domingo, 7 de agosto de 2011

Punset debería aprender de Belén Esteban


Los programas de cotilleo tienen un éxito infinitamente mayor, en todo el mundo, que las series divulgativas. Lo mismo sucede en el ámbito de revistas y periódicos. De acuerdo con el OJD, la revista Hola vende, en una semana, más que QuoGeoMuy InteresanteCiencia y Tecnología y National Geographicjuntas en un mes. De hecho, Hola está, junto con el resto de las revistas de cotilleo, entre las revistas femeninas, como ElleMía o Cosmopolitan. Y eso es muy indicativo.
De acuerdo con estudios antropológicos, la competencia entre hembras por los machos se considera sobre todo lingüística, algo en absoluto raro ya que son ellas las que tienen más desarrollada este área del cerebro. El psicólogo de la Universidad de Oxford, Robin Dunbar, ha demostrado que las niñas y las mujeres tienden a excluir de sus conversaciones a las mujeres que consideran rivales. Hablan de ellas, pero no en su presencia. Y esta es la raíz del cotilleo. El cotilleo, asegura Dunbar, nos sirve para intercambiar conocimientos sobre una tercera persona, algo fundamental ya que nos enseña a relacionarnos con alguien que jamás hemos visto.
Las publicaciones de cotilleo se basan, fundamentalmente en tres premisas: quién se acuesta con quién, quién destacó y cómo y, finalmente, quién hizo el ridículo.
Un análisis un poco más profundo nos permite deducir que en realidad están hablando de Darwin:
Quién se acostó con quién: selección sexual
Quién destacó y cómo: evolución
Quién hizo el ridículo: extinción.

Por esta regla también se entiende porqué los programas de debate político o económico no tienen el mismo éxito: estos tratan de quien tiene el poder y quien lo persigue. Lo cual en definitiva también determina quién se acuesta con quién, pero como en términos políticos ya sabemos quién se mezcla con quién, ya no nos interesa.

Increíblemente el público no se da cuenta de este conocimiento antropológico que adquiere porque este tipo de publicaciones y programas de televisión lo hacen muy bien. Pero…¿cuando perdieron los programas de divulgación esta capacidad? Y, más importante aún, ¿la pueden recuperar?
Mi respuesta, o mi apuesta, es que sí. Imaginaos una lucha fraticida entre el sempiterno Eduard Punset y el reconocidísimo Pere Stupinya acerca de lasvirtudes del pan de molde o a un partidario de los transgénicos señalando la desidia de las organizaciones ecologistas que abandonan a su suerte extensas áreas de cultivo improductivas por temor a lo desconocido. O el capricho mercantil de las biotecnológicas de sembrar lo que les salga de la probeta.
Confieso que tengo pesadillas en las cuales la Patiño, completamente informada, defiende los intereses de las farmacéuticas mientras Belén Esteban utiliza esdrújulas para proteger a la OMS… Y siempre me despierto cuando en la publicidad aparece Punset.


Creo que una batalla entre partidarios de la investigación en células madre y fiscales de la monotonía médica puede aportar mucho a la sociedad.
O Greenpeace contra las nucleares. O Greenpeace contra la acuicultura, o contra…ahora que lo pienso, Greenpeace no se acuesta con nadie, lo cual ideológicamente está muy bien, pero quizás debería aprender a autocomplacerse un poco, la vida no es blanca o negra; hay grises también (aunque estos últimos no dejaban que nadie se acueste con nadie…pero ese es otro tema).

Me imagino también un debate entre ciencia y religión. Por dos motivos: 1) la religión (y no me refiero solo al cristianismo) es un condicionante en la mente de mucha gente y sería interesante saber su postura sobre reproducción asistida (algunas nos sorprenderían gratamente), células madre o creación de órganos artificiales.
Y segundo porque, mal que nos pese a algunos cientificistas, la evolución responde al enigma de la religión que se cuestiona la existencia de tanto mal en un mundo creado por un dios bueno y generoso. La respuesta es que las mutaciones genéticas engendran nuevas formas de vida más evolucionadas, pero estos procesos bioquímicos son los mismos que convierten en malignas algunas células: cáncer, por ejemplo. No puede existir lo uno sin lo otro. ¿ Se servirán de esto algunos religiosos para explicar el mal? Y si lo hacen…¿se convierten en darwinistas?

Pero, por el mismo motivo, no creo que deban enfrentarse el racional y ejemplarJavier Armentia y el irracional Enrique de Vicente o el referente de Pepe Cerveracontra el mísitico Iker Jimenez. Hablar de la posibilidad de que las pirámides hayan sido construidas por alienígenas o de las psicofonías de iglesias abandonadas puede ser, como decía Richard Dawkins refiriéndose a los creacionistas que le invitaban a discutir:”algo muy bueno para su curriculum, pero no para el mío”.

La semana pasada proponía pensar por qué es importante hablar de estos temas: básicamente porque es una herramienta fundamental para progresar.. Saber quién se acuesta con quien en ciencia nos permitirá saber quién busca la evolución y cómo.


Fuente: quo.es

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