lunes, 30 de abril de 2012

Los Hombres no Se Casan ¿Qué tan profundo es el Problema?


Hola a todos, soy Girlwriteswhat.

Un amigo online estaba muy enojado después de leer el más reciente esfuerzo de, solo puedo asumir que es una mujer tradicionalista tratando de descifrar ¿Qué diablos anda mal con los hombres estos días?

Voy a dejar el artículo en la sección de información, junto con otras cosas. Pero básicamente, como muchas tradicionalistas y feministas, esta autora le falló al blanco por una maldita milla. Ella danza un poco cerca, como a cien millas o algo así de los pocos asuntos centrales que actualmente desincentivan a los hombres para casarse, en lugar de ser los robots para casarse que se supone que deben de ser.

A pesar de ser crítica de actitudes feministas, las cuales ella describe como “anti-hombre,” el artículo fue absurdamente ginocentrista, se trataba principalmente de lo que las mujeres quieren y porqué no lo están obteniendo. Eso es, casarse, tener bebes, en el momento en que las mujeres lo quieren y cuando las mujeres lo deciden.

Casi me pregunto si es que la autora se molestó en preguntarle algo a algún hombre ¿Por qué se rehúsan o no se molestan en “actuar como hombres”? antes de escribir su artículo. Pero como dije, al menos roza la superficie de la naturaleza sistémica del “problema,” a pesar que no le dio en análisis profundo que el problema merece.

Su conclusión viene a ser algo como “para que comprar la vaca, cuando puedes obtener leche gratis” y “para qué tener un buen trabajo si las mujeres son independientes y ellas pueden obtener la leche gratis.”

Ambos son criticismos escondidos de los comportamientos femeninos, lo cual es bonito, hay alguien lo suficientemente valiente como para culpar a las mujeres por sus propios problemas; pero realmente cae corto en algún tipo de examen profundo de los problemas reales.

Entonces, yo voy a intentarlo y voy a dar una mirada a lo que yo creo se ha convertido en un problema de varias facetas.

Ahora voy a leer parte de un artículo reciente de heartiste, quien dijo mucho con mucho estilo, una especie de perlas de sabiduría del foso de nihilismo social que es la comunidad de los seductores y él fue muy preciso sobre algo que otros analizaron de manera demasiado simplista, yo voy a citar algunos de los pedazos relevantes y dejaré abajo un link para el artículo.


Él dice:

“Si quieres saber porqué los hombres están huyendo del matrimonio, los niños, y ser un proveedor beta; una razón principal es que las mujeres, disponibles a estos hombres de clase trabajadora, son asquerosas. ¿Qué hombre con salud mental y libido normal quiere atraer románticamente,  tener citas y casarse con una montaña bestial de frivolidad y petulancia con al menos tres hombres mordiendo sus tobillos gordos?
 No olvidemos que las mujeres económicamente enpoderadas y asistidas por el gobierno, esclavas a sus instintos hipergámicos, por un compañero que tenga mayor estatus que ellas, separan al conjunto de hombres considerados aceptables para casarse. Cuando las mujeres dicen ‘ya no quedan hombres buenos,’ lo que escucha el observador astuto es ‘no quedan hombres buenos, gracias a una combinación del incremento en mis expectativas y disminución en mi atractivo.”

El continúa diciendo:

“A las sociólogas de la torre de marfil, criadas en una granja, quienes estudian las tendencias de matrimonio y publicando estudios consoladores, uno tras otro; hay otro mundo allá afuera, es el mundo de los hombres y en ese mundo los deseos de los hombres son importantes, deberían pensar en incorporar esa fea realidad en sus teorías.”

Por muy refrescante que fuera esto, levanta algunos puntos importantes y el más importante es que los deseos de los hombres son importantes. Cuando los hombres no pueden encontrar mujeres que ellos desean para ser compañeras, entonces ¿Por qué los hombres deberían de buscar el matrimonio?

No puede decirse lo suficiente que la realidad del divorcio y las cortes de la familia en nuestra cultura juega una parte enorme en el desprecio que sienten los hombres por el matrimonio como una institución.

No es que los hombres le tengan miedo al compromiso, es que las mujeres cada vez más parecen ser incompatibles con el compromiso. La palabra “compromiso,” en lenguaje femenino parece significar “hasta que no este 100% satisfecha con la persona con la que me casé” y esa actitud sólo va a llevar a cada vez más divorcios mientras más mujeres exitosas efectivamente ponen sus miradas en expectativas más altas que las que deberían mientras su juventud y su atractivo se desvanece, dejando a muchas de ellas sintiéndose como si se conformaron con poco, a pesar que no sea cierto, a pesar que se casaron con alguien quien está dos puntos encima de su escala de atractivo.

Un síntoma de esto, creo yo, que es muy revelador es la revelación reciente de OKCupids que las mujeres en su sitio web nombraban al 80% de los hombres como menos del promedio de atractivo, es decir 80% de los hombres estaban debajo del promedio. Esto no computa, esto no está alineado con la realidad bajo ninguna forma, esto se trata de las expectativas de las mujeres.

Extrañamente nadie, mucho menos las mujeres, parece importarle un carajo que es lo que los hombres quieren de una compañera ¿Por qué los hombres no pueden ser felices con lo que hay disponible?

Bueno, cuando miras lo que está disponible al hombre promedio en sus 30s o al principio de sus 40s, una mujer de 35 años quien se le está terminando su reloj reproductivo y es incapaz de esconder la tristeza en su cara porque él es un perdedor más grande que los 5 tipos que ella dejó en sus 20s y ahora ella tiene que conformarse o una divorciada quien ya fue lesionada financieramente y es invalida emocionalmente por al menos un hombre o una madre soltera quien está coleccionando pedacitos de manutención infantil de un pobre tonto, mientras el padre de su otro hijo logra evitar sus obligaciones porque es un vendedor de drogas y sus ingresos no son registrados.

Sí, estoy exagerando, pero si ven el punto que trato de expresar. Y no, no todas las mujeres son así, Dios sabe que yo sé que no todas las mujeres son así. Pero francamente el consenso entre las mujeres de hoy parece ser que las cosas estén así, es el nuevo normal.

Incluso las mujeres responsables a veces justificaran las decisiones destructivas de otras mujeres, como defendibles y válidas desde algún punto de vista. El sentimiento en los medios de prensa es que los hombres deben de “actuar como hombres” y aguantar con esto porque ¿A quién le importa lo que los hombres quieren? Y esencialmente el comportamiento y las elecciones previas de una mujer no deben de tener ningún efecto en que si ella es capaz de atraer a un hombre bueno y confiable.

Todo esto no habla bien de los principios de estas mujeres quienes terminaron en una situación económica mejor. De hecho, creo que es seguro decir que mientras menos voces femeninas que hablan con la razón, más hombres se lavan las manos de la idea del matrimonio.

Pero honestamente creo que esto va más profundo que simplemente el bagaje que la mujer promedio carga o el peligro de terminar como una estadística más de alguien devastado económica y financieramente con el “generoso” acceso a los niños pasando un fin de semana sea lo que evite que los hombres “actúen como hombres.”

Empiezo a pensar más en esto cuando vi el provocador vídeo de Typhonblue, sobre lo que ella llama “El Hombre Apexual,” un hombre que no se identifica con otros hombres sino que se identifica con su lugar en la jerarquía de estatus, recomiendo altamente que vean ese vídeo y voy a dejar el link abajo también.

Su vídeo me dejó pensando en las “chicas de la pluma blanca,” para los que no lo sepan este fue un grupo de mujeres en El Reino Unido quienes, durante la Primera Guerra Mundial, entregaban plumas blancas de cobardía cualquier hombre que veían en ropa de civil para avergonzarlos para que se enlisten. Ahora cuando yo considero que tan vulnerables tantos hombres son a ese tipo de tácticas de avergonzar, tan vulnerables para enlistase en una guerra que mató a 10 millones de hombres, para preservar su hombría a los ojos de mujeres quejonas a quienes ellos jamás han conocido. No puedo creer que sean sólo los riesgos del matrimonio, tantos como son, los que hagan que los hombres sean invencibles ante este tipo de tácticas de avergonzar empleadas por tradicionalistas y feministas, quienes se ven cada vez más desesperadas por brazos fuertes para poner a los hombres de regreso a sus viejos roles.

Así que yo creo que más allá de cualquier discusión de los riesgos del matrimonio, injusticias en las cortes de la familia, todo eso; creo que en lo más profundo, en el núcleo de las cosas, tal vez esto se trata de una identidad positiva masculina.

Ahora, la identidad masculina siempre se trata de “hacer” en lugar de “ser” y la mayor parte de las cosas que hacer tiene relación con ser útil en un contexto únicamente masculino. La mayor parte de la utilidad de los hombres se ha derivado de desempeñar “habilidades masculinas” y desempeñarlas bien y de desempeñar un rol masculino en frente de las mujeres y de la sociedad. En el pasado más turbulento, estos roles se necesitaban para hacer un servicio valioso a las mujeres en la comunidad, el cual las mujeres no podían o no debería de esperarse que hagan por sí mismas.

Ahora, este es el camino más común, en mi opinión, para una identidad masculina positiva. Porque a los hombres les falta un mecanismo para automáticamente ganar la preferencia del grupo, simplemente no se relacionan con otros hombres de forma automática, por el simple hecho de que son hombres. Las mujeres tienen este sesgo, lo cual les provee una habilidad natural de formar cooperativas y relacionarse con otras mujeres y buscar consenso a través de su fuerte mecanismo por preferencia de grupo basada sólo en género.

Considerando los roles de género a través de la mayoría de la historia humana, este mecanismo tiene sentido. Su valor individual como reproductoras significa que en un ambiente de supervivencia no botas a la basura a una mujer sin una razón muy fuerte. Se hacían ajustes cuando se podía para mantener a la mayor cantidad de mujeres dentro de la hermandad. Es por esto que encontrarás mucha atención en espacios femeninos para cosas como tono y ser amable y emoticones con caritas felices y llevarse bien incluso cuando hay desacuerdos. Muchas de sus interacciones se tratan sobre niveles de comodidad y sentimientos de aceptación.

A los hombres, por otro lado, les falta el programa para formar una preferencia por hombres basados simplemente en la hombría y eso tiene sentido cuando piensas en los roles de hombres por el último par de millones de años. Roles que se trata de cosas como: dar una paliza al hombre que amenaza a su mujer y a sus hijos o competir con otros hombres en su comunidad por una oportunidad en el juego de la reproducción. Considerando esos roles, ponerse de lado del género de uno por sobre el otro no va a funcionar. Y no es que los hombres no puedan manifestar cualquier forma de preferencia a su propio grupo, sino que cuando la preferencia a su propio grupo se manifiesta en hombres, no se manifiesta sólo por la hombría, tiene que haber un propósito común, un conjunto de ideales o principios, una causa u obligación común, una actividad o posición común en la jerarquía del estatus.

Entonces los hombres si pueden ciertamente identificarse con otros y relacionarse con otros y ser jugadores de equipo entre otros hombres, lo he visto en iglesias, unidades militares, fraternidades, equipos deportivos, fanáticos del deporte, partidos políticos, movimientos, equipos para proyectos y cosas así. Y a pesar que las jerarquías dentro de esos contextos, esos reinos pueden ser fuente de una especie de lealtad y hermandad entre hombres.

El mito entre feministas que los hombres se van a insultar el uno al otro por mostrar características femeninas porque ellos ven a las mujeres como inferiores, es solo eso, un mito. Los hombres hacen esto, porque las mujeres tienen una carta del triunfo que ellos no poseen, una carta del triunfo que les da valor intrínseco, sus úteros, y ellas retienen ese valor a pesar de que se visten como miembros del otro sexo.

Una mujer que actúa como mujer no es vista como inferior, un hombre que actúa como mujer siempre se ha visto como no como mujer sino como una mujer sin útero, sin tener valía sin valía femenina y no tiene valor único masculino, por lo tanto no tiene ningún valor y a diferencia de las mujeres quienes eran valiosas por sí mismas, los hombres quienes no eran “útiles” se los botaba y se los sigue botando a la basura de la sociedad.

En el tipo de cambio de la reproducción un óvulo vale mil dólares, un útero vale una fundición y una eyaculación vale 10 centavos. Para ser material aceptable para el matrimonio y tener algún tipo de valía en la comunidad, un hombre tiene que hacer más que genera esperma y cuando lo único que previene que te conviertas en algo completamente desechable como individuo yace en diferenciarte de lo femenino para que las mujeres no tengan que hacer esas tareas horrorosas, bueno, los hombres van a forzar esta mierda a otros hombres.

Es mi creencia que es por esto que los hombres siempre van a tener una tendencia por identificarse por sus roles, padre, esposo, trabajador, soldado, hombre de carrera, hombre de familia, político, activista y todo eso. En otras palabras, roles que existían y les permitían relacionarse con otros hombres quienes también ocupaban esos roles y para derivar una identidad positiva y significativa por desempeñar su masculinidad a través de esos roles.

Y también creo que es por esto que las tasas de suicidio se incrementaron tanto para los hombres después del divorcio. Le quitaste sus hijos, su esposa, sus activos y una gran parte de sus ingresos, efectivamente le has removida una gran parte de su identidad masculina.

Entonces pienso que para la mayoría de los hombres formar una identidad positiva en relación con otros hombres requiere un par de cosas:

Un rol masculino que se diferencie del femenino o al menos un ambiente enfocado en los hombres y bueno, positivismo.

Los hombres antes podían derivar identidad positiva del matrimonio. Eso era, a través del respetado y único rol de esposo y padre. Cuando esa identidad es cada vez más caracterizada por la sociedad como superflua, obsoleta o en las palabras de Harriet Harman “innecesaria para la cohesión social” ya no es una forma para que un hombre difiera su desechabilidad ¿Cierto? Especialmente cuando le pueden quitar unilateralmente esa identidad ante cualquier capricho para complacer a la mujer incluso cuando él lo hace todo bien, el matrimonio deja de ser una forma positiva para que los hombres se definan como hombres. Se convierte en una forma para que los hombres se definan como idiotas y nadie quiere identificarse así ¿Cierto? Además las comedias y los romances en televisión, las carteleras de publicidad incrementalmente muestran a los padres/esposos como bufones en comparación con las astutas, inteligentes e irrespetuosas esposas o en comparación con los niños. En los medios de prensa ya no hay nada noble ni  respetable sobre los padres. Además, cuando los roles dentro del matrimonio se vuelven virtualmente indiferenciables e intercambiables, el rol de un hombre se vuelve cada vez menos… únicamente masculino. Tan sólo es un rol. Puede ser un camino hacia algo satisfactorio (si él tiene suerte) y puede que sea algo que él desee, pero no es necesariamente un camino para que él se defina COMO UN HOMBRE.

Podemos sacar este concepto de la lista – incluso para hombres quienes han vivido debajo de una roca cuando se trata de la ley de divorcio. El matrimonio y los hijos no son un camino confiable para una identidad positiva masculina. Ya no es positivo ni se diferencia significativamente de lo femenino.

El lugar de trabajo es otro punto que ha perdido su masculinidad y esto no significa que las mujeres lo arruinan todo. No es la presencia de las mujeres, es la alteración en el ambiente y en las interacciones que muchas mujeres demandan cuando quieren meterse al mundo a través de la fuerza de trabajo. Un espacio masculino que lleva a una identidad positiva masculina no necesita estar desprovisto de mujeres, pero necesita ser masculino, necesita ser un ambiente que se ajuste a su psicología no uno en el que terminen siendo metafóricamente castrado si quieren evitar problemas con recursos humanos y no estoy hablando de vulgaridad o expresiones de sexualidad, estoy hablando de cosas como agresión, ambición, bromas, competencia, pasión, autoridad, conversación simple. Todas estas cosas son desalentadas cuando las mujeres están presentes para prevenir que se hieran los sentimientos y evitar la incomodidad.

La conversación honesta se reemplaza con reglas para el discurso, la ingenuidad con el protocolo, todo esto hace que un lugar de trabajo sea feminizado, a pesar que esto es tolerable para los hombres, ya no es un camino positivo para una identidad MASCULINA.

Ya no es un espacio masculino y ya no es atractivo a la psicología de los hombres el lugar de trabajo se ha convertido en una escalera que menos hombres se sienten motivados a trepar para construir sus identidades. Combina esto con el hecho de que su trabajo frecuentemente está en la cuerda floja en el momento en que se salen de las restricciones súper rígidas a su masculinidad. Y ofender a una compañera de trabajo muy quejona. Un gran número de hombres se están volviendo desencantados con la expectativas de desempeñar en un ambiente que no alimenta su naturaleza y los ha predestinado a fallar y los ve como desechables. En la ausencia de esas recompensas y motivadores únicamente masculinas, un gran número de ellos al fin abren sus ojos y miran a los aspectos negativos de ser un esclavo con sueldo y es una píldora que una vez tragada no puede ser escupida.

En cada espacio en que los hombres se congregan, las mujeres han forzado su entrada y han demandado cambios. Parece que un gran número de hombres están cediendo y eventualmente pierden su motivación para desempeñarse en serio y una vez más no creo que sea la presencia de las mujeres lo que hace esto, es la necesidad reforzada de cambiar el comportamiento para mantener un decoro apropiado alrededor de ellas y el cambio en como esos lugares funcionan que las mujeres demandan con frecuencia es la expectativa que el ambiente y los hombres en él deben de ajustarse para las necesidades de las mujeres en lugar de esperar que las mujeres se adapten ellas mismas a estos ambientes.

Quedan unos cuantos bastiones para hombres, lugares en donde las mujeres son bienvenidas hasta que empiezan a demandar que el ambiente cambie para que ellas se sientan más cómodas en ese momento se escuchan muchas protestas masculinas.

Puedo ver esta tolerancia por parte de hombres, cuando una mujer se infiltra en el baño de hombres porque la línea es demasiado larga en el baño de mujeres, todo anda bien hasta que ella se ofenda por la forma en la que los hombres se comportan en un baño al tirarse pedos y orinar en su presencia.

Entonces ¿A dónde se retiran los hombres? Se retiran al Internet y a los pocos espacios que no se ha sido diseñado reglas de conducta para no ofender a las mujeres que se ofenden con facilidad y sus necesidades de comodidad, se retiran al Movimiento por los Derechos de los Hombres donde ideales y valores comunes une a la comunidad y les permite definir su masculinidad independientemente de la sociedad y de la aprobación de las mujeres, un lugar donde palabras e ideas son más importantes que el tono o las sonrisas que puede que estén detrás de esas palabras. Se retiran de la jerarquía y a objetivos únicamente masculinos como la comunidad de seductores donde la competencia y mantener marcadores son ciertamente permitidos, incluso se motiva a esos comportamientos y donde hay hombres para que otros admiren o que sean mentores, donde se trata con desprecio a lo que las mujeres dicen querer.

La sociedad no funcionaba para esos tipos, así que inventaron sus propias sociedades y van con ella con sus propias reglas. Los ves en historietas y en videojuegos y en foros relacionados online donde rehusarse a vigilar las conversaciones usualmente se considera misoginia y a los hombres ahí no les importa un carajo.

Vemos esto en hombres que van por su propio camino, quienes han tomado una postura basados en un análisis realista de cuál es el beneficio para ellos y mantienen su auto-respeto no al estar de acuerdo con las expectativas de la sociedad sino al no considerarlas y lo ves en amigos de cerveza, la cultura del sexo casual. Los hombres toman trabajos temporales que toleran pero que realmente no les interesa. Y realmente lo vez en el ginocentrismo de los manginas y los caballeros blancos quienes suplican y tratan de alagar a las mujeres incluso cuando son feas e inmorales, diferenciándose de la feminidad por su adoración ciega.

¿Por qué todo esto?

Porque los caminos “aprobados” para una identidad positiva masculina, se han ido los caminos que la sociedad incentiva y depende. Incluso cuando los hombres no se dan cuenta de esto en forma consciente. Ellos lo saben en la parte de atrás de sus cabezas.

Los hombres siempre han estado dispuestos para trabajar, sacrificarse, sudar y sangrar si es que son recompensados con los medios por los que ellos puedan verse como merecedores de respeto. Pero cuando cada uno de los roles que la sociedad quiere meterte ya no es una forma para que te respetes a ti mismo o que tengas el respeto de otros, entonces es hora de tirar a la basura esos roles.

Y una cosa que el apexual de Typhonblue en la cima de la sociedad como Bill Bennet y Obama, feminstas como Kay Hymowitz y Katie Roiphe y tradicionalistas como Suzanne Venker, nunca van a darse cuenta es que usar la vergüenza para intentar forzar a los hombres hagan lo que se espera que hagan no va a funcionar esta vez. Porque a pesar que es posible usar la vergüenza para que un hombre de su vida por su país si hay una promesa de respeto en hacer eso, es imposible usar la vergüenza para que alguien se rompa el culo trabajando y arriesgue todo su futuro sólo por el placer de mirarse al espejo y ver a Homero Simpson o a Ray Barone o a Dilbert mirándolo.

Cuando el costo de la aprobación de la sociedad es el auto-respeto que derivas de identidad positiva, deja de valer la pena para muchos hombres.

En todo caso, esas son mis ideas. Estas son cosas que yo he estado pensando. Y absolutamente no creo que estén escritas en la roca, si alguien quiere agregar algo o algún tipo de crítica de mi análisis aquí, con gusto los entretengo en los comentarios y creo que los veré otra vez más tarde.




martes, 24 de abril de 2012

Las ventajas sociales de la monogamia


Explicar la evolución de la monogamia plantea un problema, dada la prevalencia de la poligamia (la mayoría de las sociedades del registro antropológico son polígamas) y dado que las normas que penalizan la poligamia en apariencia están en conflicto con los intereses de los mismos maridos polígamos que normalmente ocupan las posiciones de mayor influencia en la legislación social.
Según el trabajo que Henrich, Boyd y Richerson acaban de publicar en la Philosophical transactions, la respuesta radica en la evolución de los conflictos entre grupos: la monogamia es una institución de éxito porque concedería importantes ventajas sociales a los grupos que la practican.
Estas ventajas descansan en fundamentos biológicos pero, sobre todo, consisten en normas específicamente culturales que determinan cómo funcionan los sistemas de matrimonio. Estas normas no son, desde luego, independientes de la biología y la neurofisiología humana: cumplir normas sociales, así como castigar a quienes las violan, son conductas que activan el sistema de recompensa del cerebro.
Si bien estas normas no siempre se cumplen, como muestra claramente la ubicuidad de patrones de infidelidad, divorcio o prostitución en casi todas las sociedades, no puede negarse que tienen una influencia decisiva en la conducta de las personas.
El matrimonio monógamo reduce la competencia intrasexual
Las sociedades monógamas registran una menor competencia sexual, especialmente entre hombres. Los datos que se han obtenido estudiando a las comunidades mormonas de EE.UU entre 1830 y 1890 atestiguan que la competición sexual se redujo significativamente coincidiendo con la supresión gubernamental del matrimonio polígamo. Evidencias de otras sociedades muestran valores parecidos.
Una implicación de la monogamia normativa es el descenso del crimen, dado que favorece el abandono de las prácticas arriesgadas típicas en hombres solteros de bajo status. Las normas monógamas favorecen la inversión parental, reduciendo significativamente los niveles sociales de violación, asesinato, robo o secuestros.
Una segunda implicación del matrimonio monógamo es la reducción de la diferencia de edad entre los esposos, la desigualdad de género y la fertilidad, todo lo cual ayuda a disminuir la conflictividad social.
Las normas monógamas también tendrían un efecto directo en la productividad económica, incrementando el producto interior bruto de una sociedad.
El matrimonio monógamo reduce los conflictos domésticos
La monogamia normativa también tiene un efecto positivo en la disminución de los conflictos domésticos. Por el contrario, las normas polígamas i) fomentan la competición entre las esposas ii) aumentan la diferencia de edad entre los esposos iii) disminuyen la consanguinidad dentro de la casa y iv) reducen la certeza de paternidad.
El conflicto entre esposas, en particular, es corriente en las sociedades polígamas. De acuerdo con el registro etnográfico, en 66 de 69 sociedades polígamas no se puede describir como “armoniosa” la relación entre esposas. Numerosas evidencias muestran, además, que la convivencia con adultos no relacionados genéticamente es el principal factor de riesgo en el abuso, el rechazo y el homicidio infantil. También se sabe que los niños que crecen en familias nucleares monógamas tienen niveles de cortisol inferiores, un conocido predictor de stress y comportamiento conflictivo.
El matrimonio monógamo también permite que se incremente la inversión parental, mejorando los resultados sociales de los hijos. Las normas monógamas son muy positivas para los hombres de status inferior, ya que inhibe los comportamientos asociales y favorece la inversión en los niños, pero también tiene un efecto positivo en la inversión parental de los hombres de status superior, ya que no deben preocuparse en seguir encontrando parejas.
En resumidas cuentas, la monogamia normativa reduce significativamente la violencia doméstica, la desigualdad de género y la competencia sexual.
Además, es preciso subrayar que el efecto positivo de las normas monógamas es extraordinariamente robusto, pues se mantiene descontando las principales diferencias socioeconómicas, raciales o demográficas.
Monogamia, religión y democracia
Según Boyd, la religión (el cristianismo en particular, aunque el Islam también posee normas que inhiben la poligamia) habría podido desempeñar un papel importante en la evolución de las normas monógamas. Al imprimir una sanción sobrenatural en el matrimonio, las normas religiosas habrían podido servir como contrapeso decisivo a los poderosos incentivos de los hombres políticamente poderosos interesados en mantener las normas polígamas.
Y por si todo esto fuera poco, las normas monógamas también habrían desempeñado un papel importante en el desarrollo político de la democracia:
La extensión de la monogamia normativa, que representa una forma de igualitarismo, podría haber ayudado a crear las condiciones para la emergencia de la democracia y la igualdad política a todos los niveles del gobierno. Dentro del registro antropológico, existe un vínculo estadístico entre las instituciones democráticas y la monogamia normativa. Estos autores argumentan que la disminución en la cantidad de hombres no casados habria debilitado a los déspotas, dado que reduciría su capacidad para encontrar soldados y secuaces. La reducción del crimen también habría debilitado las afirmación de los déspotas de que ellos era todo lo que había entre el caos y los ciudadanos normales (…) En la Grecia antigua, no sabemos qué vino primero, pero sabemos que Atenas, por ejemplo, tenía tanto elementos de matrimonio monógamo como democracia. En el mundo moderno, los análisis de datos en distintas naciones revelan relaciones estadísticas significativas entre la fuerza de la monogamia normativa y la democracia y las libertades civiles. En este sentido, las peculiares instituciones del matrimonio monógamo podrían explicar por qué los ideales democráticos, las nociones de igualdad y de derechos humanos surgieron antes en Occidente.
Referencia: Henrich, J. (2012-03-05) The puzzle of monogamous marriagePhilosophical Transactions of the Royal Society B: Biological Sciences, 34(2), 190-669. DOI:10.1098/rstb.2011.0290

lunes, 2 de abril de 2012

¿Somos libres para decidir nuestra religiosidad?



¿La religión que profesamos y la espiritualidad que tenemos, son una creación cultural transmitida de generación en generación o nuestros genes nos hacen ser como somos?
Un concepto normalmente aceptado por la mayoría es que estamos determinados por los genes a pertenecer a algún grupo dentro de una escala que va desde el pragmatismo al idealismo, desde el escepticismo a la credulidad, y desde el materialismo a la espiritualidad.
Sin embargo creer en uno u otro dios es una cuestión cultural que se adquiere por nuestro desarrollo mental en un determinado ambiente.
Las particularidades de cada dios y de la religión son producto de la cultura de cada pueblo y de cada época, pero la predisposición a tener una mayor o menor espiritualidad está condicionada por nuestros genes (Hamer, El gen de dios, 2006).
Primero sepamos de qué hablamos diferenciando las dos palabras. Religión es el conjunto de creencias y dogmas acerca de un dios; la espiritualidad está relacionada con sensibilidad, poco interés en lo material e inclinación hacia lo espiritual (ver RAE). La experiencia cotidiana nos enseña que una persona religiosa puede tener una profunda espiritualidad o tenerla muy escasa y, de la misma manera, una persona que no cree en ninguna religión puede tener una elevada o ninguna espiritualidad. Como diría un castizo, “hay gente pa tó”.
Si bien está clara la diferencia entre estos dos conceptos, también es evidente que una persona muy religiosa tiene una alta espiritualidad y viceversa; a esta asociación de religión y espiritualidad permítanme que las englobe en este artículo con el término religiosidad. De la misma manera se da una alta correlación entre materialismo y ateismo. Estas relaciones no impiden, sin embargo, que puedan darse, aunque más raramente, ateos espirituales y creyentes materialistas.
Si la religiosidad estuviese determinada por nuestros genes deberíamos encontrar un comportamiento más o menos religioso-espiritual relacionado con algunas enfermedades causadas por alteraciones del cerebro o de nuestros genes.
Crespi y Badcock, 2008, Kanazawa, 2008, y muchos otros sugieren que los esquizofrénicos, que son hipermentalísticos y paranoides, pueden estar más predispuestos a la religiosidad y a ver la mano de dios detrás de los fenómenos naturales, mientras que, en el extremo opuesto, los autistas serían menos religiosos debido a su hipomentalismo. La experiencia clínica con pacientes esquizofrénicos y psicóticos confirma completamente esta idea. El psicótico está más preocupado por cuestiones religiosas y en general encuentra significados “ocultos” (sobrenaturales) a situaciones que para los demás son naturales.
Un fenómeno que se da con cierta frecuencia, conocido como apofenia, consiste en percibir la existencia de patrones, como caras o figuras o conexiones entre sucesos, allí donde no los hay. De ese modo se otorga sentido o significado a algo que carece de él.

Caras de Bélmez
Todas las personas tenemos, en mayor o menor medida, una cierta tendencia a buscar (y encontrar) patrones en una gran variedad de situaciones (caras o animales en la forma de las nubes, de montañas, de manchas en las paredes, etc. Si en Google maps por satélite pones las coordenadas +50º 0′ 43”, -110º 6′ 52” te saldrá una montaña de Canadá con cara de indio incluidas las plumas).
Además de para ver lo que no hay, podríamos estar evolutivamente diseñados para inferir intenciones detrás de los fenómenos naturales, ya que la consecuencia de sobreinterpretar erróneamente la intencionalidad –mostrarse paranoico ante fenómenos perfectamente naturales (ej. un ruido inesperado en el bosque)– es menos costoso en términos evolutivos que la consecuencia de no deducir una intencionalidad erróneamente y ser atacado por los depredadores y enemigos cuando menos lo esperas (Haselton & Nettle, 2006). Por lo tanto, la selección natural nos llevaría a ser un poco paranoides porque potencialmente esto podría salvar nuestra vida y podríamos ser religiosos porque somos paranoides y vemos la “mano de dios” detrás de fenómenos perfectamente naturales. Las recientes teorías evolutivas sugieren que la religiosidad no es en sí una adaptación sino un subproducto de otras adaptaciones psicológicas.
En su interesante libro “El dios de cada uno” (Alianza edt., 2011), el profesor Francisco Mora describe algunos estudios realizados sobre conocidos personajes ultrarreligiosos analizando la biografía y sus propios escritos en los que describieron múltiples visiones, alucinaciones y delirios y sus interpretaciones sobrenaturales. Parece ser muy probable que la elevada religiosidad de estas personas estuvieron influidas por enfermedades tales como la epilepsia de Pablo de Tarso, la esquizofrenia de Francisco de Asís o la bien documentada epilepsia del lóbulo temporal de Teresa de Ávila cuyos síntomas fueron contados por ella misma.

Esta tendencia a detectar fenómenos o imágenes inexistentes se puede ver fuertemente acentuada por efecto de determinadas patologías, como las ya mencionadas, o del consumo de drogas, como las anfetaminas, en los que se pueden ver imágenes que nadie más puede ver. Según el catedrático de fisiología Francisco Mora, la apofenia puede explicar fenómenos considerados paranormales, así como fenómenos perceptivos de contenido religioso, como las apariciones de santos, de vírgenes o del mismo dios.
Según este autor, ver imágenes inexistentes no debiera ser considerado extraordinario; lo que sí es extraordinario es que las visiones y pensamientos que surgen en la mente como consecuencia de un estado patológico sean interpretados como sobrenaturales.
El propio título de su último libro, “El dios de cada uno”, resume la idea de que no existe ningún dios universal sino que cada uno crea en su propia mente un dios adecuado a su cultura y sus necesidades. Durante algunos milenios las gentes eran luchadoras y las guerras estaban a la vuelta de cada disputa o de cada loco por el poder,  y así el dios creado por Moisés era un dios belicoso, guerrero, colérico,  cruel, implacable, al que se le pedía que destruyera al enemigo, un dios que cuando algo no le gustaba mandaba fuego, plagas o inundaciones para librarse del mal.
¿Qué hace que nuestro cerebro nos haga ser más o menos proclives a la religiosidad? Parece que esta tendencia está causada por el neurotransmisor dopamina.
Según el neuropsiquiatra Peter Brugger, la apofenia es consecuencia de una actividad excesivamente alta del sistema dopaminérgico. Recientemente, Sazaki y otros encontraron en varios estudios que las personas con variantes del gen del detector de la dopamina DRD4 que le hacen tener mayor sensibilidad, tienen una mayor respuesta a ciertos estímulos ambientales y son más espirituales.
A partir de estos trabajos, Fred Previc ha desarrollado una teoría en la que considera que los niveles altos de dopamina en el cerebro pueden estar relacionados con las llamadas experiencias religiosas y llevaría a una persona a ser un ardoroso seguidor de una religión. Según su teoría, el exceso de dopamina puede llevar a una persona a interpretar una experiencia anómala, pero natural, como algo de naturaleza mística o espiritual y encontrar patrones inexistentes de causalidad al punto de llegar a convencerse de que estaban predestinados por una fuerza sobrenatural y llegar a convertirse en un fanático defensor de su dios. En esta misma línea, varios trabajos recientes describen un aumento de los niveles de dopamina durante la meditación y en algunos trances.
En un interesante trabajo (Newberg 2012) se describe un experimento en el que se mostraron en una pantalla palabras y caras no demasiado claras a personas religiosas y no creyentes. El resultado fue que los religiosos eran más propensos a verlas donde los no creyentes no lo hacían. Sin embargo, cuando a los más escépticos se les inyectó dopamina fueron capaces de ver las figuras codificadas que antes no veían.
Los recientes estudios neurológicos llevan, por tanto, a determinar que somos espirituales o materialistas, creyentes o ateos, dependiendo de si nuestros genes nos hacen tener una mayor o menor cantidad de dopamina en nuestro cerebro. Una elevada dopamina causa una mayor religiosidad y credulidad, y esto es innato, mientras que la creencia en uno u otro dios, depende exclusivamente de donde hayamos nacido, por lo tanto de la cultura que hayamos recibido, y esto es creación humana.
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Este artículo participa en los Premios Nikola Tesla de divulgación científica y nos lo envía Alfonso Jiménez Sánchez, Doctor en Biología por la Universidad de Sevilla, especialidad en Genética. Ha sido profesor/investigador en las universidades de Sevilla, Stanford (California, USA), Córdoba, Leicester (U.K.), Badajoz. Catedrático de Genética desde 1988.
Referencias y bibliografía:
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-Mora F. El dios de cada uno. Alianza edit., 2011
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