viernes, 17 de julio de 2020

LA GELIDEZ DEL CAPITALISMO


POR: SOFÍA TUDELA GASTAÑETA - 06/23/2019


EL CAPITALISMO, EN SU COMPETITIVIDAD O EN SU COOPERACIÓN CALCULADA, SE OPONE AL AMOR QUE ES COOPERACIÓN ESPONTÁNEA

La mentalidad capitalista entiende de competencia, no de cooperación. En la competencia tu felicidad y la felicidad del contrincante se oponen, son rivales: uno gana lo que el otro pierde y pierde lo que el otro gana, porque lo que es tuyo inevitablemente no es del otro y lo que es del otro inevitablemente no es tuyo. La exclusión es la norma. La posición a tomar es la defensa, porque el otro es el que establece nuestro límite y lo reduce: es un potencial enemigo. El robo es el mayor delito y cualquier individuo es potencialmente ladrón.

Pero el juego del amor es muy diferente: uno gana lo que el amado gana y pierde lo que el amado pierde, las alegrías y tristezas son compartidas y se viven en una sola carne, o un solo espíritu cohabita en muchos cuerpos. Si tú eres feliz, yo soy feliz; si tú estás triste, yo estoy triste. Así es el amor y la inclusión es su naturaleza. La posición a tomar es la apertura del corazón, del pecho y las manos, porque el otro es parte entrañable de nosotros y extiende nuestros poderes hasta más allá de nuestros límites individuales: es un amigo. La generosidad es la mayor virtud y cualquier criatura goza de la caridad que no fija precios, premedita ni escatima.

Pero me replican que el capitalismo sí es cooperación. Sí, la cooperación que ejemplifican con sus actos es calculada, premeditada y mediata en beneficio propio. Uno sabe para qué, por qué, cómo, cuánto y no cesa de tenerse presente como “yo”. Usufructúa con las cooperaciones. Da porque espera recibir a cambio: la expectativa de recibir y el dar en función del recibir son hitos. Si tú haces esto, entonces yo hago esto: todo está mediado por condiciones. Todo es condicional. El amor no puede crecer sobre un terreno interesado.

El juego del amor difiere: la cooperación es espontánea, inmediata, en coordinación con el resto y en beneficio común. Funciona como un cuerpo unido y sano: todos cuidan de todos y dependen de todos instantáneamente, como los miembros del cuerpo actúan coordinados entre sí. Uno no sabe para qué, por qué, cómo ni cuánto ganará, pero goza en la unión y comprende con el corazón, cesa de tenerse presente como un “yo” radicalmente separado y por lo mismo su vida se intensifica y enriquece. No usufructúa con las cooperaciones, sino que cualquier posible usufructúo no es más que un pretexto para poder cooperar y permanecer unidos. Da sin esperar recibir a cambio otra cosa que lo que da: porque si da felicidad, experimenta felicidad, recibe en el otro la felicidad que él le da, porque él y el otro están unidos en su sentir. El recibir es implícito al dar y no una recompensa ulterior externa al mismo. No hay condiciones, sólo la libertad dada por el amor y la gratuidad, lo que es de forma inmerecida, porque desde el momento en que se habla de mérito, lo merecido se desmerece en razón del interés. El amor es desinteresado. Y no es injusto en sus dádivas, sino muy justo, pero quienes no participan de él no comprenden su naturaleza. En el amor nada está mediado. Como es incondicional, forja un terreno para la completa seguridad y confianza, para cerrar los ojos y dormir en paz sin prever nada.

domingo, 12 de julio de 2020

Las tres raíces del mal, según Emilio Lledó

Edith Sánchez· 
10 julio, 2020

Este artículo ha sido verificado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas al 
10 julio, 2020
Para el filósofo Emilio Lledó, la educación es el máximo bien, porque solo a través de ella se aprende a pensar, a sentir y a ser libre. Una educación instrumental corrompe la mente y lleva a las tres raíces del mal: la ignorancia, el egoísmo y la codicia.
Emilio Lledó es un filósofo español, miembro de la Real Academia Española y excatedrático de las Universidades de Heidelberg y Barcelona, entre otras. Su obra ha traspasado fronteras y cuenta con el valor de haber sido producida por una de las mentes que ha conocido, casi en intimidad, a los grandes pensadores de la historia. En algunas de sus entrevistas se ha referido a las tres raíces del mal, o más bien, de los males contemporáneos.
Lledó es muy crítico de algunos aspectos contemporáneos, como la divinización del dinero, la falta de formación en los líderes y las profundas desigualdades en el mundo. Cuestiona las transformaciones en la educación que vienen desembocando en una transgresión de valores.
Para Emilio Lledó, las tres raíces del mal son la ignorancia, la codicia y el egoísmo. Aunque se trata de vicios que existen desde siempre, en la época actual han cobrado singular importancia y definen buena parte de la conducta individual y social. Veamos lo que piensa al respecto.
Hace unos días escuchaba a un señor en una tertulia de la radio diciendo que lo único en lo que creía era en la ley de los mercados. ¿Qué ley de mercados? Que estas grandes empresas que han estado engañando, confundiendo, robando, a la gente, sean las que tengan que merecernos confianza es una barbaridad”.
-Emilio Lledó-

Hombre con un papel en la frente con una interrogación

1. Emilio Lledó y la ignorancia

Emilio Lledó ha señalado que “El ser humano es lo que la educación hace de él”. En este sentido, la educación no sería instrucción, sino un proceso de formación de la conciencia: un camino hacia la libertad/autonomía de pensamiento.
Lo anterior incluye la educación de la sensibilidad, porque en la verdadera educación no solamente se debe cultivar la racionalidad. A juicio de Emilio Lledó, este es el único camino para salvarse de la manipulación y de la agresividad que sobreviene cuando no hay comprensión.
Piensa que la educación basada y medida en exámenes es deformadora. Lo ve como un sistema inquisitorial que ayuda a los miedos y poco a la inteligencia. La verdadera formación debe estar basada en la libertad; si no es así, se corrompe la mente, con el resto de las corrupciones que vienen detrás, como la económica.
Piensa que buena parte de los políticos actuales solo representan a la ignorancia; un desconocimiento similar al que primaría en su electorado. “Se ponen arriba y lo hunden todo”, indica, comenzando por la educación libre y universal.

2. La codicia, una de las tres raíces del mal

Emilio Lledó piensa que la obsesión por el dinero es la gran desgracia de la sociedad actual. Quienes no se lucran pasan por tontos, porque muchos no pueden desligar el bienestar del dinero, aun cuando son dos realidades que solamente tienen un vínculo frágil. De hecho, se puede ser razonablemente feliz sin mucho dinero.
La auténtica riqueza, personal y social, está en la cultura. Esta es la que permite comprender y vivir principios esenciales como la justicia, el bien, la verdad y la belleza. El dinero, en cambio, vuelve miserables a las personas, desata su codicia, corrompe y degenera. El filósofo dice que esto constituye “la vuelta a la caverna en el sentido más siniestro de la palabra”.
Todos los seres humanos, en cambio, tenemos una necesidad esencial de sabernecesidad de cultura. Solo la educación podría saciar ese deseo y permitirnos la construcción de una conciencia crítica que impida la prevalencia de la corrupción en el poder.
La codicia ha llevado a que actualmente estemos en un mundo que espera mucho de la tecnología y de la economía, pero está lleno de personas desesperanzadas. Las leyes del mercado generan desigualdad y eso es detestable. A la vez, alimentan la codicia, lo cual resulta deplorable.

Manos con mucho dinero

3. El egoísmo

Para Emilio Lledó el mayor de todos los males es la ignorancia, que no es solo intelectual, sino también incluye la sensibilidad. Esto lleva a la tercera de las tres raíces del mal: el egoísmo, ese impulso que lleva a promover o sostener las dictaduras globales o las pequeñas dictaduras personales.
Señala que se ha impuesto una matriz de pensamiento dominada por el pragmatismo, la “practiconería”, le llama. Esto conduce a un utilitarismo burdo que corrompe. Se ve más en las figuras de poder, a quienes califica de “degenerados con todas sus letras”.
Frente al “bienestar”, Lledó opone el “bienser. Este supone un mínimo de decencia y esta última implica la posibilidad de ver y sentir más allá del dominio estrictamente privado y limitado. En la actualidad no es eso lo pregona la educación, que compara, que pone a unos arriba de otros y sobre esa base instaura una conciencia de exclusión en lugar de motivar la solidaridad. Eso es lo que debe cambiar.

sábado, 4 de julio de 2020

El feminismo está volviendo psicópata a la mujer moderna (5 Pasos)

1- La está haciendo bastante egocéntrica y narcisista
Una de las principales características de los psicópatas es su inusual y absurdo narcisismo/egocentrismo. Son gente bastante ensimismada, nunca abren su mente a otras personas si no encuentran un beneficio directo e inmediato en ello. Se sienten por encima del resto y todo gira en torno a sí mismos. Lo que importan son sus deseos, sus caprichos, sus necesidades, etc. Y si no lo consiguen reaccionan de forma infantil como si el mundo les debiera algo.
¿Qué relación tiene esto con muchas de las mujeres modernas?
El grueso de mujeres occidentales tiene un chip que les hace creer merecedoras de todo lo bueno del planeta solo por ser mujeres (“ser mujer lo es todo”, “soy mujer y lo quiero todo”, “porque yo lo valgo”, “sin las mujeres los hombres no son nada”, etc). Lo que importan son sus deseos, sus emociones, sus necesidades de cualquier tipo, etc. Tiene el derecho a comerse al mundo y los demás deben preocuparse por satisfacerlas porque si no se está cometiendo una terrible injusticia, les están molestando la vida ¡les están llevando a la depresión! ¡no se están conectando con sus emociones! ¡las están atacando porque el mundo desprecia a la mujer de forma sistemática!
2- La está volviendo un potencial parásito
El psicópata rara vez es realmente independiente. Por lo general solo usa su astucia para saber manipular al resto y vivir de mentiras, de la compasión o admiración ajena, etc. Es un ser parasitario que a menudo sabe cómo pasar desapercibido.
Algo aterradoramente similar ocurre en países con legislaciones marcadamente feministas. Ya el feminismo de la segunda ola hablaba de un parasitismo femenino por ser el hombre la cabeza absoluta de la familia (palabras de Simone de Beauvoir). Y si en aquel tiempo el culpable era el machismo y el “patriarcado”, ahora el nuevo parasitismo es puramente feminista de tercera ola.
La mujer del primer mundo ya no es parásito directo del esposo, sino del Estado. Si no puede o no quiere esforzarse para ascender a puestos altos en los trabajos, el Estado debe ordenar cuotas de género aunque eso signifique no exigirle los mismos conocimientos y horas de trabajo que a los hombres. Si es una mujer que no supo elegir bien a su pareja y quedó embarazada, el Estado debe asumirlo dándole una pensión. Si siente que su marido no es tan bueno como “ella lo merece”, tiene el derecho a despreciarlo y a dejarlo en la ruina gracias a la legislación.
¿Pero no que el feminismo empoderó a la mujer para hacerla independiente?
La empoderó sin duda alguna, pero no la hizo verdaderamente independiente. Solo le dio la potestad de poder vivir de una forma muy cercana a la parasitaria si se lo propone. Y claro, si vive en un país con buenos fondos para darle esas facilidades. Es por eso que en el tercer mundo el veneno feminista avanza un poco más despacio, porque ahí no hay tanta plata para vivir del cuento.
3- La está volviendo evasiva, inconsecuente, manipuladora y caradura
El caradurismo y la manipulación son los más molestos rasgos del individuo amoral. Los psicópatas son personas con cero sentido de la autocrítica. No creen tener la culpa de sus acciones dañinas e irresponsables. Si les muestras pruebas de su culpabilidad negarán todo, manipularán las cosas o se victimizarán de una forma vil para que otros carguen con los platos rotos.
¿Y qué tiene que ver aquí un gran número de mujeres?
Si una mujer mató a su marido es porque él era un insípido, un maltratador o indiferente con sus emociones. Si le es infiel es por lo mismo, porque era un mal hombre, porque no sabía satisfacerla y debe pagarlo con el divorcio, dejándole sus bienes así ella no haya contribuido en dicho patrimonio, para que pueda meter en la casa al amante mientras él se queda mendigando en la calle.
Si tuvo un embarazo no deseado es solo culpa del hombre machista que le mintió descaradamente y la embarazó, aunque todos los que ven al cretino distingan a leguas que era un vividor, borracho y golpeador, características que ella “no percibió”. Entonces tiene derecho a abortar y el Estado debe pagar la extirpación del feto o pasarle una pensión. Y si luego tiene problemas para conseguir nueva pareja por ser madre soltera, es por culpa de la misoginia y el machismo.
“Casualmente” echarle la culpa a un fantasmagórico machismo patriarcal es el mejor recurso de la mujer feminista cuando no quiere asumir las consecuencias de sus actos irresponsables. Si la despiden es por machismo, no por sembrar discordia. Si no la contratan es por machismo, no porque no estaba apta para el cargo. Si le pagan menos es por machismo y brecha salarial; no porque ella trabaje menos horas o elija carreras menos competitivas, etc.
Nunca es su culpa, siempre los culpables son otros y muchos le defienden, similar al psicópata que tiene sus seguidores manipulados, sus tontos útiles. No le importa que su actitud perjudique a mujeres que sí son víctimas reales.
4- La está convirtiendo en un ente cosificador, sin empatía
El psicópata ve a los demás como meros objetos para conseguir su beneficio. Una vez obtenido se volverá indiferente con la persona que usó o le despreciará y hará daño sin el menor remordimiento. Eso se debe a su principal y más poderoso rasgo: ausencia de empatía.
Un grueso de feministas está desarrollando, en mayor o menor medida, esta terrible característica del psicópata.
¿Dónde se ve tal cosa?
– En la mujer que pasa de relación en relación como si sus parejas de turno fuesen solo objetos de efímero provecho. Se justifican y la justifican con pensamientos de doble filo tales como “tienes que ser libre”, “nunca estés con alguien que no te haga feliz”, “si te cela, es violencia, déjalo”. El problema está en que tienen una idea bastante sesgada y distorsionada de lo que es la felicidad, la libertad y la privacidad. Además carecen de un concepto básico como es el de la reciprocidad. Relacionen esto con el punto 1 del egocentrismo y narcisismo para pillar mejor la idea.
– En la mujer que desprecia durante toda su juventud a los chicos “buenitos”, pero usando sus debilidades sexuales y afectivas para parasitarlos, reduciéndolos a labores como el chico que siempre le presta apuntes en el instituto, el que la lleva en su auto a todas partes, el que escucha callado todas sus frustraciones con los “chicos malos” con los que se acuesta, etc.
– En la mujer que por “error” de una borrachera se acabó acostando con otro borracho. Si al día siguiente lo mira mejor y considera que no era atractivo, entonces lo denuncia por violación. Hay varias situaciones más o menos parecidas. No es casualidad que cada vez más varones tengan miedo de “tirar la caña”.
– En la mujer que ya ha perdido/estropeado el atractivo de su juventud en noches de discoteca, drogas y sexo con averiados. Recién pasados los treinta toma en cuenta a hombres que una década atrás hubiese despreciado sin miramientos, casándose así con el “hombre tranquilo y poco emocionante” que al menos tiene un trabajo bien remunerado para darle la estabilidad que necesita. Obviamente en el fondo no ama a esa persona, solo la ve como el premio consuelo.
– En la frialdad de la mujer a la hora del divorcio (estadísticamente ellas inician el 70% de ellos). Se entiende que si para ella no eres más que un proveedor, no le dolerá dejarte si la lesgislación le permite quitarte todo, pues ya no tiene sentido seguir fingiendo amor. Otra razón por la que cada vez menos hombres desean casarse, pero que convenientemente se les avergüenza como “machistas, inmaduros y misóginos”.
5- Le está haciendo creerse con derecho a la exclusividad e inmunidad
Otra cosa muy propia del psicópata es su idea interior de que solo él puede dañar a los demás para obtener lo que quiere, pero no admite ni por asomo que otros puedan hacerle lo mismo, ya que se ofende y se siente con derecho a dar castigo. Con la mujer empoderada del primer mundo sucede exactamente igual. Veamos:
– Solo ella puede ver tus debilidades para quitarte tiempo y dinero para que escuches sus problemas o la invites a salir. Si tú ves sus debilidades y la usas a tu favor para llevarla a la cama, eres un canalla.
– Solo ella puede ser celosa y husmear tus cosas. Tú no porque estás violando su privacidad.
– Solo ella puede insultarte o pegarte si considera que has hecho algo malo. Si tú lo haces eres un misógino que la está agrediendo por ser mujer y te denunciará.
– Solo ella puede serte infiel o hacerte la liana porque es una mujer libre y tú eres un hombre poco estimulante y desatento. Si a ti se te ocurre hacerle lo mismo eres un desgraciado que no la valora. Ella puede cortarte el miembro y recibir likes en las redes sociales por su acción.
– Solo ella puede clasificarte por tu físico o capacidad económica. Si lo haces tú eres un cosificador y acosador.
– Solo ella puede parasitarte. Si lo haces tú eres un vividor y ella tiene derecho a despreciarte y dejarte en ridículo.
– Solo ella puede hablar de los defectos que presenta el sexo opuesto hoy en día. Si lo haces tú eres un resentido que alberga traumas. Sabrá cómo avergonzarte.
¿Dónde está la igualdad aquí?
Que la maldad, la injusticia y el dolor se reduzcan a un perverso enfoque de género (hombre malo – mujer víctima) es el sueño hecho realidad de la mujer psicópata para desenvolverse en el mundo, y la mejor tentación para que las demás mujeres saquen lo peor de sí mismas.