martes, 13 de julio de 2010

Estudian prácticas sexuales de pueblos prehispánicos


Arqueólogos presentaron una serie de ensayos sobre las costumbres sexuales de culturas prehispánicas en México y Centroamérica

Un secreto que permaneció virtualmente oculto durante casi 500 años empieza a develarse. Un grupo de arqueólogos publicó una serie de ensayos sobre las costumbres sexuales de pueblos prehispánicos de México y Centroamérica.

Son prácticas que escandalizaron a los españoles que llegaron a la región en el siglo XVI, refieren los documentos.

Y es que el concepto de sexualidad de los pueblos originarios era muy distinto al de Europa, que tenía una visión moral y religiosa sobre el tema, mientras en las culturas mesoamericanas el sexo era un elemento de orden social, explica Enrique Vela, editor de la revista Arqueología Mexicana, que reunió los ensayos.

"La sexualidad va más allá de lo reproductivo, fue visto como una manera de asegurar la marcha del mundo", dice en conversación con BBC Mundo.

Salón secreto

Durante cientos de años, las prácticas sexuales de los pueblos mesoamericanos fueron dejadas de lado, e incluso en la época moderna el tema se abordó desde un punto de vista moral.

En 1926, por ejemplo, el antropólogo Ramón Mena reunió una muestra de esculturas fálicas y otros objetos prehispánicos alusivos a la sexualidad.

La colección, sin embargo, no fue abierta al público y permaneció durante varias décadas en un salón secreto del antiguo Museo Nacional de Antropología en Ciudad de México.

Muchas piezas resultaron falsas, pero las que fueron validadas se distribuyeron después en las muestras de cada cultura prehispánica.

Rito de paso

Los ensayos publicados en Arqueología Mexicana revelan que las relaciones homosexuales eran una práctica frecuente entre la civilización maya.

Era un elemento más en la formación de los jóvenes, explican los antropólogos Stephen Houston y Karl Taube en su ensayo "La sexualidad entre los antiguos mayas".

"Las relaciones entre miembros del mismo sexo eran propias del tiempo de los ritos de paso, en los que un niño se convertía en hombre", explican.

La homosexualidad es un elemento presente en casi todas las culturas prehispánicas, aunque se abordó de manera distinta.

Por ejemplo entre los mexicas, que dominaban en la región centro de lo que hoy es México, las relaciones entre personas del mismo sexo no eran bien vistas.

Un elemento que se reflejó en las deidades prehispánicas, muchas de las cuales tenían, en mayor o menor medida, aspectos femeninos y masculinos a la vez, explica el historiador Guilhem Olivier en su ensayo "Entre el pecado nefando y la integración. La homosexualidad en el México antiguo".

Masturbación ritual

En algunas culturas la masturbación era un tema vinculado con la fertilidad.

Los mayas, como otras civilizaciones de Mesoamérica, solían practicar la masturbación ritual, como una manera de fecundar a la tierra que en algunas civilizaciones era considerada un símbolo femenino.

Otro ejemplo de la importancia que tuvo la masturbación son los hallazgos que describen Houston y Taube:

"Hay indicios de que los mayas tenían objetos sexuales de madera, usados como consoladores y descritos pudorosamente en un reporte arqueológico como efigie fálica", aseguran.

La actitud frente a la masturbación es una de las prácticas que hace más evidente la diferencia entre las culturas prehispánicas y la española, dice Vela.

Hay, además, un elemento adicional: en algunas culturas mesoamericanas el erotismo no era un elemento central en la sexualidad, sino que se veía como una forma de ordenar el planeta, que tiene un lado femenino y uno masculino, como existe arriba o abajo, añade el editor de la revista.

Fuego y sal a los adúlteros

En términos generales, las transgresiones sexuales eran severamente castigadas en las culturas mesoamericanas.

El adulterio, por ejemplo, era castigado con la muerte en algunos pueblos, y en otros como los mexicas se permitía al marido arrancar a mordidas la nariz de los adúlteros.

Los purépechas tenían otro castigo: en caso de que los adúlteros hubieran asesinado al marido, el varón era quemado vivo mientras le arrojaban agua y sal hasta su muerte.

El castigo a las prácticas tenía una razón, pues en algunas culturas se les creía causantes de desequilibrios para la comunidad y el cosmos, señalan Miriam López y Jaime Echeverría en su ensayo "Transgresiones sexuales en el México antiguo".

La presencia del trasgresor provocaba desgracias, como la pérdida de cosechas o la muerte de niños, y en algunos casos se creía que podían producir el fin de una época.

Por ejemplo, señalan, el tlatoani Moctezuma, líder del pueblo azteca, destruyó un lugar de prostitución "porque atribuyó a sus transgresiones públicas que los dioses hubieran permitido a los españoles llegar e imponer su dominio".

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