Ir por la vida creyendo una mentira es algo malo en sí mismo. Normalmente, las personas creyentes, no sólo se limitan a declararlo y luego continúan con su vida, así sin más. La mayoría de ellos pasa parte importante de su tiempo en misa y entrega importantes sumas de dinero en su credo. Esto hace posible, por ejemplo, la construcción de iglesias por todo el mundo. En algunos caso, los montos ascienden hasta un décimo de sus ingresos durante toda sus vidas. Claramente, esto es gran desperdicio de tiempo y dinero si el objeto de culto no existe, sin mencionar la persecución, abusos, conflictos armados y otros hechos sangrientos a través de los siglos instigados en el nombre de las religiones y sus dioses.
En la era moderna, tenemos la habilidad de mirar lejos en nuestro pasado y comparar esas ideas con lo que entendemos hoy. Muchas prácticas que existieron en el pasado ya no existen debido a los entendimientos que han surgido producto del sólido avance de la ciencia. Por ejemplo, las primeras religiones generalmente sacrificaban animales con ciertos propósitos. Esto raramente sucede hoy, dado que la relevancia de tal acto ha sido probada inútil en su efecto deseado. Del mismo modo, la gente raramente realiza danzas de la lluvia para influenciar el clima. Hoy entendemos como son creados los patrones del clima, y que las prácticas rituales no tienen efectos comprobables. Similarmente, la idea de rezarle a un dios por un requerimiento en particular, también ha sido estadísticamente probado tiene cero efecto en un resultado, sin mencionar que la evidencia que podría respaldar a un creador personificado no existe en ninguna manera científica, sino que es derivado de la especulación y tradición literaria histórica antigua.
En nuestro mundo actual ya no es necesario andar por la vida con la actitud nada científica de creer sin pruebas. Mientras la física científica y la tecnología silenciosamente dirigen la mayor parte de la acción, una mayoría de personas alrededor del globo continúan dirigiendo su vida basados en la superstición de la religión y otro mitos, leyendo horóscopos, consultando tarotístas, clérigos, profetas, videntes o filósofos para dirigir sus vidas. Incluso muchos líderes mundiales, responsables del destino de millones, consultan regularmente psíquicos, médiums, astrólogos y toda clase de charlatanes para guiarlos en sus decisiones.
Toda religión no es más que una superstición basada en el mito que no pasa la prueba científica. Todas las concepciones teístas del mundo; Islam, Cristianismo, Judaísmo, Hinduísmo y todas las demás religiones, reclaman que sus propias y cerradas nociones estáticas del mundo son las definitivas e intentan perpetuarlas, cuando, en realidad, no son más que expresiones alegóricas derivadas de la tradición, la mayoría de las cuales son simplemente absurdas en nuestro universo en permanente evolución.
Fuente: El ingenierillo (internet)
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