martes, 25 de junio de 2013

El posmachismo y la “igualdad punto cero”

EL POSMACHISMO Y LA “IGUALDAD EN PUNTO CERO”
Ya han visto a lo largo de estos días que lo del posmachismo va en serio y que no se cortan, algo muy propio de quien actúa en defensa una posición estructural y consolidada, no de ideas y propuestas. Éstas hay que defenderlas con argumentos, mientras que para defender el orden establecido basta con rechazar todo aquello que lo cuestiona.
Y han podido ver cómo los elementos que recogía en el primer post sobre él no fallan, sobre todo el de la manipulación de la realidad para generar esa confusión que lleva a la distancia, a la pasividad y a que todo siga tal y como está ahora: con desigualdad y violencia de género. Lo hemos visto en el post El posmachismo y su burda manipulación. Este tipo de actuaciones utilizan la neutralidad y el cientificismo, pero tampoco han faltado el resto de elementos: el interés común para que la ley considere a hombres y mujeres, la crítica hacia las personas que defendemos la igualdad y la lucha contra la violencia de género, críticas especialmente intensas hacia mi (debo ser terrible para ellos), la idea de adoctrinamiento que hay detrás de los planteamientos de igualdad (todo lo relacionado con la alienación y el pensamiento impuesto les encanta), y, como no, el beneficio económico que hay detrás de todas estas propuestas. Nada de mejorar la convivencia ni de corregir injusticias y discriminaciones, aquí lo que mueve a las personas al hablar de Igualdad, en España y en la Unión Europea, son los euros disputados.
El posmachismo ha aprendido que la mejor forma de evitar el debate y la reflexión no es la negación ni el ocultamiento, eso ha funcionado cuando las posiciones androcéntricas no eran tan cuestionadas y cuando la presencia de la igualdad era menor, pero ya no es eficaz. Ahora resulta mucho más práctico desviar la atención, y para ello el mejor modo de hacerlo no es plantear otro tema, sino utilizar el mismo debate pero con un sentido completamente diferente. Por eso el posmachismo intenta centrar la discusión sobre el resultado, algo que no puede esconder, pero que sí puede utilizar para evitar que se hable sobre las causas que dan lugar al mismo. Es lo que hace con la violencia de género cuando plantea que no es un problema que nazca de la desigualdad, sino que se debe a cuestiones que afectan a determinados hombres o circunstancias, o cuando dicen que la menor presencia de las mujeres en los puestos de responsabilidad se debe a su incapacidad o a la mayor competitividad y esfuerzo de los hombres. Y una vez que centra la atención sobre el resultado, recurren a otra de sus estrategias para darle un significado diferente a través de la manipulación del lenguaje.
Esta estrategia del posmachismo es la que los lleva a hablar de igualdad, no porque realmente les importe o la busquen, sino para adaptarla a lo que ellos entienden que debe ser la igualdad, que no es otra cosa que una “desigualdad con matices”. Es lo que podemos denominar como “Igualdad.0” (“Igualdad punto cero”)
La Igualdad.0 es poner el marcador a cero, como si no hubiera existido desigualdad a lo largo de la historia ni hubieran estado presentes las causas y valores que han dado lugar a ella. El planteamiento parte de un cierto reconocimiento de que ha habido “problemas”, pero que estos ya han desaparecido, como si hubieran sido un accidente que ya se ha corregido. En realidad su objetivo es impedir que se adopten medidas sobre quienes han sufrido y sufren la desigualdad, que son las mujeres, y que se corrija actuando sobre quienes la generan, que son los hombres y sus valores.
Por esa razón se llenan la boca de igualdad y exigen que se adopten las mismas medidas para mujeres y para hombres, con la idea de evitar que se tome conciencia sobre el significado de la desigualdad como parte de un sistema de valores amparado por la cultura, e impedir que se conozca la realidad histórica de la desigualdad y, por tanto, el por qué de la realidad actual. Pero sobre todo, lo que se consigue con ese posicionamiento es garantizar que la desigualdad va a continuar al pedir actuar del mismo modo sobre quien está en diferente posición. Si las acciones se dirigen igual a quien ocupa una posición aventajada y a quien está en un lugar inferior, al final avanzaran las dos partes, pero manteniendo la desigualdad entre ellas.
Todo está muy bien diseñado para conseguir la apariencia del cambio en la continuidad. Es parte de las trampas que la cultura pone a las mujeres y a la igualdad. Es la trampa del posmachismo, que busca el rechazo de la igualdad a través de la confusión, la desorientación, la duda y la pasividad que hace que todo siga igual.
Todo vale para generar confusión, por eso entre sus tácticas no faltan las siguientes:
Victimismo. Presentan la realidad como contraria a los hombres y a estos como víctimas de lo que llegan a considerar como una “cultura matriarcal”. Para ello no se cortan en decir que los hombres pagan con sus vidas la tranquilidad de las mujeres, con argumentos como que su vida media es más reducida, las muertes en los accidentes laborales y de tráfico, incluso llegan a defender que eso de “primero las mujeres y niños” ante una situación de riesgo es un ejemplo del matriarcado, y para darle expresividad citan al Titanic. Para nada se cuestionan cómo la desigualdad les afecta a ellos ni cuál es el precio de “mujeres y niños” por salir antes de los riesgos en los espacios públicos, porque está claro que del riesgo y de la violencia en lo privado no las dejan salir.
Incongruencia. No les importa decir lo mismo y lo contrario, lo importante es la confusión. Dicen que la Ley Integral es mala, pero piden que incluya a los menores, a los hombres, a las parejas del mismo sexo… Destacan que esa ley no sirve para anda, pero al mismo tiempo indican que en los países nórdicos hay más muertes de mujeres que en España. Las mujeres son presentadas unas veces como la esencia de la bondad en su papel del madres y esposas, pero no dudan en decir que son los seres más perversos y manipuladores cuando les interesa (denuncias falsas, SAP, asesinas…)
Utilización y usurpación de los argumentos que se dan para avanzar en igualdad y erradicar la violencia de género, en una especie de juego infantil de “y tú más”. Cada vez que se utiliza un dato y una razón, el posmachismo lo toma y lo vuelve contra, por ejemplo, si se habla de violencia contra las mujeres, hablan de violencia contra los hombres, si se explican las consecuencias de la exposición de los menores a la violencia de género, recurren al SAP, si se apunta sobre el suicidio en las mujeres sometidas a violencia de género, ellos dicen que hay hombres que se suicidan por haber sido denunciados falsamente, si se presentan datos y estadísticas sobre la violencia contra las mujeres por los organismos de igualdad, dicen que no se estudian los homicidios de hombres, cuando sí se hace por los organismos correspondientes (CGPJ, FGE, Ministerio del Interior), si se presentan las graves consecuencias de la mutilación genital femenina, el posmachismo las compara con la circuncisión… Hasta al hablar de machismo como causa de esta realidad ellos lo han tratado de contrarrestar con una nueva palabra, el “hembrismo”, aunque como les parece que no es suficiente también han inventado el “feminazismo”.
Y están tan metidos en intentar desnaturalizar e impedir el debate y las medidas a favor de la igualdad, que no son conscientes de la realidad objetiva que envuelve y contextualiza la situación actual, la cual se caracteriza por dos elementos.
Ausencia en el debate histórico a favor de la igualdad y de la corrección de las manifestaciones de la desigualdad. Nunca les ha importado la violencia de género, la custodia de los hijos y de las hijas cuando hace años las madres la asumían sin recibir la pensión económica que por ley les correspondía, y sin que hubiera forma de que lo hicieran hasta que no se llevaron a cabo determinadas reformas legales, a pesar de las cuales no han acabado los problemas en este sentido. El posmachismo no ha estado presente en el debate de estos temas ni de ningún otro para intentar hacer valer sus ideas, porque antes no estaba en cuestión la posición de referencia de los hombres ni los valores impuestos al resto de la sociedad. Sólo cuando todo esto ha entrado a formar parte de la crítica es cuando se han presentado, pero no para formar parte del cambio, sino para evitarlo.
Utilización de la igualdad para no avanzar en igualdad. Critican que sólo se hable de mujeres, no de hombres, pero lo hacen para que no se hable de ninguno, ni de hombres ni de mujeres, no para que se hable de los dos. Cuestionan que se actúe contra la violencia de género, a favor de las ayudas laborales a las mujeres, de corregir las diferencias en la presencia de mujeres donde están infra-representadas, de determinadas medidas a favor de la salud de las mujeres… Y todo se presenta como que no se hace nada por los hombres. El argumento además de pobre es falaz, porque la forma de buscar una actuación a favor de algo supuestamente necesario no es criticar la actuación necesaria sobre otros problemas, sino reivindicar y pedir que se lleve a cabo en los lugares y a las personas que les corresponda. Sin embargo, el posmachismo se limita a pedir que se hable de cuestiones de hombres, pero no para resolver los teóricos problemas, sino para que no se corrijan los que afectan a las mujeres, o para que no se vean perjudicados o desarmados en su estrategia de poder y control, de lo contrario no lo plantearían en términos de contraposición, sino como un apoyo a las dos iniciativas: a favor de las mujeres y a favor de los hombres.
Y para ello recurren incluso al argumento de los Derechos Humanos y a la Constitución Española para hablar de la “igualdad ante la ley”, pero olvidan que lo importante es la igualdad en la sociedad que evite tener que llegar ante esa ley igualitaria.
El posmachismo está aquí y ha venido para quedarse, para permanecer en la desigualdad histórica y ayudar a su hermano mayor, el machismo, y juntos mantener a la familia de la desigualdad protegida bajo la estructura jerarquizada de su orden natural. Pero los posmachistas olvidan que los logros de la sociedad no son los objetivos que se alcanzan con propuestas puntuales, sino los que satisfacen los ideales y las aspiraciones humanas. Y entre esos ideales está el de Igualdad, algo a lo que no se va a renunciar, como no se hizo antes con la Libertad, la Justicia, la Dignidad…