jueves, 27 de agosto de 2015

¿Ya no se puede? Lecciones de la derrota del reformismo en Grecia


“Los hombres han sido siempre, en política, víctimas necias del engaño ajeno y propio, y lo seguirán siendo mientras no aprendan a descubrir detrás de todas las frases, declaraciones y promesas morales, religiosas, políticas y sociales, los intereses de una u otra clase. Los que abogan por reformas y mejoras se verán siempre burlados por los defensores de lo viejo mientras no comprendan que toda institución vieja, por bárbara y podrida que parezca, se sostiene por la fuerza de determinadas clases dominantes. Y para vencer la resistencia de esas clases, sólo hay un medio: encontrar en la misma sociedad que nos rodea, las fuerzas que pueden — y, por su situación social, deben — constituir la fuerza capaz de barrer lo viejo y crear lo nuevo, y educar y organizar a esas fuerzas para la lucha.” V.I. Lenin
El pasado 20 de agosto dimitía el presidente griego Alexis Tsipras y convocaba elecciones anticipadas para el próximo mes de septiembre. Una decisión controvertida que se produce en plena crisis interna de Syriza tras ceder ante el chantaje de la Troika y acordar un nuevo memorándum, que continua la política de austeridad criminal de PSOK y ND, en contra del propio programa electoral de Syriza y además, desoyendo la opinión mayoritaria del pueblo griego mostrada con el contundente NO del 62% en el referéndum en contra las brutales exigencias de Bruselas. El humillante memorándum y la polémica decisión de convocar elecciones ha provocado un encendido debate político en la izquierda española.

Desconcierto en la izquierda española

Igual que Syriza, las ideas hegemónicas en la mayoría de la izquierda española (y europea) son las que pretenden, a toda costa, una reforma progresista de la Unión Europea. Las esperanzas en que la victoria de Syriza podía significar la derrota de la austeridad exclusivamente a través de la negociación con las “instituciones internacionales”, en el marco de la UE y el euro, intentando explotar las contradicciones entre los Estados europeos y entre estos y el FMI (dominado por los EEUU), han acabado truncadas por el resultado final del memorándum griego, ya que, desde el inicio hasta el final, por medio del chantaje y el sabotaje, el capitalismo financiero internacional ha cerrado filas con el dominio alemán de la UE.
Tras el fracaso griego, la ilusión se ha tornado en frustración y la izquierda europeísta ha quedado descolocada políticamente y desarmada ideológicamente. La indignación y el desconcierto ante la sensación de engaño, desde el referéndum al acuerdo final, se han extendido por las bases sociales, los cuadros intermedios y algunos dirigentes, en cambio, y en diferentes medidas, la mayor parte de las direcciones partidistas han optado por la justificación explícita o navegar en la ambigüedad con reticencias a debatir en público pero siendo comprensivas con el papel de Tsipras.
Tras unos primeros momentos de dudas y confusión, los sectores más reformistas han salido a defender abiertamente su capitulación. Dirigentes de Podemos como Iñigo Errejón hablando de la lección de “responsabilidad” y “coraje” de Tsipras al someterse a las urnas tras el acuerdo, o las todavía más graves afirmaciones de Pablo Iglesias que, tras justificar a Tsipras con un “es tristemente lo único que podía hacer”, deja claras sus intenciones programáticas para presentarse como un reformista que pretende resucitar a la socialdemocracia europea y el mejor defensor de la unidad de la UE y la OTAN frente a posibles alianzas con Rusia: “Si se articula una suerte de nuevos gobiernos en Europa con políticas keynesianas, si conseguimos doblar el brazo a los socialdemócratas y que cambien de bando habrá una posibilidad. Y, si no, vendrá Marine Le Pen y dirá: ‘Hemos ganado las elecciones en Francia, tenemos armas nucleares y nuestro principal aliado es Rusia. Ni Unión Europea ni OTAN. Si ganamos aquí, el enemigo son las élites locales a las que vamos a hacer llorar un poquito. Y si no, ¿la alternativa es Marine Le Pen? Alianzas con Rusia, vísperas de la tercera guerra mundial. La política es abyecta” (1)
Izquierda Unida mantiene mayoritariamente una posición contradictoria al criticar el memorándum, e incluso con la correcta posición de votar en contra del “rescate” a Grecia en el parlamento y, a la vez, mantener una postura de cierta disculpa hacia el Gobierno de Tsipras sin cerrar la puerta a lo que pase con el nuevo partido izquierdista Unidad Popular.
Una muestra de esta postura dominante en IU son las distintas declaraciones de Alberto Garzón afirmando en su twitter que “Hay que ser conscientes de que la actual Unión Europea es parte del problema. Apoyamos a Syriza en su intento por construir otra UE” y al mismo tiempo haciendo tímidas críticas en una reciente entrevista: “Había alternativas a lo que ha hecho Syriza en Grecia” (2) Una postura en IU más cercana a la defensa a ultranza de Tsipras de Iglesias y Errejón la representa el coordinador de EUiA Joan Josep Nuet declarando: “Seguimos confiando en Tsipras, se merece una nueva oportunidad” o que “La izquierda española es plural. No hay unanimidades, pero mayoritariamente el compromiso es con Syriza” (3).
También ha habido importantes tomas de posición públicas en contra del acuerdo del Gobierno griego con el eurogrupo como el eurodiputado de IU Javier Couso que escribió en twitter: “Siento discrepar pero para no cumplir programa, privatizar sectores estratégicos o firmar acuerdo militar con Israel, conmigo que no cuenten”, el ex dirigente de IU Manolo Monereo fue especialmente duro en su clarificador y acertado artículo titulado Alexis Tsipras: el transformismo como instrumento para derrotar al sujeto popular (4), las declaraciones de la diputada andaluza de Podemos Teresa Rodriguez (que luego se vio obligada a matizar) afirmando “Me da miedo que nos tiemblen las piernas como a Tsipras” (5), y finalmente las del ex coordinador general de IU Julio Anguita “Aquí, en España, las fuerzas políticas de la sedicente izquierda aplaudieron a Tsipras, pero continuaron en su trayectoria de seguir pasando sobre el tema como si lo hicieran sobre ascuas. Sigo sin entender que se plantee gobernar desde el objetivo de un cambio necesario y radical sin explicar o aludir a la posición que se tiene sobre tres condicionantes insoslayables, la UE, el euro y la deuda”. (6)

Elecciones anticipadas: ¿Coraje democrático o legitimación del giro austericida de Syriza?

Al contrario de afirmaciones y justificaciones, que más tienen que ver con reducir el impacto negativo de la derrota política de Syriza en las elecciones españolas, el adelanto electoral no tiene que ver con el “coraje”, la “responsabilidad” o las concepciones democráticas de Tsipras es producto de un meditado cálculo electoral. Tsipras ha aprovechado el periodo vacacional para coger a sus adversarios políticos desprevenidos en una maniobra para conseguir “la ratificación del memorándum por parte del pueblo griego y eliminar a la oposición interna” como afirma la todavía dirigente de la izquierda de Syriza Katerina Sergidoy (7)
Tras la capitulación de Tsipras ante la Troika iban creciendo las diferencias con el ala izquierdista de Syriza en el gobierno, el parlamento y en el seno de la organización. Al margen del partido, Tsipras destituyó del gobierno a los ministros críticos e intentó marginar a los parlamentarios opuestos al memorándum. Ante el riesgo de ruptura, se quiso buscar una solución democrática a la crisis interna mediante la futura convocatoria de un congreso extraordinario para decidir orgánicamente sobre el memorándum y la posible convocatoria de elecciones.
Tsipras ha optado finalmente por convocar elecciones antes del congreso por temor al peso que tienen en el partido el grupo de diputados y exministros de izquierda. De esta manera se asegura el control de la organización huyendo del debate, la designación de los candidatos para las elecciones y así excluir a los diputados rebeldes, obligando a los miembros de la Plataforma de Izquierdas a elegir entre seguir en Syriza, sin representación institucional y aceptando el giro austericida, o escindirse y formar a contrarreloj un nuevo partido, lo que finalmente ha pasado con la constitución de la “Unidad Popular”.
El momento es el más indicado para que Tripras convoque elecciones, sobretodo antes de que los sectores populares sientan en su piel y tomen consciencia de las miserables y humillantes condiciones asumidas por el gobierno en el memorándum en cuanto a pensiones, sanidad, educación, privatizaciones, intervención neocolonial extranjera, etc. Además, tras el acuerdo, es probable que Tsipras reciba apoyo de los medios y la UE para que pueda ganar, ya que puede ser la mejor opción de gobierno para mantener la “estabilidad”, al dividir y desmovilizar a una gran parte los trabajadores mediante la ilusión de sacrificarse ahora en pro de una futura “recuperación” económica que no llegará.
Con tanta maniobra cuesta creer en el Tsipras “valiente” y “democrático”. Una pregunta sobreviene acerca de sus verdaderas intenciones con la convocatoria del referéndum sobre las condiciones del eurogrupo, ¿fue convocado con la idea de que saliera el Sí o un No muy ajustado y así tener la justificación-legitimación para pactar el memorándum humillante y vencer la resistencia popular e interna en Syriza? Tras la incontestable y digna negativa del pueblo griego, el gobierno transformó de la noche a la mañana el NO en SÍ para negociar un acuerdo, con un contenido mucho peor de lo votado por los griegos, fue “dimitido” el ministro de economía contrario al memorándum Yanis Varoufakis y empezaron las disensiones internas hasta el punto que están actualmente.
Es de resaltar que el Partido Comunista de Grecia (KKE), a pesar de su discutible posición en el referéndum, ya había denunciado desde el principio el papel capitulador que jugaba Tsipras y el reformismo europeísta de Syriza. El KKE se muestra como la organización revolucionaria y de izquierdas que más claramente representa a los intereses de los explotados y oprimidos de Grecia por sus estrechos vínculos con el movimiento obrero y popular y por su firmeza ideológica.

Del eurocomunismo a la ilusión reformista europea

El avasallamiento de la UE alemana contra el Gobierno de Tsipras ha puesto en crisis al reformismo europeísta. No se trata de juzgar a la persona, él creía sinceramente en la vía negociada y reformista, en una UE capitalista pero “racional”. Pensaba que podía convencer a los “socios” europeos de que la austeridad era injusta y sobretodo ineficaz para el propio capitalismo europeo, creía que era compatible pertenecer a la UE y desarrollar la soberanía popular. Por eso no desarrolló planes alternativos al euro y la UE. Parafraseando la cita V.I. Lenin que inicia este artículo, Tsipras ha sido víctima necia de su propio engaño reformista. Esa es la auténtica tragedia. Pretendía que podía vencer democráticamente por la “fuerza de la razón” y ha obtenido una sobredosis dictatorial de “razón de la fuerza” que, de paso, también sirve para desmoralizar y quebrar la resistencia popular de los griegos y al resto de europeos contra la austeridad y el neocolonialismo.
Estas tesis no vienen de ahora y como dice el dicho popular, “de aquellos polvos vienen estos lodos”, la mayor parte de la izquierda europea sigue siendo heredera, consciente o inconscientemente, del eurocomunismo, aquella corriente fervientemente antisoviética, liquidadora del pensamiento y la organización revolucionaria, abiertamente socialdemócrata e instalada en el electoralismo y ligada a los tentáculos invisibles de las instituciones del capitalismo euro occidental. Una corriente que confundía el carácter de clase del Estado capitalista y el poder con el Gobierno. Todo era negar el poder obrero y popular para entregarse a la estrategia electoralista para “cambiar las cosas” a través de las instituciones burguesas.
Salvo honrosas excepciones, no ha habido autocrítica ni ruptura de fondo en lo ideológico, político y estratégico, sí algunos avances contra los aspectos más crueles e injustos del capitalismo europeo, pero sin llegar a la raíz. Las concepciones reformistas e ilusorias acerca de la superioridad civilizatoria de la democracia al estilo de la Europa occidental respecto al resto del mundo no solo no se han debilitado, sino que tras la caída del muro de Berlín y de la URSS, se han desbocado en un sentido claramente anticomunista y eurocentrista.
En vez de rearmarse analizar las causas del hundimiento del socialismo, se asumió la historiografía y propaganda burguesa y se abrazó el reformismo europeísta como única salida inevitable, bajo la consigna de luchar por una Europa más social y democrática. Como bien afirma Monereo se asumió que “la UE era la única construcción posible de Europa; que la UE es un bien en sí, independientemente del conflicto social y de la distribución del poder entre Estados y clases; y que el Estado-nación se había convertido en una antigualla que necesariamente había que superar en el proceso de integración europea.” (8)
El reformismo europeísta es la corriente de pensamiento dominante en la izquierda española y europea. La defensa de Tsipras, sea tímida o más explícita, o las “dudas” y “equilibrios” acerca de lo sucedido en Grecia, reflejan la crisis entre el creciente descontento de la militancia de base o intermedia, deseosa de un proyecto emancipatorio y socialista, y la fidelidad casi dogmática de gran parte de los dirigentes de izquierdas hacia la permanencia en el euro y la UE que representa el Partido de la Izquierda Europea.

Deuda, euro, UE y OTAN: Un debate ineludible para el futuro de la izquierda europea y española

La crisis de la izquierda griega hace prioritaria la necesidad de una alternativa que tome una posición clara respecto a la deuda, al euro, la UE y la OTAN. Lo ocurrido en Grecia abre los ojos de importantes sectores populares sobre el carácter opresor y explotador de la Unión Europea y del papel arrogante de la potencia dominante alemana.
Hay muchas cuestiones urgentes a responder ¿Hay que pagar la deuda? ¿Se puede construir una alternativa popular y soberana dentro de la UE? ¿Es posible reformar la UE en un sentido social y democrático? ¿Otra Europa es posible? ¿Hay vida fuera del euro y la UE? ¿La izquierda puede avanzar como alternativa seria con discursos de oposición a la austeridad pero de justificación “porque la nos la imponen desde Alemania, Bruselas o los mercados” cuando gobierna? ¿Cuál debe ser el programa, las alianzas y la estrategia de la izquierda?
Las respuestas serán una de las claves para salir del callejón sin salida del reformismo europeísta y construir una alternativa democrática, desde la soberanía popular, para hacer frente con éxito a las grandes elites económicas y financieras que representan tanto el euro, como las instituciones y los tratados de la UE. La izquierda europea debe entender que la UE está construida para defender el dominio y los intereses de las grandes empresas y fortunas europeas, preferentemente alemanas, sobre los pueblos y la clase obrera europea.
Es necesario explicar que el tan cacareado “Estado del bienestar” no es un producto de las bondades y concepciones “democráticas” de banqueros e industriales europeos, ni de la concertación social, ni por el carácter “superior” de la “democracia” europea. Las conquistas democráticas y sociales son las concesiones del capitalismo en momentos de agitación de las luchas obreras y populares, por el pánico de la burguesía al socialismo desde 1917, por el terror al contagio de las ideas revolucionarias entre los obreros y sobre todo, tras la victoria de la URSS sobre el nazismo.
La izquierda europea debe levantar de nuevo la bandera del internacionalismo, desprenderse de su estrecho eurocentrismo y construirse, no para “mejorar” la UE del capital y la guerra, si no frente a la dominación alemana, de EEUU y la OTAN. Es cierto que no será fácil iniciar procesos de cambio en países dependientes frente al potente mercado integrado europeo y la alianza regional imperialista de la UE-OTAN. Para poder resistir se pueden y deben utilizar las contradicciones entre potencias mundiales o abrirse a otras alianzas regionales como los BRICS, Mercosur o el ALBA. Sería ideal esperar a que se diera una ruptura en todos los países a la vez, pero lo habitual es que la cadena se rompa por el eslabón más débil y que pueda provocar un efecto dominó, en los países que reúnan las condiciones objetivas y subjetivas.

¿Un “ALBA” de la periferia de Europa?

Podría ser una alternativa, pero hay mucho por desarrollar. Hay quien hace paralelismos con los procesos democráticos y populares latinoamericanos. Los procesos de cambio en Latinoamérica se construyeron influidos por el ejemplo de resistencia del socialismo cubano frente al imperialismo estadounidense, por la profunda tradición antiimperialista de sus pueblos, la potencia de los movimientos populares, sindicales y sus contundentes luchas contra los tratados de “integración económica”, de “libre comercio”, frente al dominio sanguinario y las inhumanas condiciones de vida que impone EEUU sobre el continente.
La izquierda europea de la periferia, sobre todo del sur y el este, puede inspirarse en esos procesos revolucionarios, ya que, en la Unión Europea los países periféricos empezamos a ser el “patio trasero” de la gran Alemania y en menor medida de Francia. Es cierto que hay muchas diferencias todavía con la realidad latinoamericana, tanto a nivel objetivo como subjetivo. Las grandes burguesías nacionales forman parte de la oligarquía imperialista, de forma predominante o subalterna dependiendo de si están en el centro o la periferia, y las entre las clases populares, aunque se encuentran en proceso de proletarización y pauperización de sus condiciones de vida, todavía son fuertes las influencias del eurocentrismo sociológico y el reformismo imperante.
Otra lección esencial a aprender de estos procesos es que el protagonismo debe ser el del pueblo organizado. Solo el pueblo salva al pueblo. Es fundamental la importancia de incorporar y reforzar a movimientos populares, campesinos, pequeños productores, intelectuales y con un papel destacado, al sindicalismo de clase, atendiendo las reivindicaciones democráticas de las diferentes lenguas, culturas y realidades nacionales, reforzando también la necesaria solidaridad y el estrechamiento de los vínculos internacionalistas con la clase obrera y los pueblos de las potencias del centro de Europa.

La razón y la fuerza: Hacia la unidad obrera y popular

Nos encontramos en una fase de toma de conciencia “en sí” para muchos sectores populares. Aunque el capitalismo esté en crisis y haya mucha indignación social, se critican sus aspectos más extremos y escandalosos pero el sistema como tal no está cuestionado. La crisis del capitalismo va de la mano con la crisis de la izquierda y el socialismo. Es demasiado reciente la caída del muro y la época del aburguesamiento masivo y del “capitalismo popular”. Todavía hay nostalgia de que vuelvan los tiempos de sentirse “clase media” recuperando la senda del consumismo desenfrenado, el endeudamiento y la especulación.
No hay una conciencia de clase “en sí” extendida, ni se difunde lo suficiente, esa cultura socialista fundamental para poder constituirse en clase “para sí”, basada en la lucha por liberarse de los amos capitalistas. Por el contrario, se divulga la figura del “emprendedor”, una suerte de “elegido” para crear prosperidad y trabajo. Según esta leyenda burguesa, ya no son los trabajadores los que crean la riqueza, el capitalismo funciona y la culpa de la crisis es de los aprovechados y corruptos que han arruinado la economía y “vivido por encima de sus posibilidades”. En lo que respecta al futuro, después de apretarse el cinturón, a lo que hay que aspirar tener un amo “decente” y que invierta, no por rentabilidad si no por amor al prójimo y responsabilidad social, en definitiva, el mito socialdemócrata acerca del capitalismo regulado y de “rostro humano”.
En medio de la hegemonía burguesa una suerte de “nueva política” se desarrolla, e igual que en la economía, también aparecen los “emprendedores” en lo político, un neo despotismo ilustrado con mucha dosis de tecnocracia y elitismo desenfrenado que se presenta como la salvadora del pueblo (sin el pueblo) contra los excesos de algunas élites económicas “malvadas”, no desde la organización y el empoderamiento popular, sino siempre desde las elecciones y las institucionalismo. Un utopismo ilusorio que pretende convencer a grandes empresarios y entidades financieras internacionales de que sean “decentes” y comprendan que deben ser “responsables” y pagar impuestos para sostener algunas parcelas del Estado del bienestar. Esta corriente ideológica desarma y desmoviliza a los pueblos y trabajadores para que no se alcen contra su feroz dictadura plagada de miseria, represión y militarismo.
Como decía en la cita inicial V.I. Lenin, para vencer la resistencia de las clases dominantes “sólo hay un medio: encontrar en la misma sociedad que nos rodea, las fuerzas que pueden — y, por su situación social, deben — constituir la fuerza capaz de barrer lo viejo y crear lo nuevo, y educar y organizar a esas fuerzas para la lucha.” El pueblo griego ha dado unas muestras de combatividad épicas que muchas veces se olvidan. A las innumerables huelgas y movilizaciones de estos años se suma la victoria ejemplar del “OXI” en el referéndum, superando una campaña de terror mediático, todo tipo de amenazas, sabotaje económico y el “corralito” bancario, lanzados desde las instituciones europeas. Esa es la base de nuestra fuerza: el pueblo trabajador, organizado y consciente. La lucha de clases y la confrontación social son la principal escuela de las masas trabajadoras contra sus explotadores y opresores, donde se aprende la solidaridad popular, a organizarse colectivamente, se socializan los problemas y conflictos sociales y se forma la conciencia de clase.
Eso no se aprende pasivamente frente a la TV, escuchando grandes discursos o esperando que unos simpáticos y muy preparados gestores nos saquen de la miseria. Desde los medios nos conducen los poderes económincos, desde la calle nos conducimos nosotros. Hay que organizarse y luchar, es difícil, complejo y sacrificado, pero los atajos mágicos no existen porque son espejismos paralizantes.

Reforma o ruptura ¡Sí se puede!

Es necesario avanzar más. Hay que sacar las lecciones pertinentes para rearmarnos y preparar las futuras batallas. Se acercan los nubarrones de una nueva recesión económica, que tarde o temprano llegará y dará al traste con la falsa imagen de “recuperación” que intenta extender la UE y el gobierno del régimen. Subirá el descontento social y el capitalismo europeo intentará explotar la debilidad y la falta de alternativas de la izquierda para popularizar su propia opción reaccionaria.
El capitalismo en crisis recurre de nuevo al fascismo, como ahora lo vemos en Ucrania, Grecia, Alemania, etc. Exacerban el chovinismo, difunden del racismo y el discurso de odio contra la inmigración que huye de la miseria y la guerra en África, Asia y medio oriente, ocultando la responsabilidad criminal de las grandes potencias de la UE y EEUU, al armar y financiar a todo tipo de fanáticos asesinos para que sus corporaciones rapiñen y acumulen beneficios.
Para hacer frente a un capitalismo desenfrenado hay que terminar con las falsas ilusiones reformistas, es necesario acumular fuerzas y organizarse en base a un programa de ruptura por el impago de la deuda, la nacionalización de la banca y los sectores estratégicos de la economía, la soberanía y el poder popular, la república, la democracia, las conquistas sociales y la defensa del nivel de vida de los trabajadores, en base al internacionalismo y al antifascismo. Y ello no se podrá desarrollar bajo la bota alemana de la UE, el euro y la OTAN.
Este año se celebrarán importantes procesos electorales en la periferia europea. A las elecciones griegas, se suman las catalanas, portuguesas y finalmente las españolas. ¿Será posible la constitución de la unidad o frentes populares? Hay que dar continuidad y llenar de contenido de clase, internacionalista y revolucionario al ciclo de movilización popular del 15M al 22M, a las mareas por la sanidad o la educación pública, a la pelea contra los desahucios de la PAH, a las luchas obreras como las huelgas generales, Coca Cola, Barrenderos, Mineros, las de barrios populares como Gamonal o Can Vies, contra el patriarcado y la violencia machista, por la solución democrática de la cuestión nacional de Catalunya, Euskal Herria, Galicia, etc.
Esas ansias de libertad no pueden quedar truncadas, hay que construir unidad popular desde la luchas y con aquellos que defienden un programa de ruptura con la UE y la OTAN. Sin hegemonismos ni prepotencias, desde la lealtad, compañerismo y respeto entre las diferentes opciones ideológicas (comunistas, anarquistas, socialistas, republicanos, nacionalistas de izquierdas, etc.), y así crear las condiciones para la constitución de un amplio frente político superador del actual régimen opresor, bipartidista y monárquico. ¡Si se puede!
Ricard Juan
  1. http://www.eldiario.es/politica/Podemos-respalda-Tsipras-Apoyamos-Parlamento_0_409809150.html
  2. http://larepublica.es/2015/08/22/alberto-garzon-habia-alternativas-a-lo-que-ha-hecho-syriza-en-grecia/
  3. http://larepublica.es/2015/08/22/podemos-e-iu-salen-al-rescate-de-tsipras/
  4. http://www.cuartopoder.es/cartaalamauta/2015/08/23/alexis-tsipras-el-transformismo-como-instrumento-para-derrotar-al-sujeto-popular/104
  5. http://www.eldiario.es/politica/Teresa-Rodriguez-tiemblen-piernas-Tsipras_0_422058598.html
  6. http://www.eleconomista.es/firmas/noticias/6950344/08/15/Ananke-y-Cronos.html#.Kku8GuSgikr11El
  7. http://www.eldiario.es/politica/sistema-Tsipras-aplique-rescate-Grecia_0_422758045.html
  8. http://www.cuartopoder.es/cartaalamauta/2015/08/23/alexis-tsipras-el-transformismo-como-instrumento-para-derrotar-al-sujeto-popular/104

domingo, 23 de agosto de 2015

El diktado de Alemania


Ignacio Ramonet

Ignacio Ramonet

Solo en las películas de terror se ven escenas tan sádicas como las que vimos el 13 de julio pasado en Bruselas, cuando el primer ministro griego Alexis Tsipras, herido, derrotado, humillado, tuvo que acatar en público, cabizbajo, el diktado de la canciller de Alemania, Ángela Merkel. Y renunciar a su programa de liberación con el que fue elegido, y que su pueblo acababa precisamente de ratificar en referéndum.
Exhibido por los vencedores como un trofeo ante las cámaras del mundo, el pobre Tsipras tuvo que tragarse su orgullo, y tragar también tantos sapos y culebras que el propio semanario alemán Der Spiegel, compadecido, calificó la lista de sacrificios impuestos al pueblo griego de “catálogo de horrores”...
Cuando la humillación del líder de un país alcanza niveles tan espeluznantes, la imagen se queda en la historia para aleccionamiento de las generaciones venideras, incitadas a nunca más aceptar un trato semejante. Así llegaron hasta nosotros expresiones como “pasar por las horcas caudinasi” o el célebre “paseo de Canossaii”. Lo del 13 de julio fue tan enorme y tan absolutamente irreal que quizás se recuerde también en el futuro de Europa como el dia del ‘diktado de Alemania’.
La gran lección de ese escarnio es que, definitivamente, en el marco de la Unión Europea (UE), y más particularmente en el seno de la zona euro, se ha perdido el control ciudadano sobre una serie de decisiones que determinan la vida de la gente. Hasta tal punto que podemos preguntarnos: ¿de qué sirven las elecciones si en lo esencial, o sea las políticas económicas y sociales, los nuevos gobernantes se ven obligados a hacer lo mismo que los precedentes? En este nuevo despotismo europeo, la democracia se define menos por el voto o por la posibilidad de escoger, que por el imperativo de respetar reglas y tratados (Maastricht, Lisboa, Pacto Fiscal) adoptados hace tiempo, y que resultan para los pueblos, verdaderas cárceles jurídicas sin posible evasión.
Al presentar a las muchedumbres a un Tsipras con la soga al cuello y coronado de espinas -‘Ecce Homo’-, lo que pretendieron demostrar Merkel, Hollande, Rajoy y los otros, es que no hay alternativa a la vía neoliberal en Europa. Abandonad toda esperanza, electores de Podemos y de otros frentes de izquierda europeos; estáis condenados a elegir gobernantes cuya función consistirá en aplicar las reglas y los tratados definidos una vez por todas por Berlín y el Banco Central Europeo.
Lo más perverso es que, como en un juicio estalinista de tipo ‘Proceso de Praga’, se le ha exigido a quien más criticó el sistema, Alexis Tsipras, que sea quien se humilla ante él, lo elogia y lo suplica.
Los que ignoraban que vivíamos en un sistema despótico, lo han descubierto en esta ocasión. Algunos analistas dicen ya que estamos en un momento que podríamos calificar de ‘postdemocrático’ o de ‘postpolítico’ porque lo que pasó el 13 de julio en Bruselas demuestra el desgaste del funcionamiento democrático y del funcionamiento político. Demuestra que la política ya no consigue dar las respuestas que los ciudadanos esperan, aunque voten mayoritariamente en favor de ellas.
La ciudadanía observa, desesperanzada, cómo al partido griego Syriza, que ganó las elecciones y ganó un referéndum con un discurso contra la austeridad, se le exige que aplique con mayor brutalidad la política de recortes que los electores rechazaron. Consecuentemente, muchos se preguntan: ¿para qué sirve elegir una alternativa, si la alternativa acaba siendo exactamente una repetición de lo mismo?
Lo que ha querido demostrar Ángela Merkel de manera muy clara, es que hoy, lo que llamamos la alternativa económica, en el sentido de que representa una opción contraria a política neoliberal de recortes y de austeridad, no existe. Es decir que cuando un equipo político elabora un programa alternativo, lo somete a la ciudadanía para que pueda elegir entre este y otros programas, y cuando ese programa gana las elecciones y un equipo nuevo alcanza legítimamente, democráticamente, la conducción de un país, ese equipo de gobierno, con su proyecto alternativo antineoliberal, descubre que, en realidad, su margen de maniobra es inexistente. En materia de economía, de finanzas y de presupuesto, no dispone de ningún tipo de margen de maniobra. Porque, además, están los acuerdos internacionales que “no se pueden tocar”; los mercados financieros que amenazan con sanciones si se toman ciertas decisiones; los lobbys mediáticos que hacen presión; los grupos de influencia oculta como la Trilateral, Bildeberg, etc. No hay espacio.
Todo esto significa sencillamente que el gobierno de un Estado de la zona euro, por mucha legitimidad democrática que posea, aunque haya sido apoyado por el 60% de sus ciudadanos, no tiene las manos libres. Las tiene si decide realizar reformas legislativas para modificar aspectos importantes de vida social, por ejemplo, el aborto, el matrimonio homosexual, la procreación asistida, derechos de voto a los extranjeros, eutanasia, etc.
Pero si desea reformar la economía para liberar a su pueblo de la cárcel neoliberal, eso no lo puede hacer. Sus márgenes de maniobra ahí son prácticamente inexistentes. No solo por la presión de los mercados financieros internacionales, sino también, sencillamente, porque su pertenencia a la zona euro le obliga a someterse a los imperativos del tratado de Maastricht, del tratado de Lisboa, del Pacto Fiscal (que exige que el presupuesto nacional no puede tener un déficit, con respecto al PIB del país, superior a 0,5 %), del Mecanismo europeo de estabilidad financiera (que endurece las condiciones impuestas a los países que necesitan un crédito), etc.
En consecuencia, efectivamente, para los Estados que han pedido un rescate, se ha creado hoy, en Europa, el estatuto de ‘nuevo protectorado’. Grecia, por ejemplo, es gobernada de manera ‘soberana’ para todas las cuestiones que tienen que ver con la gestión de la vida societal de sus ciudadanos (los ‘indígenas’). Pero lo que tiene que ver con la economía, con las finanzas, con la deuda, con la banca, con el presupuesto y, evidentemente, con la moneda, todo eso está gestionado por una instancia superior: la tecnocracia euro de la Unión Europea. O sea que Atenas ha perdido una parte decisiva de su soberanía. El país ha sido rebajado al grado de protectorado.
Para decirlo de otra manera: lo que está ocurriendo no solo en Grecia, sino en toda la zona euro, en nombre de la austeridad, en nombre de la crisis, es sencillamente el paso de un Estado de bienestar hacia un Estado privatizado en el que la doctrina neoliberal se impone con un dogmatismo feroz, puramente ideológico. Estamos ante un modelo económico que le está arrebatando una serie de derechos a los ciudadanos. Derechos adquiridos después de largas y a veces sangrientas luchas.
Algunos dirigentes conservadores tratan de calmar al pueblo diciendo: “Bueno, este es un mal período, un mal momento que hay que pasar. Tenemos que apretarnos el cinturón, pero saldremos de este túnel”. La pregunta es: ¿qué significa ‘salir del túnel’? ¿Nos van a devolver lo que nos han arrebatado? ¿Nos van a restituir las reducciones de salarios que hemos padecido? ¿Van a restablecer las pensiones al nivel en el que estaban? ¿Vamos de nuevo a tener créditos para la salud pública, para la educación?
La respuesta a cada una de estas preguntas es: ‘no’. Porque no se trata una ‘crisis pasajera’. Lo que ocurre es que hemos pasado de un modelo a otro peor. Y ahora se trata de convencernos de que lo que hemos perdido es irreversible. “Lasciate ogni speranza”. Ese es el mensaje central de Ángela Merkel en Bruselas el 13 de julio pasado. Mientras exhibía, cual teutónica Salomé, la cabeza de Tsipras en una bandeja...

*A la hora de escribir este artículo no se había producido aún la renuncia de Tsipras.

lunes, 17 de agosto de 2015

Frederic Martel: “La globalización no define a internet”

Orlando Pérez. DIRECTOR
El escritor, investigador y periodista francés Frederic Martel es un hombre consumido por la cultura. La ha analizado ampliamente, desde diversos frentes, en sus libros El rosa y el negro: homosexuales en Francia desde 1968 (1996), De la cultura en América (2006), Cultura Mainstream (2010) y Smart (2014). Es un sociólogo que se ha detenido a explicar la cultura mainstream, ese conjunto de fenómenos sociales que se producen en nuestros tiempos.
¿Qué es la cultura mainstream?
Primero, es el título de mi libro. Para mí esta expresión quiere decir ‘movimiento dominant’, ‘pensamiento dominante’, ‘cultura de masa’, ‘cultura popular’. Sirve para salir de los debates tradicionales sobre la cultura. No quiero ser fiel a una especie de tradición de análisis neomarxista de las industrias culturales, ni quiero conservar esa forma de jerarquía cultural muy europea que ve la cultura con una C mayúscula, como si solo fuera el arte, como si al lado de esta cultura con la C mayúscula hubiera otra, que sería más bien la de la diversión.
Para mí la cultura de masas está en las series, los mangas, la cultura virtual, los cartoons; eso también es cultura. Además, a veces la creatividad y la innovación son más fuertes en series y cosas así que en el arte tradicional. Con la palabra mainstream, acabo un poco con la jerarquía tradicional europea.
¿Por qué esta cultura, esta forma de expresar la cultura, ahora es una industria?
Es una industria. Claro, se habla de industria creativa o industria cultural. Y en esa expresión, la palabra más importante es ‘creativa’. Nos hace pensar en los años cincuenta, cuando la cultura producida por las industrias culturales era una cultura de fábrica. Se hacían productos culturales por la gente poseedora de los medios de producción y todo el mundo era empleado de esta fábrica. Este era el modelo cultural, la edad de oro de los estudios, de la industria del disco, etc.
Hoy en día este análisis es falso. Ya no hay fábricas. Pero hay bancos, estudios, editoriales enormes, productores musicales que trabajan con start-up, con unidades especializadas, editores que trabajan con e-print, estudios independientes que sirven para trabajar con videojuegos. Ya no se producen servicios culturales, pero sí proyectos, uno por uno. La gente está ‘on project’.
Es por eso que todo el análisis de las industrias culturales tiene que ser pensado nuevamente, porque cambió. Ya no se puede entender a la industria cultural como algo en que el dueño de los medios de producción decide los contenidos culturales.
Por ejemplo, los franceses tienen Universal Music y hacen cultura estadounidense; Ubisoft, una empresa francesa, produce la mayoría de videojuegos para EE.UU. Tienen los medios de producción, pero no influyen en el contenido producido. La japonesa Sony hace películas, blockbusters estadounidenses. Ese es el error: se equivocan, como los chinos, que piensan que el que tiene el dinero decide la cultura. El modelo norteamericano es muy complejo y sutil. A quienes no les gusta EE.UU., tienen que empezar por saber cómo funciona. Este es el tema de mi libro Mainstream.
¿Por qué Europa perdió peso y la autoridad cultural? La cultura latina se formó desde la francesa, alemana, inglesa... ¿Solo es una estrategia de mercado?
Primero, hubo la Segunda Guerra Mundial que destruyó los valores europeos. Después, hubo un ‘reajuste’ que era necesario con la realidad del mundo. Francia tiene 60 millones de habitantes. En india hay 1,2 billones de habitantes. En China, son 1,3 billones, y en Brasil, 200 millones. Eso es una realidad que, en tiempos de globalización, engendra un reajuste cultural.
¿Entonces la cultura no es tan pesada cuando entra en el mercado?
Todo mi estudio es un análisis de la globalización. En general, la vemos como un fenómeno económico, pero también hay que verla como un fenómeno demográfico que produce transformaciones. Como, por ejemplo, en Brasil con la emergencia de la clase media.
Yo trabajo sobre otros aspectos de la globalización, aspectos que creo que han sido subestimados. Primero, observo la globalización desde un punto de vista cultural. De esto habla mi libro Cultura mainstream. Después, trabajo sobre la globalización de los valores y de las identidades. Tomé el ejemplo de los gais, lo que permite descubrir, desde una pregunta precisa, fenómenos que son increíbles: ¿por qué Argentina, Uruguay, México y Brasil han avanzado antes que Francia y Alemania sobre el tema de los gais? Antes, los derechos humanos los promovían los franceses, los ingleses, Europa. Hoy, Sudáfrica, Argentina y Uruguay se han adelantado.
¿Y en Ecuador?
No conozco muy bien el país pero creo que no se puede pretender y presentarse como un país progresista, moderno, de izquierda, si sigue obsesionado y dependiente del catolicismo y no reconoce los derechos de las minorías. Sé que el matrimonio gay acá es un debate complejo, pero hay que otorgar derechos a los homosexuales porque esto no es una cuestión comunitaria. Es una cuestión de igualdad de derechos y no se puede ser progresista sin entender esto.
Ya sabe de quién estoy hablando…
Y en términos culturales, relacionando la cultura mainstream con la cultura smart. Dices en el libroSmart que no hay un internet, sino que hay muchos. ¿Hasta dónde podemos hablar de que la cultura también es consecuencia de lo que pasa en internet?
La conclusión del libro Mainstream es que, de hecho, hay pequeños streams. Es decir que, en realidad, sí hay una cultura global. Es obvio: Hollywood, los videojuegos... Todo el mundo conoce a Shakira, Beyoncé, Ricky Martin o Lady Gaga. Pero solo es una parte de la cultura que consumimos. En Ecuador se interesan por artistas ecuatorianos. En Brasil, por artistas brasileños. En la televisión, los libros y la prensa se observa un enfoque muy local. Claro que hay mainstream. Pero también hay mainstream muy locales. En India se interesan por Bollywood; en Corea, por el drama del Sur de Corea; en Medio Oriente, por las novelas del Ramadán; en América Latina, por las telenovelas, y las telenovelas son muy distintas unas de las otras: colombianas, mexicanas, argentinas, etc.
La cultura no es uniforme, y en internet tampoco lo es. Por ejemplo, YouTube es un lugar donde se ve a Beyoncé, pero también a artistas ecuatorianos. Hoy hay más diversidad que antes gracias a internet. Esa es la idea de los dueños de la Silicon Valley: la de un fenómeno de globalización uniformizante.
Gerentes de empresas como Google dicen que existe una gran conversación mundial, los idiomas se vuelven menos importantes, las fronteras desaparecen, la cultura se uniforma. Según ellos. Ese no es mi análisis y no es lo que se puede observar en el terreno.
De todas maneras, el idioma que prevalece en todo esto es el inglés.
Sí y no. Hoy hay 2,7 billones de personas conectadas a internet. En cinco años serán cinco billones. Las personas que estarán conectadas no hablarán inglés, sino su idioma. De acuerdo a lo que está pasando, en internet —esto es la conclusión del libro Smart— la gente no va a leer en inglés, no le interesa. Los chinos quieren contenidos en chino, los brasileños en portugués... No van a leer artículos de The New York Times en inglés. O tal vez sí, pero solo la élite, los start-up, pero no la gran mayoría del país.
El inglés sí es muy potente en internet, pero todos los idiomas van a ser más y más importantes, porque lo que define a internet no es la globalización, es la fragmentación.
Pero en este contexto se instala como código, hasta de producción televisiva, editorial, de cine, el formato de Hollywood. Aunque se haga en Brasil, en India…
Bollywood no es un formato de Hollywood. Es muy distinto. Las telenovelas latinas son distintas de las series americanas. Los dramas de Corea del Sur o de Taiwán son distintos también. No estoy seguro de la presencia de lo ‘gringo’ en las series europeas y latinas. Al ver cómo funciona internet, te das cuenta de que las maneras de usarlo son distintas. Se puede utilizar las mismas herramientas, redes sociales, networks,softwares… pero los contenidos son locales. No creo en una matriz americana. Más bien es mainstream.
Lo que quieren todos los medios del mundo es hablar a todo el mundo. ¿Eso no significa que sea a la ‘american way’?
Sí, EE.UU. supo hacerlo, antes y mejor que todos. Pero ustedes los latinoamericanos   saben hacer telenovelas con mucho éxito, y no son formatos estadounidenses. Soy muy optimista en esto.
Entonces, ¿por qué mencionas la diferencia entre industrias culturales e industrias creativas? ¿Hasta dónde hay producción de contenidos?
Una industria cultural es una expresión muy connotada —con ideología en el sentido neomarxista de la escuela de Franckfurt (Benjamin, Adorno, Horkheimer). Creo que hay que salir de eso, que el análisis marxista de los medios es falso.
De hecho, la industria creativa es más amplia: incluye lo virtual, que no existía en el período de las industrias culturales. Para entender lo que pasa se necesitan nuevas herramientas de análisis, nuevas maneras de pensar las preguntas.
Hoy hay 2,7 billones de personas en internet. En 2020 serán cinco billones, que hablarán su idioma, y no en inglés. No les interesa leer artículos de The New York Timesen inglés. Tal vez a la élite sí, pero no a las mayorías. El inglés es potente, pero todos los idiomas lo serán también cada vez más, porque lo que define a internet no es la globalización, es la fragmentación.
¿Está mucho más anclada que la de EE.UU.?
Creo que el problema es otro. Las culturas de Francia, Alemania, España e Italia son muy potentes, y sus industrias culturales también, como en América Latina. El problema es que si conseguimos producir una cultura nacional, otros países lo consiguen también.
En Japón, el 50% de las películas es japonés; en República Checa, el 50 % es producción checa; en Francia, el 50% también lo es; en China aún más; en India, el 80%. Las culturas nacionales siguen siendo potentes. El problema es que no logramos, así como Estados Unidos, crear una cultura global. Entonces, la cultura francesa puede ser muy rica, muy potente, como la cultura ecuatoriana, pero no logran ser culturas globales.
Estados Unidos es el único en crear una cultura global. Hoy, la única cultura europea es la americana. Y esto es un gran problema para nosotros.
En tu libro Smart te preguntas cómo será la cultura y el internet en el futuro. ¿Cuál es la lógica de esto?
El primer problema es el de la abundancia. Internet también tiene límites. Hay tantos contenidos, y a cada hora, centenas de miles más. Y solo es el principio… Lo mismo es con Netflix por las películas, o con YouTube y Spotify por la música, o con Wikipedia y su número de artículos. Estamos frente a una abundancia increíble.
La abundancia genera incapacidad de conocer todos estos contenidos. Yo lo llamé en mi libro la smart-correction, es decir, la utilización de los datos para identificar contenidos. Son tan numerosos que sin algoritmos no es posible identificarlos; pero también con algo de curation, que son críticas hechas por seres humanos, para añadir una dimensión humana a lo científico de los algoritmos.
Otro problema es que la cultura analógica está muerta. La pregunta es cómo acceder a la cultura virtual, que hoy evoluciona por el modelo del abono-suscripción ilimitada, como Netflix, Spotify, Deezer, Amazon Prime. Este modelo de abundancia bajo la forma de la suscripción ilimitada es interesante porque no es caro, pero no remunera bien a los artistas. El problema que genera este modelo es cómo remunerar a los artistas, a los músicos, a los autores. Internet lleva a una pérdida de valor. Pero soy optimista, pienso que estamos en un período de destrucción y que vamos a tener nuevos modelos económicos.
Otro problema para la cultura es que pasamos de una cultura de producto, como libros de papel, CD, DVD, a una cultura de servicio. Es una transformación increíble. Entonces, ya no se genera un producto, se genera un contenido. Se produce algo que se subirá al internet con todos los problemas de copyright, de difusión, de piratería.
En este contexto político, ¿qué impacto tienen personajes como Julian Assange y Edward Snowden?
Creo que hay un antes y un después de Snowden en la historia del internet. Antes de él estábamos en una época ideal, todo era posible e internet estaba del lado del bien. Con Snowden se descubre el lado oscuro de internet, que son los problemas de datos, la vida privada, la seguridad y el espionaje generalizado. Entonces, por suerte existen Assange y Snowden. Creo que no todo debe ser público, que los diplomáticos deben poder trabajar en el secreto. Hay temas de seguridad, de terrorismo. No se puede ser ingenuo en cuanto a esto.
El presidente François Hollande rechazó una petición que impulsé para ofrecerle asilo en Francia a Snowden. Lo que hizo era ilegal, era malo del lado jurídico. Pero lo que hacían los estadounidenses era más ilegal. De cierta manera, su culpa es menos grave. Ahora, nos gustaría tener un Snowden cubano, iraní, chino, porque a EE.UU. podemos criticar, pero es una democracia, a diferencia de China, Irán y Cuba. Creo que hay cosas más graves que pasan en países que no son democracias, que son dictaduras comparadas con un país como EE.UU.
En su libro La sociedad de la transparencia, el filósofo coreano-alemán Byung-Chul Han habla de lo perversa que puede ser la transparencia en las relaciones personales, en las empresas, en el Estado, en las cuestiones de privacidad... ¿En realidad es perversa esa transparencia absoluta?
Hemos hablado mucho del acceso a internet, de la fractura digital. Era y sigue siendo uno de los puntos importantes para los años por venir. Pero lo más importante es lo que podríamos llamar ‘alfabetización digital’, que es en parte enseñar a la gente la importancia de la vida privada, que no se puede subir cualquier foto en Facebook, o una foto de su profesor o de su amante. Hay que aprender de manera concreta lo que es internet, el enfoque de la vida privada, de los datos personales, de la seguridad.
Por ejemplo, en un gobierno como el de Correa, el problema no es estar en contra de internet, querer censurarlo, controlarlo. Hay que defenderlo y aprovechar las oportunidades que ofrece internet, pero también hay que regularlo y gestionarlo por el asunto de la vida privada de las personas. Si EE.UU. no regula, debe ser nuestra meta, tenemos que hacerlo en Latinoamérica y la Unión Europea.
Creo mucho en las oportunidades de internet. Conocí casi toda América Latina (Argentina, México, Brasil, Colombia, Bolivia, Peru, Chile, mucho a Cuba), y pude observar en el terreno. Smart es un libro que se hizo en más de cincuenta países, con 3 mil entrevistas. Cuando se entrevista a la gente, cuando se visitan lasstart-ups, los grandes sitios, cuando ves los periódicos, te das cuenta de que internet es una herramienta increíble para dar de nuevo poder a la gente. La gente puede estar en zonas de miseria, pero fíjate cómo estas herramientas pueden permitirle salir de la pobreza, pueden permitir juntar a la clase media, encontrar un empleo, defender su cultura, sus valores, su idioma. Son fenómenos muy positivos, pero también encierran un lado oscuro: la regulación de internet, aunque también se deben regular los problemas de la red.
¿Por qué es un problema que los servidores de internet estén en un solo lugar del mundo y ahora los Brics quieran implantar sus propias fibras ópticas? ¿Cambia algo?
Primero, la categoría Brics en el tema de internet no vale: Rusia tiene una postura de mucho control y Brasil en cambio es muy abierto. Lo que existe en internet son los países emergentes. Entonces, no son cinco países, más bien son una veintena como Sudáfrica, Turquía, Indonesia, Colombia, México, Chile. Un país que quiere desarrollarse necesita aprovechar y disfrutar de internet. El desarrollo no pasará por el gas o por zonas de Amazonía, pasará por internet. Otro elemento es que estos países que emergen con internet también son países capaces de utilizar esa tecnología.
Internet no es algo hecho en Silicon Valley, es una herramienta que se puede manejar, reapropiarse, construirse. Se puede construir internet en Ecuador. No es bueno o malo en sí: hay que ser prudente con las visiones morales sobre internet. Es como el agua y la electricidad: no se lo puede pensar desde un juicio de valor. Eso depende de lo que nosotros, ustedes, tú, yo hagamos con internet.
¿Por qué escribir algo sobre la izquierda después de Mainstream?
Trabajo sobre los movimientos sociales porque pienso que hoy, de la misma manera en que no hay de internet único, tampoco hay izquierda única. Son diversas, múltiples, complejas y en particular en América Latina, es por eso que esta región me interesa tanto.
Porque entre Castro —pero ¿es izquierda Castro?—, Michelle Bachelet, Kirchner, Lula, Dilma Rousseff, Evo Morales y obviamente el modelo de Correa y las izquierdas mexicanas, colombianas y Chávez y Maduro en Venezuela, pienso que es más complejo, más mezclado que decir “hay Chávez por un lado y Lula por el otro”. También me interesan la izquierda japonesa, egipcia, israelí, inglesa y la de Podemos.
Crees que esto es la expresión de que el marxismo se acabó. ¿Es neomarxismo o es otro pensamiento?
El marxismo, como el keynesianismo, schumpeterianismo, el miltonfridanismo siempre existirán, por suerte. Pienso que el marxismo guarda varios puntos de su fuerza. La idea según la cual una economía puede ser regulada por un Estado y por un partido único está muerta. Y si Correa tomara esta dirección esto sería un error para Ecuador. Creo en la economía de mercado, pero no en la sociedad de mercado. Sin embargo, sin la economía de mercado no se pueden producir bienes baratos, no pueden salir las clases pobres de la miseria, no se puede tener una economía eficaz. Pero esa economía de mercado que es buena en sí mismo, necesita regulación para evitar las posiciones dominantes, para evitar el control por los lobbys (grupos de presión).
La economía de mercado no puede funcionar en todos los sectores. Se ve en EE.UU.: la cultura —el arte, la danza, las bibliotecas— carece de meta lucrativa, pero al mismo tiempo se observa el problema de la educación y de la salud cuando el mercado es demasiado fuerte. Y eso es un drama para las universidades y los hospitales en EE.UU. Entonces se necesita regulación, se necesita al Estado, a una economía mixta para que funcione. De hecho, Francia es así, es un país a la vez moderno con una economía de mercado, pero con sectores públicos que brindan una regulación fuerte.
El marxismo conserva su pertinencia. Pero Schumpeter también es importante. Él es la “destrucción creativa”, según la cual se destruyen empleos de cajeros mientras la gente se va volviendo capaz de mantener equipos tecnológicos. La economía virtual y cultural funcionan mejor con Schumpeter y sus ideas, pero con Marx no se crean las start-ups, empresas que innovan en algún sector.
La economía de mercado no puede funcionar en todos los sectores. Se ve en EE.UU.: las artes carecen de meta lucrativa, mientras que la educación y la salud sufren porque el mercado es demasiado fuerte. Y eso es un drama para las universidades y los hospitales en EE.UU. Entonces se necesita la regulación del Estado, una economía mixta para que funcione.
En este sentido, ¿qué clase de izquierda es la izquierda de Podemos o de Syriza?
Creo que el debate más interesante es el debate entre la izquierda social-demócrata y la izquierda más radical. Y es lo que sucede en Francia. Pienso que en 2017 habrá en Francia una izquierda más radical. No como Podemos, pero algo similar. Y eso es importante, porque cuando Hollande —de la izquierda centrista— va y negocia con los banqueros, con la UE, con el FMI, ya cambia la lucha. Esta izquierda ya aceptó negociar. Ahora se necesita una izquierda más radical que va a obligar a luchar. Y lo que me gusta de Podemos y los griegos es que ellos luchan.
Después, hay que entender la economía en la que vivimos. Hay que entender que la deuda puede ser injusta, pero también hay reglas de reembolso. Europa necesita desarrollarse. Hoy tiene que luchar en contra de su desempleo, tener crecimiento.
Yo formo parte de una izquierda que no está en contra del crecimiento. Si luchas en contra del crecimiento es que estas en favor del decrecimiento, y eso impide modernizar y desarrollar un país. Pero al mismo tiempo, este crecimiento no puede tener como único objetivo estar en segundo lugar, detrás del reembolso de la deuda.
Hay un momento en que no se puede escoger la deuda en contra del desempleo. Hay que escoger primero el desarrollo, el crecimiento, la lucha contra el desempleo... Y después, el reembolso de la deuda se hace y se corrige por el crecimiento.
Hay pensadores como Zizek y como el boliviano Álvaro García Linera que coinciden sobre el tema de los bienes comunes. ¿Es posible o no es posible?
Primero, pienso como francés. La Revolución francesa es antes que todo el reconocimiento de la propiedad privada. Sin propiedad no hay libertad de expresión, no hay democracia. Seguro que hay bienes públicos, bienes comunes: es el caso de la educación, del medio ambiente, de la salud. No pueden ir a manos del mercado simplemente porque no funciona. No es ideológico. Si quieres acceder a la danza, el mercado no la puede dar, por ningún lado. Tampoco en EE.UU. —no seamos más estadounidenses que los estadounidenses—, donde hay un gran sector sin meta lucrativa, muchas subvenciones públicas por cine, teatro, etc. El Estado subvenciona mucho esos sectores. Y lo olvidamos. Pensamos que es el liberalismo. Pero no, no es. Considero que hay que seguir con esto.
Todos estos pensamientos innovadores tienen que ser tomados en cuenta. Eso es lo que me interesa en la izquierda, la innovación y las nuevas ideas. Todo esto debe ser escuchado, no hay que estar cerrados. De la misma manera, la democracia —gracias a internet, la liquid democracy, hablo de esto en mi libro—, es el empoderamiento de la gente. Esto pasa mucho más por internet, que permite diálogos, formas de democracia directa, formas de intercambio... y todo eso hay que escucharlo. Por eso opino que, en política, la alternancia es la definición de la democracia.
Pienso que nadie, ni el más inteligente, puede mantenerse en el poder demasiado tiempo. Hay que aceptar la crítica, la oposición, la libertad de la prensa. Porque si no se reflexiona sobre lo que se está haciendo, aunque esté bien…
Admiro a Lula por no seguir en el poder; a Mandela, porque un día dijo que en Sudáfrica se necesitaba un nuevo presidente. Nadie debe eternizarse en el poder. Esa es la tragedia de Cuba, que fue un modelo en 1959 y hoy es sin duda el peor ejemplo del mundo. Es un régimen que se convirtió en aquello de lo que negaba al nacer.
El de Cuba es un régimen que está en contra de los cubanos. Y, entre nosotros, la revolución vino más de EE.UU. que de Cuba.

viernes, 7 de agosto de 2015

La trampa del matrimonio.


Para casarse, se debería estar plenamente consciente de que matrimonio y amor no tienen nada que ver.


Los chistes sobre el matrimonio aluden de mil maneras a lo duro, lo largo y lo aburrido que es. El humor, tal vez el mejor filósofo de todos, se da el lujo de descalificar e irrespetar los modelos sagrados sin pagar peaje moral. En este caso, la burla tan frecuente y popular sugiere la contradicción entre la solemnidad con que se asume la parodia de la ceremonia y lo ridículo de jurar permanecer con la misma persona de por vida. Pareciera tan contra natura semejante empresa que es preciso firmar papeles y nombrar testigos para asegurar que esas dos almas sí van a cumplir y a “aguantar”. Ante las parejas longevas, la expresión común es: “¡Uy, pero cómo han aguantado!”. Nunca he oído a alguien de primerazo exclamar: “¡Uy, pero cómo se han amado!”.

La necesidad de oficializar el estatus de una relación en las sociedades se origina en conveniencias de toda clase, incluyendo las de las religiones. Se me hace que lo del amor lo encimaron como pretexto, y con alto riesgo de salir mal librado. La atracción sexual que generan los calores del enamoramiento tan enfermizamente confundido con el amor profundo empieza a debilitarse desde el lapidario imperativo “hasta que la muerte los separe”. Si hay una puñalada trapera contra la libido de los incautos recién casados es esa sentencia. No habrá nunca nada más antierótico que la obligación y la seguridad, pues el deseo depende de la carencia del objeto para poder surgir. No sorprende que la vida y los consabidos chistes sobre el tema de los casados estén plagados de cornudos.

La figura del matrimonio, como la han vendido en muchas culturas, puede ser una trampa, que solo los que la trascienden creativamente la convierten en una valiosa y nutritiva lección de perdón, pues es la prueba más fuerte a la que se somete una relación amorosa. Para casarse, se debería estar plenamente consciente de que matrimonio y amor no tienen nada que ver, y será precisamente el amor con mayúsculas lo único que venza el óxido del tedio y las apatías de tan peligroso negocio. Por eso, todos los genuinamente felices en sus matrimonios merecen una ovación de pie.

Simbólicamente, gran logro de la comunidad homosexual que sus miembros puedan legalizar su unión como el resto de los ciudadanos; sin embargo, en mi dictadura, estudiaré la posibilidad de crear una ley que le prohíba el matrimonio a todo el mundo.

Margarita Rosa de Francisco