jueves, 26 de diciembre de 2013

Los padres son decisivos

La especie humana es la que exhibe mayor “inversión parental”. Solo los humanos tenemos un padre con la función de proveernos de recursos y protección más allá de la infancia y crear lazos generacionales. Pero la “inversión parental” no ha de confundirse con el cuidado o entrega material a los hijos por parte de los padres. En la biología evolutiva, esa expresión denota la inversión diferencial en esfuerzo reproductivo entre machos y hembras de una especie. En la mayoría de las especies, quien realiza la mayor inversión parental es objeto de mayor cortejo y de mayor competencia por el acceso sexual. Normalmente, las hembras.
barbat-600pixEn la mayoría de primates, los machos tienen escaso papel inversor, aunque a efectos globales son un factor decisivo de supervivencia. Para encontrar padres muy comprometidos, hay que buscar entre especies preferentemente con poco dimorfismo sexual –pocas diferencias fisiológicas entre machos y hembras–, monógamas y con una alta confianza de paternidad. Y para eso hay que dejar a los grandes simios y fijarse en los monos, de los cuales los gibones, especialmente los siamang, son los más característicos. Cuando el pequeño gibón tiene tres meses, la madre empieza a perder interés en él y es el padre quien va tomando el relevo. Hasta el punto de que, alrededor del año, la cría busca más su contacto que el de la madre. A partir de aquí, es el padre quien controla sus desplazamientos, su alimentación y su interrelación social. Pero todo esto no va más allá de los dos o tres primeros años. Entre los gibones, ha podido comprobarse que las crías suelen requerir la atención de las madres por su propia iniciativa (hambre, frío, protección…), pero sucede al revés en los padres, que son los que inician el contacto con sus hijos. Los padres gibones suelen ser quienes juegan con los pequeños, cosa que raramente hacen las madres. Estos distintos cometidos pueden darnos algunas claves, aunque hay un salto enorme entre ellos y el ser humano.
Existen indicios de que el cambio “paternal” en los homínidos empezó con el Australopithecus afarensis. Las consecuencias fueron decisivas para los hijos y el grupo en su conjunto. Sin embargo, lo damos tan por sentado que no somos conscientes de hasta qué punto esta figura ha sido importante en la humanización e, incluso, como factor de progreso hacia la prosperidad de las culturas humanas.
Aunque el padre juega un papel clave para asegurar la salud física de sus hijos, también puede ser importante para el desarrollo óptimo de rasgos psicológicos y emocionales considerados primordialmente humanos, tales como la empatía, el control emocional y la habilidad para manejar relaciones sociales complejas. Los padres parecen ser decisivos en el aprendizaje social y el enfrentamiento con dilemas y habilidades más allá de las del puro sustento. Tienen un importante cometido en reforzar las capacidades cognitivas y emocionales de los niños y animarles a afrontar riesgos. Son quienes suelen desafiar a los pequeños y proponerles metas. En su libro Father and Child Reunion, Warren Farrell afirma que los hombres tienen tendencia a hacer de la vida un juego en el que se crean expectativas más altas y más osadas, y que muchos niños necesitan eso. Según David C. Geary, los padres en todas las culturas, quizás porque se preocupan por la futura seguridad financiera de sus hijos, se dedican a preparar a los niños para competir en sociedad. Ofrecen consejos, alientan la excelencia académica y defienden el éxito.
La ausencia del padre en la vida de los hijos, cuando es debida a un abandono (pero no, curiosamente, cuando la madre es viuda), tiene, en la inmensa mayoría de casos, repercusiones negativas que se manifiestan en diferentes planos del ajuste adaptativo: el escolar, el desarrollo cognitivo, los niveles de competencia intelectual, el desarrollo psicosexual y su ajuste psicológico, conductual y social. Los adolescentes son quienes más sufren a corto plazo de inseguridad, soledad y depresión, que pueden mostrarse en forma de fracaso escolar y deterioro en las relaciones con sus compañeros, conducta delictiva, consumo de drogas y vagancia. Durante dieciocho años, Duncan Timms siguió a 15.000 niños nacidos en Suecia en 1953 y los psicodiagnosticó a intervalos regulares. Los que presentaron un grado mayor de disfunción psicológica fueron varones nacidos de madre soltera que crecieron sin padre. Eso en Suecia, donde abundan las barandillas protectoras.
Respecto a las niñas privadas tempranamente de la convivencia familiar con su padre, los efectos a largo plazo implican una menarquia temprana, embarazos y matrimonios adolescentes, maternidad en soltería y altas probabilidades de inestabilidad de pareja. Tener un padre en casa produce efectos positivos en la valoración que hacen las hijas de sí mismas. Según Elizabet Cashdan, las niñas sin referente paterno fiable son más seductoras, se visten de forma llamativa porque “no cuentan con la inversión futura de un hombre” y toman lo que la relación a corto plazo les puede dar. Las mujeres que dan por sentado el interés e inversión de un hombre no exhiben su sexualidad y se deciden a tener relaciones sexuales solo cuando las expectativas de compromiso son altas. Es interesante saber que las niñas que se crían con un hombre que no es su padre maduran antes a causa de las feromonas que ellos emiten; la presencia de feromonas del padre inhibe la madurez pero las de hombres no relacionados biológicamente la acelera. Según Satoshi Kanazawa, el hecho de que un padre poco comprometido o su total ausencia acelere la pubertad es debido a que se registra como un sensor del grado de poliginia de una sociedad. Si hay escasez de mujeres, la pubertad precoz podría ser ventajosa. Según su estudio, los datos disponibles avalan que el grado de poliginia estaría asociado con una disminución de la edad de la menarquia a través de las sociedades, lo mismo que el índice de divorcios (un indicador de poliginia seriada) en sociedades estrictamente monógamas.
Además de todo eso, como afirma Steven E. Rhoads en Taking Sex Differences Seriously, las sociedades monógamas se benefician de una menor violencia cuando alguien se casa y se convierte en padre. Hay estudios sociológicos que señalan que un mismo sujeto a través del tiempo muestra “un gradual y acumulativo” descenso en la conducta criminal si consigue “lazos maritales de calidad”. Según el mismo Roads, son los propios hombres los que declaran que abandonan actitudes delictivas gracias al matrimonio y la paternidad. La causa es la necesidad de proveer para la familia y ser un modelo de conducta para los hijos.
En Estados Unidos, el 70% de los delincuentes juveniles, de los homicidas menores de veinte años y de los individuos arrestados por violación y otras ofensas sexuales graves crecieron sin padre. El impacto de una madre ausente respecto de la variable criminalidad es casi nulo, lo que confirma la especificidad de la figura paterna respecto de la conducta transgresora. La función paterna tiene un rol crítico en instaurar la capacidad de controlar los impulsos en general y el impulso agresivo en particular, es decir la capacidad de autorregularse. La capacidad de controlar impulsos es necesaria para que una persona pueda funcionar dentro de la ley. También lo es la empatía, y esta se desarrolla mejor cuando existe un padre involucrado en la educación de un hijo. No es hablar por hablar. La asociación predictiva entre ausencia del padre y delincuencia es más fuerte que la que vincula el tabaquismo con el cáncer de pulmón y las enfermedades cardiovasculares.
Pero esto no siempre fue así. No es cierto que una familia formada por padre, madre e hijos, en la que el padre provee de recursos y la madre del cuidado de la prole y de la intendencia del hogar haya sido la predominante en la historia humana. Lo que hoy representa el divorcio fue antes la alta mortalidad en el parto, la deserción del cabeza de familia y la violencia. Pero es más que probable que la generalización de la familia nuclear estable, con unos padres muy atentos a la educación y al bienestar de un número controlado de hijos, podría haber sido un factor decisivo en el desarrollo de la sociedad amable, y en el progreso y mejora de nuestra calidad de vida.
Publicado en Letras Libres

lunes, 16 de diciembre de 2013

ENAMÓRATE DE UNA MUJER DE VERDAD

No puedo pedirte que te enamores de una mujer que lee, porque ya alguien lo hizo por mí.
Sin embargo, puedo pedirte que te enamores de una mujer de verdad. Enamórate de una mujer que busque “figuritas” en las nubes. Enamórate de una mujer que sea lo suficientemente valiente para decir que tiene miedo pero que siempre ejecute a pesar de él. Enamórate de una mujer que no mate hormiguitas sólo porque puede, enamórate de la que agarra la hormiguita en la uña y la devuelve a su filita. Eso significa que es buena y capaz de apiadarse de los que no tienen las mismas herramientas que ella.
Enamórate de una mujer que no disimule ni esconda lo inteligente que es. Las que se hacen pasar por brutas son mucho más peligrosas que las que asumen con orgullo lo inteligentes que son. Además, ¿por qué quisieras estar con una mujer que se subestima para cazar un tipo? Enamórate de una mujer que sea abrazable, adorable, querible y cogible. Todas son importantes. Enamórate de una mujer que no se maquille mucho. Son honestas y seguras. Las que se maquillan mucho envejecen más rápido. Enamórate de una mujer que sea Team Mafalda y no Team Barbie.
Enamórate de una mujer que le guste comer. La vida es más divertida comiendo pizza que lechuga. Enamórate de una mujer que le guste la música. No importa que no sea la misma que te guste a ti. La música puede unirlos cuando se distancien, curarlos cuando se enfermen y salvarlos cuando se pierdan. Enamórate de una mujer que sepa cocinar, que le guste lavar platos o que tenga real como para comprar un lavaplatos. Trust me on this one.
Enamórate de una mujer que esté más preocupada por los ceros en sus cheques que en los tuyos. Enamórate de una mujer que te quiera porque la haces reír y no porque le compras cosas. Enamórate de una mujer que respire profundo para calmarse cuando te ve. Enamórate de una mujer que no pueda esconder nada. Enamórate de los ojos que la delaten y que te digan lo que necesitas saber. Enamórate de ella porque le brillan los ojos cuando te ve. Eso significa que está enamorada de ti.
Enamórate de una mujer que hable bastante, para que tú no tengas que hacerlo. La parte fácil es tuya: asiente y sonríe como si tuvieras idea de lo que está hablando. Enamórate de una mujer que te escuche con atención. Enamórate de una mujer que te pueda hacer sentir culpable y genuinamente arrepentido de vez en cuando. Que tenga ese poder sobre ti es el mejor antídoto contra la arrogancia y el orgullo. Enamórate de una mujer que no sepa planchar, para que no pierdan ni un solo momento juntos. Enamórate de una mujer que sepa escribir “noticas” de amor. Las “noticas” reviven las mariposas y hasta pueden mandar un bombazo de sangre al…corazón.
Enamórate de una mujer que le guste bailar. Recuerda que bailar es la expresión vertical de un deseo horizontal. Enamórate de una mujer que piense en otras cosas, que haga otras cosas y que piense en otras personas diferentes a ti. Enamórate de una mujer con hobbies, con intereses, con pasiones. Que no seas sólo tú, para que no te asfixie. Enamórate de una mujer que sepa que el amor tiene que ser libre. El amor obligatorio sólo le hace daño a los involucrados.
Enamórate de una mujer que ame y deje amar. Que sea y deje ser. Enamórate de mí o de alguien como yo, para que no me duela tanto.
Por @ninarancel   |    F: un tipo serio.com

viernes, 13 de diciembre de 2013

Se puede querer a dos hombres a la vez… y no estar loca

Las mujeres omuhonga, de Namibia, participaron en el estudio sobre sexualidad femenina
Que me disculpe el viejo Machín por feminizar su bolero (Corazón loco). Él amaba a dos mujeres a la vez pero, en estos días, una reciente investigación demuestra que amar a dos hombres, o a tres (y suma los que quieras) es una posibilidad biológicamente eficaz para las homínidas. Afirma que la mujer es, por naturaleza, tan promiscua como el hombre (que también) y los únicos límites a nuestra díscola genética están en los cinturones culturales que cada cual aprende y, entre ellos, la independencia económica.
El nuevo estudio lo firma la antropóloga Brooke A. Scelza, de la Universidad de California, Los Ángeles, y lo acaba de publicar en Evolutionary Anthropology. Scelza sostiene que el papel sexual de las mujeres no se limita a la elección de un macho adecuado, sino que también buscamos múltiples parejas sexuales.
Scelza investigó los quehaceres de mujeres de distintas sociedades, entre ellas, las  Omuhonga, en Namibia. Es un pueblo seminómada que vive principalmente del pastoreo de ganado. Los  maridos viajan largas distancias con las manadas, y, en su ausencia, las mujeres pueden (o no) tener otras parejas. De las 110 mujeres que entrevistó Scelza, un tercio dijo que sus relaciones con otros hombres causaron el nacimiento de al menos un niño. Como en su sociedad la promiscuidad no es un estigma, tanto mujeres como hombres hablan de ello abiertamente.

Las mujeres ya no ligamos, científicamente, igual que las moscas

La investigación de Scelza afila el vértice de una batalla científica que se sostienen desde hace décadas, y cuya responsabilidad inicial es del lúcido Darwin. El debate, básicamente, es determinar científicamente si en nuestra especie, especialmente en las hembras, la estrategia reproductiva más eficaz es tipo mosca, o tipo bonobo (el simio promiscuo con el que compartimos más ADN que con cualquier otra especie, un 98.7%).
La propuesta dominante en el Olimpo científico, y la más instalada en la mente colectiva, es que las mujeres elegimos pareja con la misma estrategia que la mosca de la fruta, la provechosa Drosophila melanogaster. Veamos cómo se llegó a la mosca.
En su obra El origen del hombre, Darwin puso en tinta que la mujer tiene un papel dominante a la hora de elegir compañero, y que, de entre los mejores, solo elige uno. Los machos, por tanto, tienen que competir entre ellos por ser el elegido, y dejarse los cuernos si hace falta. La razón que Darwin encontró es que para un macho humano producir células sexuales es algo biológicamente barato. 100 millones de espermatozoides en cada “¡ay!” lo atestiguan. Así que le interesa copular con cuantas más mejor, para lograr el mayor número de descendientes que le honren. Conclusión: la estrategia biológica de más éxito para el hombre es la poligamia.
La visión de Darwin sobre la mujer era la opuesta: un gran óvulo al mes, con un coste biológico de las dimensiones del Himalaya. La hembra, por tanto, tiene que seleccionar al buen macho, y solo a uno, que garantice un descendiente fuerte y sano.
Darwin nos vio, así, hombres polígamos y mujeres monógamas por orden biológico natural. Pero él solo lo anunció. En 1948 el genetista británico Angus J. Bateman llevó a cabo un trabajo experimental para demostrarlo, y eligió como sujeto de estudio a la moscas de la fruta, la Drosophila melanogaster.
Bateman se dedicó a buscar moscas con rasgos físicos diferenciadores: alas rizadas, pelo grueso, ojos en una hendidura… las puso a copular y después contó descendientes que hubieran heredado esos rasgos. Con su famosísimo experimento mostró que el número de descendientes de un macho aumenta en la misma proporción que el número de parejas seducidas, mientras que la mosca hembra no gana nada con la variedad. Trasladar sus conclusiones de la mosca al humano le llevó un párrafo. Y ahí quedo: para el genetista, las humanas ligamos con la misma estrategia que la mosca de la fruta.
El de Bateman es el estudio experimental sobre selección sexual más citado en la actualidad, pero para discutirlo. Patricia Adair Gowaty, profesora de ecología y biología evolutiva de la universidad de UCLA, repitió el experimento de Bateman mosca a mosca y encontró que el genetista se había hecho un lío al contar mutaciones, y que algunos aspectos fundamentales del estudio no eran correctos. «Posiblemente el trabajo de Bateman nunca debería haber sido publicado», afirmó la investigadora.
Hay numerosos estudios que ensalzan la promiscuidad como estrategia biológica eficaz para ambos sexos. El más reciente es de la antropóloga Brooke A. Scelza, de la Universidad de California, que, como los huevos Kinder, también tiene sorpresa.
Dice Scelza que ha encontrado gran diversidad de normas sexuales por el mundo, desde la monogamia forzada estrictamente al poliamor, y que ha dado con una razón detrás de los modelos donde las parejas múltiples es más abultada. Allí donde las mujeres tienen más recursos económicos, o mayor independencia del hombre, triunfa el corazón loco.
Para Scelza esto explica por qué la infidelidad femenina se ha incrementado en occidente y apunta el caso de Islandia, en el primer puesto en la clasificación en igualdad de género según el Foro Económico Mundial de 2013 y, al mimos tiempo, donde el 67% de los niños nacen fuera del matrimonio. La tasa mayor del mundo occidental.
Aunque la batalla por explicar el comportamiento sexual humano continuará, lo que parece es que hay posibilidades para todo. Aunque no está mal saber que si te enamoras de dos, tres o siete hombres a la vez, loca, biológicamente loca, no estás

jueves, 5 de diciembre de 2013

SOBRE LAS MUJERES CASTRADORAS


Es un invento del hombre como la felicidad que sólo se materializa cuando haces el amor y eres completamente correspondido…

En la actualidad el matrimonio es visto como una institución anacrónica y opresiva y los jóvenes no quieren tener ningún compromiso ni hijos que les baje su nivel de vida y su libertad para viajar y disfrutar de la vida ya que uno se la pasa desviviendose por los hijos 
cuando se es padre responsable
 y ellos le dan una patada en el culo cuando ya no los necesitan o porque su temperamento es completamente diferente o han sido víctimas de un matrimonio disfuncional o han sido testigos de violencia intrafamiliar.
El problema con el amor es que si eres normal tienes que buscarlo y compartirlo con una mujer y las mujeres salvo notables excepciones son basicamente castradoras primero con el esposo y luego con los hijos y lo quieren tener como perico enjaulado. Por otro lado los hombres son esencialmente infieles dado su naturaleza y misión de perpetuar la especie sin que este razonamiento tenga que ser entendido que todos los hombres son unos cerdos, pero la infidelidad es absolutamente intolerable para las mujeres castradoras mientras que ellas sí se permiten sus metidas de patas, para ilustrar con un ejemplo tenemos la serie “AMAS DE CASA DESESPERADAS” o “SEXO EN NEW YORK”, es por eso que la tasa de divorcios se dispara para arriba cada año y es más frecuente en los jóvenes el no querer tener ningún compromiso conyugal y mucho menos tener hijos que lo esclavicen para toda la vida.
Cuando una esposa quiere llevar los pantalones de la casa y utiliza la castración mental del marido para conseguir su propósito seguramente vendrá la violencia intrafamiliar y el divorcio, preferentemente sin hijos, que establezcan un nefasto nexo de por vida con tan estrafalaria mujer tan poco femenina.
En mi humilde opinión la esencia de la mujer es la satisfacción que siente al castrar toda iniciativa del esposo y de los hijos al llevarle siempre la contraria o criticarlos destructivamente, pero como dije antes también hay casos excepcionales en que la mujer no es la enemiga del hombre sino su más fiel aliada ya que piensan igual y comparten los mismos gustos siempre y ella es el apoyo incondicional del marido, pero de esos casos excepcionales tenemos pocas noticias y el mensaje es el siguiente si encuentras el amor con una mujer cuídate mucho porque una mujer te puede llevar a la gloria o a la destrucción terminal más desoladora que te puedas imaginar.
Una de las costumbres más detestables de las esposas es la de querer controlar todo, todo el tiempo, y meter la nariz donde nadie las llama. Incluso cuando ya están viejas, ciegas y arrastrando las patas no cambian el mal hábito como el mal aliento que tienen de querer organizar todo el cotarro y andar averiguando todo, sobre todo. Pero lo más irritante es que no se pueda mantener una conversación o discusión racional porque interrumpen al esposo de la manera más humillante y grosera con el cuento de que “bájame la voz”, comportamientos estos que generalmente degeneran en la invariable violencia intrafamiliar.
En lo que a mi respecta después de haber realizado muchas lecturas de la Biblia y de libros de antropología, cualquiera que intente guiar su vida según los preceptos irracionales de la mentalidad judeocristiana seguramente tiene un tornillo suelto.

domingo, 1 de diciembre de 2013

Características del cambio de época latinoamericano

El panorama intelectual y cultural de la región se encuentra marcado por un cierto repliegue defensivo –que no es desaparición- de las ideas conservadoras-liberales y de los proyectos de las élites históricas que han superado los límites declarativos y apuntan en un sentido de transformación geopolítica.

Características del cambio de época latinoamericano
Por Alfredo Serrano Mancilla (1), Iñigo Errejón (2), Auxiliadora Honorato (3), Esteban De Gori (4), Sergio Pascual (5) y Sergio Martín Carrillo (6)
Si se puede afirmar que Latinoamérica está viviendo un “cambio de época” es por la convergencia de grandes líneas de transformación que no cierran el horizonte de posibilidades futuras ni aseguran ningún destino, pero sí descartan la mera restauración del orden anterior.
Realizar un análisis, exposición crítica y discusión de los componentes de este nuevo tiempo político en la región excede con mucho la voluntad de este documento. No obstante, una somera enumeración, con más pretensión de mapeo que de exhaustividad, puede ser de utilidad para caracterizar mínimamente el escenario geopolítico en la región.
En primer lugar, uno de los rasgos más evidentes del nuevo tiempo político es la coincidencia, no casual, de gobiernos de signo democrático-progresista en la región. Pese a los diferentes ritmos, horizontes y acentos, nunca antes coincidieron en Latinoamérica y el Caribe tantos ejecutivos comandando procesos de redistribución, construcción de soberanía y ampliación del campo democrático. Además, estos gobiernos están liderando, como ya se ha explicado, procesos de integración y construcción regional que han superado los límites declarativos y apuntan en un sentido de transformación geopolítica. Este fenómeno, llamado del “giro a la izquierda”, así como las condiciones geopolíticas que lo han hecho posible, cuando en el pasado fue tantas veces truncado, merecen una atención prioritaria por las posibilidades de avance histórico y por su implicación global. Es bueno recordar que América Latina, en un momento global de violencia, desestructuración y desencanto, se ha convertido en un espacio político y cultural privilegiado para la mejora colectiva de la vida, y por tanto en una referencia mundial para las personas y los pueblos progresistas.
En segundo lugar, el panorama intelectual y cultural latinoamericano se encuentra marcado por un cierto repliegue defensivo –que no desaparición- de las ideas conservadoras-liberales y de los proyectos de las élites históricas, que están experimentando importantes mutaciones para adaptarse a los nuevos consensos en despliegue, anudados a partir de la crisis del modelo neoliberal y basados en una nueva centralidad política de “las masas” como sujeto político. Estos nuevos consensos en formación deben ser investigados, analizados y problematizadas sus dificultades, sus ángulos muertos y sus tensiones internas.
No obstante, este repliegue o necesidad de adaptación a un campo discursivo marcado por la centralidad de algunos de los términos, los valores y las propuestas progresistas, está considerablemente limitada al menos por dos elementos, que condicionan el alcance relativo de la hegemonía del relato posneoliberal y obstaculizan su sedimentación en una sociedad civil y una estatalidad que consoliden los cambios progresistas.
Por una parte, la escasez general de una nueva intelectualidad orgánica para la transición estatal, capaz de conjugar la movilización política con la gestión en clave transformadora y eficaz. La necesidad de ocupar posiciones para la disputa al interior del Estado, la ampliación de lo público y el carácter abrupto de las rupturas populares ha consumido las mejores energías de una primera hornada de militantes políticos que han tenido así muy poco tiempo para formar a sus sucesores en términos teóricos, ideológicos y políticos. Solo esta formación es un antídoto contra las inercias de unas administraciones y sociedades civiles mayoritariamente hegemonizadas por la vieja política, el clasismo y el conservadurismo. Los procesos de cambio político de signo popular tienen entre una de sus principales dificultades la de producir, en un tiempo político marcado por la urgencia, los cuadros políticos para la construcción del nuevo Estado y los cuadros intelectuales para la renovación de la primacía cultural, moral y estética de las fuerzas emancipadoras. Además, estas dos tareas, en lo posible, deben irse entrelazando y entremezclando. Este aspecto requiere un trabajo prolongado de ir construyendo tanto las bases materiales –centros de estudio y análisis, publicaciones, becas, programas de formación, medios de difusión del pensamiento, premios literarios y científicos, estímulo a la cultura transformadora, etc.- como los mimbres conceptuales, gramaticales y simbólicos para un relanzamiento de la capacidad de las ideas del bloque popular para determinar el horizonte y los códigos de su tiempo.
Por otro lado, los hábitus culturales de las sociedades latinoamericanas, también aquellas atravesadas por procesos de acceso popular al Estado, siguen estando mayoritariamente marcados por prácticas sociales, horizontes estéticos y aspiraciones que responden a la mayor capacidad de seducción de los mitos, ficciones orientadoras y valores del capitalismo: violencia, machismo, consumismo, cultura de la indisciplina y la inmediatez, ineficacia, irresponsabilidad, etc. Esto constituye un considerable y poderoso freno –especialmente por su carácter “invisible”- a los procesos que buscan, partiendo de las comunidades de las clases populares, fundar una esfera pública socialista para el buen vivir, el vivir bien, el socialismo del siglo XXI o cualquier concepción cuya principal meta sea la expansión de la igualdad y de la libertad. Se trata aquí de afrontar una lenta modificación antropológica sin la cual las modificaciones jurídico-institucionales corren siempre el riesgo de quedar como trincheras desguarnecidas.
Al mismo tiempo, es importante recuperar un análisis sobre las derechas latinoamericanas y sobre las acciones de los grupos económicos y financieros. La mirada de las últimas décadas, colocada –principalmente- en los movimientos sociales y en el Estado nos ha hecho relegar en análisis sobre los “contrincantes” centrales que tienen estos gobiernos a la hora de la introducción de cambios económicos y políticos. Se hace necesario construir un mapa de los actores que desde el campo conservador son productores de análisis, propuestas, interpretaciones o expresiones que después se convierten en munición de primer orden para la batalla política. Este análisis no debe quedarse en identificar centros o instituciones, sino en diagnosticar sus principales estrategias en la disputa por el sentido, la interpretación y la proyección del presente.
En tercer lugar, el Estado vuelve a estar en el centro de la discusión política y social, ya no como problema, sino como espacio privilegiado –aunque no único- de la política y la vida en común. Su retorno reabre gran parte de las cuestiones históricas de los procesos emancipadores: su relación con la construcción de comunidad, con la democracia, la representación y la libertad, su articulación territorial y con la diversidad étnica, su transformación, la institucionalidad y los equilibrios de fuerzas, su autonomía relativa o sus inercias. Su condición de “máquina”, “sistema de aparatos y dispositivos” o “campo de disputa”. La cuestión del Estado es en Latinoamérica, especialmente en sus procesos de avanzada, la cuestión de la transición, que obliga al pensamiento crítico a trabajar por articular la política como conflicto y ruptura con la política como gestión y construcción de orden; el triángulo del que habla Rafael Correa para referirse a la necesaria conciliación de libertad, igualdad y eficacia.
En cuarto y último lugar, el socialismo o la propuesta de construcción de un gobierno popular, cobra una cierta importancia política no tanto como programa acabado sino como horizonte, como tensión emancipadora. Pero esta función da muestras de relativo agotamiento por cuanto los procesos de cambio y gobiernos populares se topan con dificultades que no están en los viejos manuales, mientras que, bajo la excusa de no adelantar o imponer paradigmas, la reflexión crítica no parece haber trascendido en el momento de la ruptura ni haberse atrevido a sugerir líneas de desarrollo, que han sido sustituidas por la constatación de las contradicciones y la celebración del inmediatismo. La consolidación de este tiempo histórico de transformaciones exige pensar las condiciones de la “irreversibilidad relativa” –pues en condiciones de libertad nunca puede ser absoluta- los anclajes económicos, culturales e institucionales que pueden fortificar las posiciones conquistadas sin esclerotizar las posibilidades de conquista de nuevas y más ambiciosas plazas. Esto pasa, necesariamente, por la construcción de instituciones eficaces que conviertan en cotidianidad los avances realizados, que no exijan la movilización permanente y que construyan una estatalidad que responda a la emergencia de los sectores subalternos.
Un tiempo histórico tan rico, tan atravesado de desafíos, tan fértil, tan sometido a una guerra por su lectura, exige análisis, estudios e interpretaciones audaces. Es necesario aggiornar la agenda de la ruptura en la región, librar la batalla intelectual por fijar los términos de las confrontaciones por venir –entre ellas, una ya indisimulada contraofensiva conservadora regional- y atreverse a proponer rumbos estratégicos para el avance popular. Ni la academia ni quienes se dedican al trabajo intelectual pueden quedar al margen de este esfuerzo, a riesgo de convertirse en convidados de piedra de un proceso histórico, tomadores de notas, guardianes de la verdad de los textos clásicos u opinadores de ocasión.
La década decisiva-década disputada en América Latina
Caracterizada la década ganada y apuntados los rasgos de este cambio de época, se evidencia la disputa que llega, la que se libra ya y que hace decisivos los años venideros, situando como primera tarea la búsqueda de esas condiciones de irreversibilidad relativa que puedan fortalecer, profundizar este cambio de época regional hacia   el mayor peso de las voluntades y el buen vivir de las mayorías.
Hace más de diez años señalábamos cómo la región reacciona en contra de la progresión de empobrecimiento de las mayorías y en contra igualmente de la renuncia a la soberanía nacional, iniciando un cambio de rumbo en el que ahora nos encontramos, en el que se consigue implementar políticas de redistribución de la riqueza, mejorar las condiciones de vida populares, recuperar la soberanía secuestrada, o incorporar a la realidad política amplias capas de población invisibilizadas.
Pero lo que está en juego ahora es la dirección de esta tangente de cambio: más allá de estas conquistas, de la década ganada, toca ahora hacer propia la década venidera, escribirla con nombres propios, con lenguaje propio, con retos propios, con placeres propios, dibujar la escena y elegir la arena de disputa. Adelantarse a los peligros y evitar enconarse en neocapitalismos amables.
Los procesos de cambio y gobiernos populares se topan con dificultades que no están en los viejos manuales, estamos en los momentos de innovar y emanciparnos de proyectos caducos. Es momento de revitalizar la reflexión y el pensamiento latinoamericano, con este deseo de seguir siendo parte del semillero de ideas progresistas, populares y democráticas para el cambio social con sentido emancipador.
1.  Doctor en Ciencias Económicas. 
2.  Doctor en Ciencias Políticas.
3 . Licenciada en Derecho. 
4.  Doctor en Ciencias Sociales. 
5.  Máster en Antropología, Candidato a Doctor.
6.  Máster en Ciencias Económicas, Candidato a Doctor.