jueves, 15 de diciembre de 2011
lunes, 5 de diciembre de 2011
Daniel Kahneman: Pensamiento rápido y lento
Daniel Kahneman (1934-) es un psicólogo norteamericano-israelí, actualmente profesor emérito en Princeton e incluido hace poco en la lista de 100 pensadores globales más influyentes por la revistaForeign Policy. Aunque Kahneman ha recibido su Nobel en 2002 junto con Amos Tversky por su contribución a la teoría económica, las repercusiones de su trabajo son muy amplias, y prácticamente no hay un área de las ciencias humanas que pueda permitirse ignorarlas.
Su última publicación, Thinking. Fast and slow, orientada a no especialistas, abarca varias décadas de trabajo como psicólogo experimental y es uno de los libros científicos más comentados (y vendidos) de este año.
Dos sistemas, un sólo cerebro
No intentes resolver este acertijo y procura emplear la intuición:
Un bate y una pelota cuestan $1.10
El bate cuesta un dólar más que la pelota.
¿Cuánto cuesta la pelota?
La respuesta de 10$ se presenta como una intuición rápida, potente y atractiva, pero es incorrecta. Para llegar a la solución correcta, 5$, muchos tendremos que recurrir al lápiz y al papel, transformando el acertijo en una ecuación matemática. Tendremos que recurrir a la forma más lenta y fatigosa de pensar que permite nuestro cerebro. Algunos psicólogos consideran que este tipo de test es un predictor más válido sobre la inteligencia que los test sobre cociente intelectual corrientes. En este caso, nos sirve para ilustrar que las intuiciones pueden ser erróneas, no importa lo poderosas que parezcan.
Aunque tenemos una sola mente, no tenemos una sola forma de decidir. Daniel Kahneman propone entender la toma humana de decisiones partiéndola en dos “sistemas” principales. El Sistema 1 es un esclavo de las emociones y actúa “rápida y automáticamente, con pequeño o ningún esfuerzo y sin el sentimiento de un control voluntario.” El Sistema 2, por contra, funciona como un agente racional que “concentra con esfuerzo la atención hacia las actividades mentales que así lo demandan, incluyendo las computaciones complejas. Las operaciones del Sistema 2 están asociadas a menudo con la experiencia subjetiva de la agencia, la elección y la concentracion.”
La mayoría de nuestros juicios diarios son obra del Sistema 1, ocurren de forma automática, intuitiva y emocionalmente, y nos permiten desenvolvernos de forma razonable en nuestra vida práctica. Pero el Sistema 1 también genera todo tipo de intuiciones erróneas con consecuencias triviales o catastróficas. Solamente cuando entra en juego el Sistema 2, postergando las gratificantes sugerencias del sistema emocional, y sólo tras invertir un gran esfuerzo cognitivo, podemos intentar resolver los problemas difíciles o contraintuitivos.
Hacia un nuevo concepto de racionalidad
Kahneman sugiere que examinemos la naturaleza de la racionalidad a través de sus errores más que a través de sus triunfos. Estos errores o sesgos cognitivos tienen la virtud de aparecer de forma inadvertida para nuestra mente consciente. Tienen además un carácter irresistible en los seres humanos psicológicamente sanos y se dan sistemáticamente si concurren las circunstancias adecuadas. Para poner algunos ejemplos (la lista de errores cognitivos sistemáticos es bastante grande), la ilusión de causalidad se da de forma natural cada vez que inferimos erróneamente que dos eventos naturales están intencionalmente relacionados entre sí (el experimento de Heider y Simmel es una temprana ilustración experimental de este principio), un descubrimiento que arroja mucha luz sobre el origen del pensamiento religioso. El efecto Halo ocurre cuando tendemos a atribuir características excesivamente positivas o negativas en una persona basándonos en pistas parciales pero emocionalmente atractivas, lo cual ayuda a explicar por qué el público ama irracionalmente a las estrellas de cine, o por qué hemos convertido a Steve Jobs en una especie de santo laico. La ilusión de validez afecta particularmente a los expertos en entornos difícilmente predecibles, como la política y las finanzas, provocando un exceso de confianza en predicciones infundadas y poniendo serias dudas sobre la eficacia de reputados especialistas y “pundits” mediáticos.
El Sistema 1 está preparado para creer, no para dudar y tiene tanto miedo de la incertidumbre y del azar que a menudo salta rápidamente a conclusiones precipitadas pero capaces de convertirse en buenas historias. Este hecho psicológico ayuda a entender por qué el fanatismo y la seguridad dogmática a menudo se sustentan en la ignorancia, o en evidencias claramente insuficientes, y por qué el escepticismo (una ardua operación del Sistema 2) sigue siendo tan costoso e impopular.
No es sólo la inteligencia, sino la racionalidad, es decir, la capacidad para amonestar a la parte más vaga de nuestro pensamiento, la propiedad que es realmente capaz de desvelar, y en algunos casos domar, los sesgos cognitivos naturales. Desde esta perspectiva, una persona “racional” no es ya aquella que tiene una visión del mundo más consistente, ni mucho menos la que es capaz de contar mejores historias. Tampoco es más racional quien rechaza las emociones en nombre de una inexistente razón desencarnada, sino aquella persona que es capaz de examinar sus propios prejuicios y de asumir que errar es natural. Una difícil empresa que, al fín y al cabo, hubiera firmado el mismo Sócrates: “Una vida sin examinar no merece ser vivida.”
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Clase magistral de Daniel Kahneman en EDGE: The marvels and flaws of intuitive thinking
miércoles, 23 de noviembre de 2011
Los ricos también se benefician cuando los pobres dejan de serlo
"El expresidente de Brasil contó durante su visita a Colombia detalles de la política social que hoy es ejemplo en el mundo. Le recomendó a Colombia no dejar en manos de intermediarios la administración de los recursos públicos.
A Luiz Inácio Lula da Silva no se le olvida que lo que hizo el primer día de su gestión como presidente de Brasil fue reunir a todos sus ministros, subirlos a un avión y llevarlos a los lugares más pobres del país. Quería que el presidente del Banco Central o su ministro de Hacienda “vieran a ese país que no se queja, que no hace manifestaciones, pero que está ahí, que es real y verdadero. Eso quizá haya ayudado a cambiar las cosas”.
Da Silva conocía muy bien esos sectores. Salió de una de esas zonas donde es común que los niños vayan a la cama sin comer o pasen un domingo sin almuerzo. “Conocí el pan por primera vez a los 7 años –recordó el exmandatario–. Hasta esa edad, el café que me tomaba por la mañana era con harina de yuca. Sé que es la desesperación de una madre que está delante de un fogón sin gas y sin lo más elemental para hacer una comida para sus hijos”.
Durante su visita al país, el expresidente de Brasil compartió no sólo su historia de vida, sino los resultados de su política social que sacó a 28’000.000 de brasileros de la pobreza y que redujo drástricamente los niveles de desnutrición y desescolarización de los niños y jóvenes de su país.
Brasil es una de las diez economías más importantes del mundo, pero para Lula esto de poco ayuda si no hay democracia ni políticas de distribución del crecimiento para evitar que el dinero siga en manos de pocos “y el pueblo siga pobre y desnutrido”.
“Cuando empecé mi gobierno, el 10 por ciento de la población más rica cogía la mitad del dinero del país y le dejaban a los más pobres apenas el 10 por ciento”, recordó el exmandatario quien logró cambiar estas cifras aumentando el salario mínimo en un 62 por ciento en cinco años, aún con voces en contra que le advertían que lo único que lograría era el crecimiento de la inflación.
“Y la inflación no aumentó”, dice ahora con satisfacción. Esta sola decisión sacó a millones de brasileros de la pobreza. Es más, asegura que con la crisis del 2008 Brasil salió adelante gracias a esta población. “El consumo creció siete veces más, sobre todo en los sectores populares. Los pobres comenzaron a ser tratados como ciudadanos”.
Para Luiz Inácio Lula da Silva hubo varias estrategias clave para lograr los resultados. Una fue bancarizar la población pobre: en un año 45’000.000 de brasileros tenían cuentas bancarias activas, y esto ayudó a hacer viable la segunda estrategia: no dejarles a intermediarios la administración ni la entrega de estos recursos públicos.
“No creo que deba existir la figura del intermediario, porque la mitad de la plata se queda con él. En Brasil las personas que reciben beneficios del gobierno no tienen contacto con intermediarios. Reciben una tarjeta magnética con la que puede ir al banco y sacar el dinero. Eso es sagrado”, recalcó el expresidente.
Y una tercera estrategia que garantiza el éxito es tener registros de calidad y hacer seguimiento a los programas y beneficiarios. Equipos del gobierno viajaron a lugares remotos en donde encontraron habitantes que ni siquiera tenían actas de nacimiento; eran ciudadanos que no existían. Ellos son hoy beneficiarios del programa bolsa familia, que entrega tarjetas a las mujeres del hogar para que cuenten con el dinero para la alimentación y la educación de su familia.
“Son 13 millones de tarjetas. Las personas van al banco y no les deben favores a alcaldes ni a gobernadores ni al presidente. Me decían que estaba desperdiciando el dinero, que estaba creando vagabundos que no trabajaban. Había personas que criticaban que los pobres compraran lápices o zapatos para los niños y no comida. Eso es fácil decirlo para alguien que los tiene, pero no para los que nunca lo han tenido. Quienes nunca han pasado hambre ni necesidades no saben qué son 80 dólares en manos de una madre de familia”.
Combatir el hambre fue una prioridad del gobierno de Lula da Silva, al punto de crear un ministerio dedicado exclusivamente para esta tarea. En seis años la desnutrición de Brasil se redujo un 73 por ciento y la mortalidad infantil en un 45 por ciento.
La política es ejemplo en el mundo. Esta apuesta incluye restaurantes populares, programas de lactancia materna, promoción de la agricultura familiar, distribución de alimentos a los más pobres, la entrega de microcréditos y fomento de la economía local a través de la compra al pequeño productor para abastecer los programas de alimentación del gobierno, entre otros.
“La garantía para la buena alimentación de la población debería ser la prioridad de todos los hombres públicos y de los ciudadanos de buena voluntad. No es normal –dijo– que un gobernante del mundo no ponga la lucha contra el hambre como una prioridad de sus presupuestos, así como en sus políticas”.
La generación de millones de empleos formales para padres de familia buscó reducir el trabajo infantil y por el contrario, llevar a estos niños y jóvenes a las 214 escuelas de educación básica nuevas, así como a las 14 universidades federales construidas durante su periodo. Hoy hijos de albañiles estudian carreras como medicina en estas universidades.
Estos resultados, aseguró, son una muestra de que “no hay nada más barato que invertir en los pobres” y deja atrás la teoría de que hay que esperar al desarrollo para ser inclusivos. En el caso de Brasil, la inclusión llevó al desarrollo. “Los ricos también se benefician cuando los pobres dejan de serlo”, dijo.
“Hasta le pagamos la deuda el Fondo Monetario Internacional. Después de dos años de gobierno le devolvimos 16.000 millones de dólares que le debíamos. Hoy el FMI nos debe 14.000 millones de dólares que les prestamos para ayudar a la crisis de los países ricos”.
lunes, 21 de noviembre de 2011
Máxima indignación en Harvard: Los alumnos de la cátedra de Introducción a la Economía de la Universidad Harvard exigen nuevas perspectivas académicas.
Un un hecho insólito, digno de ser incluido en la saga de “Aunque usted no lo crea”de Ripley, el pasado 02.11.2011, un grupo de estudiantes de economía tomó la decisión de retirarse en bloque de la cátedra de Introducción a la Economía de la Universidad Harvard, en protesta por el contenido y el enfoque desde el cual se imparte esta materia.
¿Qué hay de asombroso en este hecho?. En primera lugar, la protesta tuvo como destinatario directo al conocido economista Gregory Mankiw, ex asesor del Presidente George W. Bush y autor de uno de los manuales de macroeconomía más utilizado en las escuelas de economía dentro y fuera de Estados unidos. En segundo lugar, porque de acuerdo a la carta entregada por los/as estudiantes antes de retirarse de la cátedra, el motivo de la protesta fue su indignación por lo que consideran el vacío intelectual y la corrupción moral y económica de gran parte del mundo académico, cómplices por acción u omisión en la actual crisis económica. Y en tercer lugar, se trata de un hecho insólito, porque los integrantes del movimiento estudiantil detrás de este hecho de indignación académica en contra del pensamiento único neoclásico, pertenecen a la élite económica, social y política de los Estados Unidos, que se forma en la Universidad de Harvard para dirigir las corporaciones empresariales globales y/o para asesorar a los gobiernos en materia de políticas económicas y financieras.
En diversos párrafos de la carta al profesor Mankiw se lee: “hoy estamos abandonando su clase, con el fin de expresar nuestro descontento con el sesgo inherente a este curso. Estamos profundamente preocupados por la forma en que este sesgo afecta a los estudiantes, a la Universidad, y nuestra sociedad en general (…) Un estudio académico legítimo de la economía debe incluir una discusión crítica de las ventajas y los defectos de los diferentes modelos económicos. A medida que su clase no incluye las fuentes primarias y rara vez se cuenta con artículos de revistas académicas, tenemos muy poco acceso a aproximaciones económicas alternativas. No hay ninguna justificación para la presentación de las teorías económicas de Adam Smith como algo más fundamental o básico que, por ejemplo, la teoría keynesiana ..(…) ..Los graduados de Harvard juegan un papel importante en las instituciones financieras y en la conformación de las políticas públicas en todo el mundo. Si falla la Universidad de Harvard a la hora de equipar a sus estudiantes con una comprensión amplia y crítica de la economía, sus acciones serán susceptibles de perjudicar el sistema financiero mundial. Los últimos cinco años de crisis económica han sido prueba suficiente de ello”. La carta concluye: “No estamos retirando de su clase este día, tanto para protestar por la falta de discusión de la teoría económica básica y como para dar nuestro apoyo a un movimiento que está cambiando el discurso estadounidense sobre la injusticia económica (Occupy wall street) .Profesor Mankiw, le pedimos que se tome nuestras inquietudes y nuestro retiro de su clase en serio”.
Según reportan los escasos medios de comunicación que le dieron cobertura a esta protesta, el movimiento de los estudiantes de Harvard a favor de una economía crítica, se ha ampliado y ha incorporado otras demandas para hacer de Harvard una “universidad socialmente responsable”. Una de éstas consiste en la negociación de contratos de trabajo más dignos para el personal de servicios de la universidad que sufre las políticas de flexibilización laboral que tanto daño le han ocasionado a la clase trabajadora norteamericana. Movimientos similares han comenzado a surgir en la Universidad de Duke (Carolina del Norte) y en la Universidad de Berkeley (California)
El movimiento iniciado en Harvard por un cambio en el enfoque dominante de la enseñanza de la economía no es nuevo. Más bien es un movimiento que viene a sumarse a la iniciativa por un cambio en la enseñanza de esta disciplina que iniciaron en mayo de 2000 los y las estudiantes de las universidades francesas y que meses después recibió el apoyo de estudiantes de Cambridge, Inglaterra.
En ese entonces, también el movimiento estudiantil francés hizo pública una carta declarándose globalmente descontento por la enseñanza recibida, que les impedía lograr una comprensión profunda de los fenómenos económicos a los cuales las personas se enfrentan en el mundo real. Un pasaje de esta carta señalaba que “ la mayor parte de nosotros ha escogido la formación económica con el fin de adquirir una comprensión profunda de los fenómenos económicos a los cuales el ciudadano de hoy en día se encuentra confrontado. Ahora bien, la enseñanza tal como es expuesta –es decir en la mayor parte de los casos la teoría neoclásica o enfoques derivados –, generalmente no responde a esta expectativa”. La carta finalizaba con un exhortación al profesorado francés similar al mensaje enviado al profesor Mankiw: ¡Despiértense antes de que sea demasiado tarde!.
Hace casi 200 años, John Stuart Mill al asumir como Rector de la Universidad de Saint Andrew, recordaba al claustro de profesores de dicha universidad, que la función de las universidades no es hacer que los estudiantes aprendan a repetir lo que se les enseña como verdadero sino que su función es formar personas con capacidad de pensar por si mismas. De acuerdo a este gran economista y filosofo, las universidades deben enseñarles a las personas a “Poner en duda las cosas; no aceptar doctrinas, propias o ajenas, sin el riguroso escrutinio de la crítica negativa, sin dejar pasar inadvertidas falacias, incoherencias o confusiones; sobre todo, insistir en tener claro el significado de una palabra antes de usarla y el significado de una proposición antes de afirmarla……. El objetivo de la universidad no es enseñar el conocimiento requerido para que los estudiantes puedan ganarse el sustento de una manera particular. Su objetivo no es formar abogados ó médicos ó ingenieros (ó economistas) hábiles, sino seres humanos capaces y sensatos……. Los estudiantes son seres humanos antes de ser abogados, médicos, comerciantes o industriales; y sí se les forma como seres humanos capaces y sensatos, serán por sí mismos médicos y abogados (y economistas) capaces y sensatos”.
Es obvio que la incapacidad de las universidades actuales de formar economistas críticos y sensatos no responde únicamente a posturas personales e ideológicas de docentes y/o autoridades universitarias, sino más bien responde a factores relacionados con el rol que las universidades cumplen en la reproducción de las relaciones de poder dentro del sistema capitalista en su fase neoliberal. Probablemente uno de los principales factores explicativos de la crisis en la enseñanza de una economía crítica e integral, es la pérdida de la identidad e independencia de las universidades debido a que han sido capturadas por los intereses de las corporaciones y/o por la demanda del mercado. Se les ha presionado directa (o indirectamente) a convertirse en empresas educativas con la misión de formar a los dos tipos básicos de economistas que demanda el mercado en la fase actual del capitalismo: economistas especialistas altamente calificados/as y economistas generalistas poco calificados/as para apoyar a especialistas o para desempeñarse en funciones gerenciales. Esto a su vez ha conducido a una especie de fragmentación del conocimiento y a la ausencia de pensamiento crítico. ¿El resultado final? Economistas formados para adaptarse y/o colaborar con el status quo que mantiene a la mayor parte de la humanidad en la exclusión y la pobreza.
El mensaje que desde Harvard envían los y las estudiantes de economía, no debería pasar desapercibido por las escuelas de economía del mundo entero, en particular por las escuelas de economía de los países del sur. Es tiempo de rectificar el rumbo (si se ha perdido en algún momento). Es tiempo de separar la verdadera función universitaria de la función de formación técnica superior, y sobre todo, es tiempo de devolverle a la enseñanza de la economía el carácter crítico, riguroso e integral que tanta falta hace en los momentos actuales de crisis sistémica que ha provocado el sistema capitalista.
Si no actuamos ahora, con hechos y no con meros discursos, las escuelas de economía (y quienes trabajamos en ellas) estamos en riesgo de correr – más tarde o más temprano- con la misma suerte del desafortunado profesor Mankiw.
StarViewerTeam International 2011
martes, 15 de noviembre de 2011
miércoles, 2 de noviembre de 2011
Noam Chomsky - Ocupemos el futuro
Pronunciar una conferencia Howard Zinn es una experiencia agridulce para mí. Lamento que él no esté aquí para tomar parte y revigorizar a un movimiento que hubiera sido el sueño de su vida. En efecto, él puso buena parte de sus fundamentos.
Si los lazos y las asociaciones que se están estableciendo en estos notables eventos pueden sostenerse durante el largo y difícil periodo que les espera -la victoria nunca llega pronto-, las protestas de Ocupemos podrían representar un momento significativo en la historia estadunidense.
Nunca había visto nada como el movimiento Ocupemos, ni en tamaño ni en carácter; ni aquí ni en ninguna otra parte del mundo. Las avanzadas de Ocupemos están tratando de crear comunidades cooperativas que bien podrían ser la base para las organizaciones permanentes que se necesitarán para superar las barreras por venir y la reacción en contra que ya se está produciendo.
Que el movimiento Ocupemos no tenga precedentes es algo que parece apropiado, pues ésta es una era sin precedentes, no sólo en estos momentos sino desde los años 70.
Los años 70 fueron una época decisiva para Estados Unidos. Desde que se inició el país, éste ha tenido una sociedad en desarrollo, no siempre en el mejor sentido, pero con un avance general hacia la industrialización y la riqueza.
Aun en los periodos más sombríos, la expectativa era que el progreso habría de continuar. Apenas tengo la edad necesaria para recordar la gran depresión. Para mediados de los años 30, aunque la situación objetivamente era mucho más dura que hoy, el espíritu era bastante diferente.
Se estaba organizando un movimiento obrero militante -con el Congreso de Organizaciones Industriales (CIO) y otros- y los trabajadores organizaban huelgas con plantones, a un paso de tomar las fábricas y manejarlas ellos mismos.
Debido a las presiones populares se aprobó la legislación del nuevo trato (New Deal). La sensación que prevalecía era que saldríamos de esos tiempos difíciles.
Ahora hay una sensación de desesperanza y a veces de desesperación. Esto es algo bastante nuevo en nuestra historia. En los años 30, los trabajadores podían prever que los empleos regresarían. Ahora, los trabajadores de manufactura, con un desempleo prácticamente al mismo nivel que durante la gran depresión, saben que, de persistir las políticas actuales, esos empleos habrán desaparecido para siempre.
Ese cambio en la perspectiva estadunidense ha evolucionado desde los años 70. En un cambio de dirección, varios siglos de industrialización se convirtieron en desindustrialización. Claro, la manufactura siguió, pero en el extranjero; algo muy lucrativo para las empresas pero nocivo para la fuerza de trabajo.
La economía se centró en las finanzas. Las instituciones financieras se expandieron enormemente. Se aceleró el círculo vicioso entre finanzas y política. La riqueza se concentraba cada vez más en el sector financiero. Los políticos, enfrentados a los altos costos de las campañas, se hundieron más profundamente en los bolsillos de quienes los apoyaban con dinero.
Y, a su vez, los políticos los favorecieron con políticas favorables para Wall Street: desregulación, cambios fiscales, relajamiento de las reglas de administración corporativa, lo cual intensificó el círculo vicioso. El colapso era inevitable. En 2008, el gobierno una vez más salió al rescate de empresas de Wall Street que supuestamente eran demasiado grandes para quebrar, con dirigentes demasiado grandes para ser encarcelados.
Ahora, para la décima parte del uno por ciento de la población que más se benefició de todos estos años de codicia y engaños, todo está muy bien.
En 2005, Citigroup -que, por cierto, ha sido objeto en repetidas ocasiones de rescates del gobierno- vio al lujo como una oportunidad de crecimiento. El banco distribuyó un folleto para inversionistas que los invitaba a poner su dinero en algo llamado el índice de la plutonomía, que identificaba las acciones de las compañías que atienden al mercado de lujo.
El mundo está dividido en dos bloques: la plutonomía y el resto, resumió Citigroup.
Estados Unidos, Gran Bretaña y Canadá son las plutonomías clave: las economías impulsadas por el lujo.
En cuanto a los no ricos, a veces se les llama el
precariado: el proletariado que lleva una existencia precaria en la periferia de la sociedad. Esa
periferia, sin embargo, se ha convertido en una proporción sustancial de la población de Estados Unidos y otros países.
Así, tenemos la plutonomía y el precariado: el uno por ciento y el 99 por ciento, como lo ve el movimiento Ocupemos. No son cifras literales pero sí es la imagen exacta.
El cambio histórico en la confianza popular en el futuro es un reflejo de tendencias que podrían ser irreversibles. Las protestas de Ocupemos son la primera reacción popular importante que podrían cambiar esa dinámica.
Me he ceñido a los asuntos internos. Pero hay dos peligrosos acontecimientos en la arena internacional que opacan todo lo demás.
Por primera vez en la historia hay amenazas reales a la sobrevivencia de la especie humana. Desde 1945 hemos tenido armas nucleares y parece un milagro que hayamos sobrevivido. Pero las políticas del gobierno de Barack Obama y sus aliados están fomentando la escalada.
La otra amenaza, claro, es la catástrofe ambiental. Por fin, prácticamente todos los países del mundo están tomando medidas para hacer algo al respecto. Pero Estados Unidos está avanzando hacia atrás.
Un sistema de propaganda, reconocido abiertamente por la comunidad empresarial, declara que el cambio climático es un engaño de los sectores liberales. ¿Por qué habríamos de ponerles atención a estos científicos?
Si continúa esta intransigencia en el país más rico y poderoso del mundo, no podremos evitar la catástrofe.
Debe hacerse algo, de una manera disciplinada y sostenida. Y pronto. No será fácil avanzar. Es inevitable que haya dificultades y fracasos. Pero a menos que el proceso que está ocurriendo aquí y en otras partes del país y de todo el mundo continúe creciendo y se convierta en una fuerza importante de la sociedad y la política, serán exiguas las posibilidades de un futuro decente.
No se pueden lanzar iniciativas significativas sin una base popular amplia y activa. Es necesario salir por todo el país y hacerle entender a la gente de qué se trata el movimiento Ocupemos; qué puede hacer cada quien y qué consecuencias tendría no hacer nada.
Organizar una base así implica educación y activismo. Educar a la gente no significa decirle en qué creer; significa aprender de ella y con ella.
Karl Marx dijo:
La tarea no es solamente entender el mundo sino transformarlo.Una variante que conviene tener en cuenta es que si queremos cambiar al mundo más nos vale entenderlo. Eso no significa escuchar una plática o leer un libro, si bien eso a veces ayuda. Se aprende al participar. Se aprende de los demás. Se aprende de la gente a la que se quiere organizar. Todos tenemos que alcanzar conocimientos y experiencias para formular e implementar ideas.
El aspecto más digno de entusiasmo del movimiento Ocupemos es la construcción de vínculos que se está dando por todas partes. Si pueden mantenerse y expandirse, el movimiento Ocupemos podrá dedicarse a campañas destinadas a poner a la sociedad en una trayectoria más humana.
*(Este artículo está adaptado de una plática de Noam Chomsky en el campamento Ocupemos Boston (Occupy Boston), en la plaza Dewey, el 22 de octubre. Habló ahí como parte de la Serie de Conferencias en Memoria de Howard Zinn, celebrada por la Universidad Libre de Ocupemos Boston. Zinn fue historiador, activista y autor de A People’s History of the United States.)
(El libro más reciente de Noam Chomsky es 9-11: Was There an Alternative?
Chomsky es profesor emérito de Lingüística y Filosofía en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, en Cambridge, Massachusetts.
Autora española invita a celebrar la muerte
Para la española Ana Cristina Herreros, autora de una recopilación de cuentos sobre la muerte, es fundamental que la sociedad actual vuelva a concebir la muerte como parte de la vida y aleje su actual concepción macabra, ante el convencimiento de que “quien no celebra la muerte, no puede celebrar la vida”.
En Cuentos populares de la madre muerte (Siruela), Herreros rescata en su obra cuentos procedentes de la tradición oral, en los que la muerte era algo cotidiano con lo que convivían a diario las personas.
Herreros recuerda que no hace mucho tiempo, hombres y mujeres celebraban la muerte tanto como la vida, y tanto en el nacimiento de un bebé como en el deceso de un anciano se vestía a ambos con su mejor traje y se mostraban a la comunidad.
“La muerte dejó de celebrarse cuando comenzó a ser algo que había que ocultar”, señala la escritora en una entrevista con Efe, en la que afirma que en ese afán de esconderla, la gente olvidó “su íntima relación con la vida” y empezó a considerar la vejez como algo indigno y con poca valía.
De sus investigaciones concluye que las personas que no hacen duelo por los seres queridos fallecidos “tienen muchos complejos a la hora de celebrar cumpleaños”, al formar parte del mismo ciclo. Recuerda que en la tradición católica está “el precioso” Día de Todos los Santos, que se celebra todos los 1 de noviembre, con el que “se está recuperando” la tradición habitual de reunirse en el panteón familiar “en una especie de vuelta al útero materno”.
“Es fundamental recordar a nuestros muertos; de ahí venimos y ahí iremos”, asegura Herreros, quien recuerda que, tras la muerte de su madre en su cocina, la familia instaló allí “un altarcito” con pequeños objetos que le gustaban en vida y otros que traen de sus viajes, algo que hace con sus hijos pequeños, a los que trata de transmitir “la naturalidad” de la muerte.
En los cuentos populares la muerte no aparece como la representa la tradición cristiana, “como algo despiadado que viene a cumplir ese castigo impuesto por el pecado de ser soberbios y querer saber más que Dios”, sino que “es otra muerte: la muerte justa, la que se lleva a todos por igual; la muerte amiga, la muerte madrina”.
La muerte madrina, uno de los primeros cuentos que encontró y que ha incluido en su libro, es “un cuento fértil” que hunde sus raíces en las danzas medievales de la muerte, el germen del teatro en Europa, representado con un círculo dentro del cual estaba la muerte que se llevaba a todos por igual.
“Eso, en la mentalidad medieval, era muy tranquilizador para gente que vivía humillada y en condiciones de esclavitud; sentían que la vida era justa porque la muerte era justa”, según la autora.
La concepción de vida y muerte como una misma cosa generó unas diosas que se perdieron en el 3.500 a. C. cuando aparecen las primeras religiones patriarcales, cuyas principales herederas son el cristianismo, el judaísmo y el islam.
“Es entonces cuando se comienza a concebir la muerte como una forma de castigar un pecado”, según Herreros, quien lamenta que cada vez más se asocie el Día de Difuntos con Halloween, “algo que no tiene ningún sentido en nuestra cultura”. Ella recuerda que quienes han tenido experiencias cercanas a la muerte ven después la vida de otra manera.
domingo, 9 de octubre de 2011
Cheney y Pinochet unidos por la eternidad
Dick Cheney tiene miedo de que lo vayan a Pinochetear.
No es invento mío, ni la noticia ni tampoco el vocablo tan extraño, aún más peregrino en inglés que en castellano. Al que se le ocurrió retorcer el nombre del ex dictador chileno para convertirlo en verbo soez, fue nada menos que al coronel Lawrence Wilkerson, quien ejerciera de jefe de gabinete de Colin Powell y utilizó esa palabra para sugerir que Cheney teme que, como Pinochet, lo puedan someter a un juicio en el extranjero por crímenes contra la humanidad.
En efecto, desde que Pinochet fue detenido en Londres en 1988, pasando el próximo año y medio luchando su extradición a España para ser juzgado como responsable de torturas durante su régimen, desde que la Cámara de los Lores determinó que era válido procesar a un jefe de Estado por violaciones de derechos humanos en un país diferente de aquel donde los abusos habían sido cometidos, el espectro de esa decisión y aquel destino han rondado a gobernantes y ex mandatarios del mundo entero.
Lo que aterroriza al vicepresidente de Bush (y debería aterrorizar al mismo Bush también) es que cierta mañana, al encontrarse sorbiendo un café au lait en París o paseándose por el Támesis o examinando el Guernica de Picasso en el Museo Reina Sofía de Madrid (¿reconocerá la devastación de Irak en aquel cuadro?) de pronto sienta que alguien le toca el hombro y lo invita a que lo acompañe a la estación de policía más cercana. En forma muy amable, por cierto, puesto que no lo van a golpear ni menos enviarlo secretamente a experimentar las delicias de un sótano, digamos, en Corea del Norte. Jamás a nadie se le ocurriría someterlo a la tortura del agua (waterboarding) en Guantánamo para forzarlo a confesar, nadie le susurrará en la oreja, “si no tienes nada que esconder, nada tienes que temer”. Y cuando, como corresponde, le hayan tomado las huellas digitales, habrán de llevar a Cheney ante un magistrado para que sea informado de que, de acuerdo a la ley internacional, se le imputa haber propiciado actos de tortura, una actividad condenada por un Convenio Internacional que los Estados Unidos ratificó en 1994. Y después tendrá la oportunidad -que no obtuvieron sus presuntas víctimas- de defenderse con abogados, amén de poder examinar y refutar a sus acusadores.
Es cierto que el ex vicepresidente puede evitar tan desagradables experiencias quedándose dentro de las fronteras de su propio país, sin aventurarse al extranjero, salvo tal vez una visita turística a Bahrein o a Yemen, naciones que no han ratificado los tratados que sancionan la tortura. Lo que Cheney no podrá evitar, sin embargo, es la vergüenza y deshonra universal de ser contaminado por la palabra Pinochet.
Una infamia que, desafortunadamente, también infecta al país donde Cheney nació y que ahora le da refugio y le ofrece impunidad.
Al rechazar toda investigación, y menos todavía el procesamiento, de miembros del gobierno de Bush inculpados de crímenes contra la humanidad, los Estados Unidos le están diciendo al mundo que no obedece los pactos que ha firmado ni tampoco sus propias leyes domésticas. Está declarando que alguno de sus ciudadanos, los más influyentes entre ellos, están más allá del alcance de la ley. Y se une a un grupo de naciones delincuentes que en forma rutinaria torturan y humillan a sus prisioneros, negándoles el hábeas corpus.
Es difícil exagerar cuánto daña esto a la patria de Lincoln, cuánto le desprestigia convertirse en un país que tira por la ventana miles de años de progreso en la lucha por definir lo que significa ser humano, lo que significa tener derechos por la mera circunstancia de ser humano. Un país que desprecia la Carta Magna y destruye el legado establecido por los forjadores de la independencia norteamericana y que además viola la Carta de las Naciones Unidas que Estados Unidos mismo ayudó a forjar después de la Segunda Guerra Mundial, cuando el clamor “nunca más” se oyó en todo el planeta malherido. Un país que aplaude el juicio a Mubarak en Egipto y deplora las cámaras de tortura de Libia y se aflige por las masacres en Siria, pero que no está dispuesto a pedirle cuentas a su propia elite.
Claro que hay una manera de contrarrestar este estigma y, de paso, determinar si Cheney, al proclamar su propia inocencia (como lo hizo Pinochet), se fundamenta en la realidad o en la mentira.
Que juzguen a Dick Cheney en su propio país. Que un jurado decida si, como él mismo ha declarado, hubiera sido inmoral “no hacer todo lo que fuera necesario” (es decir, torturar) “con tal de proteger la nación contra más ataques como los que se llevaron a cabo el once de septiembre del 2001″. Examinar en forma pública si aquellas “interrogaciones intensificadas” (enhanced interrogations) fueron, en efecto, imprescindibles para la seguridad de los norteamericanos o si, por el contrario, han terminado por amenazar la paz del país al degradar su prestancia ética, creando más fanáticos del Jihad dispuestos a nuevos asaltos terroristas.
Justice for all.
Justicia para todos.
Las tres últimas palabras del juramento a la bandera que los escolares de la patria de Roosevelt y Obama recitan cada mañana, sus manos sobre el corazón, las palabras que repetí yo de niño en Nueva York y que me ardió como una antorcha interior a lo largo de múltiples exilios.
No dice: justicia para una persona. No dice: justicia para algunos. No dice: justicia para casi todos.
Para todos.
Esta frase tan simple expresa que no importa cuán poderoso puedes ser, si eres un tirano como Pinochet o alguien como Cheney que podría, de haberle ocurrido algo a Bush, ser presidente de los Estados Unidos, nunca jamás es posible colocarse por encima de la ley.
Todos.
Una palabra que es sinónimo de humanidad, toda ella, el primero y el último de nosotros, el que manda a millones y la víctima que aúlla en la oscuridad rogando para que el dolor cese.
Si Dick Cheney amara de veras a su país, exigiría que se convocara un Grand Jury -un grupo eminente de conciudadanos- para estimar si procede juzgarlo, desearía un mundo donde los escolares del futuro, sus propios nietos y bisnietos, puedan de veras jurar que tiene que haber justicia para todos.
¿O acaso no quiere que su nombre quede limpio y nunca más ni remotamente se asocie al de Pinochet, traidor y ladrón y falsario, un hombre que torturó a su propio pueblo y que sólo vive y perdura en los anales infinitos de la ignominia?
* Escritor chileno y autor, entre otros libros, de Entre sueños y traidores: un ’striptease’ del exilio.
martes, 27 de septiembre de 2011
Masturbación femenina
- Es la fuente del 80% de los orgasmos
La masturbación es la fuente del 80% de los orgasmos en la mujer.
Después de 20 años teniendo relaciones sexuales sin experimentar un orgasmo, una sonrisa de oreja a oreja se dibujó en su cara. Aprender a masturbarse a los cuarenta años supuso para ella un antes y un después. “Le cambió la perspectiva de la vida, por primera vez descubrió que su cuerpo, aparte de experimentar dolor, también podía proporcionarle placer”. Quien lo dice es Jesús Ramos, psiquiatra del Hospital Ramón y Cajal de Madrid que le hizo ver que su falta de deseo sexual no era algo natural, como ella creía. Simplemente, no había tenido contacto con el placer, algo que la mayoría de las mujeres descubren en la infancia explorando su clítoris, es decir, masturbándose. Esto derriba uno de los mitos más extendidos: que los chicos se inician en esta práctica antes que las chicas por el hecho de disponer de un órgano sexual más fácilmente manipulable.
La creencia es falsa. Jesús Ramos, tumba este y otros mitos en su libro Un encuentro con el placer, la masturbación femenina basándose en un centenar de estudios científicos que han aparecido en la literatura médica en los últimos años. El libro refleja el tabú que la búsqueda del placer ha sido para muchas mujeres. En uno de los testimonios que recoge, una mujer explica que durante años creyó que era la única “que había hecho semejante descubrimiento”, porque ninguna de sus amigas hablaba de eso, mientras que los chicos no encuentran ningún impedimento para hablar de sus masturbaciones. Las cosas han cambiado mucho, pero persiste el manto de silencio. Muchas mujeres aún consideran esta práctica algo ajeno a la sexualidad femenina.
Sin embargo, la ciencia ha ido derribando un mito tras otro. Uno de ellos dice: la lenta respuesta sexual de las chicas hace que sea menos sencillo optar por la masturbación. Pero los cálculos de última referencia aseguran que no hay nada más lejos de la realidad. Las mujeres responden a los estímulos tan deprisa como los hombres: en 10 segundos. Tardan en llegar al orgasmo entre dos y cuatro minutos, como ellos, y menos si están muy excitadas.
Otra idea muy extendida sostiene que las chicas tienen menos deseo sexual y les cuesta más llegar al orgasmo. Pues no. La mitad de las mujeres los tienen a diario, o casi. No solo eso: un 42% se excita más rápida e intensamente que el promedio de los hombres; y la mayoría es capaz de tener más orgasmos: casi la mitad son multiorgásmicas. Entre estas últimas, casi todas se masturban. ¿Por qué? Según Jesús Ramos: “Porque con ninguna otra actividad sexual se alcanza un 96% de probabilidades de llegar al clímax. Dos de cada tres reconoce hacerlo para satisfacer la excitación, pero también tiene otras utilidades. El psicólogo Morton Hunt asegura que el 30% recurre a ella como sustitutivo de los ansiolíticos; se masturban para aliviar tensiones de cualquier tipo: una entrevista de trabajo o un examen.
SIN RECETA
El orgasmo es el mejor relajante muscular. “Tranquiliza y da placer, y por si eso fuera poco, es natural, ecológico, gratis y siempre se tiene a mano”, explica Jesús Ramos.
El tratamiento no necesita receta, pero este psiquiatra del Hospital Ramón y Cajal de Madrid sí ha recomendado a algunas de sus pacientes que se masturben. Las hay que no han conseguido vencer el pudor, pero otras sí lo han hecho y han vuelto a la consulta con una sonrisa, tan expresiva como la de las mujeres que acuden al urólogo con problemas de incontinencia y salen con una receta que no tienen que ir a buscar a la farmacia, sino a un sex shop. Lo que tienen que comprar son bolas chinas, un instrumento que muchas mujeres utilizan para alcanzar orgasmos más intensos durante la masturbación. Pero además, tiene un beneficio indirecto. “Refuerzan la musculatura del suelo pélvico, de forma que previenen el escape de orina, y al reducir las posibilidades de incontinencia se producen menos infecciones de orina”, explica Juan Carlos Ruiz, director del Instituto Urológico Madrileño.
Las mujeres que robustecen los músculos de la pelvis, mediante la masturbación o con otros ejercicios, lo notan en los orgasmos, pero además tiene otras ventajas médicas. Según el ginecólogo Ramón Serrano Vicens: “En el primer parto de mujeres que se casaron vírgenes y quedaron inmediatamente embarazadas, las contracciones del útero fueron más eficaces en el 86 por ciento de las que se masturbaban sin problemas de conciencia; mientras que disminuía a un 17% entre las consultadas que manifestaban no haberse masturbado nunca.
No es de extrañar, si tenemos en cuenta que la oxitocina, la hormona que se libera durante el orgasmo y se considera responsable de este, es también la causante de las contracciones uterinas durante el parto.
Parecido efecto tiene sobre las reglas dolorosas. Hay mujeres que han aprendido a combatir la dismenorrea precisamente masturbándose inmediatamente antes y durante la regla. Dado que el orgasmo facilita las contracciones del útero, las molestias disminuyen. Estas son más frecuentes entre las mujeres que se masturban con sentimiento de culpa (80%); algo menos entre las que no lo han hecho nunca (40%) y menos aún (15%) entre las que se masturban sin represión, según una investigación llevada a cabo por el ginecólogo Ramón Serrano Vicens.
La normalización de esta práctica tiene otro efecto, según Jesús Ramos: “Permitirá considerar normal, y no algo devaluado, todo encuentro sexual aunque no incluya elcoito”. En Grecia había un floreciente comercio devibradores, entonces fabricados con cuero y, obviamente, sin pilas. La masturbación estaba incorporada a la vida de las griegas de forma tan natural que se recomendaban las unas a las otras los artesanos que mejor les fabricaban los dildos. En realidad, el aparato se ha vendido incluso en las situaciones más adversas. Sin ir más lejos, durante el Franquismo se ofertaban por correo en las pacatas revistas de la época, pero eso sí, con el eufemístico nombre de “masajeadores faciales”.
COSER Y CANTAR Entre 1866 y 1932 se patentaron en Estados Unidos 33 aparatos para dificultar la masturbación. Los puritanos no veían más que riesgos contra la castidad por todos lados. Miraban con recelo cualquier avance: las bicicletas, las máquinas de coser... “Llegó a administrarse bromuro a las modistillas que trabajaban en los talleres de confección con máquinas a pedales, para que las contracciones rítmicas de los muslos no despertasen los deseos de aplicarse a la búsqueda de placeres prohibidos”, recuerda el psiquiatra Jesús Ramos. |
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