sábado, 20 de julio de 2019
"El patriarcado no existe", dice la feminista Camille Paglia
En su nuevo libro, la intelectual estadounidense reafirma las críticas al patriarcado y asegura que el feminismo actual representa a mujeres blancas de clase media
Nº1976 - 05 AL 11 DE JULIO DE 2018
Escribe: Elena Risso
Dice que el patriarcado no existe. Que las mujeres del campo son más fuertes que las ejecutivas de las ciudades. Que el capitalismo fue el gran aliado de las mujeres. Que las diferencias salariales no responden a temas de género sino a que las mujeres eligen trabajos menos riesgosos y con una carga horaria inferior. Que muchas denuncias de abusos sexuales son resultado de malos entendidos. Que el feminismo actual es elitista y solo representa a un grupo selecto de mujeres. Que las mujeres fuertes se saben proteger solas.
Se llama Camille Paglia y hace afirmaciones que no cualquiera toleraría. Pero a los 71 años, esta feminista con una postura más que crítica sobre el papel de la mujer de hoy, no se guarda nada. Nació en Nueva York, se define como libertaria, de izquierda, lesbiana —pero no activista LGBT— y feminista. Además, es escritora y profesora de Humanidades de la Universidad de las Artes de Filadelfia.
Para algunas feministas del siglo XXI —de las que proliferan en Twitter y hacen de la sororidad una religión—, lo que pregona Paglia está en las antípodas de su pensamiento. Se la tilda de feminista “incómoda”, y ella arremete contra lo que llama “ultrafeminismo”. Elogia a Madonna, cuestiona a Lena Dunham y no concibe que las mujeres hayan votado a Hillary Clinton solo por cuestiones de género.
Es autora de varios libros vinculados al feminismo. El primero fue Sexual Personae (1990), un polémico texto sobre el impacto del género en la cultura popular, que antes de ser difundido fue rechazado por varias editoriales. Este año se publicó en español Feminismo pasado y presente (Turner Minor), que consiste en una recopilación de las más recientes conferencias y artículos de su autoría. El libro —que no está disponible en Uruguay— tuvo una importante difusión en España, que se suma a las repercusiones en su país, donde es habitual que dicte charlas o publique columnas en medios como The New York Times o la revista Time.
Hoy, el feminismo está en todos lados. O mejor dicho, las que se dicen feministas están en todos lados. Está en Hollywood con iconos consagrados desde hace décadas como Meryl Streep, y también cruzando el charco, con personajes como Calu Rivero. Para aquellas que descubrieron el feminismo con Intrusos —aunque durante años Jorge Rial hizo un culto de los estereotipos femeninos y habló de la intimidad de centenares de mujeres—, o que consideran cool ver a las famosas con un pañuelo verde en la entrega de los Martín Fierro, lo que dice Paglia puede resultar incomprensible. Pero en épocas de excesiva corrección política vale la pena leer sus apreciaciones, ya sea para compartirlas, rechazarlas, o al menos quedarse pensando en ellas.
Hace pocas semanas, en una entrevista publicada en el diario español El Mundo, explicó qué tipo de feminista es. “Soy una feminista igualitaria. Eso es que exijo un trato equitativo para hombres y mujeres en todos los ámbitos. Y si una mujer hace el mismo trabajo que un hombre, le tienen que pagar lo mismo. Sin embargo, ahora las feministas se apoyan en no sé cuántas estadísticas para afirmar que las mujeres en general ganan menos que los hombres. Pero esos gráficos son fácilmente rebatibles. Las mujeres suelen elegir trabajos más flexibles (y, por lo tanto, peor pagados) para poder dedicarse a sus familias. También prefieren los trabajos que son libres, ordenados, seguros. Los que son sucios y peligrosos se los suelen endosar a los hombres, que también suelen estar más presentes en áreas más comerciales. Tienen una vida mucho más desordenada, pero eso, por supuesto, se remunera”, dijo.
HOMBRES HONORABLES
El libro de Paglia comienza con una conferencia que dictó en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) titulada Crisis en las universidades estadounidenses, donde planteó que uno de sus objetivos es “librar al feminismo de las propias feministas”. “Con lo que me identifico es con el feminismo de antes de la guerra, el de Amelia Earhart, el de Katharine Hepburn. (...) En esos tiempos había mujeres que tenían independencia, que tenían confianza en sí mismas, y que eran responsables de sus actos sin culpar a los demás de sus problemas. Me gustaría traer eso de vuelta”, dijo.
Paglia consideró una “calumnia” contra los hombres decir que las mujeres son el primer colectivo que denuncia la violación. “Los hombres honorables no asesinan; los hombres honorables no roban: los hombres honorables no violan”, dijo Paglia. Ella entiende que no se puede ver a todos los hombres como los malos de la película, sino que muchos de ellos “han protegido a las mujeres”, incluso con su vida. “Debemos volver la vista atrás y reconocer lo que los hombres han hecho por las mujeres”, sostuvo.
También cuestionó los argumentos que señalan que el capitalismo es enemigo de las mujeres. “Recuerdo a mi abuela paterna en el porche trasero de la casa de Endicott, restregando la ropa en una tabla de lavar. Tenía nueve hijos. La recuerdo bien. Yo, su nieta, he podido darme el placer de escribir este libro gracias a la revolución tecnológica y al capitalismo moderno, que tan mala fama tiene”, dijo.
Sobre ese punto, Paglia hizo una defensa a Estados Unidos como país asociado al capitalismo más puro y duro. “¡Uf, gracias a Dios que nací en Estados Unidos! (...) En Estados Unidos la mujer es más libre que en ninguna otra parte del mundo. Nunca en la historia han sido tan libres las mujeres como lo son hoy aquí. Y esta actitud de despotricar, de dar la matraca, de criticar el capitalismo, de quejarse de Estados Unidos y de los hombres, todo ese lloriqueo es tremendo, es una conducta infantil, adolescente y es malo para las mujeres”, dijo.
El libro también incluye un capítulo llamado Mujeres del Sur: viejos mitos y fronteras nuevas, que reproduce una conferencia que Paglia dictó en setiembre de 2014 en la Universidad de Mississippi. En esa ocasión, la autora planteó una “tesis” sobre la que ha vuelto a hablar en varias oportunidades: “Las campesinas eran —y son— más fuertes física y mentalmente que la mayoría de las ejecutivas triunfadoras y pudientes que hacen pilates como posesas en sus elegantes gimnasios urbanos”. Ella entiende que esas campesinas —principalmente del Sur— están más acostumbradas a estar a la par de los hombres, inclusive al momento de trabajar, son más tenaces, y saben enfrentarse con situaciones vinculadas a la naturaleza.
En la entrevista publicada en El Mundo, Paglia dijo que en la década de los 60 el feminismo buscaba representar el lenguaje de la clase trabajadora, pero que diez años después se empezó a imponer “una corriente que se centraba en las burguesas de profesiones liberales”, como profesoras o periodistas. “Ese tipo de feminista cree saber qué es lo mejor para las mujeres. Pero lo cierto es que solo están centradas en hacer carrera y no se dan cuenta de lo distintas que son sus vidas de las mujeres de clase trabajadora que dicen representar. Hay una actitud muy elitista en el feminismo. Y las periodistas y las que se llaman intelectuales tienen mucha culpa”, dijo.
NO TAN VIOLACIONES
Uno de los capítulos más polémicos del libro de Paglia es La universidad moderna es incapaz de entender el mal, que reproduce un artículo publicado en la revista Time. En ese texto se refiere a las “campañas exageradas y alarmistas” sobre la “epidemia de agresiones sexuales” en universidades de Estados Unidos. A su modo de ver, la mayoría de los incidentes en centros de estudios que se consideran “agresiones sexuales” no son violaciones sino “melodramas románticos” que surgen de malos entendidos o imprudencias de ambas partes.
“Las universidades deberían ceñirse a lo académico y dejar de vigilar la vida de los alumnos, intrusión autoritaria que raya en el quebramiento de las libertades civiles y que, además, solo logra infantilizar a la juventud”, escribió Paglia.
Para la autora, hay “demasiadas jóvenes de clase media” que piensan que la vida adulta es “una prolongación de sus hogares cómodos y sobreprotegidos”. “El mundo sigue siendo una selva. El precio de la libertad de la que disfrutan las mujeres hoy es su responsabilidad personal en cuanto a vigilancia y autodefensa”, dijo.
En otro artículo publicado en Time, Paglia se refirió a un asunto que a su modo de ver falta en los programas de educación sexual: la fertilidad. “A las jóvenes ambiciosas, que compiten en carreras profesionales pensadas para hombres, se les ocultan datos sobre la disminución de la fertilidad femenina a través de los años”, escribió.
Ella entiende que sobre ese asunto se debe dar información diferenciada a hombres y mujeres. “Es esencial que las niñas reciban consejos sobre cómo planificar su vida a largo plazo. Con demasiada frecuencia, la educación sexual define el embarazo como una patología que se cura con el aborto. Las adolescentes deben plantearse en profundidad cuáles son sus objetivos y metas en la vida. Si pretenden compatibilizar la maternidad con una carrera profesional, deben elegir si quieren tener los hijos pronto o tarde. Cada decisión tiene sus ventajas, inconvenientes y compensaciones”, sostuvo.
Por otra parte, Paglia escribió que la última campaña electoral de Estados Unidos se presentó como “una guerra de géneros” porque enfrentó a Donald Trump con Hillary Clinton. Ella es crítica de esa visión, porque considera en primer lugar que Hillary es una “candidata feminista imperfecta” porque “toda su vida pública ha estado ligada a la carrera de su marido”.
Ademas, sostuvo que las feministas tuvieron “su último momento estelar” cuando salieron en defensa de Clinton en el escándalo con Paula Jones y Monica Lewinsky. “De repente, olvidaron e invirtieron los argumentos sobre acoso sexual”, ironizó Paglia.
“Habiendo votado por él dos veces, me horrorizó cómo había explotado el presidente Clinton a la joven Monica Lewinsky: una serie de encuentros sórdidos y furtivos en oficinas financiadas por los contribuyentes, siempre bajo una enorme disparidad de poder, lo que según las feministas obstaculiza cualquier consentimiento informado. La mentalidad politizada de defender al presidente porque era del Partido Demócrata y las súplicas concretas de varios líderes feministas durante el juicio político a Bill Clinton al borde de la destitución destruyeron su credibilidad y dejaron gravemente tocados varios de los principios del movimiento”, concluyó.
FEMINISMO HOY
Para Paglia, el feminismo sigue vivo pero “atraviesa ciclos de agitación y retirada”. “El feminismo tiene la obligación de protestar y, si es posible, corregir los abusos posibles contra mujeres y niños en los países del Tercer Mundo. Pero el feminismo puede verse de un modo muy diferente en las sociedades más tradicionales o religiosas, donde la maternidad y la familia aún se valoran y donde la mujer con una carrera independiente es menos típica o poco admirada”, dijo.
En su condición de “veterana del feminismo prosexo, que incluye pornografía y prostitución”, Paglia instó a las mujeres jóvenes a “seguir defendiendo el individualismo y el pensamiento grupal”. “¡Ese es el auténtico feminismo!”, sostuvo.
“Tampoco podemos seguir contemplando la vida entera a través de la estrecha lente del género. Si las mujeres esperan un trato igual en la sociedad, deben abandonar el infantilismo de exigir medidas de protección especial. La libertad implica una responsabilidad individual”, concluyó.
“El heteropatriarcado es una estupidez”
“Madonna es una verdadera feminista. Ella expone el puritanismo y la sofocante ideología del feminismo estadounidense, que está atrapado en un modo de lloriqueo adolescente. Madonna les ha enseñado a mujeres jóvenes a ser totalmente femeninas y sexuales, mientras que aún ejercen un control total sobre sus vidas”. (De una columna publicada en The New York Times, 1990).
“Soy absolutamente feminista. La razón de que no simpatizo a otras feministas es porque critico el movimiento, explicando que necesita ser corregido. El feminismo ha traicionado a las mujeres, ha alienado a los hombres y a las mujeres, ha sustituido el diálogo con la corrección política”. (Revista Playboy, mayo de 1995).
“La política feminista es de una ingenuidad total, esto de echarles las culpas de todos los males del universo a los hombres blancos imperialistas es bastante elemental. No hay humor, son todos sermones, y en el feminismo académico o intelectual lo que se ve es una actitud absolutamente dictatorial”.(Diario La Nación, 8 de junio de 2005).
“La idea de que las mujeres tuvieran que votar por Hillary (Clinton), uno de los seres más corruptos de nuestra historia, por el mero hecho de ser mujer, era ridícula”. (Diario El Mundo, 9 de abril de 2018).
“Estoy 100% a favor de la libre elección de las madres (en el caso del aborto) y de todo eso de que mi cuerpo es mío porque ni el Estado ni la Iglesia pueden decir a ninguna mujer lo que tiene que hacer. Sin embargo, respeto los movimientos antiabortistas y me parece atroz que el feminismo los excluya de sus manifestaciones y sus marchas. Es ridículo. Y además, fue nefasto que la segunda ola del feminismo tuviera una visión tan negativa de las mujeres que se quedaban en casa para cuidar a sus hijos. Se las miraba como a unas ciudadanas de segunda y ellas, claro, rechazaron el feminismo” (Diario El Mundo, 9 de abril de 2018).
“Las chicas creen que se pueden vestir como Madonna (en los 80) para ir por una calle oscura en mitad de la noche y que no les va a pasar nada. Y tienen perfecto derecho a creerlo, pero yo les advierto que si lo hacen tienen que estar preparadas para todos los peligros a los que puedan enfrentarse. Entre ellos, los que representan unos pocos hombres que no solo son abusivos sino psicóticos. Pero a los chicos de hoy en día les han enseñado que todo el mundo es bueno y que la única forma en la que te conviertes en malo es mediante la injusticia social” (Diario El Mundo, 9 de abril de 2018).
“(El heteropatriarcado) no existe. Es una estupidez que descalifica cualquier análisis. En Occidente las mujeres no viven en ningún patriarcado” (Diario El Mundo, 9 de abril de 2018).
“En las sociedades agrarias, más familiares, los hombres miraban a las mujeres más como sus iguales porque hacían mucho trabajo físico. En Nueva York las mujeres eran delicadas y llevaban corsé y tomaban el té. Las mujeres trabajadoras tratan más como iguales a sus hombres y les hablan más claro que esas mujeres de clase media y alta que son incapaces de lidiar con su jefe en la oficina. Se debe a que están educadas para comportarse de una forma burguesa, a moderar su voz, a complacer, a ser pasivas. (...) Creo en las mujeres fuertes, que son capaces de crecer y protegerse solas. No en las que corren a refugiarse en las leyes o en un comité”. (Diario El Mundo, 9 de abril de 2018).
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