lunes, 13 de febrero de 2017

Esther Perel: Rethinking infidelity ... a talk for anyone who has ever loved

¿Por qué engañamos? ¿Por qué engaña la gente feliz? Cuando decimos "infidelidad" ¿qué queremos decir exactamente? ¿Es conexión, es una historia de amor, es sexo de pago, es una sala de chat, es un masaje con final feliz? ¿Por qué pensamos que los hombres engañan por aburrimiento y miedo a la intimidad, pero las mujeres engañan por soledad y ansias de intimidad? ¿Es algo que se da siempre al final de una relación? En los últimos 10 años, he viajado por el mundo y trabajado extensamente con cientos de parejas destrozadas por la infidelidad.

 Hay un simple acto de transgresión que puede arrebatarle a una pareja su relación su felicidad y la propia identidad: una aventura. Sin embargo, se sabe muy poco de este acto extremadamente común. Por eso esta charla es para cualquiera que haya amado alguna vez. El adulterio ha existido desde que se inventó el matrimonio, así como también, el tabú en su contra. De hecho, el matrimonio solo puede envidiar la tenacidad de la infidelidad. Y tanto es así, que se trata del único mandamiento que se repite dos veces en la Biblia: una vez por hacerlo, y una vez solo por pensar en ello. (Risas)

 ¿Cómo reconciliar lo universalmente prohibido con lo universalmente practicado?En la historia, los hombres tuvieron prácticamente licencia para engañar con pocas consecuencias,apoyados por múltiples teorías biológicas y evolutivas que justificaron su necesidad de vagar, por lo que el doble estándar es tan antiguo como el adulterio en sí. Pero, ¿quién sabe qué está pasando realmente bajo las sábanas, ¿no? Porque en materia de sexo, el hombre tiene presión por alardear y exagerar, pero la mujer tiene presión por ocultar, minimizar y negar. Y no es de extrañar si tenemos en cuenta que todavía hay nueve países donde las mujeres pueden ser asesinadas por descarriarse. La monogamia solía ser una persona de por vida. Hoy, la monogamia es una persona cada vez. (Risas) (Aplausos)


Quiero decir, muchos de Uds. probablemente han dicho: "Soy monógamo en todas mis relaciones".(Risas) Solíamos casarnos y tener relaciones sexuales por primera vez. Pero ahora nos casamos, y dejamos de tener relaciones sexuales con otras personas. El hecho es que la monogamia no tenía nada que ver con el amor. Los hombres se basaban en la fidelidad de la mujer para saber el origen de los hijos, y quién recibiría las vacas al morir. Ahora, todo el mundo quiere saber qué porcentaje de la gente engaña. Me han hecho esa pregunta desde que llegué a esta conferencia. (Risas) Se aplica a Uds. Pero la definición de la infidelidad sigue en expansión: sexting, ver porno, participar en secreto y activamente en aplicaciones de citas. 

No hay una definición universalmente acordada de qué constituye una infidelidad, las estimaciones varían ampliamente, del 26 % al 75 %. Pero encima de eso, caminamos entre contradicciones. El 95 % de nosotros dirá que está terriblemente mal que nuestra pareja mienta sobre tener una aventura, pero casi la misma cantidad de nosotros dirá que exactamente eso haría en caso de tener una aventura. (Risas) Me gusta esta definición de aventura... porque reúne los tres elementos clave: una relación secreta, que es la esencia de una aventura; una conexión emocional en un grado u otro; y una alquimia sexual. Y alquimia es la palabra clave, porque el estremecimiento erótico es tal que un beso imaginado puede ser tan potente y encantador como horas de práctica sexual.

 Como dijo Marcel Proust, nuestra imaginación es la responsable del amor, no la otra persona. Nunca ha sido más fácil engañar, y nunca ha sido más difícil guardar un secreto. Nunca la infidelidad se ha cobrado semejante tributo psicológico. Cuando el matrimonio era una empresa económica, la infidelidad amenazaba nuestra seguridad económica. Pero ahora que el matrimonio es un acuerdo romántico, la infidelidad amenaza nuestra seguridad emocional. Irónicamente, solíamos recurrir al adulterio; ese era el espacio donde buscábamos el amor puro. Pero ahora al buscar el amor en el matrimonio, el adulterio lo destruye. Hay tres maneras en que creo la infidelidad duele diferente hoy. Tenemos un ideal romántico en el que nos volcamos a una persona para satisfacer una lista interminable de necesidades: ser mi mejor amante, mi mejor amigo, el mejor padre, mi confidente, mi compañero emocional, mi par intelectual. Y yo: la elegida, la única, indispensable, irreemplazable, la elegida. Y la infidelidad me dice que no.

 Es la traición definitiva. La infidelidad rompe la gran ambición del amor. Pero si a lo largo de la historia la infidelidad siempre ha sido dolorosa, hoy a menudo es traumática, porque amenaza nuestro sentido del yo. Mi paciente Fernando, está afligido. Dice: "Pensé que conocía mi vida. Pensé que sabía quién eras, quiénes éramos como pareja, quién era yo. Ahora lo cuestiono todo". La infidelidad, una violación a la confianza, una crisis de identidad. "¿Puedo confiar en ti otra vez?" pregunta. "¿Puedo volver a confiar en alguien de nuevo?" Y esto me dice mi paciente Heather, hablando de su historia con Nick. Casada, dos hijos. Nick acaba de salir en viaje de negocios, y Heather está jugando en su iPad con los chicos, cuando ve un mensaje en la pantalla: "Ansío el momento de verte". Qué extraño, piensa, acabamos de vernos. Y luego otro mensaje: "Ansío el momento de abrazarte". Y Heather se da cuentade que no es para ella. 

Ella me dice también que su padre tuvo aventuras, que su madre encontró un papel en el bolsillo, y un poco de lápiz labial en el cuello. Heather sigue hurgando y encuentra cientos de mensajes, intercambios de fotos y deseos expresados. Los detalles vívidos de dos años de la aventura de Nick desplegados frente a ella en tiempo real, Y me hizo pensar: Las aventuras en la era digital es la muerte por desangrado. También existe otra paradoja a la que nos enfrentamos hoy. Debido a este ideal romántico, confiamos en la fidelidad de nuestra pareja con un fervor único. Pero nunca fuimos tan propensos a descarriarnos y no porque hoy tengamos nuevos deseos, sino porque vivimos en una era en la que sentimos que tenemos derecho a cumplir nuestros deseos, porque en esta cultura merecemos ser felices. 

Y si solíamos divorciarnos porque éramos infelices, hoy nos divorciamos porque podríamos ser más felices. Y si el divorcio traía aparejada la vergüenza hoy, elegir quedarse cuando uno puede partir es la nueva vergüenza. Así que Heather no puede hablar con sus amigos porque teme que la juzguen por seguir amando a Nick, y a dondequiera que mire, recibe el mismo consejo: Déjalo. Tira al perro por la cuenta. Si la situación fuera a la inversa, Nick estaría en la misma situación. Quedarse es la nueva vergüenza. Si podemos divorciarnos, ¿por qué tener aventuras? El supuesto típico es que si alguien engaña, o hay algo mal en la relación o uno tiene algo mal. 

Pero millones de personas no pueden todas tener patologías. La lógica dice así: si uno tiene en casa todo lo que necesita, no tiene por qué buscarlo en otro sitio, suponiendo que existe el matrimonio perfecto que nos vacunara contra la pasión de explorar. Pero ¿y si la pasión tiene una vida útil finita? ¿Y si hay cosas que incluso una buena relaciónnunca puede ofrecer? Si incluso las personas felices engañan, ¿de qué se trata? La gran mayoría de la gente con la que trabajo no son galanteadores crónicos. A menudo son personas profundamente monógamas en sus creencias, y al menos para su pareja. Pero se encuentran en conflicto entre sus valores y su comportamiento. A menudo son personas que han sido fieles desde hace décadas, pero un día cruzan la línea que nunca pensaron cruzar, a riesgo de perderlo todo. 

Pero ¿en un atisbo de qué? Las aventuras son un acto de traición, pero también una expresión de añoranza y pérdida. En el meollo de una aventura, siempre encontrarán un anhelo y un deseo vivo de conexión emocional, de novedad, de libertad, de autonomía, de intensidad sexual, un deseo de recuperar partes perdidas de nosotros mismoso un intento por recuperar vitalidad de cara a la pérdida y la tragedia. Pienso en otra de mis pacientes, Priya, felizmente casada, ama a su marido, y nunca quisiera herir al esposo. 

Pero también me dice que siempre ha hecho lo que se esperaba de ella: buena chica, buena esposa, buena madre, cuidó a sus padres inmigrantes. Priya, cedió ante el jardinero que quitó el árbol de su patio tras el huracán Sandy.Con su camión y sus tatuajes, él es todo lo contrario a ella. Pero a los 47, la aventura de Priya es la adolescencia que nunca tuvo. Y su historia me señala que cuando buscamos la mirada del otro, no siempre nos alejamos de nuestra pareja, sino de la persona en la que nos hemos convertido. Y no es tanto que estemos en busca de otra persona, sino en busca de otro yo. En todo el mundo, hay una palabra que la gente que tiene aventuras siempre me dice. Se sienten llenos de vida. A menudo me cuentan historias de pérdidas recientes... de un padre que murió, de un amigo que se fue muy pronto, y de malas noticias en el médico.

La muerte y la mortalidad a menudo viven a la sombra de una aventura,porque plantean estas preguntas. ¿Es todo? ¿Hay algo más? ¿Voy por otros 25 años así? ¿Nunca volveré a sentir eso otra vez? Eso me ha llevado a pensar que tal vez estas preguntas son las que impulsan a la gente a cruzar la línea, y que algunas aventuras son un intento por contrarrestar la falta de vida, un antídoto contra la muerte. Y al contrario de lo que puede pensarse, las aventuras tienen que ver menos con el sexo y más con el deseo: deseo de atención, deseo de sentirse especial, deseo de sentirse importante. Y la propia estructura de una aventura, el hecho de nunca poder tener al amante, aviva el deseo. Eso en sí mismo es una máquina de deseo, por lo incompleto, por la ambigüedad, te hace desear lo que no puedes tener. 

Algunos probablemente piensan que las aventuras no ocurren en las relaciones abiertas, pero sí ocurren. Primero, no es lo mismo hablar de monogamia que hablar de infidelidad. Pero el hecho es que parece que incluso cuando tenemos la libertad de tener otras parejas sexuales, todavía nos atrae el poder de lo prohibido; que si hacemos lo que no se supone que debemos hacer, sentimos como si hiciéramos realmente lo que deseamos. Y le he dicho a una buena cantidad de mis pacientesque si pudieran llevar a sus relaciones una décima parte de la audacia, la imaginación y el brío que ponen en sus aventuras, probablemente nunca tendrían que verme. (Risas) Entonces, ¿cómo nos curamos de una aventura? El deseo es muy fuerte. La traición es profunda. 

Pero puede curarse. Y algunas aventuras son un toque de difuntos para relaciones moribundas. Pero otras nos impulsan a nuevas posibilidades. El hecho es que la mayoría de las parejas que han pasado por aventuras permanecen juntas, algunas simplemente sobreviven, y otras podrán realmente convertir una crisis en una oportunidad. Podrán convertir esto en una experiencia generativa. Y en realidad pienso incluso más en la pareja engañada,que a menudo dirá: "¿Crees que no deseaba más? Pero yo no lo hice". Pero ahora que la aventura está expuesta, ellos también reclaman más, y ya no tienen que mantener el status quo que puede no haber funcionado bien para ellos tampoco. He notado que muchas parejas inmediatamente después de una aventura, gracias a este desorden que en realidad puede dar lugar a un nuevo orden, tendrán conversaciones profundas con honestidad y apertura como no tuvieron en décadas. 

Y parejas sexualmente indiferentes de repente sienten una lujuria tan voraz, que no saben de dónde viene. Algo sobre el miedo a la pérdida reavivará el deseo, y dará paso a un tipo de verdad completamente nuevo.Entonces, al exponer una aventura, ¿qué cosas específicas pueden hacer las parejas? Del trauma sabemos que la curación empieza cuando el autor reconoce lo que hizo mal. Así, para la pareja que tuvo la aventura, para Nick, una cosa es terminar la aventura, pero lo otro es el acto esencial, e importante de expresar culpa y remordimiento por herir a su esposa. Pero la verdad es que he notado que una buena parte de quienes tienen aventuras pueden sentirse terriblemente culpables por herir a su pareja, sin embargo, no culpables por la experiencia de la aventura en sí. Y esa distinción es importante. 

Nick tiene que mantener la vigilia por la relación. Tiene que ser, por un tiempo, el protector de los límites. Es su responsabilidad sacar el tema, porque si lo piensa, él puede aliviar a Heather de la obsesión, y de tener que asegurarse de que la aventura no se olvida, y que en sí mismo empieza a restaurar la confianza. Pero para Heather, o la pareja engañada, es esencial hacer algo para recuperar el sentido de autoestima,rodearse de amor, amigos y actividades que devuelvan la alegría, el sentido y la identidad. Pero aún más importante, es frenar la curiosidad de hurgar en los detalles sórdidos... ¿Dónde estuviste? ¿Dónde lo hiciste? ¿Con qué frecuencia? ¿Ella es mejor que yo en la cama? Preguntas que solo causan más daño,y no dejan dormir por la noche. Y en su lugar, pasen a lo que yo llamo preguntas de investigación, las que extraen el sentido y los motivos. ¿Qué significó esta aventura para ti? ¿Qué pudiste expresar o experimentar allí que ya no puedas conmigo? ¿Qué sentías cuando volvías a casa? ¿Qué valoras de nosotros? ¿Te agrada que esto termine? Cada aventura redefinirá una relación, y cada pareja determinará cuál será el legado de la aventura. 

Pero las aventuras están aquí para quedarse, y no se irán.Y los dilemas del amor y el deseo, no tienen respuestas simples de blanco y negro, bueno y malo, y víctima y agresor. La traición en una relación viene en muchas formas. Hay muchas maneras de traicionar a nuestra pareja: con desprecio, con negligencia, con indiferencia, con violencia. La traición sexual es solo una manera de hacer daño a una pareja. En otras palabras, la víctima de una aventura no siempre es la víctima del matrimonio. Me han escuchado, y sé lo que están pensando: Tiene acento francés, debe estar a favor de las aventuras. (Risas) Se equivocan. No soy francesa. (Risas) (Aplausos) Y no estoy a favor de las aventuras. Pero como creo que algo bueno puede salir de una aventura, a menudo me hacen esta pregunta extraña: ¿La recomendaría? 


No recomendaría tener una aventura como tampoco recomendaría tener cáncer, y, sin embargo, sabemos que la gente que ha estado enferma a menudo habla de cómo la enfermedad les ha dado una nueva perspectiva. La principal pregunta que me han hecho desde que llegué a esta conferencia cuando dije que hablaría de la infidelidad es ¿a favor o en contra? Dije: "Sí". (Risas) Veo las aventuras desde una doble perspectiva: daño y traición por un lado,crecimiento y autodescubrimiento por el otro... lo que causó en ti, y lo que significó para mí. Entonces cuando viene una pareja luego de una aventura que ha salido a la luz, a menudo les digo esto: Hoy en Occidente, la mayoría de nosotros tendremos dos o tres relaciones, o matrimonios, y algunos de nosotros los tendremos con la misma persona. Su primer matrimonio terminó. ¿Desearían crear un segundo matrimonio juntos? Gracias. (Aplausos)

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