jueves, 26 de diciembre de 2013

Los padres son decisivos

La especie humana es la que exhibe mayor “inversión parental”. Solo los humanos tenemos un padre con la función de proveernos de recursos y protección más allá de la infancia y crear lazos generacionales. Pero la “inversión parental” no ha de confundirse con el cuidado o entrega material a los hijos por parte de los padres. En la biología evolutiva, esa expresión denota la inversión diferencial en esfuerzo reproductivo entre machos y hembras de una especie. En la mayoría de las especies, quien realiza la mayor inversión parental es objeto de mayor cortejo y de mayor competencia por el acceso sexual. Normalmente, las hembras.
barbat-600pixEn la mayoría de primates, los machos tienen escaso papel inversor, aunque a efectos globales son un factor decisivo de supervivencia. Para encontrar padres muy comprometidos, hay que buscar entre especies preferentemente con poco dimorfismo sexual –pocas diferencias fisiológicas entre machos y hembras–, monógamas y con una alta confianza de paternidad. Y para eso hay que dejar a los grandes simios y fijarse en los monos, de los cuales los gibones, especialmente los siamang, son los más característicos. Cuando el pequeño gibón tiene tres meses, la madre empieza a perder interés en él y es el padre quien va tomando el relevo. Hasta el punto de que, alrededor del año, la cría busca más su contacto que el de la madre. A partir de aquí, es el padre quien controla sus desplazamientos, su alimentación y su interrelación social. Pero todo esto no va más allá de los dos o tres primeros años. Entre los gibones, ha podido comprobarse que las crías suelen requerir la atención de las madres por su propia iniciativa (hambre, frío, protección…), pero sucede al revés en los padres, que son los que inician el contacto con sus hijos. Los padres gibones suelen ser quienes juegan con los pequeños, cosa que raramente hacen las madres. Estos distintos cometidos pueden darnos algunas claves, aunque hay un salto enorme entre ellos y el ser humano.
Existen indicios de que el cambio “paternal” en los homínidos empezó con el Australopithecus afarensis. Las consecuencias fueron decisivas para los hijos y el grupo en su conjunto. Sin embargo, lo damos tan por sentado que no somos conscientes de hasta qué punto esta figura ha sido importante en la humanización e, incluso, como factor de progreso hacia la prosperidad de las culturas humanas.
Aunque el padre juega un papel clave para asegurar la salud física de sus hijos, también puede ser importante para el desarrollo óptimo de rasgos psicológicos y emocionales considerados primordialmente humanos, tales como la empatía, el control emocional y la habilidad para manejar relaciones sociales complejas. Los padres parecen ser decisivos en el aprendizaje social y el enfrentamiento con dilemas y habilidades más allá de las del puro sustento. Tienen un importante cometido en reforzar las capacidades cognitivas y emocionales de los niños y animarles a afrontar riesgos. Son quienes suelen desafiar a los pequeños y proponerles metas. En su libro Father and Child Reunion, Warren Farrell afirma que los hombres tienen tendencia a hacer de la vida un juego en el que se crean expectativas más altas y más osadas, y que muchos niños necesitan eso. Según David C. Geary, los padres en todas las culturas, quizás porque se preocupan por la futura seguridad financiera de sus hijos, se dedican a preparar a los niños para competir en sociedad. Ofrecen consejos, alientan la excelencia académica y defienden el éxito.
La ausencia del padre en la vida de los hijos, cuando es debida a un abandono (pero no, curiosamente, cuando la madre es viuda), tiene, en la inmensa mayoría de casos, repercusiones negativas que se manifiestan en diferentes planos del ajuste adaptativo: el escolar, el desarrollo cognitivo, los niveles de competencia intelectual, el desarrollo psicosexual y su ajuste psicológico, conductual y social. Los adolescentes son quienes más sufren a corto plazo de inseguridad, soledad y depresión, que pueden mostrarse en forma de fracaso escolar y deterioro en las relaciones con sus compañeros, conducta delictiva, consumo de drogas y vagancia. Durante dieciocho años, Duncan Timms siguió a 15.000 niños nacidos en Suecia en 1953 y los psicodiagnosticó a intervalos regulares. Los que presentaron un grado mayor de disfunción psicológica fueron varones nacidos de madre soltera que crecieron sin padre. Eso en Suecia, donde abundan las barandillas protectoras.
Respecto a las niñas privadas tempranamente de la convivencia familiar con su padre, los efectos a largo plazo implican una menarquia temprana, embarazos y matrimonios adolescentes, maternidad en soltería y altas probabilidades de inestabilidad de pareja. Tener un padre en casa produce efectos positivos en la valoración que hacen las hijas de sí mismas. Según Elizabet Cashdan, las niñas sin referente paterno fiable son más seductoras, se visten de forma llamativa porque “no cuentan con la inversión futura de un hombre” y toman lo que la relación a corto plazo les puede dar. Las mujeres que dan por sentado el interés e inversión de un hombre no exhiben su sexualidad y se deciden a tener relaciones sexuales solo cuando las expectativas de compromiso son altas. Es interesante saber que las niñas que se crían con un hombre que no es su padre maduran antes a causa de las feromonas que ellos emiten; la presencia de feromonas del padre inhibe la madurez pero las de hombres no relacionados biológicamente la acelera. Según Satoshi Kanazawa, el hecho de que un padre poco comprometido o su total ausencia acelere la pubertad es debido a que se registra como un sensor del grado de poliginia de una sociedad. Si hay escasez de mujeres, la pubertad precoz podría ser ventajosa. Según su estudio, los datos disponibles avalan que el grado de poliginia estaría asociado con una disminución de la edad de la menarquia a través de las sociedades, lo mismo que el índice de divorcios (un indicador de poliginia seriada) en sociedades estrictamente monógamas.
Además de todo eso, como afirma Steven E. Rhoads en Taking Sex Differences Seriously, las sociedades monógamas se benefician de una menor violencia cuando alguien se casa y se convierte en padre. Hay estudios sociológicos que señalan que un mismo sujeto a través del tiempo muestra “un gradual y acumulativo” descenso en la conducta criminal si consigue “lazos maritales de calidad”. Según el mismo Roads, son los propios hombres los que declaran que abandonan actitudes delictivas gracias al matrimonio y la paternidad. La causa es la necesidad de proveer para la familia y ser un modelo de conducta para los hijos.
En Estados Unidos, el 70% de los delincuentes juveniles, de los homicidas menores de veinte años y de los individuos arrestados por violación y otras ofensas sexuales graves crecieron sin padre. El impacto de una madre ausente respecto de la variable criminalidad es casi nulo, lo que confirma la especificidad de la figura paterna respecto de la conducta transgresora. La función paterna tiene un rol crítico en instaurar la capacidad de controlar los impulsos en general y el impulso agresivo en particular, es decir la capacidad de autorregularse. La capacidad de controlar impulsos es necesaria para que una persona pueda funcionar dentro de la ley. También lo es la empatía, y esta se desarrolla mejor cuando existe un padre involucrado en la educación de un hijo. No es hablar por hablar. La asociación predictiva entre ausencia del padre y delincuencia es más fuerte que la que vincula el tabaquismo con el cáncer de pulmón y las enfermedades cardiovasculares.
Pero esto no siempre fue así. No es cierto que una familia formada por padre, madre e hijos, en la que el padre provee de recursos y la madre del cuidado de la prole y de la intendencia del hogar haya sido la predominante en la historia humana. Lo que hoy representa el divorcio fue antes la alta mortalidad en el parto, la deserción del cabeza de familia y la violencia. Pero es más que probable que la generalización de la familia nuclear estable, con unos padres muy atentos a la educación y al bienestar de un número controlado de hijos, podría haber sido un factor decisivo en el desarrollo de la sociedad amable, y en el progreso y mejora de nuestra calidad de vida.
Publicado en Letras Libres

lunes, 16 de diciembre de 2013

ENAMÓRATE DE UNA MUJER DE VERDAD

No puedo pedirte que te enamores de una mujer que lee, porque ya alguien lo hizo por mí.
Sin embargo, puedo pedirte que te enamores de una mujer de verdad. Enamórate de una mujer que busque “figuritas” en las nubes. Enamórate de una mujer que sea lo suficientemente valiente para decir que tiene miedo pero que siempre ejecute a pesar de él. Enamórate de una mujer que no mate hormiguitas sólo porque puede, enamórate de la que agarra la hormiguita en la uña y la devuelve a su filita. Eso significa que es buena y capaz de apiadarse de los que no tienen las mismas herramientas que ella.
Enamórate de una mujer que no disimule ni esconda lo inteligente que es. Las que se hacen pasar por brutas son mucho más peligrosas que las que asumen con orgullo lo inteligentes que son. Además, ¿por qué quisieras estar con una mujer que se subestima para cazar un tipo? Enamórate de una mujer que sea abrazable, adorable, querible y cogible. Todas son importantes. Enamórate de una mujer que no se maquille mucho. Son honestas y seguras. Las que se maquillan mucho envejecen más rápido. Enamórate de una mujer que sea Team Mafalda y no Team Barbie.
Enamórate de una mujer que le guste comer. La vida es más divertida comiendo pizza que lechuga. Enamórate de una mujer que le guste la música. No importa que no sea la misma que te guste a ti. La música puede unirlos cuando se distancien, curarlos cuando se enfermen y salvarlos cuando se pierdan. Enamórate de una mujer que sepa cocinar, que le guste lavar platos o que tenga real como para comprar un lavaplatos. Trust me on this one.
Enamórate de una mujer que esté más preocupada por los ceros en sus cheques que en los tuyos. Enamórate de una mujer que te quiera porque la haces reír y no porque le compras cosas. Enamórate de una mujer que respire profundo para calmarse cuando te ve. Enamórate de una mujer que no pueda esconder nada. Enamórate de los ojos que la delaten y que te digan lo que necesitas saber. Enamórate de ella porque le brillan los ojos cuando te ve. Eso significa que está enamorada de ti.
Enamórate de una mujer que hable bastante, para que tú no tengas que hacerlo. La parte fácil es tuya: asiente y sonríe como si tuvieras idea de lo que está hablando. Enamórate de una mujer que te escuche con atención. Enamórate de una mujer que te pueda hacer sentir culpable y genuinamente arrepentido de vez en cuando. Que tenga ese poder sobre ti es el mejor antídoto contra la arrogancia y el orgullo. Enamórate de una mujer que no sepa planchar, para que no pierdan ni un solo momento juntos. Enamórate de una mujer que sepa escribir “noticas” de amor. Las “noticas” reviven las mariposas y hasta pueden mandar un bombazo de sangre al…corazón.
Enamórate de una mujer que le guste bailar. Recuerda que bailar es la expresión vertical de un deseo horizontal. Enamórate de una mujer que piense en otras cosas, que haga otras cosas y que piense en otras personas diferentes a ti. Enamórate de una mujer con hobbies, con intereses, con pasiones. Que no seas sólo tú, para que no te asfixie. Enamórate de una mujer que sepa que el amor tiene que ser libre. El amor obligatorio sólo le hace daño a los involucrados.
Enamórate de una mujer que ame y deje amar. Que sea y deje ser. Enamórate de mí o de alguien como yo, para que no me duela tanto.
Por @ninarancel   |    F: un tipo serio.com

viernes, 13 de diciembre de 2013

Se puede querer a dos hombres a la vez… y no estar loca

Las mujeres omuhonga, de Namibia, participaron en el estudio sobre sexualidad femenina
Que me disculpe el viejo Machín por feminizar su bolero (Corazón loco). Él amaba a dos mujeres a la vez pero, en estos días, una reciente investigación demuestra que amar a dos hombres, o a tres (y suma los que quieras) es una posibilidad biológicamente eficaz para las homínidas. Afirma que la mujer es, por naturaleza, tan promiscua como el hombre (que también) y los únicos límites a nuestra díscola genética están en los cinturones culturales que cada cual aprende y, entre ellos, la independencia económica.
El nuevo estudio lo firma la antropóloga Brooke A. Scelza, de la Universidad de California, Los Ángeles, y lo acaba de publicar en Evolutionary Anthropology. Scelza sostiene que el papel sexual de las mujeres no se limita a la elección de un macho adecuado, sino que también buscamos múltiples parejas sexuales.
Scelza investigó los quehaceres de mujeres de distintas sociedades, entre ellas, las  Omuhonga, en Namibia. Es un pueblo seminómada que vive principalmente del pastoreo de ganado. Los  maridos viajan largas distancias con las manadas, y, en su ausencia, las mujeres pueden (o no) tener otras parejas. De las 110 mujeres que entrevistó Scelza, un tercio dijo que sus relaciones con otros hombres causaron el nacimiento de al menos un niño. Como en su sociedad la promiscuidad no es un estigma, tanto mujeres como hombres hablan de ello abiertamente.

Las mujeres ya no ligamos, científicamente, igual que las moscas

La investigación de Scelza afila el vértice de una batalla científica que se sostienen desde hace décadas, y cuya responsabilidad inicial es del lúcido Darwin. El debate, básicamente, es determinar científicamente si en nuestra especie, especialmente en las hembras, la estrategia reproductiva más eficaz es tipo mosca, o tipo bonobo (el simio promiscuo con el que compartimos más ADN que con cualquier otra especie, un 98.7%).
La propuesta dominante en el Olimpo científico, y la más instalada en la mente colectiva, es que las mujeres elegimos pareja con la misma estrategia que la mosca de la fruta, la provechosa Drosophila melanogaster. Veamos cómo se llegó a la mosca.
En su obra El origen del hombre, Darwin puso en tinta que la mujer tiene un papel dominante a la hora de elegir compañero, y que, de entre los mejores, solo elige uno. Los machos, por tanto, tienen que competir entre ellos por ser el elegido, y dejarse los cuernos si hace falta. La razón que Darwin encontró es que para un macho humano producir células sexuales es algo biológicamente barato. 100 millones de espermatozoides en cada “¡ay!” lo atestiguan. Así que le interesa copular con cuantas más mejor, para lograr el mayor número de descendientes que le honren. Conclusión: la estrategia biológica de más éxito para el hombre es la poligamia.
La visión de Darwin sobre la mujer era la opuesta: un gran óvulo al mes, con un coste biológico de las dimensiones del Himalaya. La hembra, por tanto, tiene que seleccionar al buen macho, y solo a uno, que garantice un descendiente fuerte y sano.
Darwin nos vio, así, hombres polígamos y mujeres monógamas por orden biológico natural. Pero él solo lo anunció. En 1948 el genetista británico Angus J. Bateman llevó a cabo un trabajo experimental para demostrarlo, y eligió como sujeto de estudio a la moscas de la fruta, la Drosophila melanogaster.
Bateman se dedicó a buscar moscas con rasgos físicos diferenciadores: alas rizadas, pelo grueso, ojos en una hendidura… las puso a copular y después contó descendientes que hubieran heredado esos rasgos. Con su famosísimo experimento mostró que el número de descendientes de un macho aumenta en la misma proporción que el número de parejas seducidas, mientras que la mosca hembra no gana nada con la variedad. Trasladar sus conclusiones de la mosca al humano le llevó un párrafo. Y ahí quedo: para el genetista, las humanas ligamos con la misma estrategia que la mosca de la fruta.
El de Bateman es el estudio experimental sobre selección sexual más citado en la actualidad, pero para discutirlo. Patricia Adair Gowaty, profesora de ecología y biología evolutiva de la universidad de UCLA, repitió el experimento de Bateman mosca a mosca y encontró que el genetista se había hecho un lío al contar mutaciones, y que algunos aspectos fundamentales del estudio no eran correctos. «Posiblemente el trabajo de Bateman nunca debería haber sido publicado», afirmó la investigadora.
Hay numerosos estudios que ensalzan la promiscuidad como estrategia biológica eficaz para ambos sexos. El más reciente es de la antropóloga Brooke A. Scelza, de la Universidad de California, que, como los huevos Kinder, también tiene sorpresa.
Dice Scelza que ha encontrado gran diversidad de normas sexuales por el mundo, desde la monogamia forzada estrictamente al poliamor, y que ha dado con una razón detrás de los modelos donde las parejas múltiples es más abultada. Allí donde las mujeres tienen más recursos económicos, o mayor independencia del hombre, triunfa el corazón loco.
Para Scelza esto explica por qué la infidelidad femenina se ha incrementado en occidente y apunta el caso de Islandia, en el primer puesto en la clasificación en igualdad de género según el Foro Económico Mundial de 2013 y, al mimos tiempo, donde el 67% de los niños nacen fuera del matrimonio. La tasa mayor del mundo occidental.
Aunque la batalla por explicar el comportamiento sexual humano continuará, lo que parece es que hay posibilidades para todo. Aunque no está mal saber que si te enamoras de dos, tres o siete hombres a la vez, loca, biológicamente loca, no estás

jueves, 5 de diciembre de 2013

SOBRE LAS MUJERES CASTRADORAS


Es un invento del hombre como la felicidad que sólo se materializa cuando haces el amor y eres completamente correspondido…

En la actualidad el matrimonio es visto como una institución anacrónica y opresiva y los jóvenes no quieren tener ningún compromiso ni hijos que les baje su nivel de vida y su libertad para viajar y disfrutar de la vida ya que uno se la pasa desviviendose por los hijos 
cuando se es padre responsable
 y ellos le dan una patada en el culo cuando ya no los necesitan o porque su temperamento es completamente diferente o han sido víctimas de un matrimonio disfuncional o han sido testigos de violencia intrafamiliar.
El problema con el amor es que si eres normal tienes que buscarlo y compartirlo con una mujer y las mujeres salvo notables excepciones son basicamente castradoras primero con el esposo y luego con los hijos y lo quieren tener como perico enjaulado. Por otro lado los hombres son esencialmente infieles dado su naturaleza y misión de perpetuar la especie sin que este razonamiento tenga que ser entendido que todos los hombres son unos cerdos, pero la infidelidad es absolutamente intolerable para las mujeres castradoras mientras que ellas sí se permiten sus metidas de patas, para ilustrar con un ejemplo tenemos la serie “AMAS DE CASA DESESPERADAS” o “SEXO EN NEW YORK”, es por eso que la tasa de divorcios se dispara para arriba cada año y es más frecuente en los jóvenes el no querer tener ningún compromiso conyugal y mucho menos tener hijos que lo esclavicen para toda la vida.
Cuando una esposa quiere llevar los pantalones de la casa y utiliza la castración mental del marido para conseguir su propósito seguramente vendrá la violencia intrafamiliar y el divorcio, preferentemente sin hijos, que establezcan un nefasto nexo de por vida con tan estrafalaria mujer tan poco femenina.
En mi humilde opinión la esencia de la mujer es la satisfacción que siente al castrar toda iniciativa del esposo y de los hijos al llevarle siempre la contraria o criticarlos destructivamente, pero como dije antes también hay casos excepcionales en que la mujer no es la enemiga del hombre sino su más fiel aliada ya que piensan igual y comparten los mismos gustos siempre y ella es el apoyo incondicional del marido, pero de esos casos excepcionales tenemos pocas noticias y el mensaje es el siguiente si encuentras el amor con una mujer cuídate mucho porque una mujer te puede llevar a la gloria o a la destrucción terminal más desoladora que te puedas imaginar.
Una de las costumbres más detestables de las esposas es la de querer controlar todo, todo el tiempo, y meter la nariz donde nadie las llama. Incluso cuando ya están viejas, ciegas y arrastrando las patas no cambian el mal hábito como el mal aliento que tienen de querer organizar todo el cotarro y andar averiguando todo, sobre todo. Pero lo más irritante es que no se pueda mantener una conversación o discusión racional porque interrumpen al esposo de la manera más humillante y grosera con el cuento de que “bájame la voz”, comportamientos estos que generalmente degeneran en la invariable violencia intrafamiliar.
En lo que a mi respecta después de haber realizado muchas lecturas de la Biblia y de libros de antropología, cualquiera que intente guiar su vida según los preceptos irracionales de la mentalidad judeocristiana seguramente tiene un tornillo suelto.

domingo, 1 de diciembre de 2013

Características del cambio de época latinoamericano

El panorama intelectual y cultural de la región se encuentra marcado por un cierto repliegue defensivo –que no es desaparición- de las ideas conservadoras-liberales y de los proyectos de las élites históricas que han superado los límites declarativos y apuntan en un sentido de transformación geopolítica.

Características del cambio de época latinoamericano
Por Alfredo Serrano Mancilla (1), Iñigo Errejón (2), Auxiliadora Honorato (3), Esteban De Gori (4), Sergio Pascual (5) y Sergio Martín Carrillo (6)
Si se puede afirmar que Latinoamérica está viviendo un “cambio de época” es por la convergencia de grandes líneas de transformación que no cierran el horizonte de posibilidades futuras ni aseguran ningún destino, pero sí descartan la mera restauración del orden anterior.
Realizar un análisis, exposición crítica y discusión de los componentes de este nuevo tiempo político en la región excede con mucho la voluntad de este documento. No obstante, una somera enumeración, con más pretensión de mapeo que de exhaustividad, puede ser de utilidad para caracterizar mínimamente el escenario geopolítico en la región.
En primer lugar, uno de los rasgos más evidentes del nuevo tiempo político es la coincidencia, no casual, de gobiernos de signo democrático-progresista en la región. Pese a los diferentes ritmos, horizontes y acentos, nunca antes coincidieron en Latinoamérica y el Caribe tantos ejecutivos comandando procesos de redistribución, construcción de soberanía y ampliación del campo democrático. Además, estos gobiernos están liderando, como ya se ha explicado, procesos de integración y construcción regional que han superado los límites declarativos y apuntan en un sentido de transformación geopolítica. Este fenómeno, llamado del “giro a la izquierda”, así como las condiciones geopolíticas que lo han hecho posible, cuando en el pasado fue tantas veces truncado, merecen una atención prioritaria por las posibilidades de avance histórico y por su implicación global. Es bueno recordar que América Latina, en un momento global de violencia, desestructuración y desencanto, se ha convertido en un espacio político y cultural privilegiado para la mejora colectiva de la vida, y por tanto en una referencia mundial para las personas y los pueblos progresistas.
En segundo lugar, el panorama intelectual y cultural latinoamericano se encuentra marcado por un cierto repliegue defensivo –que no desaparición- de las ideas conservadoras-liberales y de los proyectos de las élites históricas, que están experimentando importantes mutaciones para adaptarse a los nuevos consensos en despliegue, anudados a partir de la crisis del modelo neoliberal y basados en una nueva centralidad política de “las masas” como sujeto político. Estos nuevos consensos en formación deben ser investigados, analizados y problematizadas sus dificultades, sus ángulos muertos y sus tensiones internas.
No obstante, este repliegue o necesidad de adaptación a un campo discursivo marcado por la centralidad de algunos de los términos, los valores y las propuestas progresistas, está considerablemente limitada al menos por dos elementos, que condicionan el alcance relativo de la hegemonía del relato posneoliberal y obstaculizan su sedimentación en una sociedad civil y una estatalidad que consoliden los cambios progresistas.
Por una parte, la escasez general de una nueva intelectualidad orgánica para la transición estatal, capaz de conjugar la movilización política con la gestión en clave transformadora y eficaz. La necesidad de ocupar posiciones para la disputa al interior del Estado, la ampliación de lo público y el carácter abrupto de las rupturas populares ha consumido las mejores energías de una primera hornada de militantes políticos que han tenido así muy poco tiempo para formar a sus sucesores en términos teóricos, ideológicos y políticos. Solo esta formación es un antídoto contra las inercias de unas administraciones y sociedades civiles mayoritariamente hegemonizadas por la vieja política, el clasismo y el conservadurismo. Los procesos de cambio político de signo popular tienen entre una de sus principales dificultades la de producir, en un tiempo político marcado por la urgencia, los cuadros políticos para la construcción del nuevo Estado y los cuadros intelectuales para la renovación de la primacía cultural, moral y estética de las fuerzas emancipadoras. Además, estas dos tareas, en lo posible, deben irse entrelazando y entremezclando. Este aspecto requiere un trabajo prolongado de ir construyendo tanto las bases materiales –centros de estudio y análisis, publicaciones, becas, programas de formación, medios de difusión del pensamiento, premios literarios y científicos, estímulo a la cultura transformadora, etc.- como los mimbres conceptuales, gramaticales y simbólicos para un relanzamiento de la capacidad de las ideas del bloque popular para determinar el horizonte y los códigos de su tiempo.
Por otro lado, los hábitus culturales de las sociedades latinoamericanas, también aquellas atravesadas por procesos de acceso popular al Estado, siguen estando mayoritariamente marcados por prácticas sociales, horizontes estéticos y aspiraciones que responden a la mayor capacidad de seducción de los mitos, ficciones orientadoras y valores del capitalismo: violencia, machismo, consumismo, cultura de la indisciplina y la inmediatez, ineficacia, irresponsabilidad, etc. Esto constituye un considerable y poderoso freno –especialmente por su carácter “invisible”- a los procesos que buscan, partiendo de las comunidades de las clases populares, fundar una esfera pública socialista para el buen vivir, el vivir bien, el socialismo del siglo XXI o cualquier concepción cuya principal meta sea la expansión de la igualdad y de la libertad. Se trata aquí de afrontar una lenta modificación antropológica sin la cual las modificaciones jurídico-institucionales corren siempre el riesgo de quedar como trincheras desguarnecidas.
Al mismo tiempo, es importante recuperar un análisis sobre las derechas latinoamericanas y sobre las acciones de los grupos económicos y financieros. La mirada de las últimas décadas, colocada –principalmente- en los movimientos sociales y en el Estado nos ha hecho relegar en análisis sobre los “contrincantes” centrales que tienen estos gobiernos a la hora de la introducción de cambios económicos y políticos. Se hace necesario construir un mapa de los actores que desde el campo conservador son productores de análisis, propuestas, interpretaciones o expresiones que después se convierten en munición de primer orden para la batalla política. Este análisis no debe quedarse en identificar centros o instituciones, sino en diagnosticar sus principales estrategias en la disputa por el sentido, la interpretación y la proyección del presente.
En tercer lugar, el Estado vuelve a estar en el centro de la discusión política y social, ya no como problema, sino como espacio privilegiado –aunque no único- de la política y la vida en común. Su retorno reabre gran parte de las cuestiones históricas de los procesos emancipadores: su relación con la construcción de comunidad, con la democracia, la representación y la libertad, su articulación territorial y con la diversidad étnica, su transformación, la institucionalidad y los equilibrios de fuerzas, su autonomía relativa o sus inercias. Su condición de “máquina”, “sistema de aparatos y dispositivos” o “campo de disputa”. La cuestión del Estado es en Latinoamérica, especialmente en sus procesos de avanzada, la cuestión de la transición, que obliga al pensamiento crítico a trabajar por articular la política como conflicto y ruptura con la política como gestión y construcción de orden; el triángulo del que habla Rafael Correa para referirse a la necesaria conciliación de libertad, igualdad y eficacia.
En cuarto y último lugar, el socialismo o la propuesta de construcción de un gobierno popular, cobra una cierta importancia política no tanto como programa acabado sino como horizonte, como tensión emancipadora. Pero esta función da muestras de relativo agotamiento por cuanto los procesos de cambio y gobiernos populares se topan con dificultades que no están en los viejos manuales, mientras que, bajo la excusa de no adelantar o imponer paradigmas, la reflexión crítica no parece haber trascendido en el momento de la ruptura ni haberse atrevido a sugerir líneas de desarrollo, que han sido sustituidas por la constatación de las contradicciones y la celebración del inmediatismo. La consolidación de este tiempo histórico de transformaciones exige pensar las condiciones de la “irreversibilidad relativa” –pues en condiciones de libertad nunca puede ser absoluta- los anclajes económicos, culturales e institucionales que pueden fortificar las posiciones conquistadas sin esclerotizar las posibilidades de conquista de nuevas y más ambiciosas plazas. Esto pasa, necesariamente, por la construcción de instituciones eficaces que conviertan en cotidianidad los avances realizados, que no exijan la movilización permanente y que construyan una estatalidad que responda a la emergencia de los sectores subalternos.
Un tiempo histórico tan rico, tan atravesado de desafíos, tan fértil, tan sometido a una guerra por su lectura, exige análisis, estudios e interpretaciones audaces. Es necesario aggiornar la agenda de la ruptura en la región, librar la batalla intelectual por fijar los términos de las confrontaciones por venir –entre ellas, una ya indisimulada contraofensiva conservadora regional- y atreverse a proponer rumbos estratégicos para el avance popular. Ni la academia ni quienes se dedican al trabajo intelectual pueden quedar al margen de este esfuerzo, a riesgo de convertirse en convidados de piedra de un proceso histórico, tomadores de notas, guardianes de la verdad de los textos clásicos u opinadores de ocasión.
La década decisiva-década disputada en América Latina
Caracterizada la década ganada y apuntados los rasgos de este cambio de época, se evidencia la disputa que llega, la que se libra ya y que hace decisivos los años venideros, situando como primera tarea la búsqueda de esas condiciones de irreversibilidad relativa que puedan fortalecer, profundizar este cambio de época regional hacia   el mayor peso de las voluntades y el buen vivir de las mayorías.
Hace más de diez años señalábamos cómo la región reacciona en contra de la progresión de empobrecimiento de las mayorías y en contra igualmente de la renuncia a la soberanía nacional, iniciando un cambio de rumbo en el que ahora nos encontramos, en el que se consigue implementar políticas de redistribución de la riqueza, mejorar las condiciones de vida populares, recuperar la soberanía secuestrada, o incorporar a la realidad política amplias capas de población invisibilizadas.
Pero lo que está en juego ahora es la dirección de esta tangente de cambio: más allá de estas conquistas, de la década ganada, toca ahora hacer propia la década venidera, escribirla con nombres propios, con lenguaje propio, con retos propios, con placeres propios, dibujar la escena y elegir la arena de disputa. Adelantarse a los peligros y evitar enconarse en neocapitalismos amables.
Los procesos de cambio y gobiernos populares se topan con dificultades que no están en los viejos manuales, estamos en los momentos de innovar y emanciparnos de proyectos caducos. Es momento de revitalizar la reflexión y el pensamiento latinoamericano, con este deseo de seguir siendo parte del semillero de ideas progresistas, populares y democráticas para el cambio social con sentido emancipador.
1.  Doctor en Ciencias Económicas. 
2.  Doctor en Ciencias Políticas.
3 . Licenciada en Derecho. 
4.  Doctor en Ciencias Sociales. 
5.  Máster en Antropología, Candidato a Doctor.
6.  Máster en Ciencias Económicas, Candidato a Doctor.

jueves, 21 de noviembre de 2013

Las increíbles travesuras del doctor Rodolfo Llinás

 – ¿Quieren ver la prueba contundente? –dijo Llinás.
Y después de largas horas de asombrosa conversación y de haber narrado episodios simpatiquísimos e inéditos de su vida, trajo su computador portátil a la mesa, lo encendió, buscó un archivo y puso a rodar un video en el que, en un plano estático, se ven dos vasos, uno al lado del otro.
En el vaso de la izquierda hay un pez dorado (comúnmente conocido como “bailarina”), que se mueve y abre frenéticamente la boca en el agua.
En el vaso de la derecha, en el fondo, hay otro pez dorado, completamente inmóvil. Está en la “nano-agua”, que a primera vista parece normal.
Pronto, en el encuadre, aparece una mano que agarra con una malla al pez que está moviéndose febrilmente en el recipiente de la izquierda, y lo pasa al envase de la derecha. Y en cuestión de segundos, el animalito se va al fondo y se queda quieto como su compañero. Ambos inmóviles, tranquilos, observando.
De la misma manera, a su compañero (el que estaba tan quieto y plácido) lo pasa al recipiente de la izquierda en donde, en cuestión de los mismos segundos que tuvo su predecesor para adaptarse, comienza a moverse tal cual como se movía su camarada, de un lado al otro, abriendo la boca. Respirando.
– ¿Sí ven? Es muy sencillo. Es la mejor prueba que hay y no hay manera de refutarla: el pez que está en el agua normal hace todo lo que hace un pez en agua normal: moverse y abrir su boca para respirar, porque esa es su función. El de la derecha, el que está en la “nano-agua”, simplemente se sienta a descansar, porque aquí mejora su funcionamiento a nivel celular y ya no necesita abrir su bocota ni nada de eso.
Y efectivamente. Ahí está la prueba fehaciente –tan sencilla y tan miedosamente contundente– de que estamos frente a un agua increíble, un líquido excepcional que el mismo científico bogotano ha definido como: “Un nuevo concepto en medicina… Una sustancia que optimiza la vida… Un agua que se podrá tomar o se podrá administrar por vía intravenosa”.
¿Pero de qué se trata este invento? El neurofisiólogo colombiano llegó a la conclusión de que el agua se puede mejorar notablemente, al punto que puede ayudar a prevenir enfermedades causadas por el deterioro celular (cáncer, alzhéimer, etc…), siempre y cuando sea sometida al influjo de una alta concentración de energía, a través de un proceso de “nanotecnología”.
En otras palabras, el más grande científico que ha tenido el país –, que dirigió el programa del grupo de trabajo científico “Neurolab” de la NASA–, logró, luego de largos años de experimentos, que en el agua ocurra un fenómeno llamado “cavitación”, gracias al cual se producen “nano-burbujas” de vacío en las que se inserta el oxígeno (dentro del cristal normal del agua), multiplicando así su capacidad de oxigenación. Toda una revolución.
Sin embargo, muy a pesar de la maravilla que implica su descubrimiento –como sacado de la más intrépida novela de ciencia ficción–, al actual director del departamento de Fisiología y Neurociencia de la Universidad de Nueva York no le gusta hablar mucho del tema. De hecho, por ahora prefiere esperar los resultados, en la medida en que acaba de entregar su investigación a la comunidad científica.
Lo que sí hizo, con entusiasmo moderado, fue mostrar el video. Y lo hizo después de una muy personal e íntima entrevista –con ajiaco incluido, que adora y que devora cada vez que viene a Colombia–, en la que reconstruyó los incidentes, las aventuras y las andanzas de su vida.
Una traviesa historia que comenzó en los años treinta, en una singular y pacata ciudad a 2.600 metros de altura, en el seno de una familia de catalanes que llegaron a este país en el siglo XIX y que dejaron en nuestra tierra uno de los cerebros más brillantes que recuerde la República de Colombia: Rodolfo Llinás Riascos (Bogotá, 16 de diciembre de 1934).
Finalmente, ¿costeño, bogotano o catalán?
Sé quién soy y soy catalán. Casi no tengo nada colombiano. La gente piensa que los Llinás somos de Sabanalarga pero, ¿cuánto tiempo duraron en Sabanalarga? Pues dos generaciones. Pero ¿cuánto tiempo duraron en España? A ver, creo que mi apellido tiene más o menos dos mil años. Aquí vino un señor catalán, le pareció fantástico, consiguió mucha tierra y se devolvió. Entonces vinieron los hijos por allá en 1860 y ahí empezó el cuento de que los Llinás eran costeños. Mi abuelo se vino a estudiar medicina a Bogotá y se quedó. Mi papá nació en Sabanalarga, pero se vino a los cuatro años. Yo soy bogotano.
Usted comenzó sus estudios en el Gimnasio Moderno, pero todo parece indicar que no le fue muy bien, ¿o no?
El Moderno fue sumamente interesante. Estaba basado en la visión de Agustín Nieto de un colegio inglés: de saco y corbata. Había muchos profesores extranjeros de una altura impresionante, como el profesor Prat, uno de los caudillos españoles de izquierda, catalán, que hasta tiene plaza en Barcelona. Pero yo fui un estudiante malísimo…
Y por varios colegios, ¿cómo fue su recorrido?
Estuve en el Gimnasio Moderno, en el Cervantes, en el Liceo Francés, en varios. Y siempre con pelotera. Es que enseñaban unas cosas que no entendía y que no eran interesantes. El problema grave es que, como no tenían contexto, entonces no aprendía. Y yo decía “no le jalo”.
¿Qué ejemplo tiene de descontextualización?
La geografía, por ejemplo. Yo no necesito saber los afluentes del río Caquetá. ¿Para qué necesito saberlo? Esos son conocimientos completamente inútiles. Yo aprendí las pocas cosas que sé en mi casa, con mi padre y con mi abuelo.
Siempre habla de su abuelo como su gran influencia. ¿Por qué?
Era famosísimo en la escuela de medicina porque era un profesor del carajo, muy especial, que se botaba al suelo y hacía un ataque de epilepsia, a tal punto que la gente pensaba que tenía epilepsia. Fue también el gerente del hospital de Sibaté. En fin. Las charlas con mi abuelo eran de morirse, una cuestión increíble. Su casa, donde viví, tenía toda clase de recovecos y libros y cosas, y me la pasaba esculcando a ver qué encontraba. Había una puerta con resorte a la que le ponían un dragón de metal para tenerla. Y yo decía: “¿y esta vaina tan rara qué es, que se le mueve la cola y abre la carraca?”. Yo le preguntaba a mi abuelo y simplemente me respondía: “es un pedazo de hierro en forma de dragón, así nació, así es”. Entonces yo me dije: “¡Mmmmm… aquí hay gato encerrado!”, y le hice una investigación al dragón. De tanto mirar, resolví poner un papel en el piso y, al accionar la cola, salió un sello embolsado y ¡ah, qué descubrimiento tan fantástico! Entonces fui y le mostré a mi abuelo y me dijo: “Lo descubriste, mijo. Esto es la vida. Las cosas importantes, las descubres tú, si no las descubres tú, no son tuyas”. Yo tenía cuatro años. Y así fue todo, con discusión diaria a la hora de almuerzo.
Un desarrolladísimo sentido de la curiosidad…
Un día, desde el segundo piso de mi casa, vi como un paciente de mi papá empezó a hacer unas vainas rarísimas: se botó en el suelo, movía las piernas y los brazos y echaba babas. Yo decía: “pero cómo es de mal educado ese pisco”. Entonces mi papá subió y me explicó qué le pasaba: “Mire, mijo, es que hay una cosa que se llama el cerebro y resulta que lo que uno hace, no es necesariamente lo que uno quiere hacer. Es un poquito más complicado y todas esas cosas son propiedades del sistema nervioso”, entonces ahí se armó la grande porque empecé todos los días a preguntar: “¿Y adentro qué hay?, ¿y eso se puede comer?, ¿y cómo funciona?”. Entonces estoy en esta vaina, más o menos, desde los cuatro años: el cerebro y el hecho de la situación biológica.
¿Su papá y su abuelo le explicaban con contexto?
Siempre. “¿Cómo vuela un avión, abuelo?”. Y me decía mi abuelo: “tráeme un cuchillo y un bloque de mantequilla”. Yo se la traje y con el cuchillo me explicó: “Si el cuchillo se inclina hacia arriba, entonces sube, y si lo pongo hacia abajo, entonces baja. Un avión es un cuchillo que corta el aire y que, además, se atornilla en el aire. Entonces es un tornillo con un cuchillo detrás”.
Y mientras tanto, la educación en sus colegios sin contexto…
El primer lugar que estuve fue Migajitas, un colegio de niños chiquitos, a dos vueltas de la casa (carrera Décima con calle 23). Me devolví llorando porque dije que sí sabía leer y no sabía leer. Es que había una pintura de un loro y un tomate, entonces dije: “sí, yo sí sé leer”. Y me dijeron que no y me fui bravo porque me habían insultado delante de todo el mundo. Mi papá me explicó: “Eso no es leer, eso es describir lo que está viendo… es que hay unos garabatos que se llaman letras y las letras juntas hacen palabras…”. Y así.
Finalmente, ¿cómo se educó?
Voy a dar un ejemplo. Todos los domingos íbamos juntos a oír música y, en una caminada de esas, vi que en un edificio había un escudo con una vaina rarísima. “¿Y esto qué es?”, pregunté. “Eso es una letra”, me dijeron. “Pero esa no la conozco”, dije. “Es que es una letra griega que se llama Phi y que representa un valor, que es una constante, y una constante es algo que no cambia; y es muy importante porque es la relación entre el diámetro y la circunferencia de un círculo”, me dijo mi papá. “A ver, explíqueme esa vaina”. Y me explicó. Al final yo concluí: “Entonces solamente hay un círculo”. Con esas palabras, mi papá me abrazó, me besó y me preguntó: “¿y cómo sabes eso?”. Y respondí con seguridad: “Porque es infinita, por la serie, porque tiene características que nunca se repiten”. Es que la conceptología era brutal, de una profundidad y de una sencillez… En cambio en el colegio, que era la cosa más costosa del mundo, me embrutecían con todas estas vainas, sin contextos de nada. Entonces yo era malísimo estudiante.
¿Perdió algún año?
No, yo pasaba, pero es que era dificilísimo. Yo estuve en otro colegio que se llamaba Santa Juana de Arco, y una vez le dije a mi papá: “Yo a ese colegio no voy. A mí lo que sí me gusta es el recreo”. Y la cosa era tan especial en mi casa que el señor me dijo: “Bueno, entonces vaya solamente al recreo”. Así que a las diez de la mañana yo me iba para el recreo y a las diez y media me iba para la casa. Eso era un relajo la cosa más espantosa. Y claro, el resto de los estudiantes en un estado de odio porque, además, a las nueve de la mañana yo cogía mi bicicleta y pasaba por el frente del colegio para comprarme un negro (un bizcocho). Y así fue más o menos un año. Hasta que apareció una profesora de matemáticas que me dio clases de geometría, que no se las daba a nadie más: rectas, triángulos, paralelas, geometría en tres dimensiones, en fin… Siempre hubo, de algún modo, alguien con quien podía dialogar. Pero en las clases normales no fui tan bueno.
Y a todas estas, ¿qué hay con la educación religiosa que, como a todo bogotano de la época, también le debió tocar?
La estructura religiosa me parecía horrible. Me llevaban a misa y qué olor tan terrible. Había unas procesiones y resulta que uno de niño se fija en cosas que la gente no ve: cómo el cura insulta a los monaguillos, por ejemplo. ¡Qué susto! Mi mamá me decía: “hombre, Rodolfo, tienes que ir a la iglesia porque si no te llevan al infierno”. Y yo le respondía: “No estoy muy seguro”. Entonces me decía que a su virgen, que no recuerdo cómo se llamaba, le rezaba y ella le hacía milagros. Y yo le decía: “Tú le rezas a una piedra en forma de Virgen. ¿Por qué no le rezas directamente a Dios”. Entonces, con calma, me decía: “Es que Dios está muy ocupado y ella intercede. Entonces uno le reza y ella va y trata de conquistar a Dios para que haga las cosas”. A mí todo eso me sonaba como “rarón” y le dije: “Que venga un cojo sin pierna, que le rece a la virgen, y que le salga la pierna. Entonces ahí sí vamos a hablar de milagro”. Yo tenía como nueve años.
¿Cuál fue la gran discusión con sus padres? ¿Cuándo dijeron sus viejos: “aquí sí hay que tener un límite”?
Mi padre era muy estricto, pero era suficientemente inteligente para entender que simplemente yo era un alma libre. Yo a todo decía: “Sí, pero vamos a ver, eso hay que negociarlo”. Y mi mamá, pues, era fantástica. Me hacía el cuarto en todo. Una familia muy sana, con una vida muy buena y muy querida.
¿Es cierto que armaba y desarmaba todo?
Por la curiosidad. A la vitrola de mi papá, que era con manivela, le puse unas llantas con un dispositivo. Entonces paseaba por ahí, por toda la casa.
¿Cuál fue el regalo que más disfrutó en su niñez?
El Tesoro de la Juventud, de la empresa W. M. Jackson. Eran veinte libros, una especie de enciclopedia donde estaba todo. Entonces yo estudiaba física y química, porque estaba muy bien explicada.
¿Es cierto que aprendió inglés en dos patadas?
A los once años, estuve unas vacaciones en los Estados Unidos, en New Orleáns. Ahí aprendí. Yo nunca tuve problemas con el idioma.
¿Practicó deportes?
Judo, esgrima y tenis. Nunca hice deporte en equipo. Es que eso con otra gente es gravísimo, porque le echan la culpa a uno. Y no, yo gano o pierdo solo, y no tengo que echarle vainas a nadie. Yo era muy buen esgrimista.
¿Siempre supo que iba a ser médico?
No. Pero es que me dejaron hacer muchas cosas, incluidas cirugías a los perros en mi casa. Yo tenía unos quince años, y ya tenía laboratorio en la parte de abajo de la casa: aparatos, centrífuga, químicos y toda clase de cosas. Nosotros teníamos una camada de 12 perros daneses a los que había que cortarles las orejas. Con mi amigo Eduardo Rueda les pusimos algodones con cloroformo, pero los pobres no quedaban tan anestesiados. Así que… quedaron con una oreja más larga que la otra…
¿Es cierto que apenas salió del colegio montó una fábrica de alarmas?
Sí, con mi papá nos pusimos a hacer alarmas. Dijimos: “le vendemos las alarmas a la compañía de seguros y las compañías ponen la alarma y, a la personas que tengan alarma, pues le cobran un poquito menos”. Y fuimos a las compañías de seguros y sí; fuimos al banco y nos prestaron la plata. Entonces hicimos muchas alarmas, pero empezaron los problemas porque se activaban con nada. Una vez pasó un tren y se activaron todas las de las casas. A mí me tocó salir corriendo de la escuela de medicina a apagar alarmas. Y hasta ahí llegó.
¿A qué más le jaló?
Yo me fui a Suiza a un laboratorio y allá me puse a hacer amplificadores de alta fidelidad. Hicimos unos aparatos fantásticos, impresionantes. Entonces le dije a mi papá: “¿Por qué no hacemos motores?”. Cuando volví a Colombia, montamos los motores y nos pusimos a hacer las primeras camisas para motores hechas en Colombia… A los tres meses nos devolvieron todos los motores. El material no aguantó… Y hasta ahí llegó.
Todo esto al mismo tiempo que estudiaba medicina.
Sí, claro. Y electrónica, que prácticamente era la misma vaina.
En medio de todos esos experimentos, ¿cuál fue para lamentar?
Cuando fui al laboratorio en Suiza aprendí a poner electrodos profundos en el cerebro. Entonces lo repliqué en Colombia con gatos, pero resulta que los gatos colombianos no son como los gatos suizos, que son buenos tipos y se dejan. No, el gato colombiano es de pelea. Les ponía anestesia y se le ponían electrodos en la cabeza y los estimulaba eléctricamente. Yo iba a hacer la tesis sobre estimulación cerebral y necesitaba hacer los experimentos. Eso fue en 1958 y, la verdad, me fue divinamente.
¿Cuál fue su famoso episodio con los muertos en la Facultad de Medicina de la Universidad Javeriana?
Pues que no sabíamos cómo eran los músculos. Y mirando los libros yo dije: “No, esta vaina no. No entiendo un carajo”. Estaba en el primer año de anatomía en la Javeriana y le dije a mi amigo Alberto: “¿Por qué no disecamos nosotros dos un cadáver?”. Así que ahí estaba el señor Alcibíades, que era el celador, a quien le dijimos: “¿Por qué no nos deja entrar una noche que vamos a hacerle la disección a un muerto”. Y nos dejó las ventanas abiertas. Así que fuimos con otro compañero a estudiar anatomía en el anfiteatro. Buscamos uno que estaba medio sobado, le faltaba una mano y una pierna. Y bueno, sacamos los instrumentos y pelamos al muerto. En una esquina, dejamos la piyama del pisco y nos pusimos a sacar músculo por músculo: “este debe ser el bíceps, este debe ser tal”. Desarmamos el muerto y a las seis de la mañana sólo quedaban los huesos y las tripas, que ya no nos interesaban. Y nos fuimos para la casa.
Y pusieron el grito en el cielo…
Al día siguiente, la escuela de medicina estaba en duelo. Dijeron que se cerraba la escuela porque acababan de violar la santidad del recinto. “¡Una profanación!, ¡esto fue un ritual de misa negra!, ¡se metieron quién sabe qué diablos!, ¡hay que pedirle al nuncio el permiso del Papa para hacer un exorcismo, porque quién sabe qué hicieron!”. Y preguntaron: “¿alguien sabe algo?”. Y yo levanté la mano y dije: “si. Fui yo. Como no podía aprender la anatomía, entonces diseccioné este muerto”. Y me dijeron: “¿entiende lo que hizo?”. “Pues claro, el pisco estaba muerto y lo van a enterrar y, pues antes de que lo entierren, pues yo le eché una miradita”. Entonces se armó la grande y me dijeron: “¿Con quién más estaba?”, y se pararon todos los alumnos. Entonces Nicolás Buendía nos dijo: “ustedes están expulsados de la escuela de medicina y no van a poder ser médicos”. Y yo dije: “No es tan fácil. Yo pido audiencia, porque ustedes enseñan anatomía para gente estúpida y por eso es que nadie sabe anatomía”. Santacoloma y Barrientos, los médicos profesores de anatomía, estaban hechos unos tigres y opinaron: “gravísimo lo de estos muchachos, no le tienen respeto a nada”. Y yo reviré: “pues respeto a los muertos no hay que tenerlo porque, hasta hace muy poco, se los estaban comiendo los antropófagos”. Afortunadamente, después del debate, se llegó a la conclusión de que efectivamente podíamos seguir en medicina pero con castigo. El castigo fue que debíamos responder preguntas de anatomía todos los días. Y claro que aprendí anatomía como el carajo.
Usted es un experto en el cerebro. ¿Cuál fue el primer cerebro humano que tuvo en sus manos?
En Norteamérica. Yo era un macho para esa vaina. Corté muchos cerebros y los disequé.
¿Cómo se estudia el cerebro?
El estudio de la neurociencia es experimental y es teórica. Se divide en dos partes: una es la fisiología, que es cómo funciona. Y la otra es la anatomía, que es cómo está hecho. Yo había aprendido anatomía muy bien; la otra situación que me interesó, muy desde el principio, es qué tan raros somos los humanos. Lo primero que hice fue fisiología comparada, es decir, un gato qué tan diferente es de nosotros, y un ave qué tan diferente, y un pez, y un pulpo… Y eso no estaba escrito. Esa vaina había que inventarla. La situación es: ¿cómo es el cerebro de una mosca comparado con el cerebro nuestro?, ¿cuáles son las instrucciones básicas?, ¿cómo prefiere moverse inteligentemente un animal? Por eso empecé haciendo electrofisiología en gatos. Y luego hice un libro de electrofisiología comparada. Yo llegué de Estados Unidos y yo sabía muchas cosas. Entonces era sumamente interesante porque yo le daba en la ‘jeta’ al que quisiera.
A sus 32 años, usted ya era jefe de un departamento médico en Minnesota. Era obvio que ya lo reconocían cono una eminencia. ¿O no?
Yo llegué y rápidamente me reconocieron. Allá dije: “nos vamos para el zoológico a buscar animales”. Entonces hicimos un trabajo de anatomía y fisiología comparada… Y yo tenía plata, y me querían muchísimo, y les dije: “sigan así y les traigo un elefante”. Entonces pude entender cómo funciona el sistema neurológico comparadamente.
En 1976 usted llegó a ser jefe del departamento de Fisiología y Neurociencia de la Universidad de Nueva York. ¿Es cierto que sorprendió a todos con un cerebro?
Pues sí. Es que era la llegada de un joven colombiano a semejante cargo y quería hacerles entender por qué estábamos ahí. Así que en un carrito de ruedas puse un plato con un cerebro tapado con una tapa redonda. Todos los médicos me miraban. Cuando lo destapé, les dije: “Esto es lo que quiero ser, esto soy, esto somos y por esto estamos aquí”.
¿Cuál es el problema más complicado al que se ha enfrentado?
El sistema nervioso, absolutamente. Yo en los veranos trabajo en la sinapsis gigante del calamar…
¿Sinapsis gigante del calamar? Por favor, explíquese.
El calamar tiene un sistema nervioso que es diferente del nuestro anatómicamente, como circuito; pero que es muy similar al nuestro cuando se refiere a las células de las que está hecho. Entonces, una célula nerviosa se conecta con otra célula nerviosa y es lo que se llama una sinapsis, que es una unión química. El sistema nervioso funciona porque el potencial de acción estimula y pasa una señal que es todo o nada, como una clave morse, digamos; cuando llega al final, tiene que comunicarse con la próxima célula, y ese estímulo se convierte en una secreción química que es rapidísima. Yo la estudié, tengo el libro y esa vaina ya es clásica desde hace varios años. El tema es que se llama sinapsis gigante porque es suficientemente grande que se puede ver, se puede sacar, se pueden meter muchos electrodos. Ahí hice una cantidad de experimentos que nunca se habían hecho. La visión sináptica es clásica, está en todos los libros.
¿Y a qué se dedica en los inviernos?
En el invierno trabajo en ratones, ratas, peces, cocodrilos, gatos, simios y en hombres. Mejor dicho, a cualquier cosa que se mueva hay que echarle ojo. Creo que no ha habido animal para el que no haya trabajado. Incluidos los insectos. Pero va más allá, porque, por ejemplo, yo quería entender cómo funciona la actividad motora del cerebelo. Entonces empezamos a subir, fuimos a la espiral y subimos hasta la corteza. Entonces hay que ir a la geometría funcional y, por ende, hubo que hacer unos trabajos de matemáticas durísimos: una vaina que se llama geometría compleja de tensores. Entonces hicimos la teoría funcional tensorial del sistema nervioso, que todavía la están entendiendo. Eso siempre está demorado. En veinte años se podrá explicar.
¿Qué le queda por entender?
Hay una sola cosa que me queda por entender y esa es la naturaleza de la subjetividad. Es que eso es muy difícil, todavía. Más o menos sé por dónde es, pero faltan algunos puntos básicos.
Sobre el misterio del sentir…
No hay misterio. Solo algo desconocido. Yo sé qué hace la luz en el ojo y el sonido en el sistema auditivo, pero lo que no sé es qué pasa en las células para que sientan. ¿Cuál es la reacción que produce sentir? Las pruebas que he hecho son de una belleza increíble, porque todas las sensaciones son logarítmicas.
Usted ha dicho que está cerca…
Si, ya huelo la sangre.
¿Cómo programa sus días?
Yo trabajo de noche, por lo cual regreso a la casa a la una de la mañana, depende del experimento. Entonces llego a la universidad a las nueve de la mañana…
¿A qué horas se despierta?
A las seis. Leo y escribo. Después me voy para la universidad. Por la mañana hago un poco de administración y por la tarde y noche, experimentos.
¿Cómo lidia con la realidad?
A la realidad no hay que tenerle miedo. Si no se le tiene miedo, la realidad a uno lo quiere. Si uno le tiene miedo a la realidad, la realidad la hace pistola a uno.
¿Toca el chelo?
Tengo un chelo, pero no nos queremos. Me está esperando hace como 30 años.
Se sabe que usted es un amante de la música clásica y el jazz. ¿Tiene personalidad de coleccionista de música?
Me gusta mucho la música y tengo una colección brutal de música. CD, acetatos, de todo… Por ejemplo, yo tengo unas cosas brutales, como el disco que hizo Benny Goodman con Béla Bartók y Joseph Szigeti: el trío para clarinete, piano y violín. Szigeti tocó el violín, Bartók el piano y Goodman el clarinete. Pues Goodman me lo regaló y yo tengo el disco original de esa vaina. ¿Ah?
Las artes son fantásticas. ¿Cree en la fantasía?
Borges me parece fantástico, porque pensamos del mismo modo. Yo pienso que la vida es medio sueño. Entonces siempre se está soñando. Los colores, por ejemplo, no existen. A ver: Cervantes creó el Quijote, entonces, de pronto, el Quijote podría preguntarse ¿quién es Cervantes? Está es una situación que Borges crea muy bien.
¿Soñamos?
Yo solamente creo que el sistema nervioso lo que hace es soñar de dos modos: de noche, basados en las memorias y las invenciones; y de día, basados en los sentidos. Nosotros somos un estado en sueño modulado por los sentidos. Un estado onírico modulado por los sentidos.
¿Le debe gustar el cine de Fellini?
Fellini, Bergman, Truffaut, Almodóvar… El cine me parece fantástico.
¿En su casa de Massachussetts –que tiene en la entrada, pintado como una valla, un inmenso cuadro de su amigo Carlos Jacanamijoy– se encuentra el telescopio privado más grande de Estados Unidos?
Si. Lo hice yo. Tengo que encontrar un planeta nuevo para cada uno de mis nietos y uno para mi mujer.
¿Qué es la curiosidad?
Si es para aprender algo, es casi erotismo.
¿Usted se podría definir como un rebelde?
Me defino con lo más sencillo que hay que es decir la verdad.
¿Defina su trabajo?
Yo, en mi vida, nunca he trabajado honestamente. El trabajo honesto es el que uno hace, pero no quiere hacer. Lo demás es divertirse. Y yo me divierto mucho.
¿Acepta o ha aceptado algún tipo de espiritualidad?
No. Eso sería negar lo que es y explicar lo que no es.
Usted les ha dado duro a las religiones. ¿Qué opina de la religión católica?
Es la multinacional más poderosa y antigua del planeta, con más de 2.000 años. Es el terrateniente más grande del mundo y mueve algo así como 70 trillones de dólares.
¿Le preocupa la muerte?
La muerte la conozco desde chiquito: apagan la luz y ya. Nos morimos todas las noches. De la muerte no hay salida, así que no hay que preocuparse por lo que no tiene remedio. Y además yo voy a ser el único que no voy a saber que me morí. Los demás que se quedan, sí lo van a saber. Pobrecitos.
La pregunta obligada: ¿es verdad que reinventó el agua? ¿Es verdad que su “nueva” agua podría cambiar el curso de la medicina?
Sí. Sé exactamente cómo funciona y qué hace.
¿Cómo dio con ella?
Por instinto. Estaba en otra vaina y me encontré con la idea. Entonces dije: “esto hay que investigarlo”.
Y es tan asombrosa como parece.
Es brutal y de una sencillez aterradora. La situación es muy sencilla: esta agua funciona como agua, pero funciona como un acarreador de energía que no había aparecido en la tierra, porque no hay suficiente gravitación. Entonces, el agua, cuando cae, tiene una cierta velocidad y no puede ir más rápido. Cuando choca, se forman burbujas, pero las burbujas no pueden ser más pequeñas que la cantidad de energía que tienen. Entonces lo que se ha hecho con esto es que se han hecho burbujas muchísimo más pequeñas, poniéndole una enorme cantidad de energía al agua. Es casi que un motor de propulsión a chorro. Entonces esta agua tiene oxígeno adentro y tiene propiedades que la biología no conocía, porque son burbujas que nunca había visto. Se meten por las membranas. Tienen unas propiedades físicas increíbles.
¿Es el agua de la vida?
Si no nos dejan respirar, nos morimos en tres o cuatro minutos, porque el ATP (adenosín trifosfato) se terminó. Entonces lo que hace esta agua es optimizar el ATP. Y resulta que la mayoría de las enfermedades son por falta de ATP. Es agua que optimiza.
¿Cuándo se da el anuncio oficial?
Ya terminé el papel (texto de investigación) y ahora mismo lo voy a mandar a publicar. Y una vez que lo acepten, le cuento el cuento a todo el mundo. La verdad es que todo el mundo está a la expectativa.
¿Cuál es el proceso de aceptación?
Pasar por todo el proceso científico. Un asunto de tres meses.
¿Patentó la idea?
No. Yo no le jalo a eso. Eso es de la compañía Revalesio.
¿Le van a hacer pruebas definitivas?
Sí. Se va a hacer un estudio clínico con Tecnoquímicas, en cinco ciudades de Colombia, con personas con derrames cerebrales. Ahí se va a demostrar todo.
¿Y usted está tomando “nano-agua”?
Claro. Yo tomo esa vaina sin problemas desde hace un año. Y mi señora más que yo.
¿Y ha visto resultados en sí mismo?
No, no. Es que no da resultados si uno no está mal. Es que esto es optimización. Y si usted está muy cerca a estar óptimo, entonces no hace nada. Pero en cuanto a optimización, las cosas que hemos visto son increíbles. Y van a cambiar ideas muy básicas sobre la medicina y muy básicas sobre biología. Ahora hay que demostrarlo.
¿Sería su obra mayor?
Si funciona, sí, definitivamente. Y sé que funciona. Un señor importantísimo, que es el dueño de la escuela de medicina, me dijo hace poco: “Doctor, es que tenemos un problema con esta agua. Y necesito que usted, que es nuestro científico número uno, me ayude a ver si esto funciona o no”. Entonces yo le dije a mi señora: “vaya y cómpreme dos peces dorados y me los trae en una bolsa”. Les voy a demostrar que esto sí sirve. Y lo hice con un experimento de una simplicidad y de una claridad que no hay nada que hacer. ¿Quieren ver la prueba contundente?