la edad, por lo que consiguen recordar más a partir de aprender a crear recuerdos más ricos que aquellos adultos jóvenes que no están experimentando problemas de memoria", explicó Cyr.

    "Los jóvenes también tienen una ventaja, ya que son muy buenos en la creación de asociaciones de memoria espontánea y hacer sus recuerdos más ricos".

    Los hallazgos podrían tener implicaciones importantes sobre cómo se trasmite información a los adultos mayores en el aula, y para los procedimientos de rehabilitación para retrasar el deterioro cognitivo, procedimientos basados en el conocimiento de cómo entrenar un cerebro envejecido, de acuerdo con Cyr.

    miércoles, 24 de agosto de 2011

    El derecho de los niños a no ser adoctrinados. (por sus padres o el estado)


    Hace tiempo, os hablaba del juicio que hubo en EEUU cuando se quiso introducir el creacionismo en las clases de biología. De alguna manera, aquellas gentes querían imponer qué debía enseñarse a los críos y jóvenes y qué no. Afirmaban, debido a sus creencias, que no era lícito enseñar ciencia en clases de ciencia. Pues bien, dando la vuelta a la tortilla podemos plantearnos si es lícito enseñar creacionismo o cualquier sistema de creencias; aunque no sea en clases de ciencia. Y es que enseñar una serie de creencias dándolas por verdaderas tiene una definición muy diferente: adoctrinamiento. Y de ello hablaremos en nuestra historia de hoy.

    Los adultos solemos tener opiniones sobre diferentes temas y los demás solemos estar de acuerdo o no. Suponemos que el adulto conoce los pros y los contras: que está informado. Además, suponemos que tiene derecho a qué saber y no saber (o querer no saber) sobre el tema en cuestión. ¿Pueden tener los niños opinión? ¿Tienen derecho a saber o dejar de saber algo? ¿Qué es lícito enseñarles y qué no de forma obligatoria? Hay padres que encuentran básico que aprendan religión (en el sentido adoctrinador de la misma) de forma obligatoria y padres que lo encuentran totalmente inadmisible. ¿Es lícito que obliguemos a nuestros hijos a que aprendan nuestras propias creencias y a adoctrinarlos en las mismas? ¿Cuál o cuáles tipo de creencias son admisibles? ¿La religión? ¿La astrología? ¿Y los hijos del vecino? ¿Tienen el derecho o la obligación de ser, o no, adoctrinados de la misma forma que los nuestros?
    Como dice Richard Dawkins:
    (…) por alguna razón, la sociedad acepta que los padres tengan derecho automático de criar a sus hijos con opiniones religiosas particulares y puedan retirarlos, por ejemplo, de las clases de Biología donde se enseña evolución. Sin embargo, todos nos sentiríamos escandalizados si se retirara a los niños de las clases de Historia del Arte que enseñan los méritos de artistas que no son del gusto de los padres.
    Nuestra sociedad; incluyendo al sector no religioso, ha aceptado la idea sin sentido; de que es normal y correcto adoctrinar a minúsculos niños en la religión de sus padres; y cachetear etiquetas religiosas sobre ellos —”niño católico”, “niño protestante”, “niño judío”, “niño musulmán”, etc.— aunque no lo hacen con otras etiquetas comparables: no hay niños conservadores, ni niños liberales, ni niños republicanos, ni niños demócratas. (…) Un niño no es cristiano ni un niño es musulmán, sino un niño de padres cristianos o un niño de padres musulmanes.
    Muchos declaran que hay un derecho a la vida sagrado e inviolable: cada niño por el sólo hecho de nacer tiene derecho a la vida y ningún futuro padre tiene derecho de terminar un embarazo (excepto, quizá, si la vida de la madre se encuentra en peligro). Por otro lado, muchas de estas mismas personas declaran que, una vez nacido, este niño pierde el derecho a no ser adoctrinado, a que no se le lave el cerebro, o a no ser psicológicamente abusado de una u otra manera por sus padres, quienes tienen derecho de criar al niño con la educación que ellos escojan, siempre que no caigan en la tortura física. Divulgamos el valor de la libertad por todo el mundo, aunque no aparentemente entre los niños. Parece ser que ningún niño tiene derecho a ser libre del adoctrinamiento ¿No deberíamos cambiar tal cosa? ¿Permitiríamos que personas ajenas tengan algo que decir al respecto de cómo yo educo a mis hijos?
    Aquí se produce otro tipo de choque: el de los derechos paternales versus los derechos de los hijos. Este asunto dispara respuestas emocionales en lugar de respuestas razonadas. Y podemos afirmar, casi rotundamente, que la genética tiene mucho que ver en ello. Tanto en los mamíferos como en los pájaros que deben cuidar a sus crías, el instinto de proteger a los jóvenes contra cualquier interferencia externa es universal y extremadamente potente; arriesgaríamos nuestras vidas sin dudarlo -sin pensarlo- para repeler amenazas, sean estas reales o imaginadas. Es como un reflejo. En este caso podemos “sentir en nuestros huesos” que los padres sí tienen el derecho de criar a sus hijos del modo conveniente. Nunca hay que cometer el error de inmiscuirse entre una madre oso y su osezno, así como nada debe entrometerse entre los padres y los hijos. Ese es el centro de los “valores familiares”.
    Pero, al mismo tiempo, debemos admitir que los padres no son dueños literalmente de sus hijos, del modo en que los dueños de los esclavos alguna vez poseyeron esclavos. Deben ser, más bien, sus protectores y sus guardianes, y deben rendir cuentas a otros de sus labores de protección, lo cual implica que personas ajenas tienen el derecho a interferir en cómo educamos a nuestros hijos. Así que, ¿en qué quedamos? ¿tienen los demás derecho a intervenir en cómo educamos a nuestros hijos?
    Sigamos. ¿Por qué es tan importante lo que se enseña a los niños? Pues porque condiciona en gran parte el resto de sus vidas. Todo el mundo cita (correcta o incorrectamente) a los jesuitas cuando dicen: “dame a un niño hasta que tenga siete años y yo te mostraré al hombre”, pero nadie, ni los jesuitas ni ningún otro, realmente, sabe cuán resistentes son los niños. Hay muchísimas anécdotas sobre gente joven que tras años de inmersión en la religión dan la espalda a sus tradiciones y se alejan encogiéndose de hombros, con una sonrisa y sin ningún efecto dañino visible.
    Por otro lado, algunos niños criados en tales prisiones ideológicas se convierten por su propia voluntad, como dijo Nicholas Humphrey, en “sus propios carceleros” al prohibirse todo contacto con ideas liberadoras que podrían hacerles cambiar de opinión. Por ejemplo, muchas mujeres musulmanas que crecieron bajo condiciones que muchas mujeres no musulmanas considerarían intolerables, cuando se les brindan oportunidades informadas para abandonar sus velos y muchas otras de sus tradiciones, eligen mantenerlos.
    Hay casos más extremos. Un buen ejemplo de ello lo tenemos en los semang de Malasia. Allá por los años 1950 unos cuantos jóvenes de ellos fueron reclutados por el ejército británico para luchar en las guerrillas comunistas. Los semang son un pueblo pacífico y tolerante; tanto, que en su vocabulario no se contempla ni siquiera la palabra agresión e incluso no se conoce entre ellos el asesinato. Sin embargo, tras su reclutamiento en el ejército, mostraron ser los más sangrientos y despiadados soldados del grupo desarrollando además un pensamiento obsesivo alrededor de la idea de matar.
    Ya Darwin y Fitzroy se dieron cuenta de algo similar con tres indígenas de Tierra del Fuego que FitzRoy había llevado a Inglaterra en el anterior viaje del Beagle. Esos tres hombres, ya en Inglaterra, adoptaron las costumbres y lengua europeas. Cuando volvieron a aquellas tierras, Darwin quedó anonadado de las diferencias entre los fueguinos anglicanizados y las tribus indígenas a las que pertenecían: No me figuraba cuán enorme es la diferencia que separa al hombre salvaje del civilizado; diferencia, en verdad, mayor que la que existe entre el animal salvaje y doméstico. El hecho que se pudiera “domesticar” a personas casi salvajes confirmaba la convicción de que, con independencia de la piel, los seres humanos constituía una única especie. Más tarde, Darwin y FitzRoy quedaron decepcionados al ver que los tres fueguinos anglicanizados volvieron rápidamente a su condición aborigen. Concluyeron que el barniz de la civilización es únicamente efímero.
    Todavía hoy existen tribus como los jarawa que viven aún en la edad de piedra y en un impresionante aislamiento en las lejanas islas de Andamán y Nicobar, en el Océano Índico. Se las han arreglado para mantener a raya incluso a los exploradores y negociadores más intrépidos, defendiendo sus territorios de forma feroz con arcos y flechas. Incluso atacaron con esas armas a un helicóptero. Se sabe poco de estas personas. El gobierno de la India, de la que las islas forman una parte distante, ha prohibido todo contacto sobre ellas. En diciembre 2004, sin embargo, fueron foco de atención por el tsunami.¿Por qué los jarawa son como son? ¿Por qué esos niños se comportan igual que sus padres? Dawkins nos lo explica con un ejemplo personal:
    En cierta ocasión, siendo estudiante de grado, me encontraba conversando con un amigo en la fila para almorzar en la facultad. Mi amigo me miraba divertido y de manera cada vez más burlona, finalmente preguntó: “¿Acabas de estar con Peter Brunet?”. En efecto, había estado con él aunque no podía imaginar cómo lo sabía mi amigo. Peter Brunet era nuestro muy querido tutor y yo había llegado apresuradamente de una hora de tutoría con él. “Es lo que pensaba”, se rió mi amigo. “Hablas como él, tu voz suena exactamente como la de él”. Yo había “heredado”, si bien por un breve tiempo, las entonaciones y los modos de hablar de un admirado profesor, a quien ahora echo mucho de menos.
    Algunos años más tarde, cuando yo mismo me transformé en tutor, le enseñaba a una joven que tenía un hábito poco común. Cuando se le hacía una pregunta que obligaba a pensar en profundidad, giraba y cerraba con fuerza sus ojos, inclinaba la cabeza sobre el pecho y luego se quedaba inmóvil hasta medio minuto antes de levantar la vista, abrir los ojos y responder la pregunta con fluidez e inteligencia. El gesto me pareció divertido y después de la cena ejecuté una imitación para entretener a mis colegas. Entre ellos se encontraba un distinguido filósofo de Oxford. En cuanto vio mi imitación, dijo inmediatamente: “¡Ese es Wittgenstein! ¿Por casualidad el apellido de tu alumna es ****?” Tomado por sorpresa, respondí que sí, que lo era. “Es lo que pensaba”, dijo mi colega. “Tanto su padre como su madre son dedicados seguidores de Wittgenstein”. El gesto había pasado del gran filósofo, a través de uno o ambos padres, a mi alumna. Supongo que, si bien mi imitación posterior fue hecha en broma, debo contarme como la cuarta generación de transmisores del gesto. Y quién sabe de dónde lo había sacado Wittgenstein.
    Es por imitación que el niño aprende su idioma particular antes que cualquier otra lengua. Es la causa de que las personas hablen más como sus padres que como los padres de otra gente. Es la causa de que existan acentos regionales y, en una escala temporal mayor, de que existan idiomas diferentes. Es la causa de que las religiones persistan a lo largo de linajes familiares, en lugar de ser elegidas nuevamente en cada generación.
    Sabemos que es realmente difícil mantener tal aislamiento pero supongamos que fuera posible. ¿Debe mantenerse? ¿Quién tiene derecho a decidir sobre esta cuestión? ¿Quién tiene derecho a decidir si los derechos de los niños de los jarawas están siendo respetados? Ciertamente, los antropólogos no, aun cuando hayan trabajado para proteger a estas personas de cualquier contacto, incluso de ellos mismos, durante décadas. ¿Quiénes son ellos para “proteger” a estos seres humanos? No son propiedad de los antropólogos como si fueran especímenes de laboratorio cuidadosamente agrupados y protegidos de la contaminación, y la idea de que estas islas deban ser tratadas como si fueran un zoológico humano o una reserva es ofensiva. La alternativa, no sé si más ofensiva o no, sería abrir las puertas a los misioneros de todas las religiones que, sin duda, se abalanzarían con entusiasmo a salvar sus almas.
    Quizás deberíamos decir: “que vivan y nos dejen vivir”. ¿O quizás no? En caso de interactuar con ellos ¿deberíamos dejar que siguieran dando esas enseñanzas a sus hijos? Imaginad que un día encontráramos una tribu de caníbales que sacrificaran cada mes a un niño sano en un ritual que pensaran que los santifica y en el creyeran ciegamente. Imaginad que, como los jarawas, quisieran que les dejáramos en paz. ¿Debemos dejarlos?
    Nosotros afirmaríamos que sus tradiciones estarían tan manifiestamente mal informadas que si la dejásemos triunfar sobre las otras consideraciones, ¿acaso no seríamos más culpables que aquel que permite a otra persona beber un cóctel envenenado “por su libre arbitrio” sin dignarse siquiera a advertirle? O, en cualquier caso, aunque es posible que los adultos hayan alcanzado la edad para dar su consenso, ¿sus hijos no están siendo victimizados por la ignorancia de sus padres? ¿Permitiríamos que el hijo del vecino fuera sacrificado bajo semejante engaño? Si al vecino no le permitiérais lo que a aquellas tribus imaginarias, ¿no deberíamos cruzar el océano e intervenir para rescatar a esos niños, sea de la tribu que sean, con las creencias que sean, independientemente de lo doloroso que pudiera ser el choque?
    Pues si pensáis así, tened en cuenta cómo nos ven muchos musulmanes cuando hablan de nuestra sociedad con su alcohol, sus ropas provocativas y las actitudes de descuido hacia la autoridad familiar. Así que si queréis explicar a alguien que tiene algunas tradiciones que debieran desterrar, ojo, porque quizás fuéramos nosotros los que tuviéramos costumbres y tradiciones que deberíamos desterrar.
    Como veis, es un tema que no está resuelto. Ni remotamente. Con ello ya os he dado qué pensar hasta nuestra próxima historia.
    Actualización (10/10/2009): leo a través de meneame los problemas que tuvo una mujer con la custodia de su hijo por la religión Subgenius. Parece que, realmente, unos adoctrinamientos son mejores que otros a vista de los jueces.
    Actualización (11/10/2009): y leo a través también de meneame que Padres católicos acusan a las asociaciones de homosexuales de “adoctrinar” a los menores en los colegios. Y es curioso ver cómo emplean argumentos contra los demás cuando no los esgrimen contra sí mismos.
    Fuentes:“Romper el hechizo. La religión como fenómeno natural”, Daniel Dennet“El científico curioso”, Francisco Mora
    “La desilusión de Dios”, Richard Dawkins

    La apuesta de Pascal


    Blaise Pascal, filósofo y matemático en el siglo XVII, formuló por primera vez el argumento conocido como “la apuesta de Pascal”. A Pascal se le considera el fundador de la probabilidad e hizo otros importantes aportes. La apuesta de Pascal, en términos sencillos, es la siguiente: nadie sabe a ciencia cierta si Dios existe. Tal vez exista, tal vez no. Decidir si creer o no en él, es como hacer una apuesta. Pascal calculó el “valor esperado” de esta apuesta como sigue:

    Si usted opta por creer en Dios y, si sucede que está usted en lo cierto, entonces, su recompensa será infinita: la eterna bienaventuranza en el cielo. Sin embargo, si está usted equivocado, entonces, no habrá perdido usted nada. Por otro lado, si decide usted no creer en Dios y resultase finalmente cierto, entonces, no recibirá usted ninguna recompensa, pero, si resulta que estuvo usted equivocado, entonces,  recibirá un castigo enorme: el sufrimiento eterno en el infierno.

    Este es el principal argumento de la apuesta. Dado que la probabilidad de que Dios exista es desconocida, pero el resultado de la apuesta es infinitamente mejor en el caso de que se opte por creer (aún cuando exista una pequeña probabilidad), resultará, según Pascal, mucho más conveniente creer. De hecho, es la única opción de la apuesta que tiene verdadero sentido.

    Bueno, eso es la apuesta de Pascal, ahora aquí nuestras razones para no estar de acuerdo con ella:

    Razón 1: Incluso si usted acepta la apuesta de Pascal y decide que debería creer, esto no le daría ninguna base segura para escoger la religión correcta. Pascal era católico y obviamente la usó para probar que usted debería ser católico. Esto sólo pone de relieve el problema de diferenciar cuál es la religión correcta. No sabemos si son los judíos, los budistas o los hindúes quienes están en lo correcto. Todas claman tener el único camino a la salvación. Entonces, ¿cómo apostar a la religión correcta para así no caer en los infiernos de las otras?

    Razón 2: Si usted aceptara la apuesta de Pascal como un mecanismo válido y un argumento real para creer o no en las cosas, entonces, usted no tendría más remedio que creer prácticamente en todo. Pero, usted, no creería en duendes mágicos sólo porque alguien le dice que son reales y porque hay una mínima probabilidad de que usted pueda ir a un supuesto infierno si no cree en ellos. Usted sabe que sólo se debe creer en cosas que tengan un mínimo de pruebas científicas claras a favor. La religión no puede proveer ninguna. Desde un punto de vista estrictamente probabilístico, apostar a creer en Dios equivale a apostar a creer en duendes, hadas, marcianos y todo tipo de mitos igual de irrelevantes.

    lunes, 22 de agosto de 2011

    Adictos al amor



    La palabra amor aparece en muchos contextos dentro de nuestra vida cotidiana: existe el amor maternal o paternal, el amor familiar, el romántico, el sexual, el amor más amplio para el prójimo y el amor religioso por Dios, por nombrar sólo algunos. Algunas culturas tienen diez o más palabras de las diferentes formas de amor y de amar, y los poetas y compositores siempre encuentran un mirada especial sobre distintos aspectos de amor para celebrar .
     La ciencia del amor está aún en su infancia. Sin embargo, los científicos están empezando a tener las primeras ideas sobre la naturaleza y el origen del amor. Ahora podemos mirar dentro de los cerebros humanos para ver cambios en los patrones de actividad y los cambios bioquímicos que tienen lugar mientras estamos enamorados. Vamos a explorar las diversas experiencias humanas de amor, la forma de seleccionar a nuestros compañeros sentimentales y... de atraer a los amantes. Como no, también buscaremos las raíces evolutivas del amor.


    Entonces, ¿qué es lo que ocurre exactamente en la montaña rusa de euforia y desesperación que nos provoca el amor?
    En el cerebro, el amor romántico muestra similitudes con "estar un poco loco" o que indicadores que muestran las personas que sufren de trastorno obsesivo-compulsivo. Los estudios demuestran que la primera vez que nos enamoramos, los niveles de serotonina se desploman y los centros de recompensa del cerebro se inundan de dopaminaEl efecto es similar al de una droga altamente adictiva. Crea fuertes vínculos en nuestras mentes entre el placer y el objeto de nuestro deseo.
    La lujuria es impulsada por las hormonas sexuales como la testosterona, que puede descentrarnos más de lo normal. También los niveles de la hormona del estrés, cortisol, y el producto químico similar a la anfetamina feniletilamina, hace que las emociones aumenten cada vez más.
    Otras hormonas como la oxitocina y la vasopresina, nos ayudan a dar el paso adelante y parecen ser cruciales para la formación de relaciones a largo plazo. Las parejas que han estado juntos durante varios años muestran una mayor actividad cerebral asociada a estos productos químicos cuando miran fotografías de su pareja.
    La oxitocina se produce cuando las parejas tienen relaciones sexuales y se tocan, se besan y se dan masajes el uno al otro. Es la hormona que nos hace depositar nuestra confianza, nos ayuda a superar el "miedo social" y resulta indispensable e importante para la unión.
    Los escáneres cerebrales de las personas que están enamoradas coinciden con el viejo adagio "el amor es ciego". Es completamente cierto. Mientras que las áreas de recompensa de dopamina están entusiasmados en el amor, las regiones relacionadas con las emociones negativas y juicio crítico están completamente apagadas.

    Química sexual

    Tomar la decisión correcta al encontrar el amor verdadero es una cuestión importante, ¿cómo hacemos para seleccionar al mejor compañero?.
    Hay muchos factores que se suman para hacernos más deseables a los 'fichajes' potenciales.Están las cosas obvias, como el aspecto físico y la piel en buen estado -que mostrará un sano desarrollo del sistema inmunológico y unos buenos genes. Las mujeres buscan hombres altos con caras masculinas, buenos, con riqueza y estatus alto. Los hombres prefieren las mujeres jóvenes, fértiles, no demasiado altas y con una cintura pequeña.
    Otros factores son menos evidentes. La investigación sugiere que los seres humanos se sienten atraídos por aquellos que se parecen a sí mismos y -un poco desconcertante- por aquellos que se parecen a sus padres.
    El olfato parece ser también importante: las personas se sienten atraídas por el olor de las personas que tienen combinaciones de las moléculas del sistema inmune (MHC) diferentes a sí mismos. Mates con diferentes genes MHC producir descendencia saludable que son más capaces de impedir la enfermedad. Esto es así ya que esto forma una combinación que es la mezcla correcta de genes inmunológicos críticos para la supervivencia de la futura descendencia.
    Pretendientes de algunas especies como las aves o ratones, atraen a sus compañeros con canciones complejas o bailes. Pero la inteligencia y el talento son muy apreciadas por nuestra especie. También el hecho de estar en una relación puede hacernos más atractivo a otros potenciales compañeros.
    Hay otros factores más aleatorios. La atracción de la mujer y las feromonas pueden fluctuar con sus niveles de hormonas y el ciclo menstrual. Como consecuencia de ello, tomar la píldora puede inhibir la capacidad de la mujer a elegir un compañero apropiado.
    En conjunto, muchos de estos factores significa que el camino hacia el amor verdadero puede ser algo impredecible.
    Muchas personas con estilos de vida muy frenéticos, están recurriendo a Internet, sitios web de citas o citas rápidas para ayudar a localizar a un compañero. 

    ¿Qué nos rompe el corazón?

    Por desgracia, no todo es vino y rosas cuando se trata de amor. El éxtasis, la euforia, el júbilo y la alegría, pueden ser acompañados por sentimientos tan negativos como celos, rabia, rechazo y odio.
    El hecho de enamorarse puede haber evolucionado porque la mayoría de personas ha decidido centrar su atención en una persona ideal para ahorrar tiempo y energía. Esto hace además, que mejore sus posibilidades de supervivencia y reproducción. Desafortunadamente, esto también significa que las personas están predispuestas a sufrir terriblemente cuando son abandonada por su pareja.
    La emociones dolorosas se desarrollan cuando los centros de recompensa del cerebro, acostumbrados a un nivel de dopamina alto, no encuentran "su chute" necesario. Paradójicamente cuando llegue un "nuevo objeto de deseo" tenderemos a amar de nuevo con más fuerza. El pánico también se activa de forma similar a la ansiedad por que genera la separación de los mamíferos jóvenes que son abandonados por sus madres.
    Entonces el amor puede convertirse en ira y odio, ya que las regiones asociadas con la recompensa están estrechamente vinculadas a la rabia en el cerebro. Finalmente, cuando los amantes despechados se resignan a su suerte, a menudo entran en períodos prolongados de depresión y desesperación.
    Estas emociones negativas pueden generar algo de obsesión acoso e incluso, en caso de los más psicópatas, en el asesinato de sus seres queridos. En algunas personas, el amor puede evocar algo mucho más siniestro de lo que nuestras sencillas mentes puedan imaginar.
    Las posibilidades de tener una relación de éxito parecen ser difíciles de predecir, pero un estudio sugiere que el divorcio puede estar predeterminado genéticamente. Hay incluso fórmulas matemáticas para predecir las posibilidades de divorcio.

    jueves, 18 de agosto de 2011

    TDSO (Te deseo)

    "Me pones. ¿Te gusto también yo a ti?” Siempre damos por supuesto que nuestras preferencias son correspondidas, que el anhelo por el otro es mutuo y las expectativas similares



    Sin embargo, cuando la relación sexual finaliza se tiene cierto sentimiento frustrante, por no haber encontrado lo que se buscaba. ¿Por qué? ¿Qué esperamos cuando deseamos a alquien? 
    Hace miles de años, cuando los humanos comenzaron a serlo, ocurrió una gran revolución. La más importante de todos los tiempos. Una revolución que cambió profundamente la sexualidad. Fue igualitaria y femenina. La actividad sexual trascendió el umbral de la procreación, y las hembras protohomínidas se independizaron de la época de celo y de sus hormonas. Empezaron a responder eróticamente y, en consecuencia, pasaron a tener una disponibilidad sexual permanente y de origen neurológico, como hasta ese momento le ocurría al macho. Comenzaron también a desear, y “obligaron” a los hombres a ser deseables. La necesidad de contacto y de comunicación física inundó por completo la sexualidad de los monos desnudos.
    Todo ello influyó decisivamente en la esencia de nuestros anhelos sexuales, por un lado, mucho más parecidos entre hombres y mujeres que entre machos y hembras de otros primates, y por otro, más llenos de matices y, en consecuencia, más complicados. Por eso definirlos, describirlos, desmenuzarlos y, en definitiva, comprenderlos, no es tarea fácil para los especialistas.

    Placer en tres dimensiones
    En 1997, Fuertes y López plantearon un modelo explicativo multidimensional del deseo sexual en el que se incluyen tres componentes diferentes: la activación neurohormonal, la disposición cognitiva-emocional (variables psicológicas) y la presencia de estímulos sexuales externos o internos (fantasías sexuales).
    Se requiere la puesta en marcha de las tres dimensiones para que el ser humano tenga la experiencia del deseo sexual. Solo de la interacción entre ellas se puede explicar el desarrollo de este sentimiento. Intentar comprender sus entresijos y motivaciones es complicado, y hay quien, en un intento de simplificación, se limita a explicarlos bajo el paraguas de meras determinaciones genéticas, enzimáticas u hormonales.


    Gen connection

    Pero por encima de ellos, expertos dirigidos por el jefe del departamento de Genética Humana en la Universidad de Jerusalén, Richard Abstein, encontraron una conexión entre el deseo sexual y el gen DRD4, también conocido como el gen receptor de la dopamina D4, responsable de activarlo.







    Los investigadores examinaron el ADN de 148 jóvenes sanos de ambos sexos, todos ellos estudiantes de la Universidad, y compararon los resultados que los diferentes individuos habían arrojado. Según los datos obtenidos, una modificación de este gen tiene un efecto depresor sobre el deseo sexual en algunos sujetos, mientras que en otros produce exactamente el efecto opuesto, el de aumentarlo. Esta última variante se debe a un cambio relativamente reciente producido hace 50.000 años en Homo sapiens. Según Richard Abstein, alrededor del 30% de la población lleva la versión “deseo reforzado”, mientras que en un aproximado 60% se encuentra la versión “depresora”. Por otro lado, científicos del Instituto de Neurobiología (INB) de la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam) realizaron una serie de estudios con el fin de explicar la falta de apetito sexual en algunos roedores. Los investigadores, encabezados por el director del INB, Raúl Gerardo Paredes, observaron que las ratas que no copulan carecen de una enzima llamada aromatasa en una región del cerebro conocida como el área preóptica media (APM). Esta enzima es muy importante para la conducta procreadora. Tras analizar los resultados del estudio, realizado en Juriquilla, en el estado mexicano de Querétaro, y publicados en la revista Journal of Neuroendocrinology, Paredes y su equipo llegaron a una importante conclusión: entre el uno y el dos por ciento de las ratas no posee esta enzima y no muestra ningún deseo sexual. Según afirma Paredes: “Algunos ejemplares pueden incluso pasar su vida sin practicar jamás el coito”.

    Algo especial. La necesidad de comunicarse y de fusionarse con el otro es la causa de que la sexualidad humana sea más compleja que la de otras especies.
    También se han utilizado los andrógenos. Tuve en mi consulta, entrada la década de 1980, a varias mujeres menopáusicas en tratamiento con inyecciones mensuales de estrógenos. Estas inyecciones tenían una pequeña dosis de andrógenos, que a veces producían un ligero hirsutismo (vello en el rostro). El laboratorio las cambió por otras sin andrógenos que yo, a mi vez, receté a mis pacientes. Poco a poco, las mujeres empezaron a quejarse. Querían las primeras, y yo no era capaz de averiguar el porqué. Una de ellas me confesó que antes se sentía más “marchosa”. Y ahí descubrí la razón del misterio. En los hombres, en cambio, los tratamientos están centrados en la testosterona (teniendo cuidado para no sobrepasar ciertos niveles) y en los tratamientos psicológicos. En febrero de este año, la revista Nature presentó el resultado de las investigaciones de Eli Finkel y Paul Eastwick, de la Northwestern University, en Illinois. Estos psicólogos, tras cientos de horas de encuentros tipo speed-dating (citas rápidas), confirmaron que bastan apenas unos minutos para escoger pareja. En contra de lo que se piensa, las decisiones más importantes de la vida se toman en segundos. De ahí que los flechazos y las primeras impresiones influyan poderosamente en el deseo.

    Dos años de intensidad
    Pero, ¿cuánto dura esa atracción? Donatella Marazziti y otros científicos de la Universidad de Pisa, basándose en un estudio sobre cambios hormonales en relaciones estables, demostraron que el deseo sexual dura dos años. Entonces, genes, testosterona y otros mediadores químicos ¿sobre qué deseo actúan? ¿Qué componente dura tan poco? ¿Será la oxitocina el elixir del que poniendo unas gotas todos los días en la bebida de la persona amada asegura su fidelidad? No parece tan simple. Esas parejas que en el recibidor o en un pasillo, contra la pared y rompiendo lencerías, no pueden esperar a caer en el lecho del amor para satisfacer su pasión, seguramente sienten un deseo distinto del de otras que yacen en la cama con música suave, cuerpos entrelazados, besos e intensas miradas cómplices. Las primeras probablemente tienen una fuerte dosis de deseo de descarga de la tensión sexual, y es posible que los andrógenos estén muy presentes en su plasma sanguíneo; pero también hay otros factores que pueden influir en ello. Las segundas, en cambio, tendrán un predominio mayor del deseo de comunicación y de encuentro mutuo; en suma, mucha sed de piel. Y en su plasma, ¿habrá un poco más de oxitocina? Quizá sí, pero como un elemento más. Es, posiblemente, la porción del deseo sexual más evolucionada, la que produce un cemento de unión más estable.
    También está el bienestar que producen los “te quiero”, “me gustas”, “qué interesante eres”. ¡Cuánto nos gusta que nos digan todo esto! ¡Cómo nos pone! Sobre todo a las mujeres, aunque su máxima expresión está en las figuras de Casanova y don Juan Tenorio, dos personajes masculinos obsesionados en coleccionar pasiones. El deseo de ser deseado se suele inhibir, fundamentalmente por desencanto o por una autoestima lesionada. Las imperfecciones de la estética también afectan a esta porción del deseo, y la percepción que uno tiene de sí mismo es el elemento diana de los anhelos del otro.


    Si no sabes si te gusta, huélelo
    El equipo del biólogo suizo Claus Wedekind reclutó a cerca de 100 estudiantes universitarios, la mitad hombres y la otra mitad mujeres, con el fin de realizar un estudio en el que se relacionara olfato y deseo. A los varones se les dio una camiseta de algodón para que durmieran con ella dos noches seguidas. Terminado el experimento, las prendas se guardaron en una caja, para que no se escapara su “buqué”. A las mu­jeres, por su parte, se les pidió que usaran un aerosol para proteger la mucosa nasal. Cada una de ellas, durante los días de ovulación (cuando su sentido del olfato era más agudo), tuvo que evaluar lo agradable y sexy que era el olor de algunas de las ca­misetas. Wedekind y su equipo descubrieron que les resultaba más atrayente el olor de los varones cuyo complejo principal de histocompatibilidad (MHC) era muy distinto del de ellas. No en vano, el MHC es la región más den­sa de genes del genoma de los ma­míferos y su papel es importante para el éxito reproductivo, el sistema inmunitario y la autoinmunidad.

    lunes, 15 de agosto de 2011

    PROYECTO LEY ORGÁNICA DE PROFESIÓN RELIGIOSA Y DE LA ÉTICA LAICA

    http://www.laicismo.org/data/docs/archivo_340.pdf

    ¿Qué ocurre cuando morimos? ¿Existe el más allá?

    Las personas son organismos vivos cuyo metabolismo procesa permanentemente aire, agua y alimentos transformándolos en actividad física, pensamientos o grasas acumuladas. La existencia de un ser vivo depende de la capacidad de sus células de procesar éstos elementos. Somos, por así decirlo, parásitos del medioambiente. Al igual que una ampolleta, que necesita un flujo permanente de corriente eléctrica para irradiar luz, las personas necesitan de un suministro permanente de oxígeno, agua y alimentos necesarios para sus procesos vitales. Si cualquiera de estos elementos dejara de ser suministrado ―superando el umbral de tolerancia del organismo― la persona dejaría de procesar elementos, agotaría sus reservas y luego, simplemente dejaría de funcionar. Esto equivale a cortar el suministro eléctrico o bien a quebrar la bombilla haciendo que ésta pierda el vació interno que le permite operar. Al igual que la luz de una ampolleta, la actividad física, nuestros pensamientos y todas las actividades humanas simplemente se apagan. Lo mismo ocurre si el filamento de la bombilla se cortara producto del desgaste, algo que en los organismos equivale al deterioro producto del envejecimiento.

    Hasta donde científicamente sabemos, cuando morimos no ocurre absolutamente nada. No existe ninguna evidencia empírica seria e irrefutable que respalde la existencia de transmigraciones místicas, vida después de la muerte o paraísos celestiales. Tampoco veo ninguna razón en particular para creer que pueda existir un lugar al que bacterias, árboles, perros y otros organismos con los que compartimos una herencia genética común puedan “trascender”.

    Todas las historias sobre reencarnaciones o supuestos canales con el más allá no pasan la prueba científica, pues sólo ofrecen información de tipo circunstancial, pero ningún detalle verificable; bajo hipnosis, algunas personas suelen informar sobre lugares, episodios y nombres que, en efecto, pueden corresponder a personas del pasado, pero no pueden ofrecer detalles íntimos como tatuajes, trasplantes, cuentas bancarias ú otra información personal intransferible o secreta que permitiría demostrar que se trate realmente del difunto. Famoso es el caso de Houdini quien, obsesionado con demostrar la existencia de la vida después de la muerte, instruyó a un ministro de fe se diera un millonario premio a quién pudiera contactarlo tras su muerte, obteniendo de él una serie de contraseñas. A pesar de que muchos pretendieron haber contactado al difunto Houdini, nadie pudo jamás dar con las contraseñas correctas. De hecho, si contactar a los muertos fuese realmente posible ¿no habría acaso un negocio millonario en la venta y utilización de información privilegiada producto del contacto con el más allá? (claves bancarias, herencias o mapas de tesoros) ¿no vivirían las médium en lujosas mansiones? ¿No debieran los tarotistas llegar en BMW último modelo?

    Desde una perspectiva científica, las esperanzas depositadas en la vida después de la muerte, paraísos, reencarnaciones o trasmigraciones de una supuesta alma inmortal no son más que ilusiones autoservidas que ofrecen un consuelo emocional aceptable para enfrentar de mejor manera la muerte de nuestros seres queridos ―y la nuestra propia. La promesa de un reencuentro con ellos en una vida eterna y feliz es un anhelo tan maravilloso, que sólo muy pocos tienen realmente el coraje de enfrentar este tema con escepticismo y libre de ideas preconcebidas producto de la tradición, la intuición o la propia conveniencia.  

    Sabemos que la conclusión de que no hay nada después de la muerte puede resultar inaceptable, desconcertante e incluso infundir temor en la mayoría de las personas. Pocas personas se detienen a pensar qué ocurriría si el día que mueran todo se acaba y no hay absolutamente nada. Esta inquietante idea supone un golpe bajo a nuestra condición humana saturada de mitos convenientes e ilusiones autoservidas que las religiones teísticas han pregonado como verdades durante siglos. Todo indica que la única vida que tenemos es ésta, así es que mejor disfrútala. Vive cada día como si fuera el último; ama a tus seres queridos aquí y ahora.  No habrá un después…