ENTREVISTA / RANDALL WRAY / ECONOMISTA Y PROFESOR DE BARD COLLEGE EN NUEVA YORK "El Estado debe garantizar el empleo a todos los ciudadanos" Foto: Internet Para el especialista, con políticas nacionales se debe planificar y definir los sectores económicos y sociales que necesiten más o menos mano de obra. Redacción Economía El economista Randall Wray concedió una entrevista al medio de comunicación Contexto y Acción (CTXT) sobre política monetaria. Wray es una de las figuras destacadas del movimiento de la teoría monetaria moderna, o modern money theory, que rompe con el análisis ortodoxo sobre la creación del dinero y propone políticas para el pleno empleo. Wray trabaja como docente en el Instituto Levy, un reconocido centro de economistas neokeynesianos en el campus de Bard College, situado dos horas al norte de Manhattan, el valle del río Hudson. El investigador estadounidense repasa los elementos clave de la teoría monetaria moderna, critica la renta básica, la unión monetaria europea y su propuesta se resume a que el Estado garantice el empleo de todos los ciudadanos. Dada su importancia, Diario EL TELÉGRAFO reproduce la entrevista del medio de comunicación europeo creado en 2015. ¿En qué consiste, brevemente, la teoría monetaria moderna? La modern money theory parte del reconocimiento de que un gobierno soberano en realidad no es como una familia o una empresa. A menudo, oímos a políticos, e incluso economistas, decir que si alguien gestionase el dinero de su familia como el gobierno gestiona los presupuestos del Estado, terminaría en bancarrota. Por supuesto, eso es cierto, pero la analogía es completamente falsa porque implica que un Estado, como una familia, puede quebrar si gasta continuamente más de lo que ingresa. Desde ese punto de partida, analizamos el porqué de la diferencia y sus consecuencias. La principal diferencia es que los Estados emiten su propia moneda, mientras que si una familia emite, por ejemplo, dólares estadounidenses, los está falsificando, y sus miembros irán a la cárcel. ¿Qué consecuencias políticas tiene esa teoría, que va en contra del análisis económico ortodoxo? En el momento más severo de la crisis, el Congreso de los Estados Unidos aprobó un estímulo fiscal de $ 800.000 millones en dos años. Esto amortiguó el declive económico, pero el país no se recuperó. El presidente Obama dijo, una y otra vez: “Nos gustaría hacer más, pero el Estado no tiene más dinero”. Eso es falso, lo supiera Obama o no. Si la opinión pública lo entendiera así, habría exigido al gobierno que hiciera más. Por fin, desde hace unos meses, estamos creando empleo a un ritmo razonable, en torno a 200.000 puestos de trabajo cada mes. Pero no teníamos por qué haber pasado por un periodo tan largo de crecimiento escaso, sin apenas creación de empleo. Hemos perdido cientos de miles de millones de actividad productiva que no recuperaremos nunca. Las empresas no contrataban porque no vendían lo suficiente. Si el gobierno hubiera hecho más, si hubiera creado más demanda para la actividad productiva o incluso creado puestos de trabajo, nos habríamos recuperado mucho antes. Habla de “hacer más” y de crear demanda y empleo, pero, ¿de qué manera? Hay medidas convencionales como la inversión en infraestructura. No creo que nadie esté en desacuerdo con que necesitamos invertir mucho más en ese frente. Nuestros puentes se desmoronan, toda nuestra infraestructura se cae a pedazos. Y cualquiera que haya ido a China y haya visto los trenes de alta velocidad y la nueva infraestructura que tienen allí sabe que no es solo cuestión de reparar lo que ya tenemos. Nos estamos quedando rezagados. En cuanto a las estrategias menos convencionales, recuperaría el programa de creación de empleo del New Deal de los años 30. El Estado contrataría directamente a los desempleados, que se encargarían de actividades en beneficio de la comunidad y el interés público, o proveería los salarios para que otros, bien sean ayuntamientos, organizaciones sociales u ONG, contraten. Esto aportaría a los desempleados trabajo, experiencia y cualificación. En Estados Unidos, tenemos un problema no ya por el desempleo, que sigue siendo demasiado alto, incluso en torno al 5% actual, sino también por un grupo enorme de la población, tres o cuatro veces el número de desempleados, que ha dejado de buscar trabajo o se ve obligado a trabajar a tiempo parcial. Se entiende que la gente que reciba esos sueldos financiados por el Estado tendrá que estar trabajando. ¿Por qué prefiere esa solución a una renta básica, independiente de la situación laboral de cada ciudadano? La renta básica no aporta todo lo que aporta un trabajo. Un empleo beneficia a la comunidad, por lo que es mucho más popular desde el punto de vista político. Además, estamos hablando de producir en el interés general, para resolver las necesidades ciudadanas.
¿Propone entonces que el Estado dirija esos recursos adonde estime más necesario para la sociedad en su conjunto? Sí. El Estado tendría que planificar qué tipo de empleos incentiva o paga. Diría: “Necesitamos reparar estos puentes”, o, “Necesitamos más supervisión en los parques infantiles”, o, más bien, “Necesitamos servicios de limpieza medioambiental”. El Estado haría una labor de planificación y contrataría a los trabajadores para esas actividades. O, si decide ceder la iniciativa a organizaciones de servicios comunitarios, haría falta un proceso de aprobación y evaluación. ¿Existen las crisis de deuda soberana? ¿Son posibles? ¿En Japón? No. ¿En EEUU? No. ¿Reino Unido? ¿Turquía? Tampoco. ¿Qué tienen en común? Todos ellos emiten su propia moneda. ¿Qué pasa si uno abandona su moneda y adopta la de otro? Puede haber un problema de deuda, porque ya no tienes moneda propia. Hay países que ‘dolarizan’ su economía. Lo hizo Ecuador. Argentina tenía un régimen de convertibilidad en los años 90. Puede resultar muy problemático, porque la única manera de conseguir dólares, si no se puede exportar suficiente, es pedirlos prestados. Si se piden prestados, hay que devolverlos con intereses, y si no se consiguen más dólares, puede haber consecuencias desastrosas, incluido el impago de la deuda. ¿Cuál es el problema de Europa? Grecia o Italia tenían moneda propia. ¿Podía agotárseles? No. ¿Qué hicieron? Renunciaron a su propia moneda. Adoptaron el euro, que es una moneda extranjera. Ahora están en una situación para la que no hay solución de mercado. Grecia, Italia, España no se recuperarán nunca. ¿Y si salieran del euro? Bueno. Tendrían que salirse del euro, o habría que reformar todo el sistema. Una cosa o la otra terminará sucediendo. ¿No está el resto de países subordinado a EE.UU.? La medida en que se subordinan responde a decisiones políticas. Hay países que deciden tener un tipo de cambio fijo. Si quieres hacer eso, necesitas exportar, ¿y qué necesitas para exportar? Salarios bajos. Una demanda agregada baja. Mantener a tu población lo suficientemente pobre como para importar. Lo hacen voluntariamente. No tienen por qué hacerlo. (I)
LOS NEGOCIOS DEL CANDIDATO DE LA DERECHA DE ECUADOR
El dueño del Banco de Guayaquil intentó emprolijar su patrimonio para no sufrir sobresaltos con su "Alianza por el Cambio". Sin embargo, el hombre que aspira a convertirse en presidente el próximo 2 de abril dejó huellas en los paraísos fiscales de Panamá, Caimán y Delaware con 49 empresas offshore con nombres de fantasía que ocultan su identidad y la de familiares.
Desde Quito, Ecuador
En poco más de dos semanas, el 2 de abril, Ecuador define al sucesor de Rafael Correa, la derecha logró catapultar a la segunda vuelta con Lenin Moreno al banquero Guillermo Lasso. El financista intentó en los últimos años emprolijar sus negocios para disputar en la arena política. Sin embargo, la magnitud de empresas offshore y las artimanias de enriquecimiento afloran y lo podrían imputar por evasión tributaria. Esta periodista accedió a información que muestra que Lasso está asociado a 49 empresas en paraísos fiscales y en sólo un año, entre 1999 y 2000, su fortuna pasó de 1 millón declarados a 31 millones de dólares gracias a la especulación con los bonos emitidos tras el feriado bancario, el equivalente al corralito argentino.
A los 22 años, Lasso recibió de manos de su cuñado Danilo Carrera, un banco de regalo que luego se transformó en el Banco de Guayaquil.En 2012, por primera vez se candidateó a la presidencia y perdió frente a Correa por 57 a 23 por ciento. Un par de años antes de esa derrota, Lasso se preparó “limpiando” su entramado económico en paraísos fiscales.
En marzo de 2011, el Banco de Guayaquil estaba conformado por la Corporación Multi BG S.A. A su vez, el principal accionista de Multi BG es Andean Investment Ltd., una empresa radicada en las Islas Caimán. El reporte oficial de la superintendencia de Bancos de Panamá, al que tuvo acceso esta periodista, afirma que el principal accionista del Banco de Guayaquil a través de la Corporación Multi BG es Andean Investment de Caimán. De esta manera Lasso conformaba tempranamente su fortuna, con capital oculto en paraísos fiscales y testaferrismo empresarial.
Otro inversionista en el Banco de Guayaquil es Inversiones Latina Inverlat S.A., de Panamá, otro paraíso fiscal. Inverlat, según se pudo averiguar aún con las dificultades de acceso a la información en los paraísos fiscales, le pertenece en los papeles a dos altos ejecutivos del Banco de Guayaquil: Angelo Caputti y Julio Macklif (ver recuadro)
El "buitre" interno
En 2002, según la superintendencia de compañías de Ecuador, Andean Investment integra el listado de accionistas de la Corporación Multi BG, con un aumento de capital de 31 millones de dólares. En 1999 tenía solo un millón. Vale recordar que estas empresas conforman el Banco de Guayaquil y Lasso es el accionista mayoritario.
¿Por qué creció de esta manera Andean Investment?
Entre 1999 y 2002 Ecuador vivió la crisis financiera más importante en décadas. El 8 de marzo de 1999 se declaró un feriado bancario de 24 horas que terminó durando cinco días. Todas las operaciones financieras estaban suspendidas. Mientras tanto, el presidente en ese entonces, Jamil Mahuad, decretó un congelamiento de depósitos por un año. Aún así los bancos “quebraron”. Cuando le congelaron la plata a los ahorristas, la gente no pudo ir al cajero a retirar su dinero. Los bancos emitieron entonces unos certificados de depósito (CDR), comprobantes de que la persona tenía una cantidad determinada de dinero en su cuenta pero no los podía retirar. Los banqueros empezaron a especular con esa desgracia social y los bancos recompraron los certificados a un 40 o 50 por ciento de su valor. Beneficiario de esa usura, Lasso fue un buitre interno contra los mismos ecuatorianos a los que ahora les pide el voto.
Pero lo que termina de cerrar el círculo de “buitre interno” y demuestra además la corrupción entre el poder financiero y el poder político neoliberal es que luego fue el propio Estado (en la presidencia de Mahuad) el que hizo el “salvataje” bancario y le recompró a la banca estos certificados de depósito al 100 por ciento de su valor quebrando así la banca pública.
En esos años, Guillermo Lasso era el accionista con el 58 por ciento de Andean Investment, la empresa que fue creciendo gracias a la usura en la compra de los certificados de depósito a los ecuatorianos que fueron víctimas de esas políticas neoliberales.
Fideicomisos a mis hijos
En 2011 Lasso presentó su libro “Cartas a mis hijos”. Una de las reseñas contiene el siguiente párrafo: “En algún momento, Guillermo Lasso levantó su mirada de los números y comenzó a ver al Ecuador de hoy. Seguramente sus ojos empezaron a observar lo que pasaba en los rincones de su país durante las giras por los Bancos del Barrio. Y empezó a escuchar, tocar y sentir esas realidades, a veces duras, muy duras, otras esperanzadoras”.
Quienes conocen a este hombre que maneja o controla alrededor de cuatro mil millones de dólares, el equivalente a 4 puntos del PBI ecuatoriano según datos del balance del Banco de Guayaquil; saben que constituyó un entramado de fuga de divisas para él y para parte del empresariado local; que tiene a su nombre o a nombre de sus allegados decenas de empresas offshore en paraísos fiscales como Panamá o Delaware; que se enriqueció y benefició con la crisis del feriado bancario que obligó a emigrar del país a dos millones de ecuatorianos. Quienes conocen su verdadera historia, jamás dirían que Lasso está cerca de los dolores y esperanzas del pueblo de Ecuador.
En un efecto de marketing de esta campaña presidencial donde quedó segundo frente a Lenin Moreno, el candidato del oficialismo; se lo ve a Lasso en la calle en distintas situaciones: en una feria tiene que agarrar un pollo con las manos. En un festival tiene que probar un guiso típico. El candidato no puede ocultar para las cámaras de televisión que todo lo registran, la cara de asco que le producen esas situaciones callejeras, el contacto con el pueblo.
Pero justamente en 2011, cuando él ya sabía que iba a ser candidato, se empezó a preparar ¿Qué es lo que hace? Liquida la empresa Andean Investment en Caimán y transfiere la operación resultante de esa liquidación en una serie de seis fideicomisos a nombre suyo, de su hermana y de sus hijos.
Lo sorprendente es que luego, apenas dos meses después de haber hecho la liquidación de la compañía de Caimán y transferido a los fideicomisos locales, tal vez se da cuenta de que no le conviene tener esas acciones en fideicomisos ecuatorianos y decide nuevamente transferir las acciones a empresas en Delaware. O sea, venden los fideicomisos que eran ecuatorianos a empresas offshore en Delaware. Cada uno de estos fideicomisos crea una empresa.
Esta periodista tuvo acceso a esta revelación y por ejemplo Positano LLC, empresa offshore es Guillermo Lasso y tras otros nombres ocurrentes como “Montpellier” o “Berlín” se ocultan identidades de hermanos y herederos.En 2013, luego de la derrota frente a Rafael Correa, el grupo económico que lidera Lasso, devolvió las acciones de Delaware y las llevó de regreso a Ecuador. La hipótesis es que armaron el entramado en Delaware para esconder que eran los titulares de las acciones del Banco de Guayaquil y mantenerlas en el exterior durante la campaña política. Actualmente están de vuelta en fideicomisos locales.
Lasso= offshore
En esta investigación se tuvo acceso a toda la red de las empresas offshore de Guillermo Lasso y sus allegados. Cabe aclarar que esta metodología no es reciente, es una práctica histórica de fuga de capitales que se remonta al año 1978 con la constitución en Panamá de la empresa Saranac S.A. a nombre de Guillermo Lasso, María Eugenia Lasso de Carrera (su hermana) y Danilo Carrera (su cuñado).
Más allá de los reproches éticos y legales sobre la constitución de empresas offshore, Lasso podría ser pasible del delito de evasión tributaria de la “inversión extranjera directa”. En la legislación ecuatoriana, las utilidades de empresas extranjeras no tributan para salir al exterior. Es un aliciente impositivo para atraer inversiones.
Lo que esta metodología de fideicomisos y empresas en paraísos fiscales que van y vienen está demostrando es que salen del país utilidades que vuelven a entrar como inversiones extranjeras “lavando impuestos”.
Declaran como inversión extranjera algo que en realidad no lo es. El Banco de Guayaquil no paga el impuesto de salida de divisas porque lo hacen figurar como si fuera dinero extranjero con fideicomisos que se vuelven off shore y los regresan una y otra vez.
Hay una frase común y corriente en el país: “Los ecuatorianos y las ecuatorianas lo que más quieren es al dólar”. Lo peor para Ecuador es sacar divisas del país
La telaraña
Sobre la fenomenal red de empresas offshore que maneja Guillermo Lasso, él podría argumentar que los nombres de toda su familia y el suyo propio aparecen en las compañías identificadas.
Ese argumento es válido hasta la constitución de las empresas donde los signatarios que la ley exige para la constitución de offshore dejan de ser la familia Lasso y aparecen otras personas. Entre ellas Angelo Luis Caputi Oyague (Presidente ejecutivo del Banco de Guayaquil entre 2012 y 2015, Director Tesorero y presidente de la off-shore Soluciones Caramisu Inc. y vinculado a las empresas off-shore de la familia Lasso, Latin America Broker Group e Inversiones Latina Inverlat), Julio Antonio Mackliff Elizalde (Vicepresidente del Banco de Guayaquil). Se presume que Mackliff es el operador de Guillermo Lasso respecto a la constitución de empresas offshore en Panamá. Sus movimientos migratorios señalan que ha realizado unos 50 viajes a Panamá desde 2017, con mayor énfasis entre 2013 y 2016, período en el que se conoce que Lasso transfirió sus capitales a sus hijos, principalmente a efectos de no tener patrimonio económico a su nombre.
El historiador Rutger Bregman (Westerschouwen, Holanda, 1988) irrumpió en el debate ideológico de su país hace ya tres años con la publicación de su ensayo Utopía para realistas. El texto se divulgó primero en Internet, en la web The correspondent. La industria editorial se sumó más tarde al fenómeno, que llega ahora a España de la mano de Salamandra. Colaborador en medios como The Washington Post o The Guardian, Bregman cree viable sacudir el capitalismo con propuestas como la renta básica universal, reducir las jornadas laborales a 15 horas semanales o abrir fronteras para acabar con la desigualdad.
Pregunta. En el sur de Europa el debate ahora se centra en cómo seguir financiando el Estado del bienestar. ¿Ve viable añadir al sistema una renta básica universal?
Respuesta. La renta básica es un complemento de las partes fundamentales de la sociedad del bienestar que debería añadirse a la salud y la educación pública. Pero hay cosas que esta renta podría reemplazar, en especial a subsidios como el de paro, que se ha convertido en un sistema increíblemente burocrático y paternalista y que no funciona.
"QUIERO UNA SOCIEDAD EN LOS QUE TODOS DECIDAN EN QUÉ TRABAJAR"
Pregunta. ¿Cuántas horas trabaja a la semana?
Respuesta. ¿Qué es trabajo? [ríe]. Trabajo en The Correspondent, un colectivo de periodistas de investigación y eso me da un salario básico. Y lo hago porque creo que en él y no por el dinero.
P. ¿Pero cuántas horas? ¿Le puede dedicar solo 15 a la semana?
R. Igual incluso trabajo cero horas , porque no lo considero trabajo realmente. Nadie me obliga a hacerlo. Pero me gustaría ver una sociedad en la que cada persona decida qué quiere hacer con su trabajo libremente. Me considero afortunado, pero me gustaría vivir en una sociedad en la que todo el mundo se sintiera así.
P. ¿Entonces los ciudadanos dejarían de cobrar cuando estuvieran desempleados?
R. La renta básica es la planta cero de la distribución y es incondicional. La obtendrían todos: ricos y pobres.
P. ¿Y cómo se financiaría?
R. Como he dicho, reemplazaría algunas partes de la sociedad del bienestar. Pero la renta básica es una inversión. Hay muchas pruebas científicas que demuestran de que la pobreza es enormemente cara: genera más delincuencia, peores resultados académicos, enfermedades mentales… Sería mucho más económico erradicar la pobreza que combatir los síntomas que provoca.
P. Critica al Estado por “supervisor” o “paternalista”, ¿pero no cree que debe controlarse de algún modo cómo se emplean los recursos públicos?
R. Los pobres son los auténticos expertos en sus propias vidas. Creo en la libertad individual y la gente sabe qué debe hacer con su vida, pero ahora vivimos de lleno en una sociedad de burócratas y paternalistas. Las investigaciones demuestran que lo mejor es dar directamente el dinero directamente a quien lo necesita en lugar de destinarlo a inspectores y burocracia. A mucha gente le preocupa que la renta básica se derroche en drogas o alcohol, pero en el pasado ha habido experiencias que concluyen que ha funcionado sobradamente bien.
R. Me gustaría disculparme en nombre de mi país por ello. La buena noticia es que probablemente él pronto ya no trabajará en ese sitio. Sí, es un gran ejemplo de la falta de confianza que las grandes instituciones tienen en la gente normal. Todo ese dinero, en realidad, no fue a los bolsillos ni de los basureros ni de los limpiadores ni de los profesores, sino de los banqueros. En el libro trato de expresar una idea más optimista de lo que podemos conseguir como sociedad. Mi generación está harta de políticos como Dijsselbloem, que ponen a los ciudadanos en contra de otros ciudadanos.
P. En el libro es muy crítico con la izquierda socialdemócrata por su discurso "perdedor". ¿Cómo debe renovarlo?
Vivimos en una sociedad de burócratas y paternalistas
R. Los socialdemócratas han sido completamente aplastados en las últimas elecciones generales en Holanda. Han perdido el rumbo y no tienen ideas para aportar. Dijsselbloem es el mejor ejemplo del tecnócrata y de esa percepción de que los hombres con traje saben mejor lo que nos conviene. Y esa idea ha desembocado en la irrupción del populismo de derechas. La tecnocracia y el populismo están convencidos que solo hay una receta que va a funcionar, y lo que nos conviene es el pluralismo. El problema de la izquierda hoy es que solo sabe a qué se opone. Se ha quedado en una noción muy paternalista, de ayudar a quien lo necesita. Debemos darle la vuelta a ese discurso por completo. Por ejemplo, reivindicar la meritocracia. Si nos la tomamos en serio, muchos maestros deberían cobrar más y muchos banqueros tener incluso un sueldo negativo por destruir riqueza. Ese es el discurso que necesitamos para combatir la desigualdad.
P. Pero en el libro su crítica es general, se queja de que su generación carece de nuevas ideas…
R. Pero ya hay algunos síntomas para la esperanza. Yo escribí el libro por primera vez en holandés en 2014 y por aquel entonces nadie tenía ni la más remota idea de qué era la renta básica. Ahora solo en Holanda hay 20 ciudades que han implantado un plan para implementarla, se está experimentando en Finlandia y está a punto de hacerse también en Canadá. Eso demuestra que es una idea que va conquistando el mundo.
P. Aboga por una jornada laboral de 15 horas semanales. Esa idea ya la puso sobre la mesa John Maynard Keynes y no parece que nos hayamos acercado mucho. ¿Por qué cree que ahora es posible?
Mi generación está harta de políticos que enfrentan a ciudadanos como Dijsselbloem
R. Durante décadas mucha y mucha gente pensó que tendríamos jornadas más cortas. Keynes no fue el único. En los años setenta la mayoría de los economistas y sociólogos estaban convencidos de ello. Pero en los ochenta eso cambió y empezamos a trabajar mucho más. Hoy estamos sobrepasados por el trabajo. Hay dos razones. El primero es el consumismo: compramos cosas que no nos hacen falta para impresionar a gente que no nos gusta. El problema de esa explicación está en que la mayor parte de las cosas que compramos y no necesitamos están producidos por robots y en el Tercer Mundo, lo que ha hecho que la mayoría trabajamos en el sector servicios. Eso nos hace buscar otro motivo, y es que en los últimos 30 años hemos asistido a un crecimiento disparatado del nivel de trabajos basura.
P. ¿En qué sentido son basura?
R. Un trabajo basura es un empleo que es calificado como inútil por la persona que lo desempeña. A menudo son trabajos muy bien pagados, pero pueden consistir en mandar correos electrónicos o escribir informes que nadie va a leer. No estoy hablando ni de basureros, ni profesores ni enfermeras. Y hay trabajo increíblemente útil que no se paga, como el cuidado de los niños o ancianos o el voluntariado. Si todos ellos dejaran de trabajar, sí tendremos problemas de verdad.
P. ¿Y qué mecanismo usaría para asignar los salarios?
R. La renta básica sería fundamental, porque por primera vez en la historia permitiría a la gente que pudiera decir no a trabajos que realmente no quiere hacer. Hoy ese es un privilegio solo al alcance de los más ricos, pero en el caso de que se implantara la renta básica sería un derecho al alcance de todo el mundo. A los niños se les dice que deben estudiar algo que les dé dinero. Con la renta básica, podrán hacer lo que quieran en la vida.
P. Habla de que habrá menos empleo por la tecnología. ¿No puede ser que en lugar de eso se creen nuevas categorías de empleo?
El problema de la izquierda es que solo sabe a lo que se opone
R. Hemos subestimado la extraordinaria capacidad del capitalismo para generar nuevos trabajos inútiles. Hoy tal vez el 30% de los empleos son inútiles, pero el capitalismo puede convertir esa cifra en el 40%, 50% o 60%. A menos que introduzcamos la renta básica o redefinamos el concepto de trabajo.
P. Uno podría encasillarlo como antisistema, pero en el libro defiende el capitalismo al afirmar que es un “motor de prosperidad”…
R. La renta básica universal sería el logro más importante del capitalismo. No es una idea absurda, es una plataforma sobre la que arrancar y le concederá a todo el mundo una herramienta para arriesgarse y emprender. Y en eso consiste el capitalismo.
P. Los críticos con la renta básica dicen que esos ingresos desincentivarían el trabajo. ¿Qué opina?
R. Invierto tres capítulos en hablar de experiencias que se han llevado a cabo para demostrar que cuando la gente recibe dinero gratis ni lo malgasta ni se lo bebe. Las investigaciones demuestran que todos queremos conseguir nuestro sueño. Y el gran desperdicio de nuestros días son los millones de personas que están atrapados en la pobreza o en un trabajo inútil.
P. Usted propone la apertura de fronteras en un contexto en el que el mundo parece ir en dirección contraria. ¿Es la parte más utópica de su argumento?
R. Sin duda, es la más radical. Pero tenemos pruebas de que la inmigración es un arma contundente contra la pobreza. Un país con un patriotismo fuerte debería estar orgulloso de abrir sus puertas a emigrantes y refugiados, porque todo gran país en la historia de la humanidad se ha fundado sobre ellos.
P. Esa propuesta requiere de un consenso internacional. Viendo el papel de la Unión Europea en la crisis de los refugiados, ¿le parece viable conseguirlo?
R. Todo empieza por contar una historia distinta. Lo mismo sucede con la renta básica. A menudo me dicen que la gente está en contra, pero en el siglo XVII la mayoría también estaba en contra de la democracia.
Jet lag makes everyone miserable. But it makes some people mentally ill.
There’s a psychiatric hospital not far from Heathrow Airport that is known for treating bipolar and schizophrenic travelers, some of whom are occasionally found wandering aimlessly through the terminals. A study from the 1980s of 186 of those patients found that those who’d traveled from the west had a higher incidence of mania, while those who’d traveled from the east had a higher incidence of depression.
I saw the same thing in one of my patients who suffered from manic depression. When he got depressed after a vacation to Europe, we assumed he was just disappointed about returning to work. But then he had a fun trip out West and returned home in what’s called a hypomanic state: He was expansive, a fount of creative ideas.
It was clear that his changes in mood weren’t caused by the vacation blues, but by something else. The problem turned out to be a disruption in his circadian rhythm. He didn’t need drugs; he needed the right doses of sleep and sunlight at the right time.
It turns out that that prescription could treat much of what ails us.
Clinicians have long known that there is a strong link between sleep, sunlight and mood. Problems sleeping are often a warning sign or a cause of impending depression, and can make people with bipolar disorder manic. Some 15 years ago, Dr. Francesco Benedetti, a psychiatrist in Milan, and colleagues noticed that hospitalized bipolar patients who were assigned to rooms with views of the east were discharged earlier than those with rooms facing the west — presumably because the early morning light had an antidepressant effect.
The notion that we can manipulate sleep to treat mental illness has also been around for many years. Back in the late 1960s, a German psychiatrist heard about a woman in Tübingen who was hospitalized for depression and claimed that she normally kept her symptoms in check by taking all-night bike rides. He subsequently demonstrated in a group of depressed patients that a night of complete sleep deprivation produced an immediate, significant improvement in mood in about 60 percent of the group.
Of course, total sleep deprivation is impractical, to say nothing of the fact that you will crash back into depression as soon as you catch back up on sleep. It also just seems counterintuitive that taking sleep away can help someone feel better. After all, most of us think of sleep as comforting and desirable. So how does this work?
One theory is that depressed people have something wrong with their circadian rhythm. Their bodies tend to release melatonin — a hormone that regulates sleep — earlier in the evening than non-depressed people, and they tend to wake up earlier in the morning.
But even if you don’t have depression, your circadian rhythm may cause trouble. Most people’s natural cycle is somewhat longer than the 24-hour solar day, which means that, left to our own devices, we would quickly get out of sync with the external world. That is exactly what happens when humans are isolated from external cues — say, in a lab setting or stuck in a mine.
The reason we don’t all walk around in a state of perpetual jet lag, waking and sleeping at random, is that our circadian rhythm evolved to be tied to the solar day. In other words, our internal clock is easily influenced and kept in check by the daylight cycle.
I started thinking about this a few years ago, on a red-eye flight from New York to Rome, when I was rudely awakened somewhere over the Atlantic by the familiar airline ritual of opening the shades to blinding early-morning sunlight. What, I wondered, was this light doing to my brain?
When you quickly cross several time zones, your circadian rhythm remains stuck in the city you left behind. Arriving in Rome with your New York City brain is what produces the unpleasant symptoms of jet lag: fatigue, malaise, poor concentration and mood changes.
When you leave New York at 6 p.m., the Italians are probably in bed asleep. But you won’t feel ready for sleep until around 11. To make the right adjustment, you need to shift your internal clock earlier by six hours.
Unfortunately, exposure to light in the middle of the night will do the opposite. Instead of shifting you earlier to Italian time, it makes you feel it’s even later — that the night is over and it’s already morning.
If you’re ever in that situation, close the shades and put on dark sunglasses. Keep the glasses on until lunchtime in Rome — or 7 a.m. back home. Then go out into the sun, have an espresso and enjoy the splendor of the ancient city. This will shift your clock closer to Roman time.
The clock in your brain doesn’t just take cues from light, but from the hormone melatonin as well. Every night, about two to three hours before you conk out, your brain starts to secrete melatonin in response to darkness. Taking a melatonin supplement in the evening will advance your internal clock and make it possible to fall asleep earlier; taking it in the morning will do the opposite. (You might assume this would make you even more tired during the day but it won’t; you could think of it as tricking your brain into believing you slept longer.)
So now you know the fix for jet lag: Travel east and you’ll need morning light and evening melatonin; go west and you’ll need evening light and morning melatonin.
The same principle tells us what to do for night owls, the 5 percent to 10 percent of adults who don’t start releasing melatonin until late. If they try to sleep at a normal hour, like 11 or midnight, they will have “insomnia,” because they don’t feel sleepy yet — their natural circadian rhythm is delayed.
Many will take sleeping pills, which cannot fix the underlying cause. It would be more effective to take a small dose of melatonin a few hours before the desired bedtime. They could also try a treatment called chronotherapy, which alters the circadian rhythm. This involves exposure to bright lights at progressively earlier times in the morning, which should make it easier to fall asleep earlier. Finally they should avoid too much light in the evening, especially the blue light that smartphones and computers emit. (Or they can wear glasses that block blue light.)
Most of us have an indirect sense of our internal clock time just by knowing when we prefer to go to bed. But you can get a more objective measure of your circadian rhythm — or chronotype — and advice on what to do about it by taking this simple quiz.
Those with more serious problems than jet lag and late nights may need to make more serious changes.
Researchers have developed a limited form of sleep deprivation that is euphemistically called wake therapy. It has been shown to have sustained antidepressant benefit in patients with bipolar disorder and major depression. The idea is to get up for the day halfway through the usual sleep period, which shifts the circadian clock to an earlier time. It’s thought that this works by realigning the sleep cycle with other circadian rhythms, like changes in levels of body temperature and the stress hormone cortisol, that are also out of sync with each other in depression.
Studies show that it is possible to make wake therapy even more powerful by incorporating two additional interventions: early morning light therapy and what’s called sleep phase advance, in which the patient goes to bed about five to six hours earlier than usual and sleeps for about seven hours. This combination of treatments is called triple chronotherapy, and the typical course involves one night of complete sleep deprivation followed by three nights of phase-advanced sleep and early morning light.
In one study of 60 hospitalized patients with bipolar depression who were taking antidepressants or lithium, 70 percent of those who did not have a history of drug resistance improved rapidly with sleep deprivation and early morning light, and 57 percent remained well after nine months. Encouragingly, 44 percent of patients who had failed to respond to at least one trial of anti-depressants also improved.
In another study, investigators combined chronotherapy with psychotropic medication and found that depressed patients got better within 48 hours — much faster than antidepressants, which typically take four to six weeks to work. A second study of 75 depressed patients who were taking an antidepressant randomly assigned half to also receive chronotherapy and the other half to daily physical exercise. It found that 62 percent of patients remained well at the end of 29 weeks in the chronotherapy group compared with only 38 percent assigned to exercise.
With the possible exception of ketamine, a drug under investigation for treating depression, this therapy is the most rapid antidepressant treatment that we have. About 60 percent of depressed patients feel markedly better within hours. And — with the exception of some fatigue — there are no side effects.
No doubt you are wondering why more depressed patients don’t receive chronotherapy. First, you cannot patent sleep deprivation or light, so there is little financial incentive to invest in this treatment or research.
That seems shortsighted to me. Research into altering the circadian clock to produce powerful antidepressant benefits could lead to the development of drugs that might mimic the effect of sleep deprivation, but without its obvious drawbacks.
Beyond that, doctors don’t learn much about chronobiology in medical school or residency. There are only a handful of doctors and medical centers that administer these treatments. But there is nothing to stop clinicians from incorporating chronotherapy into their practices right now. I already use light and melatonin to help my patients with jet lag and to readjust their circadian rhythm, but it won’t be long before I try triple chronotherapy for my depressed patients who don’t get better with antidepressants.
Whether chronotherapy will prove as widely effective as conventional antidepressants for serious depression is still unknown. But there is no question that we can relieve everyday problems like jet lag and insomnia simply by better aligning our circadian rhythms with the world around us. What could be more natural than that?