sábado, 9 de julio de 2016

"El proyecto mestizo es originalmente un proyecto que nace de los indígenas"



El académico esclarece los principales conceptos del pensador ecuatoriano Bolívar Eheverría, quien plantea que el único camino para contrarrestar el capitalismo es resistiendo culturalmente. Redacción Cultura Carlos Rojas es un académico que ha dedicado gran parte de su trabajo a estudiar la obra del filósofo ecuatoriano Bolívar Echeverría, particularmente sobre el ethos barroco y la modernidad capitalista. 

En entrevista con este diario Rojas precisa los planteamientos más controversiales de uno de los pensadores latinoamericanos más importantes de los últimos años.

 ¿De qué forma Bolívar Echeverría usa el barroco para interpelar a la modernidad capitalista? Quizás lo fundamental para Echeverría es mostrar cómo el barroco es una estrategia de resistencia contra el modelo que, normalmente, aceptamos como un lugar común, en el que el mundo indígena y mestizo están separados y son opuestos. Su tesis es que los sectores indígenas, al ser cristianizados, se mimetizan e inventan el mestizaje. El proyecto mestizo es originalmente un proyecto que nace de los indígenas. 

¿En qué consistió ese proyecto? Los indígenas sabían que si no se convertían los mataban; si no asumían el idioma quedaban excluidos de todo; si no trabajaban, construyendo iglesias por ejemplo, no podían expresar su cultura. Los españoles y criollos traían modelos europeos de iglesia, de altar, de estética, pero esos modelos eran apenas dibujos. Y claro, los maestros indígenas pusieron toda su riqueza imaginativa en las construcciones. Entonces uno ve en la iglesias de ahora santos y vírgenes que son indígenas quiteños, o mestizos. Luego ponen todo lo que lo que ven en su entorno: plantas, flores, alimentos. Se mimetizan y crean. 

¿Cómo resistían los indígenas en el plano de la vida diaria? Echeverría dice que esa forma de resistencia no solamente se queda en hechos locales, sino que construye una forma de vida, una manera de existir, que atraviesa todo: la religión, la economía, la política, la cultura. Esa forma de resistencia generalizada a todos los aspectos de la vida la llama ethos barroco. El interés de Echeverría no es debatir el barroco, sino mostrar cómo, por ejemplo, la Virgen de Guadalupe es apropiada completamente por los indígenas, se funde con las diosas mexicanas y expresa la religión de los mexicanos, más allá de Cristo, de Dios, de la Trinidad o de los principios teológicos. Plantean una forma de resistir, ¿pero no de destruir el sistema? Bolívar Echeverría dice que en este momento -fines del siglo XX, principios del XXI- la condición trágica de la humanidad es que el capitalismo, el sistema no da más. Señala que el capitalismo no resuelve los problemas de la humanidad, pero también que no puede plantear una propuesta política a ese sistema porque no hay ninguna alternativa política. También dice que no puede proponer una revolución porque las revoluciones fracasaron. Así que lo único que plantea es resistir culturalmente. Ese es el gesto de Echeverría, del ethos barroco: resistir en la ética, en la cultura, en el arte porque políticamente no vas a encontrar una respuesta. Eso lo dice explícitamente, no es una interpretación mía. 

¿Ni en el futuro encuentra una salida política para enfrentar al capitalismo? Lo que dice es que, en este momento, en la humanidad, no hay ninguna formulación de una política alternativa. El capitalismo mostró que no es una solución, las promesas del socialismo se vinieron abajo con toda la dictadura estalinista y luego con la caída del muro de Berlín. Seguimos en ese desgaste progresivo del capital sin encontrar una salida. Echeverría dice ‘yo no puedo hacer una utopía, pero sí puedo ser un anticapitalista radical’. Eso lo reivindica todo el tiempo. Dice que si no hay salida política al menos hay que resisitir culturalmente. 

¿De qué manera se puede resistir en la contemporaneidad? Para Echeverría no hay una especie de receta general. Lo que dice es que hay que encontrar, en cada situación, un modo de resistir. Por ejemplo, él señala que si hay una cultura hegemónica, opresiva, a lo mejor hay que hacer una parodia de ella. Quizás el gesto fundamental de Echeverría es un gesto irónico. A través del gesto paródico podemos mostrar los límites de la cultura, sus fallas. De ese tipo de gestos, 

¿cuál cree que han sido los más efectivos? Uno puede encontrar en el mundo actual muchos gestos paródicos, sobre todo en el arte contemporáneo. Por ejemplo, está Wifredo Lam, el pintor cubano que realiza su propia versión del surrealismo para criticarlo. Uno de los artistas más paródicos puede ser Luis Buñuel y su manera de criticar a la sociedad burguesa en películas como El discreto encanto de la burguesía o El Ángel Exterminado. También hay esos gestos en el filme Hombre mirando al sur, en el que la gente que está dentro del manicomio es la que realmente puede ver el mundo y te plantea que solo desde el sur podemos articular una mirada. Y más allá del arte y la cultura,

 ¿cómo se expresaría el gesto paródico, crítico en la cotidianidad? Echeverría trabaja muy a fondo en cómo evitar el blanqueamiento, es decir, en cómo esquivar la mirada racista, ya seas blanco, mestizo o negro. Los negros también pueden ser racistas, se pueden blanquear. A Echeverría le preocupa cómo cuidar el fascista que todos tenemos dentro, cómo evitar que en la vida diaria, con cualquier gesto, en la broma más tonta, más banal, nos blanquiemos. Plantea huir de la blanquitud y recuperar los valores de la negritud. No solo los negros deben promover su cultura, sino todos deberíamos tener una mirada estructurante de la realidad. Solamente siendo el otro tú puedes imaginar como él se ve por sí mismo. Y en cuanto a la economía, 

¿cuál es su propuesta para interpelar el sistema? Él dice que para ser anticapitalista uno tiene que escapar de la ley del valor de cambio y regresar al valor de uso. El valor de uso sería la forma en cómo los primeros seres humanos se apropiaron de la realidad y la transformaron en algo útil para satisfacer necesidades. El tema sería cómo escapas del mercado capitalista, de la plusvalía capitalista, del intercambio monetario, de la acumulación y construyes una economía en torno al valor de uso. Él no dice cómo, no es economista. Solo señala que hay que construir el ethos barroco que se debe centrar en el valor de uso. En una charla usted planteaba que si bien no hay cómo destruir el sistema, al menos hay cómo dejar inoperativo el poder,

 ¿de qué manera? Yo retomo algunos planteamientos de Agamben, que es un filósofo italiano que está de moda. Entonces lo que digo es que la resistencia que plantea Echeverría se puede expresar en términos de los planteamientos de Agamben de la inoperatividad. Ellos dicen que como el capitalismo sigue dominando y no hay una salida ahora, entonces el planteamiento es que hay que evitar que el poder opere en cada situación que vivimos. Por ejemplo, tú puedes contrarrestar la cultura oficial y hacer, no sé, un teatro alternativo. Desgraciadamente en nuestro país no hay eso, más bien hacemos una especie de teatro comercial, cómico, inofensivo, que no paraliza la máquina de poder, la deja intocada. El teatro se ha convertido en una escapatoria para reír un momento sin ninguna posibilidad crítica. (I)

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